Estimado 2016
dos puntos.
Aunque todavía no nos conocemos, tengo la impresión de que vamos a pasar mucho tiempo juntos.
Como un año o así.
Mi madre suele decir que más vale una colorá que cien amarillas, y por eso he pensado que es mejor dejar las cosas claras desde el principio:
No nos toques los cojones, 2016.
Llevamos ¿siete? ¿ocho? años de crisis y estamos un poco jarticos ya. "Refugiado" es la palabra del año. Y hemos descubierto que "cambio climático" significa "cocerse a 50º C durante dos meses" en klingon.
Por poner unos ejemplillos nada más.
Y eso que a mí en 2015 me ha ido bastante bien, hasta me ha tocado la lotería y todo. Bueno, cien euros. Y ya me los he gastado. A lo que voy es que cada cosa estupenda que me ha pasado ha quedado empañada por alguna circunstancia mierder de mi entorno.
Y así no hay manera.
En fin, que tú verás lo que haces. Luego no digas que no te avisé.
31 diciembre 2015
23 diciembre 2015
Colacao comunitario
La semana pasada...
no sé ni por dónde empezar.
Se me acabó la baja de maternidad, aunque por suerte todavía me queda un mes largo de vacaciones y cuando me reincorpore al trabajo voy a tener un horario chupi. Creo. De vez en cuando me pellizco para estar segura de que no lo estoy soñando.
Entonces fui al colegio a confirmar que Nena-chan empezaría con el horario ampliado en enero, y me dijeron que no quedaban plazas.
-¡Pero si me dijeron que había plazas ilimitadas!
-Eso era cuando lo organizaba el AMPA, ahora lo organiza el ayuntamiento y como es gratis, las plazas son limitadas. Y claro, como es gratis, se han acabado.
-¿Y no podemos ampliar aunque sea pagando?
-No, no, el ayuntamiento no lo permite porque claro, la gente que tenga que pagar se quejaría.
-¡Pero yo quiero pagar y no me quejo! Bueno, sí me quejo, pero solo porque es parte de mi encanto.
Por suerte, la semana anterior había apuntado a Nena-chan a todas las extraescolares que se me habían ocurrido.
Más o menos.
Había ido a apuntar a Nena-chan, pero me habían dicho que estaban muy liados con los recibos del mes en curso, y que volviera otro día, que había plazas de sobra y podíamos hacerlo con más calma.
Y cuando volví resultó que ya no quedaban plazas.
Así que de pronto me encontré con que se me había acabado la baja, y que no tenía dónde dejar a Nena-chan por las tardes. Menos mal que me quedaban vacaciones, ¿eh?
Por su parte, Bebé-kun tiene que incorporarse a la guardería, pero para eso antes tiene que acostumbrarse al biberón. Y no.
Ya lo hemos probado todo:
Darle el bibe antes de que tenga mucha hambre, para que esté más dispuesto a probar.
Dárselo cuando ya tiene mucha hambre, para que esté desesperado y trague con todo.
Darle el pezón, y hacerle el cambiazo a mitad de toma.
Da igual, la respuesta de Bebé-kun es siempre la misma: que me introduzca el biberón por cualquier de mis orificios. Me deja hasta elegir.
Además, me robaron el móvil con tooooodas las fotos de los niños. Y cuando fui a denunciarlo, un tipo entró en comisaría gritando y agitando los bracitos, y cuando la policía lo paró, se negó a quitarse el abrigo, y casi nos hacemos caca encima del susto. Bueno, Bebé-kun se la hizo, pero no del susto. Es que es un bebé.
Después de todo esto, el viernes por la tarde, sin motivo aparente, tenía un tic en el ojo.
-Mañana yo me llevo a Nena-chan a clase de música y tú te quedas en la camita descansando, ¿vale? -me dijo ZaraJota.
-Vale.
Pero se ve que se le olvidó consultarlo con Bebé-kun: a las seis de la mañana del sábado estaba ya despierto y con ganas de fiesta.
-Ajo. Jijijijijiji. Ajo. Jijijijijijijiji. Brrrrrrrrrrup. Ajo. Jiji. Ajo. Babababababababa. Jijiji.
Me lo llevé al salón.
-A las nueve despierto a ZaraJota -me dije.
Pero a las nueve Bebé-kun estaba comiendo.
-Bueno, supongo que ZaraJota se habrá puesto el despertador.
A las nueve y media, viendo que nadie se movía, fui a despertar a ZaraJota. Entonces Nena-chan inició una guerra de cosquillas y me vi tristemente envuelta en el conflicto. No hubo que lamentar pérdidas mortales, pero cuando por fin cesaron las hostilidades eran las diez muy pasadas, estábamos en pijama, sin desayunar, y la clase empezaba a las once.
-Mierdaaaaaaa...
Nos vestimos a toda velocidad, embutimos los múltiples arreos de música en la mochila, salimos de casa...
-Mamá. tengo hambre.
-Mierdaaaaaaaaaaaa...
Hice un colacao a toda prisa, lo metí en un vasito con tapa y se lo di a la cría.
-Que se lo vaya tomando por el camino -le dije a ZaraJota.
Y abrí la puerta del ascensor y a la niña se que cayó todo el colacao dentro.
Enterito.
Vaya mierda de vaso con tapa, por cierto.
ZaraJota se fue con Nena-chan a clase, y yo dejé a Bebé-kun en el carrito y fregué el ascensor y el descansillo de nuestra planta, mientras pensaba que qué suerte que no se le hubiera caído por la ranura entre el ascensor y el suelo, jajaja, menos mal... porque no ha caído, ¿verdad?
Presa de un horrible presentimiento, cogí al niño en brazos, me metí en el ascensor y bajé un piso. La puerta estaba llena de chorreones de colacao y, cuando la abrí, me goteó colacao calentito en la cabeza.
Ay.
Bajé otro piso. Igual.
Otro. Igual.
Otro... en fin. Os hacéis a la idea.
Subí de nuevo a casa a por una bayeta, momento que aprovechó Bebé-kun para anunciar que hacía por lo menos una hora que no comía y que tenía hambre. Me lo enganché a la teta, me volví a meter en el ascensor, y fui bajando piso a piso, limpiando las puertas por dentro con la bayeta.
Cuando llegué al primero una vecina abrió la puerta.
Me miró. Miró al niño, a la teta y a la bayeta.
Yo le devolví la mirada, intentando poner cara de "hoy es el día internacional de Friega el Ascensor con una Teta al Aire, ¿no lo sabía usted?".
La vecina cerró la puerta sin hacer ningún comentario. Supongo que bajó andando. Vaya, vive en el primero; ya hay que ser vaga para bajar en ascensor, digo yo.
Cuando terminé volví a casa, me cambié de ropa, cambié al nene, y volví a salir, porque tenía que ir a la tienda a recoger mi móvil nuevo. En el banco del portal estaba la vecina de antes, con varias de sus muy mejores amigas octogenarias.
En cuanto me vieron se callaron y se hizo un silencio denso.
Jaja, menos mal. Pensé que estarían hablando de mí, pero no, ni siquiera están hablando, jajaja.
Me miraron. Miraron a Bebé-kun.
-Pues sí, pues sí...
-Ya ven.
Claramente la vecina nos les había contado nada. Apenas.
Menos mal.
Me fui al a tienda pensando que ya no me podía pasar nada más, pero cuando llegué el dependiente estaba en la puerta helándose de frío.
-No te lo vas a creer -me dijo-, he salido a fumar y me he dejado las llaves dentro.
Que va. Yo ya me lo creo todo.
no sé ni por dónde empezar.
Se me acabó la baja de maternidad, aunque por suerte todavía me queda un mes largo de vacaciones y cuando me reincorpore al trabajo voy a tener un horario chupi. Creo. De vez en cuando me pellizco para estar segura de que no lo estoy soñando.
Entonces fui al colegio a confirmar que Nena-chan empezaría con el horario ampliado en enero, y me dijeron que no quedaban plazas.
-¡Pero si me dijeron que había plazas ilimitadas!
-Eso era cuando lo organizaba el AMPA, ahora lo organiza el ayuntamiento y como es gratis, las plazas son limitadas. Y claro, como es gratis, se han acabado.
-¿Y no podemos ampliar aunque sea pagando?
-No, no, el ayuntamiento no lo permite porque claro, la gente que tenga que pagar se quejaría.
-¡Pero yo quiero pagar y no me quejo! Bueno, sí me quejo, pero solo porque es parte de mi encanto.
Por suerte, la semana anterior había apuntado a Nena-chan a todas las extraescolares que se me habían ocurrido.
Más o menos.
Había ido a apuntar a Nena-chan, pero me habían dicho que estaban muy liados con los recibos del mes en curso, y que volviera otro día, que había plazas de sobra y podíamos hacerlo con más calma.
Y cuando volví resultó que ya no quedaban plazas.
Así que de pronto me encontré con que se me había acabado la baja, y que no tenía dónde dejar a Nena-chan por las tardes. Menos mal que me quedaban vacaciones, ¿eh?
Por su parte, Bebé-kun tiene que incorporarse a la guardería, pero para eso antes tiene que acostumbrarse al biberón. Y no.
Ya lo hemos probado todo:
Darle el bibe antes de que tenga mucha hambre, para que esté más dispuesto a probar.
Dárselo cuando ya tiene mucha hambre, para que esté desesperado y trague con todo.
Darle el pezón, y hacerle el cambiazo a mitad de toma.
Da igual, la respuesta de Bebé-kun es siempre la misma: que me introduzca el biberón por cualquier de mis orificios. Me deja hasta elegir.
Además, me robaron el móvil con tooooodas las fotos de los niños. Y cuando fui a denunciarlo, un tipo entró en comisaría gritando y agitando los bracitos, y cuando la policía lo paró, se negó a quitarse el abrigo, y casi nos hacemos caca encima del susto. Bueno, Bebé-kun se la hizo, pero no del susto. Es que es un bebé.
Después de todo esto, el viernes por la tarde, sin motivo aparente, tenía un tic en el ojo.
-Mañana yo me llevo a Nena-chan a clase de música y tú te quedas en la camita descansando, ¿vale? -me dijo ZaraJota.
-Vale.
Pero se ve que se le olvidó consultarlo con Bebé-kun: a las seis de la mañana del sábado estaba ya despierto y con ganas de fiesta.
-Ajo. Jijijijijiji. Ajo. Jijijijijijijiji. Brrrrrrrrrrup. Ajo. Jiji. Ajo. Babababababababa. Jijiji.
Me lo llevé al salón.
-A las nueve despierto a ZaraJota -me dije.
Pero a las nueve Bebé-kun estaba comiendo.
-Bueno, supongo que ZaraJota se habrá puesto el despertador.
A las nueve y media, viendo que nadie se movía, fui a despertar a ZaraJota. Entonces Nena-chan inició una guerra de cosquillas y me vi tristemente envuelta en el conflicto. No hubo que lamentar pérdidas mortales, pero cuando por fin cesaron las hostilidades eran las diez muy pasadas, estábamos en pijama, sin desayunar, y la clase empezaba a las once.
-Mierdaaaaaaa...
Nos vestimos a toda velocidad, embutimos los múltiples arreos de música en la mochila, salimos de casa...
-Mamá. tengo hambre.
-Mierdaaaaaaaaaaaa...
Hice un colacao a toda prisa, lo metí en un vasito con tapa y se lo di a la cría.
-Que se lo vaya tomando por el camino -le dije a ZaraJota.
Y abrí la puerta del ascensor y a la niña se que cayó todo el colacao dentro.
Enterito.
Vaya mierda de vaso con tapa, por cierto.
ZaraJota se fue con Nena-chan a clase, y yo dejé a Bebé-kun en el carrito y fregué el ascensor y el descansillo de nuestra planta, mientras pensaba que qué suerte que no se le hubiera caído por la ranura entre el ascensor y el suelo, jajaja, menos mal... porque no ha caído, ¿verdad?
Presa de un horrible presentimiento, cogí al niño en brazos, me metí en el ascensor y bajé un piso. La puerta estaba llena de chorreones de colacao y, cuando la abrí, me goteó colacao calentito en la cabeza.
Ay.
Bajé otro piso. Igual.
Otro. Igual.
Otro... en fin. Os hacéis a la idea.
Subí de nuevo a casa a por una bayeta, momento que aprovechó Bebé-kun para anunciar que hacía por lo menos una hora que no comía y que tenía hambre. Me lo enganché a la teta, me volví a meter en el ascensor, y fui bajando piso a piso, limpiando las puertas por dentro con la bayeta.
Cuando llegué al primero una vecina abrió la puerta.
Me miró. Miró al niño, a la teta y a la bayeta.
Yo le devolví la mirada, intentando poner cara de "hoy es el día internacional de Friega el Ascensor con una Teta al Aire, ¿no lo sabía usted?".
La vecina cerró la puerta sin hacer ningún comentario. Supongo que bajó andando. Vaya, vive en el primero; ya hay que ser vaga para bajar en ascensor, digo yo.
Cuando terminé volví a casa, me cambié de ropa, cambié al nene, y volví a salir, porque tenía que ir a la tienda a recoger mi móvil nuevo. En el banco del portal estaba la vecina de antes, con varias de sus muy mejores amigas octogenarias.
En cuanto me vieron se callaron y se hizo un silencio denso.
Jaja, menos mal. Pensé que estarían hablando de mí, pero no, ni siquiera están hablando, jajaja.
Me miraron. Miraron a Bebé-kun.
-Pues sí, pues sí...
-Ya ven.
Claramente la vecina nos les había contado nada. Apenas.
Menos mal.
Me fui al a tienda pensando que ya no me podía pasar nada más, pero cuando llegué el dependiente estaba en la puerta helándose de frío.
-No te lo vas a creer -me dijo-, he salido a fumar y me he dejado las llaves dentro.
Que va. Yo ya me lo creo todo.
18 diciembre 2015
Los niveles de dificultad
Cuando eres madre no puedes ser friki. Yo creía que sí, y ya me voy dando cuenta de que me había equivocado. Un padre friki, por supuesto; una madre friki, ya menos. Hay leyes que lo prohíben, incluso. ¿Sabéis por qué?
Un friki juega a los videojuegos, especialmente los de matar zombis.
Una madre jamás mataría un zombi, porque los zombis le dan ternurita: sabe que tienen el mismo aspecto que ella cuando se levanta a cambiar un pañal a las tres de la mañana. Es lo que Mamá en Bulgaria llama "mombie".
Un friki adora la ciencia ficción.
Una madre está hasta de oír a los médicos que la salida de los dientes no duele, que las vacunas provocarán una reacción "leve" y que las medicinas tienen "un agradable sabor que a los niños les encanta" y empieza a sospechar que la ciencia tiene una gran parte de ficción.
Un friki tiene una mano mágica.
Una madre también, y aunque su uso está igualmente asociado a la calentura, no la utiliza exactamente igual que el friki.
Un friki tiene siempre a mano su destornillador sónico, aunque no lo usa para nada.
Una madre conserva como oro en paño su termómetro sónico, lo usa a menudo, generalmente para confirmar el diagnóstico de la mano mágica.
Un friki se pasa los sábados por la tarde en la tienda de cómics.
Una madre aprovecha los sábados por la tarde para ir a comprarse ese abrigo que le hace falta, pero en vez de eso acaba comprando una sudadera de Batman, unos calcetines de Frozen y galletas de Peppa Pig, porque sabe que a la niña le van a hacer más ilusión que a ella el abrigo.
