Odio el
AVE.
Ya está, ya lo he dicho.
Creo que el origen de mi odio está en que:
1.- Sólo lo uso por motivos de trabajo.
2.- Siempre tengo que coger el primero de la mañana... que sale a las 5:45 a.m.
3.- Da igual la época del año, en el interior del vagón se respeta escrupulosamente la temperatura de los mejores tiempos de la era glaciar.
4.- Las vías no van en línea recta. Si no me crees, intenta ponerte a subrayar apuntes.
5.- El inodoro espacial está más alto que en cualquier otro tren que haya visto. Intentad hacer pis en un inodoro cuya taza os llega a la cintura en un tren que circula a 300 km./h. y que encima no va en línea recta. Eh... mejor llevar ropa de repuesto.
He intentado justificar todas estas cosas:
RENFE no tiene la culpa de que tenga que trabajar, y menos de que tenga que trabajar tan temprano, hace frío para que los viajeros no se mareen, es lógico que haya curvas en un trayecto tan largo, y no es que el inodoro sea alto, es que yo soy un tapón.
Además todo esto carece de importancia, porque cada vez que me monto en cualquier medio de transporte me quedo dormida de forma inevitable y automática... o me quedaría dormida si no fuera por el resto de los usuarios.
No sé cómo lo hacen, pero en cada vagón hay siempre una persona con un móvil cuya batería se está acabando, y que se tira todo el viaje haciendo -pip- cada treinta segundos. Y digo yo, ¿es que no pueden apagar el móvil y acabar con su agonía? ¿Por qué lo dejan pitar durante más de dos horas, si además en la mayor parte del trayecto no hay cobertura y aunque les llamaran no iban a poder hablar?
Luego está el otro pitidito: el del
messenger. A esas horas la mayoría de los usuarios son ejecutivos que van a reuniones importantísimas y que van cargando con su portátil. Cualquiera diría que lo van a usar para trabajar, pero entonces empieza a sonar el pitidito (
tu-ru-rún) y ya sabes que están en el msn. No sé con quien chatearán a esa horas intempestivas, pero siempre he tenido la sospecha de que hablan entre ellos mismos.
Y para terminar están los que realmente trabajan, y se pasan todo el viaje discutiendo a voz en grito sobre índices, porcentajes de beneficio y técnicas proactivas, sea lo que sea eso.
Cuando ya creía que la cosa no podía ir a peor, un día me tocó coger el tren a una hora normal.
En ese tren había menos ejecutivos, pero había más familias... con niños.
Muchos niños.
Al principio pensé que el viaje iba a ser un infierno de gritos, pero la madre de los críos venía preparada: había traido un portátil, y nada más arrancar el tren les dijo a los niños que les iba a poner una película: gracias a eso los niños estuvieron en éxtasis durante una hora y media.
El problema es que a la madre no se le había ocurrido traer también auriculares, así que el resto del vagón también estuvo en éxtasis durante una hora y media... con el ritmo trepidante, el guión ágil y la fabulosa banda sonora de,
ejem, Barbie en la Princesa de los animales.
Yujuuuuu...No os voy a contar de que va para no destrozaros el argumento, sólo os voy a decir que es como una película Disney protagonizada por
Sims.
Después de una hora y media de tort... diversión sin límites, la película acabó.
-Mamá, la película se ha acabado -dijo uno de los críos.
En el vagón se mascaba la tensión: ¿sería la hora de los gritos y las peleas? Sin embargo la madre se guardaba un as en la manda.
-¿Por qué no miras los juegos del dvd?¡Eso, eso, juega con los juegos del dvd!, pensé. Seguro que tiene cosas apasionantes como buscar las diferencias, colorear a los personajes y otras cosas así, inofensivas.
Lo siguiente que oimos fue:
-Has elegido jugar a canta con nosotros. Elige la canción que quieres cantar. Has elegido"cantar todas las canciones".La cagamos.