Un friki juega al rol.
Una madre puede ser despertador, asistente, enfermera, cocinera, personal shopper, asesor de imagen, peluquera, fontanero, princhesa, bruja, monstruo, pirata, poli bueno, poli malo, y Peppa Pig. A veces de forma simultánea y bilingüe.
Un friki lee cómics.
Una madre lee El pollo Pepe. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra. Y OTRA. Lee El Pollo Pepe hasta que comprende lo que sentía Conan dándole vueltas a la puta rueda de molino.
Un friki se disfraza para ir al expofriki.
Una madre se disfraza todos los domingos de lluvia.
Un friki "te dice que la fuerza te acompañe".
Una madre te dice "ve con cuidao, y deja de hacer el tonto, que te vas a caer".
Un friki compra entradas para el estrenos de la nueva de Star Wars: la operación implica aproximadamente cinco minutos y tres clicks, lo que no le impide anunciar al mundo con orgullo que ha "conseguido" entradas para la primera sesión.
Una madre estudia durante días las sesiones, luego cruza los resultados con los horarios de colegio de Nena-chan y los de comida de Bebé-kun para acabar determinando, en un informe de cinco páginas, que la única opción es ir a la matinal del domingo, y saltarse una toma. Para que el nene no pase hambre, la madre pasa semanas sacándose leche con una bomba y congelándola. Por desgracia un día decide hacer una prueba (bueno, tenía que ir al dentista, lo mismo da) y cuando descongela la leche le entra la paranoia y se empeña en que huele mal y la tira por el desagüe del fregadero mientras llora a todo llorar por, ejem, la leche derramada. Entonces decide que a la mierda y que que le den a todo: el día que vaya al cine le dejará a la abuela un biberón de leche artificial. Pero por supuesto, antes hay que hacer una prueba, no vaya a ser que el nene sea alérgico a la leche de fórmula y haya que salirse de la película a mitad para ir al hospital. Unos días antes le da al nene un poco de leche artificial para probar.
El nene la prueba y le sugiere a la madre un lugar donde puede meterse el biberón con todo su contenido. Y que la fuerza le acompañe, si quiere.
Una madre decide entonces que no va a ir a ver la nueva de Star Wars.
Puede que eche una lagrimita o dos.
-Solo es una puta película -dice el padre de la criatura, que se muere de ganas de ir a verla pero ha decidido, galantemente, que si no va la madre no va él.
Y la madre piensa, pues es verdad.
Además, una vez que se para a considerarlo, lo que le hace ilusión de verdad no es VER la película, sino ver la película CON SU FAMILIA. Y si para eso tiene que esperar, digamos, cuatro o cinco años, se espera.
Sabe que va a merecer la pena, por que en el fondo, y a pesar de la legislación vigente, la madre sigue siendo friki.
Lo que pasa es que se le nota menos, porque ha subido varios niveles de dificultad.
Un friki juega a los videojuegos, especialmente los de matar zombis.
Una madre jamás mataría un zombi, porque los zombis le dan ternurita: sabe que tienen el mismo aspecto que ella cuando se levanta a cambiar un pañal a las tres de la mañana. Es lo que Mamá en Bulgaria llama "mombie".
Un friki adora la ciencia ficción.
Una madre está hasta de oír a los médicos que la salida de los dientes no duele, que las vacunas provocarán una reacción "leve" y que las medicinas tienen "un agradable sabor que a los niños les encanta" y empieza a sospechar que la ciencia tiene una gran parte de ficción.
Un friki tiene una mano mágica.
Una madre también, y aunque su uso está igualmente asociado a la calentura, no la utiliza exactamente igual que el friki.
Un friki tiene siempre a mano su destornillador sónico, aunque no lo usa para nada.
Una madre conserva como oro en paño su termómetro sónico, lo usa a menudo, generalmente para confirmar el diagnóstico de la mano mágica.
Un friki se pasa los sábados por la tarde en la tienda de cómics.
Una madre aprovecha los sábados por la tarde para ir a comprarse ese abrigo que le hace falta, pero en vez de eso acaba comprando una sudadera de Batman, unos calcetines de Frozen y galletas de Peppa Pig, porque sabe que a la niña le van a hacer más ilusión que a ella el abrigo.
Un friki juega al rol.
Una madre puede ser despertador, asistente, enfermera, cocinera, personal shopper, asesor de imagen, peluquera, fontanero, princhesa, bruja, monstruo, pirata, poli bueno, poli malo, y Peppa Pig. A veces de forma simultánea y bilingüe.
Un friki lee cómics.
Una madre lee El pollo Pepe. Una vez. Y otra. Y otra. Y otra. Y OTRA. Lee El Pollo Pepe hasta que comprende lo que sentía Conan dándole vueltas a la puta rueda de molino.
Un friki se disfraza para ir al expofriki.
Una madre se disfraza todos los domingos de lluvia.
Un friki "te dice que la fuerza te acompañe".
Una madre te dice "ve con cuidao, y deja de hacer el tonto, que te vas a caer".
Un friki compra entradas para el estrenos de la nueva de Star Wars: la operación implica aproximadamente cinco minutos y tres clicks, lo que no le impide anunciar al mundo con orgullo que ha "conseguido" entradas para la primera sesión.
Una madre estudia durante días las sesiones, luego cruza los resultados con los horarios de colegio de Nena-chan y los de comida de Bebé-kun para acabar determinando, en un informe de cinco páginas, que la única opción es ir a la matinal del domingo, y saltarse una toma. Para que el nene no pase hambre, la madre pasa semanas sacándose leche con una bomba y congelándola. Por desgracia un día decide hacer una prueba (bueno, tenía que ir al dentista, lo mismo da) y cuando descongela la leche le entra la paranoia y se empeña en que huele mal y la tira por el desagüe del fregadero mientras llora a todo llorar por, ejem, la leche derramada. Entonces decide que a la mierda y que que le den a todo: el día que vaya al cine le dejará a la abuela un biberón de leche artificial. Pero por supuesto, antes hay que hacer una prueba, no vaya a ser que el nene sea alérgico a la leche de fórmula y haya que salirse de la película a mitad para ir al hospital. Unos días antes le da al nene un poco de leche artificial para probar.
El nene la prueba y le sugiere a la madre un lugar donde puede meterse el biberón con todo su contenido. Y que la fuerza le acompañe, si quiere.
Una madre decide entonces que no va a ir a ver la nueva de Star Wars.
Puede que eche una lagrimita o dos.
-Solo es una puta película -dice el padre de la criatura, que se muere de ganas de ir a verla pero ha decidido, galantemente, que si no va la madre no va él.
Y la madre piensa, pues es verdad.
Además, una vez que se para a considerarlo, lo que le hace ilusión de verdad no es VER la película, sino ver la película CON SU FAMILIA. Y si para eso tiene que esperar, digamos, cuatro o cinco años, se espera.
Sabe que va a merecer la pena, por que en el fondo, y a pesar de la legislación vigente, la madre sigue siendo friki.
Lo que pasa es que se le nota menos, porque ha subido varios niveles de dificultad.
15 diciembre 2015
Que vayáis a votar, cojones
A los que os ponéis un lacito rosa, rojo, amarillo o negro,
A los que donáis sangre,
A los que compartís fotografías de perritos que buscan un hogar,
A los que recolectáis tapones de plástico,
A los que colgáis batas blancas en la barandilla de la terraza,
A los que colaboráis en las campañas de recogida de alimentos, ropa o material escolar,
A los que conducís un coche eléctrico,
A los socios y voluntarios de ongs,
A todos vosotros,
os digo:
Lo que hacéis es muy bonito. Útil, incluso, a una escala muy pequeña.
Muy, muy pequeña.
A gran escala, sin embargo, las soluciones dependen de una sola cosa: la política, y sus políticos.
¿De verdad creéis que a los políticos les importan vuestros lacitos y vuestros retuits?
Bueno, a lo mejor para colgarse medallas y salir en la foto. Pero a la hora de la verdad, a los políticos sólo les interesa una cosa: nuestro voto.
Si no votamos, ¿para qué se van interesar por nosotros y nuestros problemas? ¿Qué recurso nos queda para negociar?
Muy, muy pequeña.
A gran escala, sin embargo, las soluciones dependen de una sola cosa: la política, y sus políticos.
¿De verdad creéis que a los políticos les importan vuestros lacitos y vuestros retuits?
Bueno, a lo mejor para colgarse medallas y salir en la foto. Pero a la hora de la verdad, a los políticos sólo les interesa una cosa: nuestro voto.
Si no votamos, ¿para qué se van interesar por nosotros y nuestros problemas? ¿Qué recurso nos queda para negociar?
Nada.
Lo que intento deciros con esto, por si el título no os ha dado ninguna pista, es que votéis.
Por favor.
A la mejor opción, o al mal menor,
Por favor.
A la mejor opción, o al mal menor,
A los viejos o a los nuevos.
A los que os convenzan con sus ideales o a los que os parezcan estúpidos, aunque inofensivos.
Lo que sea.
Lo que sea.
Porque si hay algo seguro es
que la abstención no cura el cáncer,el voto en blanco no otorga becas,
el voto nulo no crea puestos de trabajo,
y la rodaja de chorizo, por increíble que parezca, no cambia la vida de la gente que rebusca en los contenedores para comer.
Por eso este 20 de diciembre, os lo suplico,
ejerced vuestro derecho constitucional al voto.
Cojones .
11 diciembre 2015
Perfectamente normal
¿Os acordáis de cuando Nena-chan tuvo anginas?
La semana pasada fuimos a la fiesta de cumpleaños de una amiguita de Nena-chan porque nos habían invitado porque todavía no nos conocen porque estamos intentando parecer normales.
Sin mucho éxito, dicho sea de paso.
Para los que no hayáis frecuentado este tipo de eventos os voy a explicar como funciona con un ejemplo:
En un capítulo de Las chicas Gilmore, Lorelai coge una bolsa de lechuga precortada, la abre, le echa varios ingredientes y aliño, la cierra sujetándola con el puño y la agita hasta que se convierte en una bola verde, húmeda y pringosa, que devora a toda velocidad metiendo el tenedor directamente en la bolsa.
Quedaos con esa imagen en la cabeza: la bolsa de lechuga ES el cumpleaños.
Bueno, no exactamente: la lechuga no grita. Pero vaya.
Cuando sacamos de allí a Nena-chan estaba tan cubierta de sudor, kétchup, tarta de chocolate del mercadona y fluidos corporales (nasales, en su mayoría) ajenos que cuando llegamos a casa la metimos directamente en la bañera.
Después, para compensar toda la porquería que había comido, le dimos de cenar ensalada con tomate y mozzarella.
La niña está harta de comer tomate y mozzarella, pero debía andar escasa de defensas, o sobrada de ganas de marcha. Una de las dos.
-Babá, be dica la dengua -nos dijo después de cenar.
-Uy, Nena-chan, qué interesante, cuéntaselo a papá, que mamá está haciendo pipí
-Babá, be dica la dengua.
-Lorz, ¿es normal que Nena-chan tenga la cara cubierta de erupciones y la lengua, roja e hinchada, le cuelgue por la comisura de la boca?
-Depende, qué tengo que decir para que me dejes mear en paz?
-¡No estás meando! ¡Te has metido en el baño a echar una microsiesta!
-¡¡¡NO PUEDES DEMOSTRARLO!!!
-¡¡¡CLARO QUE PUEDO!!! ¡¡¡LA NIÑA HA DEJADO LA PUERTA ABIERTA!!!
Maldita la hora en la que instalamos la puerta corredera en el baño.
-Ed que be dica bucho...
-Venga, vamos a urgencias.
Pensábamos ir los cuatro porque cada vez que vamos nos dan un punto, y después de conseguir la sandwichera, el juego de maletas y el recogemigas de mesa ahora estamos intentando reunir los puntos para el fin de semana en Eurodisney. Pero luego me di cuenta de que era una idea bastante estúpida, incluso para nuestros niveles habituales.
-Ve tú con la niña -le dije a ZaraJota-, y yo me quedo con Bebé-kun.
-¡TÚ LO QUE QUIERES ES DORMIR OTRA VEZ!
-¿CÓMO QUE "OTRA VEZ"? ¡¡¡PARA QUE SEA "OTRA VEZ" TIENE QUE HABER PRIMERO "ALGUNA VEZ"!!!
El pediatra de guardia dijo que era una reacción alérgica, probablemente al tomate, y que no tenía la menor importancia.
-Hay que darle esto cada ocho horas durante tres días; esto, casa seis horas durante dos; esto, una semana en cada comida; esto, solo si tiene un brote fuerte; esto... -me contó ZaraJota, mientras acumulaba botecitos sobre la mesa del comedor.
-Pues a no tener importancia requiere más cálculos que el lanzamiento de un cohete.
-Y me ha dicho que volvamos el miércoles por la tarde, aunque cree que no será necesario.
Ajá.
El médico tenía razón: no hacía falta que fuéramos el miércoles por la tarde, porque el miércoles por la mañana...
-Lorz -me dijo ZaraJota-, ¿es normal que los ojos de Nena-chan estén rojos, hinchados, y cubiertos de una costra amarilla?
La semana pasada fuimos a la fiesta de cumpleaños de una amiguita de Nena-chan porque nos habían invitado porque todavía no nos conocen porque estamos intentando parecer normales.
Sin mucho éxito, dicho sea de paso.
Para los que no hayáis frecuentado este tipo de eventos os voy a explicar como funciona con un ejemplo:
En un capítulo de Las chicas Gilmore, Lorelai coge una bolsa de lechuga precortada, la abre, le echa varios ingredientes y aliño, la cierra sujetándola con el puño y la agita hasta que se convierte en una bola verde, húmeda y pringosa, que devora a toda velocidad metiendo el tenedor directamente en la bolsa.
Quedaos con esa imagen en la cabeza: la bolsa de lechuga ES el cumpleaños.
Bueno, no exactamente: la lechuga no grita. Pero vaya.
Cuando sacamos de allí a Nena-chan estaba tan cubierta de sudor, kétchup, tarta de chocolate del mercadona y fluidos corporales (nasales, en su mayoría) ajenos que cuando llegamos a casa la metimos directamente en la bañera.
Después, para compensar toda la porquería que había comido, le dimos de cenar ensalada con tomate y mozzarella.
La niña está harta de comer tomate y mozzarella, pero debía andar escasa de defensas, o sobrada de ganas de marcha. Una de las dos.
-Babá, be dica la dengua -nos dijo después de cenar.
-Uy, Nena-chan, qué interesante, cuéntaselo a papá, que mamá está haciendo pipí
-Babá, be dica la dengua.
-Lorz, ¿es normal que Nena-chan tenga la cara cubierta de erupciones y la lengua, roja e hinchada, le cuelgue por la comisura de la boca?
-Depende, qué tengo que decir para que me dejes mear en paz?
-¡No estás meando! ¡Te has metido en el baño a echar una microsiesta!
-¡¡¡NO PUEDES DEMOSTRARLO!!!
-¡¡¡CLARO QUE PUEDO!!! ¡¡¡LA NIÑA HA DEJADO LA PUERTA ABIERTA!!!
Maldita la hora en la que instalamos la puerta corredera en el baño.
-Ed que be dica bucho...
-Venga, vamos a urgencias.
Pensábamos ir los cuatro porque cada vez que vamos nos dan un punto, y después de conseguir la sandwichera, el juego de maletas y el recogemigas de mesa ahora estamos intentando reunir los puntos para el fin de semana en Eurodisney. Pero luego me di cuenta de que era una idea bastante estúpida, incluso para nuestros niveles habituales.
-Ve tú con la niña -le dije a ZaraJota-, y yo me quedo con Bebé-kun.
-¡TÚ LO QUE QUIERES ES DORMIR OTRA VEZ!
-¿CÓMO QUE "OTRA VEZ"? ¡¡¡PARA QUE SEA "OTRA VEZ" TIENE QUE HABER PRIMERO "ALGUNA VEZ"!!!
El pediatra de guardia dijo que era una reacción alérgica, probablemente al tomate, y que no tenía la menor importancia.
-Hay que darle esto cada ocho horas durante tres días; esto, casa seis horas durante dos; esto, una semana en cada comida; esto, solo si tiene un brote fuerte; esto... -me contó ZaraJota, mientras acumulaba botecitos sobre la mesa del comedor.
-Pues a no tener importancia requiere más cálculos que el lanzamiento de un cohete.
-Y me ha dicho que volvamos el miércoles por la tarde, aunque cree que no será necesario.
Ajá.
El médico tenía razón: no hacía falta que fuéramos el miércoles por la tarde, porque el miércoles por la mañana...
-Lorz -me dijo ZaraJota-, ¿es normal que los ojos de Nena-chan estén rojos, hinchados, y cubiertos de una costra amarilla?
-Depende, ¿qué hora es?
-Las seis de la mañana.
-¡PERFECTAMENTE NORMAL!¡SIEMPRE LOS TUVO ASÍ Y SIEMPRE LOS TENDRÁ!
-Me tengo que ir a trabajar, ¿puedes llevarla tú a urgencias?
En urgencias nos dijeron que era conjuntivitis.
Para los que no tengáis hijos, creo que es importante que sepáis que la conjuntivitis es la PEOR enfermedad que puede coger un niño, probablemente peor que el ébola.
Porque veréis:
Si pilla un virus intestinal le da por devolver e irse por la patilla. Es una porquería, pero el niño se debilita y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos.
Si tiene fiebre, el niño se debilita y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos.
Si le duele la garganta, no puede hablar, y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos
¿Veis a dónde quiero ir a parar?
Cuando tiene conjuntivitis, a no ser que sea grave, el niño se encuentra perfectamente. Tiene la misma energía de siempre, pero no puede ir al colegio para desgastarla porque existe el riesgo de que contagie a otros niños. Y en casa hay que vigilarlo permanentemente para que no se toque los ojos y vaya a peor.
¿Os acordáis de la bolsa de lechuga de antes?
Pues imaginad que en vez de lechuga lleva dentro una cabra epiléptica: cogéis la bolsa, la agitáis un poco, y luego la abrís en un piso de cincuenta metros cuadrados. Y esperáis tres días.
Eso es tener un hijo con conjuntivitis. Mientras tanto, Bebé-kun estaba en plena crisis de crecimiento: comía cada dos horas durante el día, y de forma perpetua durante la noche.
Así que, básicamente, me he pasado la última semana sentada con un bebé en el regazo, mientras la niña-cabra saltaba a mi alrededor como... bueno, como una niña-cabra.
Viendo el lado positivo, he aprendido a sujetar el móvil entre el niño y la teta, y he visto dos temporadas de Vampire Diaries en tres días.
Esta mañana, por fin, parecía que las cosas habían vuelto a la normalidad (dentro de nuestras posibilidades), y he tenido incluso tiempo de mirarme al espejo.
-Nena-chan -le he dicho, porque siempre que entro al baño ella entra también-, ¿es normal que mis ojos estén rojos, hinchados y cubiertos de una costra amarilla?
-Si.
Cuánta razón.
-Las seis de la mañana.
-¡PERFECTAMENTE NORMAL!¡SIEMPRE LOS TUVO ASÍ Y SIEMPRE LOS TENDRÁ!
-Me tengo que ir a trabajar, ¿puedes llevarla tú a urgencias?
En urgencias nos dijeron que era conjuntivitis.
Para los que no tengáis hijos, creo que es importante que sepáis que la conjuntivitis es la PEOR enfermedad que puede coger un niño, probablemente peor que el ébola.
Porque veréis:
Si pilla un virus intestinal le da por devolver e irse por la patilla. Es una porquería, pero el niño se debilita y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos.
Si tiene fiebre, el niño se debilita y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos.
Si le duele la garganta, no puede hablar, y solo le apetece estar tumbado viendo dibujos
¿Veis a dónde quiero ir a parar?
Cuando tiene conjuntivitis, a no ser que sea grave, el niño se encuentra perfectamente. Tiene la misma energía de siempre, pero no puede ir al colegio para desgastarla porque existe el riesgo de que contagie a otros niños. Y en casa hay que vigilarlo permanentemente para que no se toque los ojos y vaya a peor.
¿Os acordáis de la bolsa de lechuga de antes?
Pues imaginad que en vez de lechuga lleva dentro una cabra epiléptica: cogéis la bolsa, la agitáis un poco, y luego la abrís en un piso de cincuenta metros cuadrados. Y esperáis tres días.
Eso es tener un hijo con conjuntivitis. Mientras tanto, Bebé-kun estaba en plena crisis de crecimiento: comía cada dos horas durante el día, y de forma perpetua durante la noche.
Así que, básicamente, me he pasado la última semana sentada con un bebé en el regazo, mientras la niña-cabra saltaba a mi alrededor como... bueno, como una niña-cabra.
Viendo el lado positivo, he aprendido a sujetar el móvil entre el niño y la teta, y he visto dos temporadas de Vampire Diaries en tres días.
Esta mañana, por fin, parecía que las cosas habían vuelto a la normalidad (dentro de nuestras posibilidades), y he tenido incluso tiempo de mirarme al espejo.
-Nena-chan -le he dicho, porque siempre que entro al baño ella entra también-, ¿es normal que mis ojos estén rojos, hinchados y cubiertos de una costra amarilla?
-Si.
Cuánta razón.
02 diciembre 2015
Un día complicado
Decíamos ayer que la semana pasada Nena-chan estuvo malita con anginas y Bebé-kun penando con los dientes y yo con ambos.
De día se turnaban para llorar y que los cogiera en brazos: cogía a Bebé-kun y lloraba Nena-chan, cogía a Nena-chan y lloraba Bebé-kun, y a veces lloraban los dos y los cogía a los dos. Gracias al sonambulismo que parecen haber heredado ambos, las noches eran igual de interesantes.
El viernes por la tarde, además, fui al dentista.
Cuando llegué allí me preguntó qué tal, porque hacía mucho tiempo que no me veía.
-Bien, ya he tenido al niño -le dije, señalándome la barriga por si no se había dado cuenta.
-¡Qué bien, enhorabuena! Espera... ¿le estás dando pecho?
-Sí, pero me dijeron que no había ningún problema.
-Bueeeenoooo... eso dicen... Prefiero que, por si acaso, te saltes una toma o dos.
-Eso pensaba, pero justo hoy he sacado mis reservas de leche congelada y las he tenido que tirar porque me olían raro.
-Qué mala suerte... Bueno, podemos hacer una cosa: pasa a la consulta y veo qué te puedo arreglar sin anestesia.
Os ahorraré los detalles porque en el fondo os aprecio.
La cuestión es que al día siguiente estábamos invitados a la inauguración de una librería. Bueno, en realidad no, pero sabíamos que no iban a pedir la invitación en la puerta, así que lo mismo nos daba.
La inauguración era a las siete. Una pena, tendría que haber sido a las cuatro, que era la hora en la que todavía iba todo bien: niños limpios, comidos y contentos. A las cuatro y cinco, por desgracia, Nena-han hizo eso que hace a veces de cerrar los ojos y roncar. A las cinco decidimos que ya había dormido bastante y empezamos a intentar despertarla, proceso que culminó a las seis de la tarde, cuando Bebé-kun empezó a llorar de hambre. Le enchufé la teta al enano: inmediatamente Nena-chan empezó a llorar porque tenía hambre también. ZaraJota le preparó la merienda para que se la comiera mientras vestíamos a Bebé-kun; luego vestimos a Nena-chan, momento que aprovechó su hermano para hacerse una caca sobaquera. Volvimos a cambiar a Bebé-kun.
Debían ser las siete pasadas cuando llegamos a la parada de autobús, solo para descubrir que la línea estaba cortada por un partido de fútbol.
-No pasa nada, a dos manzanas está la parada del 119, que va para el mismo lado -le dije a ZaraJota.
Caminamos las dos manzanas y miramos la marquesina del bus.
-Pues por aquí no parece que pase.
-Uy...
Vale, quizá fueran cuatro manzanas.
Con los niños en brazos y el bolso cambiador colgando.
Y frío.
Cuando por fin llegamos a la parada tuvimos suerte porque justo pasaba un autobús, nos subimos y cuando fui a frotar mi tarjeta... BIP.
-¿Qué coño...?
La volví a pasar.
BIP.
BIP.
BIP.
-Señora, por más que frote la tarjeta va a seguir estando caducada -me gritó el busero.
Mierda... como llevaba toda la semana sin salir de casa no lo había notado.
Eché mano al bolso para pagar el billete sencillo y entonces me di cuenta de que no llevaba el bolso.
Mierda.
-Eh... ZaraJota, ¿tienes dinero para el bus?
-No, no llevo nada. Espera, sí, creo que tengo las vueltas del pan... ¡Mierda!
-¿Qué pasa?
-Que me han colado diez pesos.
Después de un buen rato haciendo malabarismos en el autobús en marcha con Bebé-kun colgado, conseguí pagar y sentarme.
-Qué bien estamos, ¿verdad? -le dije a Bebé-kun, que me respondió potándome en el escote.
Qué calentito...
Cuando llegamos a la librería estaba llenísima, y la gente empezaba a desparramarse por la acera. Nos encontramos con gente conocida y en algún momento Fanshawe pasó por ahí y pensé que iba a saludar, pero me pareció que dudaba.
Esto es que no se acuerda del nombre, pensé.
-Hola, soy Lorz.
-Eh... ya lo sé, ya nos conocemos.
-Eh... sí.
-Escribiste aquel post, ¿te acuerdas?
-Sí.
-Claaaaro. Claaaaaaro.
Vale, había quedado como una loca otra vez. Por suerte cuando vas con niños siempre tienes alguna excusa para huir.
En este caso, Bebé-kun estaba pidiendo teta.
Me dijeron que estaría más cómoda en el último piso, y cuando subí me encontré a otras mamás en proceso de alimentar a su progenie. Me senté y me coloqué al enano. Al lado mía había una señora dando biberón a su nieto.
-Come muy bien -le estaba diciendo a otra señora. Y en ese preciso instante le retiró el biberón de la boca y el niño... no sé cómo describirlo. Imaginaos que el niño fuera el Vesubio y la señora Pompeya, y de pronto todo estaba cubierto de una lava patrocinada por Nestlé. Pues así.
Bebé-kun me vio reírme por lo bajini y pensó en repetir el chiste potándome de nuevo, pero esta vez falló: en vez de a mí empapó toda su ropita.
Mierda.
Por supuesto todos los aparejos del bebé se habían quedado en la calle, con ZaraJota.
Mierda.
Y entre ZaraJota y yo se interponían varios millones de personas y una mesa con canapés.
Mierda.
Cuando ZaraJota consiguió llegar, arrastrando la bolsa y a la niña. miré alrededor buscando una superficie para cambiar al bebé, pero no encontré ninguna.
-Me parece fatal -le dije a ZaraJota-, ¡tienen todos los libros por medio!
Un alma caritativa despejó una estantería, y así fue como Bebé-kun acabó desnudo en la trastienda de una librería en su fiesta de inauguración.
Ahora que lo pienso, dicho así suena muy mal.
Mientras tanto Nena-chan se estaba portando muy bien y pensé que merecía un premio.
-Escoge un libro, el que quieras -le dije-, que con toda esta gente seguro que lo podemos mangar.
Era broma, ¿vale? Lo que pasa es que mi sentido del humor es tan sofisticado que Nena-chan no lo entiende.
-¡¡¡NOOOOOOOO!!! ¡¡¡NO QUERO MANGAR!!!
-Shhhh... ¡Era broma! ¡Era broma! Mamá lo paga, ¿vale? ¿Te gusta este?
-¡¡¡NO LO TOQUES!!!
Nena-chan me quitó el libro de las manos y fue a leerlo en una esquina, de espaldas a mí, protegiéndolo con su cuerpo.
Ay.
Al final conseguí convencerla de que escogiera un libro y nos fuéramos a pagar.
Entonces Bebé-kun volvió a pedir teta. Claro, como no para de potarla no le cunde nada.
-Vámonos a cenar, anda -le dije a ZaraJota.
Íbamos de camino al restaurante cuando nos dimos cuenta de que el Chache no venía. EmeA y Scarlett volvieron a buscarle, pero ya se había ido.
-No entiendo nada -dijo ZaraJota-, le dije que se viniera con nosotros.
-Dime, por favor, cuáles fueron tus palabras exactas.
-Yo le dije "luego vamos a cenar por aquí", y él me contestó "yo también" y se fue.
Sin comentarios.
Más o menos entonces nos dimos cuanta de que EmeA y Scarlett se habían traído a cenar a una tía que no conocíamos de nada.
"¿Y esta quién es?", le pregunté a ZaraJota telepáticamente.
"Ni idea"
"¿Será amiga de EmeA?
"No sé, parece que Scarlett la conoce también"
"Mierda, ¿crees que estuvo en su boda?"
"Es posible"
"Joder, joder, joder, si estuvo en la boda SEGURO que nos la presentaron"
"Joder, joder, joder... ¿qué hacemos?"
"Disimular"
Y eso hicimos: durante toda la cena intentamos mantener un equilibrio social de manera que si la conocíamos no pensara que éramos unos bordes, y si no la conocíamos no pensara que nos tomábamos demasiadas confianzas. El resultado debía parecerse bastante a un sociópata bipolar con sonrisa profidén.
Para rematar, algo así como a las diez de la noche se me escapó un grito.
-¿Qué pasa? -me preguntaron todos a la vez.
-¡Que había quedado con Hermano Pequeño!
-¿Cuándo?
-¡HACE UNA HORA!
-Mierda, mierda, mierda, voy a mandarle un mensaje...
Mientras esperábamos que contestara pedimos la cuenta. Y por supuesto, cuando la trajeron nos acordamos de que ZaraJota no traía dinero encima, y yo me había dejado el bolso en casa.
Mierda.
Mientras nos rebuscábamos los bolsillos, EmeA se ofreció amablemente a pagar.
-¡No hace falta! ¡No somos pobres, solo somos muy, muy idiotas!
-Ajá.
Todavía me sentía bastante abochornada cuando me subí al bus y froté la tarjeta.
BIP
-Señora -me gritó el busero-, tiene la tarjeta caducada.
Mierda...
Tenía que haberle pedido a EmeA que me diera también para el bus.
Epílogo.
Hermano Pequeño respondió a mis mensajes de madrugada: "Lo siento, no me acordaba de que habíamos quedado. He tenido un día complicado"
Conozco la sensación.
BIP.
BIP.
BIP.
-Señora, por más que frote la tarjeta va a seguir estando caducada -me gritó el busero.
Mierda... como llevaba toda la semana sin salir de casa no lo había notado.
Eché mano al bolso para pagar el billete sencillo y entonces me di cuenta de que no llevaba el bolso.
Mierda.
-Eh... ZaraJota, ¿tienes dinero para el bus?
-No, no llevo nada. Espera, sí, creo que tengo las vueltas del pan... ¡Mierda!
-¿Qué pasa?
-Que me han colado diez pesos.
Después de un buen rato haciendo malabarismos en el autobús en marcha con Bebé-kun colgado, conseguí pagar y sentarme.
-Qué bien estamos, ¿verdad? -le dije a Bebé-kun, que me respondió potándome en el escote.
Qué calentito...
Cuando llegamos a la librería estaba llenísima, y la gente empezaba a desparramarse por la acera. Nos encontramos con gente conocida y en algún momento Fanshawe pasó por ahí y pensé que iba a saludar, pero me pareció que dudaba.
Esto es que no se acuerda del nombre, pensé.
-Hola, soy Lorz.
-Eh... ya lo sé, ya nos conocemos.
-Eh... sí.
-Escribiste aquel post, ¿te acuerdas?
-Sí.
-Claaaaro. Claaaaaaro.
Vale, había quedado como una loca otra vez. Por suerte cuando vas con niños siempre tienes alguna excusa para huir.
En este caso, Bebé-kun estaba pidiendo teta.
Me dijeron que estaría más cómoda en el último piso, y cuando subí me encontré a otras mamás en proceso de alimentar a su progenie. Me senté y me coloqué al enano. Al lado mía había una señora dando biberón a su nieto.
-Come muy bien -le estaba diciendo a otra señora. Y en ese preciso instante le retiró el biberón de la boca y el niño... no sé cómo describirlo. Imaginaos que el niño fuera el Vesubio y la señora Pompeya, y de pronto todo estaba cubierto de una lava patrocinada por Nestlé. Pues así.
Bebé-kun me vio reírme por lo bajini y pensó en repetir el chiste potándome de nuevo, pero esta vez falló: en vez de a mí empapó toda su ropita.
Mierda.
Por supuesto todos los aparejos del bebé se habían quedado en la calle, con ZaraJota.
Mierda.
Y entre ZaraJota y yo se interponían varios millones de personas y una mesa con canapés.
Mierda.
Cuando ZaraJota consiguió llegar, arrastrando la bolsa y a la niña. miré alrededor buscando una superficie para cambiar al bebé, pero no encontré ninguna.
-Me parece fatal -le dije a ZaraJota-, ¡tienen todos los libros por medio!
Un alma caritativa despejó una estantería, y así fue como Bebé-kun acabó desnudo en la trastienda de una librería en su fiesta de inauguración.
Ahora que lo pienso, dicho así suena muy mal.
Mientras tanto Nena-chan se estaba portando muy bien y pensé que merecía un premio.
-Escoge un libro, el que quieras -le dije-, que con toda esta gente seguro que lo podemos mangar.
Era broma, ¿vale? Lo que pasa es que mi sentido del humor es tan sofisticado que Nena-chan no lo entiende.
-¡¡¡NOOOOOOOO!!! ¡¡¡NO QUERO MANGAR!!!
-Shhhh... ¡Era broma! ¡Era broma! Mamá lo paga, ¿vale? ¿Te gusta este?
-¡¡¡NO LO TOQUES!!!
Nena-chan me quitó el libro de las manos y fue a leerlo en una esquina, de espaldas a mí, protegiéndolo con su cuerpo.
Ay.
Al final conseguí convencerla de que escogiera un libro y nos fuéramos a pagar.
Entonces Bebé-kun volvió a pedir teta. Claro, como no para de potarla no le cunde nada.
-Vámonos a cenar, anda -le dije a ZaraJota.
Íbamos de camino al restaurante cuando nos dimos cuenta de que el Chache no venía. EmeA y Scarlett volvieron a buscarle, pero ya se había ido.
-No entiendo nada -dijo ZaraJota-, le dije que se viniera con nosotros.
-Dime, por favor, cuáles fueron tus palabras exactas.
-Yo le dije "luego vamos a cenar por aquí", y él me contestó "yo también" y se fue.
Sin comentarios.
Más o menos entonces nos dimos cuanta de que EmeA y Scarlett se habían traído a cenar a una tía que no conocíamos de nada.
"¿Y esta quién es?", le pregunté a ZaraJota telepáticamente.
"Ni idea"
"¿Será amiga de EmeA?
"No sé, parece que Scarlett la conoce también"
"Mierda, ¿crees que estuvo en su boda?"
"Es posible"
"Joder, joder, joder, si estuvo en la boda SEGURO que nos la presentaron"
"Joder, joder, joder... ¿qué hacemos?"
"Disimular"
Y eso hicimos: durante toda la cena intentamos mantener un equilibrio social de manera que si la conocíamos no pensara que éramos unos bordes, y si no la conocíamos no pensara que nos tomábamos demasiadas confianzas. El resultado debía parecerse bastante a un sociópata bipolar con sonrisa profidén.
Para rematar, algo así como a las diez de la noche se me escapó un grito.
-¿Qué pasa? -me preguntaron todos a la vez.
-¡Que había quedado con Hermano Pequeño!
-¿Cuándo?
-¡HACE UNA HORA!
-Mierda, mierda, mierda, voy a mandarle un mensaje...
Mientras esperábamos que contestara pedimos la cuenta. Y por supuesto, cuando la trajeron nos acordamos de que ZaraJota no traía dinero encima, y yo me había dejado el bolso en casa.
Mierda.
Mientras nos rebuscábamos los bolsillos, EmeA se ofreció amablemente a pagar.
-¡No hace falta! ¡No somos pobres, solo somos muy, muy idiotas!
-Ajá.
Todavía me sentía bastante abochornada cuando me subí al bus y froté la tarjeta.
BIP
-Señora -me gritó el busero-, tiene la tarjeta caducada.
Mierda...
Tenía que haberle pedido a EmeA que me diera también para el bus.
Epílogo.
Hermano Pequeño respondió a mis mensajes de madrugada: "Lo siento, no me acordaba de que habíamos quedado. He tenido un día complicado"
Conozco la sensación.
29 noviembre 2015
Adiós
Esta semana comenzó con el anuncio de que Sheena, Tama, se moría.
La noticia, por desgracia, no nos pillaba por sorpresa. Lo que sí era nuevo era la inmediatez del hecho.
Tama se moría YA. Esa misma tarde, quizá. Esa misma noche, probablemente.
Pertenezco a una generación que tiene la fortuna de no estar familiarizada con la muerte. Por eso, dicen, nos resulta tan fácil despreciar las vacunas, las medicinas y la alimentación que tantos siglos de esfuerzo nos ha contado conseguir.
Por eso, también, todo el que muere nos parece joven para hacerlo.
En este caso no se trata de que lo pareciera, es que lo era. Tama era muy joven, y deja atrás un viudo muy joven y dos niñas muy, pero que muy jóvenes, una de ellas demasiado, incluso, para recordar a su mamá cuando crezca.
Y eso es una mierda.
Yo conocía a Tama desde hace diez años, pero no la conocía suficiente, como suele suceder con las personas con las que siempre quedas en grupo. Por eso no voy a decir cosas bonitas sobre ella: muchas, y con más sentido, han dicho ya quienes la conocían mejor que yo.
Lo que os voy a decir hoy, prometiendo que volveré a mis chorradas habituales en breve, es:
acordaos de reír y comer y besar y pasear y nadar y amar y abrazar y disfrutar y aprender y nadar y leer y cocinar y viajar y saltar y reír y reír y reír y reír siempre que tengáis la oportunidad, porque a veces la vida parece que tenga un guionista, y que sea un grandísimo hijo de puta.
La noticia, por desgracia, no nos pillaba por sorpresa. Lo que sí era nuevo era la inmediatez del hecho.
Tama se moría YA. Esa misma tarde, quizá. Esa misma noche, probablemente.
Pertenezco a una generación que tiene la fortuna de no estar familiarizada con la muerte. Por eso, dicen, nos resulta tan fácil despreciar las vacunas, las medicinas y la alimentación que tantos siglos de esfuerzo nos ha contado conseguir.
Por eso, también, todo el que muere nos parece joven para hacerlo.
En este caso no se trata de que lo pareciera, es que lo era. Tama era muy joven, y deja atrás un viudo muy joven y dos niñas muy, pero que muy jóvenes, una de ellas demasiado, incluso, para recordar a su mamá cuando crezca.
Y eso es una mierda.
Yo conocía a Tama desde hace diez años, pero no la conocía suficiente, como suele suceder con las personas con las que siempre quedas en grupo. Por eso no voy a decir cosas bonitas sobre ella: muchas, y con más sentido, han dicho ya quienes la conocían mejor que yo.
Lo que os voy a decir hoy, prometiendo que volveré a mis chorradas habituales en breve, es:
acordaos de reír y comer y besar y pasear y nadar y amar y abrazar y disfrutar y aprender y nadar y leer y cocinar y viajar y saltar y reír y reír y reír y reír siempre que tengáis la oportunidad, porque a veces la vida parece que tenga un guionista, y que sea un grandísimo hijo de puta.
23 noviembre 2015
Hoy no puedo escribir nada...
Es que me distraigo con cualquier tontería.
Editado 25/11/2015
A pesar de las apariencias, Nena-chan tenía un poco de fiebre.
Si yo hubiera tenido que ir a trabajar, le habría zumbado apiretal, calculando cuidadosamente el momento para que el máximo efecto tuviera lugar a la hora de entrar al cole, y luego habría cruzado los dedos para que aguantara al menos hasta la hora de comer.
A eso las madres lo llamamos "conciliación".
Como no tenía que ir a trabajar, le dije que se podía quedar en casa y menos mal, porque al rato de grabar el vídeo Nena-chan tenía más fiebre, por la tarde, mucha fiebre, por la noche, la topota madre que parió a la fiebre, y a la mañana siguiente se levantó con la cara tan hinchada que no podía cerrar la boca.
Uy, qué mal rollo...
Me colgué a Bebé-kun en la mochila, subí a Nena-chan al carrito, y me fui a urgencias con los dos.
-¿Prefiere que la atiendan ahora o esperar a que venga su médico esta tarde? -me preguntaron en el mostrador.
Ni siquiera contesté, pero debí poner tal cara que me atendieron en diez minutos.
-Estreptococo -dijo el pediatra.
-Ah, pensé que serían anginas.
-Es lo mismo.
Mierda de superhéroes, cuánto daño han hecho con la tontería de la identidad secreta.
El pediatra dijo que era MUY contagioso, aunque Bebé-kun no estaba en peligro porque los bebés a esa edad no pueden contagiarse.
"Por fin un reto", debió pensar Bebé-kun: por la tarde tenía fiebre también, en este caso, por dientes.
Ay.
Ahora los dos están semipochos y mimosoides y solo quieren estar en brazos. Y yo no iba a escribir, pero he pensado que debía aclarar que sí, la enana estaba malita de verdad. Lo que pasa es que al apiretal le echan drogas.
14 noviembre 2015
Haikus
Hoy, o ayer, no sé, los días empiezan a ser una sucesión confusa para mí, me han echado en cara que ya no escribo haikus.
Jo.
Que no perdonáis ni una.
Y es verdad que no los escribo, pero los pienso, continuamente: tengo esa manía y la de hacer operaciones matemáticas con los números de las matrículas hasta que el resultado final sea el número 20.
Ya, estoy muy loca.
Pensándolo bien, tengo muchas manías más:
No soporto las bolsas de plástico usadas, por ejemplo.
Me pone muy nerviosa que haya alguien de pie detrás mía, sobre todo si me está mirando.
No puedo dormir si los zapatos no están bien colocados, uno junto al otro. En realidad, últimamente no duermo de ninguna de las maneras, así que lo mismo los zapatos no tienen la culpa.
No me gusta comer cosas hechas con diferentes tipos de carne como salchichas (las frankfurt no cuentan porque no me creo que lleven carne de verdad), croquetas, hamburguesas o incluso sopa, porque... a ver cómo lo explico... me da pena obligar a mezclarse a animales que no se han conocido en vida. Me parece algo así como obsceno. Una fosa común alimenticia, digamos.
Lo llevo mejor si soy yo la que hace la comida, porque mientras la preparo dedico un momento a pensar en cómo serían la vaca, el cerdo o la gallina, y a imaginármelos en el mismo establo.
Ya os he dicho que estoy muy loca.
Volviendo a los haikus, los pienso, pero no los escribo, porque
Me paso el día
Cuidando de dos niños
Hiperactivos
Bueno, en realidad no está demostrado que sean hiperactivos, pero tampoco que no lo sean. Digamos que la cosa está al 50%.
El día empieza
despertando a la niña
que feliz duerme
Porque alguien tiene que dormir en esta casa.
Vamos al cole
la niña cree que yo
la espero fuera
Uno de los motivos por los que Nena-chan va tan feliz al colegio es porque cree que Bebé-kun y yo nos quedamos esperándola en la puerta todo el rato. Piensa que somos unos pringados y que es una afortunada por poder entrar.
De nuevo en casa
la vecina está echando
su piso abajo
"Reforma integral", lo llama ella. "Su fruta madre", lo llamo yo.
Bebé-kun llora
los ruidos que no cesan
niño no duerme
La mejor parte de la obra de la vecina es que cuando acaben en su casa tienen que venir a la mía a arreglar el baño.
Corro al colegio
es la hora de buscar
a la princhesa
Me coloco en la puerta del colegio como si no me hubiera movido de ahí desde las nueve de la mañana.
Luego en el bus
la niña siempre dice
que se micciona
Inevitablemente, en cuanto estamos subidas en el autobús Nena-chan dice que se hace pipí.
Hazlo en el cole
a la hora del recreo
por tos tus muertos
Una vez llegó a hacérselo encima. Otra vez me bajé del bus y volví al cole a que hiciera pipí. Otra vez bajé a mitad de camino para que lo hiciera en un arbusto (se negó). Ahora ya paso mucho: si llega a casa, bien, y si no, lavadora y punto.
De nuevo en casa
ZaraJota me llama
mientras comemos
Es una gilipollez, pero si me llama en su hora de la comida y estoy comiendo es como si comiéramos juntos. O algo.
Pasamos las horas
intentando hacer algo
con nuestras vidas
Este me ha quedado así como profundo.
La actividad por la tarde se resume en coger en brazos a los niños por turnos. Básicamente.
Llegan las siete
ZaraJota está en casa
descanso brazos
Más o menos: ahora cojo al mismo niño todo el rato, mientras ZaraJota se ocupa del otro.
Hora del baño
agua formando olas
hasta el pasillo
A Nena-chan le gusta chapotear. Mucho.
Luego la cena
un ratito de Peppa
niña inconsciente
¡Una menos! A por el otro.
La última toma
una tripita llena
niño inconsciente
Son las nueve de la noche y tengo a los dos niños dormidos. Me froto las manos: esta noche nos ponemos con el tema parchís, que lo tenemos muy desatendido. Me vuelvo a ZaraJota y
Está roncando
nuestra vida sexual es
muy complicada
Bien, supongo que al menos eso me deja un poco de tiempo para mí. Enciendo el ordenador e intento escribir algo pero
No se me ocurre
porque no he hecho nada
en todo el día
O algo así.
Pd: Espero que con esto tengáis haikus para una temporada.
Jo.
Que no perdonáis ni una.
Y es verdad que no los escribo, pero los pienso, continuamente: tengo esa manía y la de hacer operaciones matemáticas con los números de las matrículas hasta que el resultado final sea el número 20.
Ya, estoy muy loca.
Pensándolo bien, tengo muchas manías más:
No soporto las bolsas de plástico usadas, por ejemplo.
Me pone muy nerviosa que haya alguien de pie detrás mía, sobre todo si me está mirando.
No puedo dormir si los zapatos no están bien colocados, uno junto al otro. En realidad, últimamente no duermo de ninguna de las maneras, así que lo mismo los zapatos no tienen la culpa.
No me gusta comer cosas hechas con diferentes tipos de carne como salchichas (las frankfurt no cuentan porque no me creo que lleven carne de verdad), croquetas, hamburguesas o incluso sopa, porque... a ver cómo lo explico... me da pena obligar a mezclarse a animales que no se han conocido en vida. Me parece algo así como obsceno. Una fosa común alimenticia, digamos.
Lo llevo mejor si soy yo la que hace la comida, porque mientras la preparo dedico un momento a pensar en cómo serían la vaca, el cerdo o la gallina, y a imaginármelos en el mismo establo.
Ya os he dicho que estoy muy loca.
Volviendo a los haikus, los pienso, pero no los escribo, porque
Me paso el día
Cuidando de dos niños
Hiperactivos
Bueno, en realidad no está demostrado que sean hiperactivos, pero tampoco que no lo sean. Digamos que la cosa está al 50%.
El día empieza
despertando a la niña
que feliz duerme
Porque alguien tiene que dormir en esta casa.
Vamos al cole
la niña cree que yo
la espero fuera
Uno de los motivos por los que Nena-chan va tan feliz al colegio es porque cree que Bebé-kun y yo nos quedamos esperándola en la puerta todo el rato. Piensa que somos unos pringados y que es una afortunada por poder entrar.
De nuevo en casa
la vecina está echando
su piso abajo
"Reforma integral", lo llama ella. "Su fruta madre", lo llamo yo.
Bebé-kun llora
los ruidos que no cesan
niño no duerme
La mejor parte de la obra de la vecina es que cuando acaben en su casa tienen que venir a la mía a arreglar el baño.
Corro al colegio
es la hora de buscar
a la princhesa
Me coloco en la puerta del colegio como si no me hubiera movido de ahí desde las nueve de la mañana.
Luego en el bus
la niña siempre dice
que se micciona
Inevitablemente, en cuanto estamos subidas en el autobús Nena-chan dice que se hace pipí.
Hazlo en el cole
a la hora del recreo
por tos tus muertos
Una vez llegó a hacérselo encima. Otra vez me bajé del bus y volví al cole a que hiciera pipí. Otra vez bajé a mitad de camino para que lo hiciera en un arbusto (se negó). Ahora ya paso mucho: si llega a casa, bien, y si no, lavadora y punto.
De nuevo en casa
ZaraJota me llama
mientras comemos
Es una gilipollez, pero si me llama en su hora de la comida y estoy comiendo es como si comiéramos juntos. O algo.
Pasamos las horas
intentando hacer algo
con nuestras vidas
Este me ha quedado así como profundo.
La actividad por la tarde se resume en coger en brazos a los niños por turnos. Básicamente.
Llegan las siete
ZaraJota está en casa
descanso brazos
Más o menos: ahora cojo al mismo niño todo el rato, mientras ZaraJota se ocupa del otro.
Hora del baño
agua formando olas
hasta el pasillo
A Nena-chan le gusta chapotear. Mucho.
Luego la cena
un ratito de Peppa
niña inconsciente
¡Una menos! A por el otro.
La última toma
una tripita llena
niño inconsciente
Son las nueve de la noche y tengo a los dos niños dormidos. Me froto las manos: esta noche nos ponemos con el tema parchís, que lo tenemos muy desatendido. Me vuelvo a ZaraJota y
Está roncando
nuestra vida sexual es
muy complicada
Bien, supongo que al menos eso me deja un poco de tiempo para mí. Enciendo el ordenador e intento escribir algo pero
No se me ocurre
porque no he hecho nada
en todo el día
O algo así.
Pd: Espero que con esto tengáis haikus para una temporada.
09 noviembre 2015
El colecho fijo discontinuo itinerante en diferido
Mucha gente me pregunta si Bebé-kun es bueno y nos deja dormir por las noches.
Voy a intentar responder lo más sencillamente que pueda a esa pregunta.
La noche empieza con todos en sus posiciones de salida:
ZaraJota y yo dormimos juntos en una cama de matrimonio, a nuestro lado duerme Bebé-kun en un moisés, y Nena-chan duerme en su dormitorio, en una cama gigante.
0:00
Bebé-kun es pequeño y todavía come cada tres horas, aunque por la noche aguanta más: normalmente pide teta sobre las doce de la noche, y luego aguanta hasta las cinco.
Creo.
Y digo creo porque cuando llega la toma de las doce me levanto, cojo en brazos al niño, me meto en la cama, me saco una teta y le digo:
-Tú ve comiendo, que mamá va a cerrar los ojos un segundito -y ya no los vuelvo a abrir.
2:00
Más o menos.
Porque resulta que Nena-chan es sonámbula: prácticamente desde que nació, canturreaba dormida, y a medida que ha ido adquiriendo destrezas ha ido aumentando sus habilidades nocturnas. Ha hecho de todo, desde hablar hasta pasearse por la casa, intentar saltar por encima de los barrotes de la cuna, golpearse la cabeza contra el cabecero pensando que se sale por ahí...
El pediatra nos dijo que era habitual en los niños alrededor de un año, y que luego se le pasaría. Menos mal que el buen hombre se hizo pediatra, porque como adivino habría sido una mierda. Hasta que Nena-chan cumplió dos años, la única forma de garantizar su seguridad por las noches era que durmiera en nuestra cama, con ZaraJota a un lado cogiéndole del brazo toda la noche, y yo al otro con mi mano en su tripa para despertarme si se movía. Aún así, se nos cayó de la cama dos veces.
Con el tiempo, los episodios noctámbulos se han reducido (que no desaparecido) y ha empezado con los terrores nocturnos, que son como pesadillas a lo bestia. El espectáculo suele empezar cada noche sobre las dos de la mañana.
ZaraJota se levanta con un ojo pegao y se va a la cama de Nena-chan a abrazarla hasta que se calma.
3:00
ZaraJota vuelve a nuestra cama y se queda dormido de inmediato. Nena-chan, absolutamente dormida, nota que está sola y se viene también. Ya somos cuatro en una cama de uno cincuenta, y me gustaría decir que el espacio se reparte a partes iguales, pero lo cierto es que Nena-chan utiliza patadas voladoras sonámbulas para hacerse con aproximadamente la mitad de la cama, mientras Bebé-kun se asegura su espacio vital gruñendo como un animalito cada vez que alguien se le acerca.
Para que luego digan que el colecho es peligroso.
Cuando me harto de hacer equilibrios aferrada al travesaño de la cama mientras recibo patadas y gruñidos, cojo al niño en brazos y me voy a dormir a la cama de Nena-chan.
4:00
Abro un ojo y en la penumbra veo a un tío parado en mitad de la habitación.
-¡¡¡AAAAARRRRG!!!
-Soy yo, soy yo -dice ZaraJota-, Nena-chan se ha dormido y vengo a traerla a su cama.
-¿Y por qué no la dejas en la nuestra?
-Me está crujiendo a patadas... pensaba irme al sofá pero no encuentro la manta. Haz sitio.
Cojo a Bebé-kun en brazos, lo llevo a su moisés y me acuesto en mi cama. ZaraJota suelta a Nena-chan en su camita y se vuelve a la nuestra.
Hemos vuelto a la posición de salida.
5:00
Bebé-kun se despierta porque le toca comer. Lo vuelvo a meter en mi cama y no me desabrocho el camisón porque cuando voy a hacerlo me doy cuenta de que ya está abierto y que llevo toda la noche con una teta fuera.
Luego que si me resfrío.
-Tú ve comiendo -le digo a Bebé-kun-, que mamá va a cerrar los ojos un segundito.
6:00
Suena el despertador de ZaraJota
6:05
Suena el despertador de ZaraJota
6:10
Suena el despertador de ZaraJota
6:15
Suena el despertador de ZaraJota
6:20
Suena el despertador de ZaraJota
6:25
Suena el despertador de ZaraJota
6:30
ZaraJota corre por la casa agitando los bracitos mientras se viste.
6:45
ZaraJota se va.
Por mucho cuidado que ponga cerrando la puerta, Nena-chan siempre la oye. Lo siguiente que sé es que está otra vez en mi cama.
-Quero con mamá.
-Vale, un ratito solo.
7:00
Suena mi despertador.
Esto sucede con ligeras variantes casi todas las noches, y a veces se adereza con enfermedades, potas, "accidentes" de pipí, caídas de la cama...
Por eso cuando la gente me pregunta si dormimos, contesto que no.
Porque mi familia no duerme: mi familia se baraja.
Pd: Bebé-kun también es sonámbulo. Creo que estamos muuuuuuuy jodidos.
Voy a intentar responder lo más sencillamente que pueda a esa pregunta.
La noche empieza con todos en sus posiciones de salida:
ZaraJota y yo dormimos juntos en una cama de matrimonio, a nuestro lado duerme Bebé-kun en un moisés, y Nena-chan duerme en su dormitorio, en una cama gigante.
0:00
Bebé-kun es pequeño y todavía come cada tres horas, aunque por la noche aguanta más: normalmente pide teta sobre las doce de la noche, y luego aguanta hasta las cinco.
Creo.
Y digo creo porque cuando llega la toma de las doce me levanto, cojo en brazos al niño, me meto en la cama, me saco una teta y le digo:
-Tú ve comiendo, que mamá va a cerrar los ojos un segundito -y ya no los vuelvo a abrir.
2:00
Más o menos.
Porque resulta que Nena-chan es sonámbula: prácticamente desde que nació, canturreaba dormida, y a medida que ha ido adquiriendo destrezas ha ido aumentando sus habilidades nocturnas. Ha hecho de todo, desde hablar hasta pasearse por la casa, intentar saltar por encima de los barrotes de la cuna, golpearse la cabeza contra el cabecero pensando que se sale por ahí...
El pediatra nos dijo que era habitual en los niños alrededor de un año, y que luego se le pasaría. Menos mal que el buen hombre se hizo pediatra, porque como adivino habría sido una mierda. Hasta que Nena-chan cumplió dos años, la única forma de garantizar su seguridad por las noches era que durmiera en nuestra cama, con ZaraJota a un lado cogiéndole del brazo toda la noche, y yo al otro con mi mano en su tripa para despertarme si se movía. Aún así, se nos cayó de la cama dos veces.
Con el tiempo, los episodios noctámbulos se han reducido (que no desaparecido) y ha empezado con los terrores nocturnos, que son como pesadillas a lo bestia. El espectáculo suele empezar cada noche sobre las dos de la mañana.
ZaraJota se levanta con un ojo pegao y se va a la cama de Nena-chan a abrazarla hasta que se calma.
3:00
ZaraJota vuelve a nuestra cama y se queda dormido de inmediato. Nena-chan, absolutamente dormida, nota que está sola y se viene también. Ya somos cuatro en una cama de uno cincuenta, y me gustaría decir que el espacio se reparte a partes iguales, pero lo cierto es que Nena-chan utiliza patadas voladoras sonámbulas para hacerse con aproximadamente la mitad de la cama, mientras Bebé-kun se asegura su espacio vital gruñendo como un animalito cada vez que alguien se le acerca.
Para que luego digan que el colecho es peligroso.
Cuando me harto de hacer equilibrios aferrada al travesaño de la cama mientras recibo patadas y gruñidos, cojo al niño en brazos y me voy a dormir a la cama de Nena-chan.
4:00
Abro un ojo y en la penumbra veo a un tío parado en mitad de la habitación.
-¡¡¡AAAAARRRRG!!!
-Soy yo, soy yo -dice ZaraJota-, Nena-chan se ha dormido y vengo a traerla a su cama.
-¿Y por qué no la dejas en la nuestra?
-Me está crujiendo a patadas... pensaba irme al sofá pero no encuentro la manta. Haz sitio.
Cojo a Bebé-kun en brazos, lo llevo a su moisés y me acuesto en mi cama. ZaraJota suelta a Nena-chan en su camita y se vuelve a la nuestra.
Hemos vuelto a la posición de salida.
5:00
Bebé-kun se despierta porque le toca comer. Lo vuelvo a meter en mi cama y no me desabrocho el camisón porque cuando voy a hacerlo me doy cuenta de que ya está abierto y que llevo toda la noche con una teta fuera.
Luego que si me resfrío.
-Tú ve comiendo -le digo a Bebé-kun-, que mamá va a cerrar los ojos un segundito.
6:00
Suena el despertador de ZaraJota
6:05
Suena el despertador de ZaraJota
6:10
Suena el despertador de ZaraJota
6:15
Suena el despertador de ZaraJota
6:20
Suena el despertador de ZaraJota
6:25
Suena el despertador de ZaraJota
6:30
ZaraJota corre por la casa agitando los bracitos mientras se viste.
6:45
ZaraJota se va.
Por mucho cuidado que ponga cerrando la puerta, Nena-chan siempre la oye. Lo siguiente que sé es que está otra vez en mi cama.
-Quero con mamá.
-Vale, un ratito solo.
7:00
Suena mi despertador.
Esto sucede con ligeras variantes casi todas las noches, y a veces se adereza con enfermedades, potas, "accidentes" de pipí, caídas de la cama...
Por eso cuando la gente me pregunta si dormimos, contesto que no.
Porque mi familia no duerme: mi familia se baraja.
Pd: Bebé-kun también es sonámbulo. Creo que estamos muuuuuuuy jodidos.
03 noviembre 2015
La voz de dios
Cuando tienes tres años, a lo más que puedes aspirar en la vida es a adquirir autonomía.
Para los adultos, que un niño adquiera autonomía significa que sea capaz de hacer sin ayuda cosas como, por ejemplo, quitarse y ponerse los zapatos.
Para los niños, adquirir autonomía significa que ya que pueden quitarse y ponerse los zapatos sin tu ayuda, lo van a hacer cuando quieran, donde quieran y como quieran, tanto si te parece bien como si no.
No creáis que es cosa mía, con la constitución ha pasado lo mismo.
Si tenemos en cuenta la definición de autonomía de un adulto, Nena-chan es bastante autónoma.
Si tenemos en cuenta la definición de autonomía de un niño, Nena-chan es muy autónoma. Demasiado autónoma, incluso. Freelance, diría yo.
La autonomía de Nena-chan se manifiesta, sobre todo, en los zapatos: si le compras un par, más te vale asegurarte de que le van a gustar, porque si no no conseguirás ponérselos ni por la fuerza (y tenemos unas zapatillas sin estrenar que lo demuestran). Y aunque le gusten, nada te garantiza que se los vaya a poner cuando tú quieras, porque de pronto puede decidir que quiere ir en zapatos de charol aunque esté nevando, o en botas de esquiar aunque sea agosto y estés en plena ola de calor,o directamente descalza porque caminar por Madrid con zapatos es de cobardes.
Hace unos días teníamos que salir a la calle y era tarde ya, y no conseguíamos que Nena-chan se pusiera los zapatos, ningunos zapatos, ni argumentando, ni pidiéndoselo por favor, ni con promesas, ni con la madre que la parió.
-¡Que te pongas los zapatos y punto! -le dije.
En vez de alterarse, Nena-chan me sonrió.
-Ara no puedo. Tengo que ir a jugar al salón.
Y se fue al salón, y yo me quedé en su habitación con cara de gilipollas.
En fin.
Creo que por lo general tengo bastante paciencia, al menos con Nena-chan, pero hay días y días y ese día había dormido poco, Bebé-kun estaba llorando, estábamos todos sin desayunar, teníamos prisa... qué sé yo.
Ya estaba preparada para ir detrás de Nena-chan y ponerle los dichosos zapatos por la fuerza cuando me acordé del telecomunicador de bebés, que nunca usamos para nada pero ese día estaba encendido dios sabrá por qué. Así que en vez de ir al salón a buscar a Nena-chan me fui a mi dormitorio y cogí el comunicador.
-Nena-chan -dije- ponte los zapatos.
Y en el salón, donde estaba el otro comunicador al máximo de volumen, sonó:
-¡NENA-CHAAAN! ¡POOOOOOOONTEEEEEEE LOOOOOOOOS ZAPATOOOOOOOOS!
Rápidamente Nena-chan echó a correr, se metió en su habitación y empezó a ponerse los zapatos.
-¿Qué haces? -le pregunté.
-Me pongo los chapatos.
-¿Y eso?
-Por que lo ha dicho la señorra.
Ay...
Entonces me fui a buscar a ZaraJota.
-Tengo una noticia mala y una buena.
-No sé qué has roto esta vez, pero no creo que puedas convencer al seguro de que ha sido un terremoto.
-No es eso... Puede ser que quizá haya hecho algo que haya hecho creer a Nena-chan en una entidad superior que nos vigila.
-Ay, dios.
-Exactamente.
-¿Y la buena noticia?
-Bueno... al menos cree que es una mujer.
Para los adultos, que un niño adquiera autonomía significa que sea capaz de hacer sin ayuda cosas como, por ejemplo, quitarse y ponerse los zapatos.
Para los niños, adquirir autonomía significa que ya que pueden quitarse y ponerse los zapatos sin tu ayuda, lo van a hacer cuando quieran, donde quieran y como quieran, tanto si te parece bien como si no.
No creáis que es cosa mía, con la constitución ha pasado lo mismo.
Si tenemos en cuenta la definición de autonomía de un adulto, Nena-chan es bastante autónoma.
Si tenemos en cuenta la definición de autonomía de un niño, Nena-chan es muy autónoma. Demasiado autónoma, incluso. Freelance, diría yo.
La autonomía de Nena-chan se manifiesta, sobre todo, en los zapatos: si le compras un par, más te vale asegurarte de que le van a gustar, porque si no no conseguirás ponérselos ni por la fuerza (y tenemos unas zapatillas sin estrenar que lo demuestran). Y aunque le gusten, nada te garantiza que se los vaya a poner cuando tú quieras, porque de pronto puede decidir que quiere ir en zapatos de charol aunque esté nevando, o en botas de esquiar aunque sea agosto y estés en plena ola de calor,o directamente descalza porque caminar por Madrid con zapatos es de cobardes.
Hace unos días teníamos que salir a la calle y era tarde ya, y no conseguíamos que Nena-chan se pusiera los zapatos, ningunos zapatos, ni argumentando, ni pidiéndoselo por favor, ni con promesas, ni con la madre que la parió.
-¡Que te pongas los zapatos y punto! -le dije.
En vez de alterarse, Nena-chan me sonrió.
-Ara no puedo. Tengo que ir a jugar al salón.
Y se fue al salón, y yo me quedé en su habitación con cara de gilipollas.
En fin.
Creo que por lo general tengo bastante paciencia, al menos con Nena-chan, pero hay días y días y ese día había dormido poco, Bebé-kun estaba llorando, estábamos todos sin desayunar, teníamos prisa... qué sé yo.
Ya estaba preparada para ir detrás de Nena-chan y ponerle los dichosos zapatos por la fuerza cuando me acordé del telecomunicador de bebés, que nunca usamos para nada pero ese día estaba encendido dios sabrá por qué. Así que en vez de ir al salón a buscar a Nena-chan me fui a mi dormitorio y cogí el comunicador.
-Nena-chan -dije- ponte los zapatos.
Y en el salón, donde estaba el otro comunicador al máximo de volumen, sonó:
-¡NENA-CHAAAN! ¡POOOOOOOONTEEEEEEE LOOOOOOOOS ZAPATOOOOOOOOS!
Rápidamente Nena-chan echó a correr, se metió en su habitación y empezó a ponerse los zapatos.
-¿Qué haces? -le pregunté.
-Me pongo los chapatos.
-¿Y eso?
-Por que lo ha dicho la señorra.
Ay...
Entonces me fui a buscar a ZaraJota.
-Tengo una noticia mala y una buena.
-No sé qué has roto esta vez, pero no creo que puedas convencer al seguro de que ha sido un terremoto.
-No es eso... Puede ser que quizá haya hecho algo que haya hecho creer a Nena-chan en una entidad superior que nos vigila.
-Ay, dios.
-Exactamente.
-¿Y la buena noticia?
-Bueno... al menos cree que es una mujer.
30 octubre 2015
Halloween 2015
-Mamá, pinta una bruja, favor.
-Mira.
-¡No, así no! ¡Una bruja buena!
-Esta es buena.
-¡No es buena! ¡Es fea!
La bruja apagó la bola de cristal de un manotazo. El que escucha lo que no debe se arriesga a oír cosas que no le gustan, se recordó a sí misma. Aún así... estaba indignada.
¿Qué tendrá que ver ser mala con ser fea?
La bruja rebuscó en el armario hasta dar con un espejo. Estaba roto, por supuesto: a todas las brujas, cuando se compran una casa, sus madres les regalan un espejo roto para que les dé malvada suerte. La bruja miró su rostro separado en mil pedazos. Desde luego... Si era cierto eso de que a los feos no les queda más remedio que ser simpático, ella era simpatiquísima.
Pero no lo era. Era más bien tirando a mala. Comía niños, secuestraba princesas, maltrataba príncipes, entrenaba dragones... Una vez incluso tiró una bolsa de basura orgánica al contenedor amarillo, aunque luego se arrepintió mucho y nunca más lo volvió a hacer.
La otras brujas la miraban con respeto y buscaban su consejo. No es que lo encontraran, pero eso es lo de menos. Los aldeanos temblaban cuando la veían. Bueno, puede que eso fuera porque en la dichosa aldea hacía siempre un frío espantoso. Las hadas le habían jurado odio eterno; las hadas es que son muy de odiar. Cientos de príncipes habían intentado matarla solo para demostrar su hombría, sin éxito en la empresa, obviamente.
Sí, la bruja era mala. Muy mala.
Pero no era mala por ser fea.
Lo de ser fea era, simplemente, un plus.
-Mira.
-Esta es buena.
-¡No es buena! ¡Es fea!
La bruja apagó la bola de cristal de un manotazo. El que escucha lo que no debe se arriesga a oír cosas que no le gustan, se recordó a sí misma. Aún así... estaba indignada.
¿Qué tendrá que ver ser mala con ser fea?
La bruja rebuscó en el armario hasta dar con un espejo. Estaba roto, por supuesto: a todas las brujas, cuando se compran una casa, sus madres les regalan un espejo roto para que les dé malvada suerte. La bruja miró su rostro separado en mil pedazos. Desde luego... Si era cierto eso de que a los feos no les queda más remedio que ser simpático, ella era simpatiquísima.
Pero no lo era. Era más bien tirando a mala. Comía niños, secuestraba princesas, maltrataba príncipes, entrenaba dragones... Una vez incluso tiró una bolsa de basura orgánica al contenedor amarillo, aunque luego se arrepintió mucho y nunca más lo volvió a hacer.
La otras brujas la miraban con respeto y buscaban su consejo. No es que lo encontraran, pero eso es lo de menos. Los aldeanos temblaban cuando la veían. Bueno, puede que eso fuera porque en la dichosa aldea hacía siempre un frío espantoso. Las hadas le habían jurado odio eterno; las hadas es que son muy de odiar. Cientos de príncipes habían intentado matarla solo para demostrar su hombría, sin éxito en la empresa, obviamente.
Sí, la bruja era mala. Muy mala.
Pero no era mala por ser fea.
Lo de ser fea era, simplemente, un plus.
26 octubre 2015
La desinformación
Cuando vas a recoger a tu hijo a la guardería, lo normal es que su seño te informe.
Te dice, por ejemplo, qué ha comido, cuándo y cuánto, si ha hecho pis o caca, si ha dormido, qué han aprendido. No es porque las madres seamos unas obsesas del control. Bueno, sí, principalmente es por eso. Pero también es para que, por ejemplo, planifiques la cena.
Si la seño es buena en su trabajo, y la de Nena-chan lo era, además te cuenta alguna anecdotilla sobre tu hijo, y te vas tan contento.
En el colegio es diferente. Aunque las maestras están a tu disposición para contestar preguntas, así, de entrada y por principio, no te cuentan nada, porque se supone que un niño de tres años ya puede contártelo por sí mismo.
Ciertamente, lo que es poder, puede. Lo que hace falta es que quiera: los niños de tres años tienen bastante tendencia a la dispersión.
Así, cada día, cada puñetero día, a la salida del colegio, le hago a Nena-chan exactamente la misma pregunta:
-¿Qué has hecho hoy en el cole?
-Muy bien -responde.
-Ah... Me alegro. Pero ¿qué has hecho?
Bebé-chan pone los ojos en blanco.
-Muy bien -que no te enteras, mamá.
-Eh... vaaaaaleeee.... ¿Y has pintado con los colores?
-No. Jugando.
-Claro, eso en el recreo, ¿no?
-No.
-¿No? ¿Qué haces en el recreo?
-Un niño me pega.*
Mi primer instinto fue localizar al agresor y partirle las piernas, pero Nena-chan no parecía afectada en absoluto.
-Bueno... si te vuelve a pegar se lo dices a la seño,
-La seño está enfadada.
-Anda, ¿y eso por qué?
-Porque no está contenta.
Ante semejante alud de información, empecé a temer el día que Nena-chan fuera al comedor. Intenté retrasar el momento todo lo posible, pero al final me tuve que rendir a la evidencia: no nos daba tiempo a ir a casa a comer y luego volver a la extraescolar de inglés.
El primer día de comedor estuve atacada toda la mañana. ¿Y si no le pasan nota a la seño y deja salir a la niña a las dos? ¿Y si no la deja salir, y la nena no lo entiende y se va? ¿Y si alguien reclama a la niña y se la lleva? ¿Y si...? No me malinterpretéis; yo no soy una de esas madres locas que no confían en los profesores: soy una madre loca que no confía en NADIE.
Cuando por fin llegó la hora y la niña salió, le hice la pregunta de siempre.
-¿Qué has hecho hoy en el cole?
-Muy bien.
Señor, dame fuerzas, porque como me des un hacha la liamos...
-¿Te ha gustado la clase de inglés?
-¿Te ha gustado la clase de inglés?
-Sí.
-¿Cómo se llama la seño de inglés?
-Tiicha.
-Ay... -eso me pasa por preguntar obviedades- ¿Y el comedor?
-Muy bien.
-Eh... me alegro que le des tu aprobación. ¿Qué has comido?
-Un chumo.
-¿Nada más?
-Y llalletas.
-Eh... eso es lo que te ha puesto mamá para el recreo: zumo y galletas. Pero luego has ido al comedor, ¿a que sí?
-Vale.
¿Cómo que vale? ¿CÓMO QUE VALE?
-Eh... ¿y qué has comido en el comedor?
-Chumo y llalletas.
-Mira, Nena-chan... yo no digo que no te crea, ¿eh? Nada más lejos de mi intención el minar tu autoestima dudando de tu testimonio, pero es que el zumo y las galletas eran para el recreo. Si te los has comido en el comedor, no pasa nada, pero digo yo que algo más te habrán dado, ¿verdad?
-Sí.
Bien, parece que nos acercamos a alguna conclusión.
-A ver, ¿qué has comido EN EL COMEDOR?
Nena-chan se lo pensó.
-¡Cocholate!
Me rindo.
*Según varias niñas "mayores" (ancianas de cinco años) que fueron testigos del suceso, Nena-chan iba corriendo sin mirar e impactó de cabeza contra otro niño de su clase que iba corriendo sin mirar. No hubo que lamentar víctimas mortales gracias a la rápida intervención de una de las seños, que hizo sana-sanas y repartió besos en la zona afectada.
19 octubre 2015
Con un par
Bebé-kun tiene testículos. Bueno, y pene. Suelen venir juntos, por lo que he oído.
No es que me haya pillado totalmente de sorpresa: empecé a sospechar cuando, revisión tras revisión, los médicos miraban las ecografías y me decían "es un niño".
Seguí con la mosca detrás de la oreja cuando en el paritorio se acercó la pediatra y levantó la manta que nos tapaba al niño y a mí:
-Solo voy a mirar que tiene todo lo que tiene que tener, no vaya a ser que lo registre como Bebé-kun y sea una Bebé-chan... -dijo-. Uy, sí. Definitivamente, tenemos un Kun.
Los primeros cambios de pañal los hizo ZaraJota y no pude confirmar mis sospechas hasta el día siguiente, cuando vino la enfermera.
-Vengo a ayudarte con el primer baño -en ese hospital no separaban al niño de la madre para nada-. ¿Estás sola?
-Mi marido ha salido a desayunar.
-No te preocupes, ve desnudando al niño.
Desnudé al niño, le quité el pañal y lo vi: el mondongo.
Ay.
Y ahora, ¿qué hago yo con esto?
La enfermera salió del baño y me encontró mirando al niño con cara de pasmo.
-¿No tienes más hijos?
-Sí, pero es una niña.
-Pues es lo mismo.
-¡No es lo mismo para nada! Este tiene... colita. Nunca he tocado una -la enfermera levantó una ceja. Es lo que pasa cuando estás ingresado en maternidad: todo el mundo da por hecho que has tenido contacto con al menos una colita. La gente es así, tiene muchos prejuicios-. Bueno, sí. He tocado muchas. Bueno, tampoco muchas. O sea, lo normal. Estamos en el siglo XXI... soy joven... moderadamente atractiva...
-Lorz, se está enfriando el agua.
-Lo que quiero decir es que mi amplia experiencia manipulando colitas no se ha centrado precisamente en la higiene de las mismas.
La enfermera cogió en brazos al niño y lo bañó sin hacer más comentarios.
Pensé que me había librado, pero por supuesto llegó el momento en el que tuve que bañar yo a Bebé-kun.
La cuestión es que he bañado a Nena-chan millones de veces. Le he limpiado el culo y lo que no es culo otros varios millones. Le he puesto y quitado pañales, bragas y bañadores. La he cogido en brazos de todas la maneras posibles... Y nunca jamás me ha preocupado el estado de su piticlín, probablemente porque yo tengo uno, y ya sé cómo funciona el tema.
Pero con Bebé-kun era diferente.
Para empezar, los genitales estaban FUERA.
Mi primera preocupación era que aquello estuviera oprimido.
-¿Y si le aprieta el pañal? -le pregunté a ZaraJota.
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el body?
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el pantalón?
-No le aprieta.
-¿Y tú qué sabes?
Luego empezó a preocuparme que lo oprimiera yo.
-¿Y si lo cojo en brazos y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si le abrocho el cinturón de la sillita y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si lo pongo en la mochila portabebé y se lo chafo?
-En serio, Lorz, eso no se chafa tan fácilmente.
-¿Y tú qué sabes?
Además, los genitales eran PEQUEÑOS. Bueno, no tan pequeños, ¿eh? En una proporción adecuada, digamos. La enfermera me había dicho que tenía que levantárselos para limpiarlos bien.
-¿Y por dónde los agarro? -le decía a ZaraJota.
ZaraJota suspiraba.
-Por donde sea.
-¿Y si le rompo un hueso?
-¡Ahí no hay ningún hueso!
-¿Y tú qué sabes?
ZaraJota volvía a suspirar. Se ve que es de esas personas que en otoño se mustian un poco.
Pero además es que los genitales masculinos son IMPREVISIBLES.
Bueno, para ser sincera eso ya lo sabía de antes.
Cuando nació Nena-chan aprendimos rápidamente que a los bebés les encanta hacerse pis cuando están tumbados en el cambiador. ¿Qué hicimos? Tener siempre una toalla debajo. Si estábamos fuera de casa, doblábamos el pañal sucio sobre sí mismo y lo dejábamos debajo del culete mientras poníamos otro. Así se impide que el pipí resbale por el cambiador y acabe sobre los pies del progenitor de turno. Al menos, si tienes una niña.
La primera vez que cambié a Bebé-kun hice lo mismo: le doblé el pañal debajo del culete, estiré el brazo para coger las toallitas y ¡ffffffffff!
-¡¡¡AAAAAAAARRRRRG!!!
ZaraJota vino corriendo.
-¡Apaga el secador! ¡Apaga el secador! Ah, si no te estás peinando... Creía que te habías vuelto a pillar el flequillo intentando ver lo que hay detrás de la rejilla del secador de pelo.
En serio, ZaraJota, solo me ha pasado cuatro o cinco veces. Supéralo, ¿quieres?
-¡Bebé-kun se me ha hecho pis encima! -le dije.
-Eso te pasa por no ponerle el pañal antes de cogerlo en brazos.
-¡No lo tenía en brazos! ¡Me ha manchado desde el cambiador! ¡Es como un pequeño aspersor rosita!
-Ya, los niños hacen pipí así.
-Claaaaaaaaro, el señor lo sabe todo siempre...
-Bueno, entiendo que en las actuales circunstancias se te haya olvidado, pero verás: yo... tengo un pene.
Claaaaaaro, y como tiene pene ya se cree que tiene razón siempre.
No es que me haya pillado totalmente de sorpresa: empecé a sospechar cuando, revisión tras revisión, los médicos miraban las ecografías y me decían "es un niño".
Seguí con la mosca detrás de la oreja cuando en el paritorio se acercó la pediatra y levantó la manta que nos tapaba al niño y a mí:
-Solo voy a mirar que tiene todo lo que tiene que tener, no vaya a ser que lo registre como Bebé-kun y sea una Bebé-chan... -dijo-. Uy, sí. Definitivamente, tenemos un Kun.
Los primeros cambios de pañal los hizo ZaraJota y no pude confirmar mis sospechas hasta el día siguiente, cuando vino la enfermera.
-Vengo a ayudarte con el primer baño -en ese hospital no separaban al niño de la madre para nada-. ¿Estás sola?
-Mi marido ha salido a desayunar.
-No te preocupes, ve desnudando al niño.
Desnudé al niño, le quité el pañal y lo vi: el mondongo.
Ay.
Y ahora, ¿qué hago yo con esto?
La enfermera salió del baño y me encontró mirando al niño con cara de pasmo.
-¿No tienes más hijos?
-Sí, pero es una niña.
-Pues es lo mismo.
-¡No es lo mismo para nada! Este tiene... colita. Nunca he tocado una -la enfermera levantó una ceja. Es lo que pasa cuando estás ingresado en maternidad: todo el mundo da por hecho que has tenido contacto con al menos una colita. La gente es así, tiene muchos prejuicios-. Bueno, sí. He tocado muchas. Bueno, tampoco muchas. O sea, lo normal. Estamos en el siglo XXI... soy joven... moderadamente atractiva...
-Lorz, se está enfriando el agua.
-Lo que quiero decir es que mi amplia experiencia manipulando colitas no se ha centrado precisamente en la higiene de las mismas.
La enfermera cogió en brazos al niño y lo bañó sin hacer más comentarios.
Pensé que me había librado, pero por supuesto llegó el momento en el que tuve que bañar yo a Bebé-kun.
La cuestión es que he bañado a Nena-chan millones de veces. Le he limpiado el culo y lo que no es culo otros varios millones. Le he puesto y quitado pañales, bragas y bañadores. La he cogido en brazos de todas la maneras posibles... Y nunca jamás me ha preocupado el estado de su piticlín, probablemente porque yo tengo uno, y ya sé cómo funciona el tema.
Pero con Bebé-kun era diferente.
Para empezar, los genitales estaban FUERA.
Mi primera preocupación era que aquello estuviera oprimido.
-¿Y si le aprieta el pañal? -le pregunté a ZaraJota.
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el body?
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el pantalón?
-No le aprieta.
-¿Y tú qué sabes?
Luego empezó a preocuparme que lo oprimiera yo.
-¿Y si lo cojo en brazos y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si le abrocho el cinturón de la sillita y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si lo pongo en la mochila portabebé y se lo chafo?
-En serio, Lorz, eso no se chafa tan fácilmente.
-¿Y tú qué sabes?
Además, los genitales eran PEQUEÑOS. Bueno, no tan pequeños, ¿eh? En una proporción adecuada, digamos. La enfermera me había dicho que tenía que levantárselos para limpiarlos bien.
-¿Y por dónde los agarro? -le decía a ZaraJota.
ZaraJota suspiraba.
-Por donde sea.
-¿Y si le rompo un hueso?
-¡Ahí no hay ningún hueso!
-¿Y tú qué sabes?
ZaraJota volvía a suspirar. Se ve que es de esas personas que en otoño se mustian un poco.
Pero además es que los genitales masculinos son IMPREVISIBLES.
Bueno, para ser sincera eso ya lo sabía de antes.
Cuando nació Nena-chan aprendimos rápidamente que a los bebés les encanta hacerse pis cuando están tumbados en el cambiador. ¿Qué hicimos? Tener siempre una toalla debajo. Si estábamos fuera de casa, doblábamos el pañal sucio sobre sí mismo y lo dejábamos debajo del culete mientras poníamos otro. Así se impide que el pipí resbale por el cambiador y acabe sobre los pies del progenitor de turno. Al menos, si tienes una niña.
La primera vez que cambié a Bebé-kun hice lo mismo: le doblé el pañal debajo del culete, estiré el brazo para coger las toallitas y ¡ffffffffff!
-¡¡¡AAAAAAAARRRRRG!!!
ZaraJota vino corriendo.
-¡Apaga el secador! ¡Apaga el secador! Ah, si no te estás peinando... Creía que te habías vuelto a pillar el flequillo intentando ver lo que hay detrás de la rejilla del secador de pelo.
En serio, ZaraJota, solo me ha pasado cuatro o cinco veces. Supéralo, ¿quieres?
-¡Bebé-kun se me ha hecho pis encima! -le dije.
-Eso te pasa por no ponerle el pañal antes de cogerlo en brazos.
-¡No lo tenía en brazos! ¡Me ha manchado desde el cambiador! ¡Es como un pequeño aspersor rosita!
-Ya, los niños hacen pipí así.
-Claaaaaaaaro, el señor lo sabe todo siempre...
-Bueno, entiendo que en las actuales circunstancias se te haya olvidado, pero verás: yo... tengo un pene.
Claaaaaaro, y como tiene pene ya se cree que tiene razón siempre.
14 octubre 2015
El bingo de la madre reciente
¿Eres madre y viajas con tus hijos en transporte público?
Está claro que te gustan las emociones fuertes.
¿Quieres añadir aún más emoción a tus trayectos?
Es muy fácil, solo necesitas acordarte de llevar siempre, además de los niños, los carritos si son necesarios, la mochila del cole, la bolsa de la merienda, el bolso cambiador, el abrigo por si hace frío, el gorrito por si hace calor, el paraguas por si llueve, tu bolso, las llaves de casa y la gallina, porque si algo te falta es una gallina... acuérdate, decía, de llevar siempre encima tu papeleta del bingo de la madre reciente, y una petaca con tequila.
También sirve para reuniones familiares y charlas informales con otros papás en la puerta del colegio. Funciona así:
Cada vez que una viej... anciana (o pariente, o padre) diga una de las frases de la papeleta, le das un buchito a la petaca de tequila.
Si tu interlocutor procede al contacto físico no deseado con tu hijo, doble buchito.
Si completas la tabla, te bajas del autobús con los niños, los carritos si son necesarios, la mochila del cole, la bolsa de la merienda, el bolso cambiador, el abrigo por si hace frío, el gorrito por si hace calor, el paraguas por si llueve, tu bolso, las llaves de casa y la gallina, porque si algo te falta es una gallina... y te compras otra botella de tequila, que te la has ganado.
Editado: echadle un ojo, en los comentarios, a las respuestas que propone AnaConda
Está claro que te gustan las emociones fuertes.
¿Quieres añadir aún más emoción a tus trayectos?
Es muy fácil, solo necesitas acordarte de llevar siempre, además de los niños, los carritos si son necesarios, la mochila del cole, la bolsa de la merienda, el bolso cambiador, el abrigo por si hace frío, el gorrito por si hace calor, el paraguas por si llueve, tu bolso, las llaves de casa y la gallina, porque si algo te falta es una gallina... acuérdate, decía, de llevar siempre encima tu papeleta del bingo de la madre reciente, y una petaca con tequila.
El bingo de la madre reciente
|
|||
¿Es niño o niña?
Como no lleva pendientes...
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
No lo cojas en brazos que se acostumbra.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
¿TODAVÍA LE DAS EL
PECHO?
|
Lo que tienes que hacer es darle un
chupete.
|
¿TODAVÍA
LE DAS EL PECHO?
|
¿Tan grande y con chupete?
|
Abrígalo que hace frío.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
Llora porque tiene
calor.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
¿TODAVÍA LE DAS EL
PECHO?
|
Yo tengo un nieto de la misma edad.
|
¿TODAVÍA
LE DAS EL PECHO?
|
Sujétale la cabecita.
|
Solo llora para llamar la atención.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
Si no le rapas el pelo
no le va a crecer nunca.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
¿TODAVÍA LE DAS EL
PECHO?
|
Si lo llevas en la mochila se le
deforman las piernas.
|
¿TODAVÍA
LE DAS EL PECHO?
|
Si duerme en tu cama nunca querrá
dormir solo.
|
Qué muñeca tan bonita, ¿me la das?
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
Toma este caramelo de
menta de origen dudoso.
|
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
|
¿TODAVÍA LE DAS EL
PECHO?
|
¿Tienes celos de tu hermanito? ¿No?
¡PUES ME LO LLEVO!
|
¿TODAVÍA
LE DAS EL PECHO?
|
¿Te vienes a vivir conmigo? Tengo un
perrito.
|
@lorzagirl
|
Recuerda que si estás amamantando a tu hijo no deberías beber alcohol. Claro que, bien pensado, si no te importa beber tequila a las ocho de la mañana, en el autobús, mientras llevas a tu otro hijo al colegio, lo de la lactancia tampoco debería ser un impedimento.
Pd: Creo que le voy a sacar el abono a Nena-chan y que se vaya en el bus ella sola. Ya tiene tres años y va siendo hora de que espabile, ¿no?
Editado: echadle un ojo, en los comentarios, a las respuestas que propone AnaConda
08 octubre 2015
Precisión militar
Según Google Maps, vivimos a 170 metros de un colegio. En realidad no: esa sería la distancia a la puerta principal, y hay otra más cerca. Varios de los excompañeros de guarde de Nena-chan van a ese colegio, y sus madres están muy contentas. Tiene un huerto, una biblioteca muy activa y abierta a los padres, un hilo musical que eligen los niños, un comedor separado por edades y una zona infantil muy mona con macetitas.
Lo único que le falta es justo lo que una madre trabajadora necesita: clases extraescolares para niños de infantil. Y las que hay para niños mayores terminan alrededor de las cuatro. Como para una prisas.
Por eso en vez de llevar a la nena a un colegio que está a, literalmente, dos minutos andando, nos hemos ido a uno que está a unos dos kilómetros. En fin, al menos es cuesta abajo, en línea recta y bien comunicado. Llevar y recoger a Nena-chan de camino al trabajo va a ser relativamente sencillo.
La cuestión es que ahora estoy de baja por maternidad y claro, Bebé-kun no va todavía a la guardería, y además, estando yo todo el día en casa, ¿para qué tener a Nena-chan todo el día en el colegio?
A ZaraJota le preocupaba que no pudiera apañarme yo sola.
-¿Cómo vas a ir y volver en el autobús, tú sola, con los dos niños y las cosas del colegio?
-El autobús es la parte fácil: el niño en la mochila y la nena de la mano. Lo que me preocupa es que consigamos salir de casa... Pero no pasa nada, lo tengo todo previsto con precisión militar:
7:00, suena el despertador. Le doy a la nena el primer aviso, y me meto en la ducha mientras se despereza.
7:30, segundo aviso a la nena, acompañado de colacao. Mientras se lo toma le enchufo la teta a Bebé-kun.
8:00, tercer aviso. Es que le cuesta arrancar por las mañanas. Mientras se asea, visto al nene, luego visto a la nena.
8:30, salimos de casa a todo meter.
8:50, en la puerta del cole.
-¿Estás segura?
-Claro que sí, ¿qué puede salir mal?
DÍA 1
7:00, suena el despertador.
Todo sale a la perfección, según el horario previsto.
-¿Ves? -le dije a ZaraJota-. No era tan difícil.
DÍA 2
7:00, suena el despertador.
Me levanto, me asomo al moisés de Bebé-kun y descubro que ha echado un poquito durante la noche y que tiene una costra de pota seca pegada al pelo.
Ya me ducharé luego, pienso. Baño a Bebé-kun. Nena-chan se despierta sola y viene a ver qué hacemos. Gracias a eso nos adelantamos media hora.
-Pues al final nos ha ido hasta bien -le dije a ZaraJota-. Creo que voy a empezar a bañar siempre al nene por las mañanas.
DÍA 3
7:00, suena el despertador.
Abro el ojo y descubro que el nene ha vuelto a echar, solo que como me dormí antes de dejarlo en el moisés ha potado en mi cama, y luego ambos nos hemos remozado en la mancha.
Lo baño. La nena ya sabe de qué va el tema y ni se inmuta.
-Venga, pedorrilla, despierta -le digo.
Termino de vestir al nene y me meto en la ducha, que en esta ocasión es impostergable.
Salgo de la ducha, Nena-chan sigue dormida.
-Venga, hay que ir al cole.
Bebé-kun empieza a llorar y le enchufo una teta.
-¿Mamá?
La nena se ha despertado con el llanto.
-¡Un momento!
-Tengo pipí.
-Ve, corre.
-No puedoooo...
Voy al baño con el niño enganchado al pecho y me encuentro a la nena intentando bajarse las braguitas, que se le han enrollado por detrás y no bajan. Sin soltar al niño me pongo en cuclillas e intento ayudarle con una mano... tarde.
Suelto al niño y, mientras berrea, baño y visto a a Nena-chan. Me coloco la mochila, coloco al niño, me saco una teta y salimos de casa a toda mecha.
DÍA 4
7:00, suena el despertador. Lo apago.
7:30, suena el despertador.
Mierdaaaaaaaaaaaaa...
Salgo de la cama y voy a despertar a Nena-chan. Ni se inmuta. Le retiro las mantas para que el fresco la espabile. En lugar de eso, se hace pis en la cama.
Mientras la estoy bañando, Bebé-kun pide comida. Me pongo la mochila, coloco al niño y me saco una teta. Visto a la nena y le doy el desayuno con el niño colgado y sin parar de mamar.
Estamos terminando: solo me falta ponerle a Nena-chan la chaqueta y podremos salir de casa.
Me agacho a abrocharle los botones y Bebé-kun suelta la teta y me pota en el escote.
Premio a la puntería.
-Si esto sigue así -le digo a ZaraJota-, voy a empezar a dormir en el colegio para ahorrarme el mal rato.
DÍA 5
7:00, suena el despertador.
Todo vuelve a ir como la seda y llegamos a la puerta del colegio sin contratiempos.
Le estoy cogiendo el tranquillo, me digo, puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo...
-Mamá -me dice la niña-, ¿dónde está la bolsa de mi merienda?
-Hoy no hay que traer merienda.
-¿Por qué?
-Porque ayer me diste un papel donde ponía que hoy es el cumpleaños de un amiguito y no hay que traer merienda.
-No.
-Claro que sí. ¿A que la seño te dio un papel ayer?
-Yo lo cojo del suelo.
Tu fruta madre.
Salgo corriendo con Bebé-kun colgado de la mochila y la niña a rastras. Por suerte hay un mercado cerca, y algunos puestos están abiertos. Compro dos mandarinas, las pelo, las meto en una bolsita.
A las 8:58 estamos de nuevo los tres en la puerta del colegio, pringosos de sudor y mandarina y oliendo a pota (nota mental: a Bebé-kun no le gusta que corra cuando lo llevo colgado).
Nos tropezamos con otra mamá, que lleva una bolsa enorme con zumos y galletas.
-Hoy es el cumple de mi nena -me dice-, ¿te has acordado de no traer merienda?
-Claro, claro -le digo mientras escondo las mandarinas en mi bolso-. Nos dieron un papelito ayer, ¿verdad, Nena-chan?
-Sí, la seño me da papel, y se cae, ¡pero no pasa nada porque yo lo cojo del suelo!
A este ritmo me vas a tener que recoger a mí también.
Lo único que le falta es justo lo que una madre trabajadora necesita: clases extraescolares para niños de infantil. Y las que hay para niños mayores terminan alrededor de las cuatro. Como para una prisas.
Por eso en vez de llevar a la nena a un colegio que está a, literalmente, dos minutos andando, nos hemos ido a uno que está a unos dos kilómetros. En fin, al menos es cuesta abajo, en línea recta y bien comunicado. Llevar y recoger a Nena-chan de camino al trabajo va a ser relativamente sencillo.
La cuestión es que ahora estoy de baja por maternidad y claro, Bebé-kun no va todavía a la guardería, y además, estando yo todo el día en casa, ¿para qué tener a Nena-chan todo el día en el colegio?
A ZaraJota le preocupaba que no pudiera apañarme yo sola.
-¿Cómo vas a ir y volver en el autobús, tú sola, con los dos niños y las cosas del colegio?
-El autobús es la parte fácil: el niño en la mochila y la nena de la mano. Lo que me preocupa es que consigamos salir de casa... Pero no pasa nada, lo tengo todo previsto con precisión militar:
7:00, suena el despertador. Le doy a la nena el primer aviso, y me meto en la ducha mientras se despereza.
7:30, segundo aviso a la nena, acompañado de colacao. Mientras se lo toma le enchufo la teta a Bebé-kun.
8:00, tercer aviso. Es que le cuesta arrancar por las mañanas. Mientras se asea, visto al nene, luego visto a la nena.
8:30, salimos de casa a todo meter.
8:50, en la puerta del cole.
-¿Estás segura?
-Claro que sí, ¿qué puede salir mal?
DÍA 1
7:00, suena el despertador.
Todo sale a la perfección, según el horario previsto.
-¿Ves? -le dije a ZaraJota-. No era tan difícil.
DÍA 2
7:00, suena el despertador.
Me levanto, me asomo al moisés de Bebé-kun y descubro que ha echado un poquito durante la noche y que tiene una costra de pota seca pegada al pelo.
Ya me ducharé luego, pienso. Baño a Bebé-kun. Nena-chan se despierta sola y viene a ver qué hacemos. Gracias a eso nos adelantamos media hora.
-Pues al final nos ha ido hasta bien -le dije a ZaraJota-. Creo que voy a empezar a bañar siempre al nene por las mañanas.
DÍA 3
7:00, suena el despertador.
Abro el ojo y descubro que el nene ha vuelto a echar, solo que como me dormí antes de dejarlo en el moisés ha potado en mi cama, y luego ambos nos hemos remozado en la mancha.
Lo baño. La nena ya sabe de qué va el tema y ni se inmuta.
-Venga, pedorrilla, despierta -le digo.
Termino de vestir al nene y me meto en la ducha, que en esta ocasión es impostergable.
Salgo de la ducha, Nena-chan sigue dormida.
-Venga, hay que ir al cole.
Bebé-kun empieza a llorar y le enchufo una teta.
-¿Mamá?
La nena se ha despertado con el llanto.
-¡Un momento!
-Tengo pipí.
-Ve, corre.
-No puedoooo...
Voy al baño con el niño enganchado al pecho y me encuentro a la nena intentando bajarse las braguitas, que se le han enrollado por detrás y no bajan. Sin soltar al niño me pongo en cuclillas e intento ayudarle con una mano... tarde.
Suelto al niño y, mientras berrea, baño y visto a a Nena-chan. Me coloco la mochila, coloco al niño, me saco una teta y salimos de casa a toda mecha.
DÍA 4
7:00, suena el despertador. Lo apago.
7:30, suena el despertador.
Mierdaaaaaaaaaaaaa...
Salgo de la cama y voy a despertar a Nena-chan. Ni se inmuta. Le retiro las mantas para que el fresco la espabile. En lugar de eso, se hace pis en la cama.
Mientras la estoy bañando, Bebé-kun pide comida. Me pongo la mochila, coloco al niño y me saco una teta. Visto a la nena y le doy el desayuno con el niño colgado y sin parar de mamar.
Estamos terminando: solo me falta ponerle a Nena-chan la chaqueta y podremos salir de casa.
Me agacho a abrocharle los botones y Bebé-kun suelta la teta y me pota en el escote.
Premio a la puntería.
-Si esto sigue así -le digo a ZaraJota-, voy a empezar a dormir en el colegio para ahorrarme el mal rato.
DÍA 5
7:00, suena el despertador.
Todo vuelve a ir como la seda y llegamos a la puerta del colegio sin contratiempos.
Le estoy cogiendo el tranquillo, me digo, puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo...
-Mamá -me dice la niña-, ¿dónde está la bolsa de mi merienda?
-Hoy no hay que traer merienda.
-¿Por qué?
-Porque ayer me diste un papel donde ponía que hoy es el cumpleaños de un amiguito y no hay que traer merienda.
-No.
-Claro que sí. ¿A que la seño te dio un papel ayer?
-Yo lo cojo del suelo.
Tu fruta madre.
Salgo corriendo con Bebé-kun colgado de la mochila y la niña a rastras. Por suerte hay un mercado cerca, y algunos puestos están abiertos. Compro dos mandarinas, las pelo, las meto en una bolsita.
A las 8:58 estamos de nuevo los tres en la puerta del colegio, pringosos de sudor y mandarina y oliendo a pota (nota mental: a Bebé-kun no le gusta que corra cuando lo llevo colgado).
Nos tropezamos con otra mamá, que lleva una bolsa enorme con zumos y galletas.
-Hoy es el cumple de mi nena -me dice-, ¿te has acordado de no traer merienda?
-Claro, claro -le digo mientras escondo las mandarinas en mi bolso-. Nos dieron un papelito ayer, ¿verdad, Nena-chan?
-Sí, la seño me da papel, y se cae, ¡pero no pasa nada porque yo lo cojo del suelo!
A este ritmo me vas a tener que recoger a mí también.
06 octubre 2015
Mi gran boda logia
8 de diciembre de 2014
-A ver: mis días fértiles son el 14 y el 15. Si me quedo embarazada este mes, saldré de cuentas para mediados de septiembre, ¿cómo nos va?
-Bueno, está el cole de Bebé-chan.
-No pasa nada, para entonces ya habrá empezado.
-Y el día 5 tenemos la boda.
-Uf... voy a salir gordísima en las fotos.
-¿Pero podremos ir?
-Claro, hay muchísimo margen.
8 de enero de 2015
-Lorz, estás embarazada.
-No, si ya.
-La fecha prevista de parto es el 7 de septiembre.
Su fruta madre.
-Es que el 5 tengo una boda.
-Pues yo de ti no me compraría el modelito.
Ir a una boda dos días antes de salir de cuentas no es imposible (a no ser que las puertas del recinto sean estrechas, claro), pero sí es incómodo. Especialmente si te pones de parto durante la ceremonia, porque es un momento en el que a las novias les da un pronto rarísimo y se empeñan en ser las protagonistas. Como si pensaran que la gente está allí por ellas o algo, no sé.
Por suerte Bebé-kun fue amablemente desalojado dos semanas antes de lo previsto, dejándonos vía libre para ir a la boda. O sea: una niña de tres años, un bebé de diez días, y una madre con un costurón en el piticlín, ¿qué podía fallar?
Lo primero en fallar fue que, unos días antes de la boda, Nena-chan se dió un trompazo contra el quicio de una puerta y le salió un morado en mitad de la frente. Parecía un unicornio.
-Para eso están los flequillos -dije.
Lo segundo fue el modelito de Bebé-kun, o, mejor dicho, la ausencia del mismo.
Por una parte, la ropa de 0-3 meses de su hermana sufrió un accidente en la secadora, por lo que había muy poco que heredar. Por otra, al estar yo de baja no había podido irme de compras. Y cuando intenté irme después me encontré con que ya estaban poniendo la ropa de invierno, y de verano solo quedaban los restos, es decir: lo que era tan feo que nadie lo había querido. Y encima eran tallas sueltas, y no encontrábamos nada de la suya.
-Pijamita y manta hasta las orejas -dije.
Luego estuvo el tema de los puntos.
La gracia de la episeotomía es que durante los primeros días no duele absolutamente nada. Al contrario: los cabrones de los puntos duelen más a medida que se van secando. Así fue como después de una semana de felicidad, de pronto, el día de la boda descubrí que no podía sentarme sin ver las estrellas, lo que, ahora que lo pienso, suena hasta romántico.
-Pues me llevo el flotador de la niña y me siento encima -dije.
-Sabes que tiene una cabeza de dinosaurio, ¿verdad?
-¡DETALLES!
Al final me llevé una toalla, que enrollé y enrosqué formando un donut. Glamour total.
Y cuando parecía que ya estaba todo dominado, plaf, la mancha.
No tengo ni idea de cómo fue, yo lo tenía todo cuidadosamente planeado.
-Para evitar accidentes, primero nos vestimos tú y yo -le dije a ZaraJota-, y en el último minuto vestimos a los niños.
Así lo hicimos. Y cuando ya íbamos a salir de casa me miré de reojo en el espejo, ya sabéis, la última miradita de soslayo antes de salir. Entonces fue cuando me vi LA MANCHA. En MI VESTIDO.
No sabía si era un escape de leche, un salpicón de caca de Bebé-kun, el lugar donde Nena-chan se había limpiado los churretes de zumo... Fuera lo que fuera, era tan grande y estaba tan estratégicamente situada que parecía como si alguien me hubiera pintado un pezón en... bueno, aproximadamente donde suelen estar.
Lo primero que hice fue frotar con toallitas húmedas, que por lo general lo limpian todo. Por lo general. En este caso en particular, no solo no limpiaron la mancha, sino que hicieron aparecer un cerco gigante a su alrededor. Ahora parecía un pezón... perfectamente enmarcado en su teta.
Genial.
Bien. Opciones:
- Ponerme un broche. Por desgracia, no tenía a mano ningún broche de unos 30 centímetros de diámetro.
- Echarme un chal por encima. Pero tendría que haberlo colocado de tal manera que hubiera parecido la libertad guiando al pueblo hacia su brillante futuro. Teta fuera incluida.
- Cambiarme de vestido.
No sé vosotros, pero lo que es yo, vestidos de boda aptos para lactancia, capaces de disimular la braga pañal postparto, de verano y que me cupieran solo tenía uno: el que llevaba puesto. Presa del pánico empecé a revolver en el armario en busca de algo ponible.
Por el lado positivo, así descubrí que incluso recién parida todavía me caben vestidos que llevé a bodas de hace diez y quince años.
-Estoy superbuena -le dije a ZaraJota.
-La oxitocina te está afectando al cerebro.
Por el lado negativo, a medida que me iba probando cosas me iba dejando el maquillaje en el forro de los sucesivos vestidos (que al día siguiente tuve que lavar a pesar de no haberlos usado, porque parecían el modelito santo de Turín), y se me iba encrespando el pelo que me había secado y peinado con mucho amor.
Al final localicé un vestido que parecía cumplir todos los requisitos, a saber:
- No se me marcaba la braga pañal.
- No se me notaba la tripa fofa postparto.
- Me cabía
- Se abría por arriba para lactar.
Perfecto. La única pega era que cuando me compré el vestido tenía un pecho normalito, mientras que ahora, con la subida de la leche y demás tenía, digamos, unas ubres que me rebosaban por encima del escote. Para evitar la sobreabundancia (sobreubrendancia) tetil y que no se me vieran las carnes turgentes me tuve que poner un imperdible, que me pasé perdiendo toda la noche, como su propio nombre indica.
Lo importante era que tenía vestido. Ya no me daba tiempo a peinarme y maquillarme otra vez, pero al menos no iba en bolas.
Con gran dificultad conseguimos salir de casa, meter a los niños en sus respectivas sillitas de coche, y arrancar.
Acto seguido, Bebé-kun empezó a llorar de hambre.
-Anda, para -le dije a ZaraJota.
ZaraJora volvió a aparcar.
-¿Qué pacha? ¿Ya hemos llegado?
Gracias por tu apoyo, Nena-chan.
Editado: Genín, he visto tu comentario en la entrada anterior demasiado tarde. ¿Estás mejor? ¡Cuídate, que no estoy para estos sustos!