10 julio 2017

La cocina del infierno, parte 4

Previously in Lorz…
Si tengo que sentarme a esperar yo me siento sin problemas, que no se diga.




Pues salí de casa con un Bebé-kun en modo aspersor así como a las diez de la noche, y según salí a la calle me asaltó una señora.
-¿Tiene un minuto para que le hable de Dios?
-¡No!
-Seré muy breve… -miró a Bebé-kun. Bebé-kun vomitó en plan niña del exorcista- ¡QUE DIOS LE BENDIGA, ADIÓS!
Pues sí que ha sido breve, sí.
Como suele ocurrir, cuando llegamos al hospital Bebé-kun se había quedado frito.
En la garita de seguridad de la puerta nos dieron el alto.
-Señora, ¿dónde va?
-A urgencias.
-¿Sabe dónde es?
-Eres nuevo, ¿verdad?
Pues claro que sé dónde está urgencias, si han puesto una placa en mi honor y todo: “Gracias a Lorz por generar empleo en este hospital”.
Pues nada, llegué a urgencias y como siempre, “hola, Lorz, ¿a qué vienes hoy? No, no me des la tarjeta sanitaria que ya me sé el número de memoria, no te preocupes, tú ve pasando que ya sabes dónde es. Creo que el asiento que te gusta está libre”. Y lo mismo en triaje, “anda, Lorz, que hace por lo menos un mes que no te vemos, ¿todo bien? Bueno, pasa a la consulta que más te guste, que tú esto del triaje lo tienes superado”.
Total, que pasamos y lo primero fue pesar a Bebé-kun, que por cierto ya pesa nueve kilos y un poco, y le empecé a hacer fiestas en plan “qué bien, gordito, ya pesas como un niño de nueve meses, o como tu hermana con seis, enhorabuena, campeón, se nota que comes fenomenal, ven que te doy un achuchón”, mientras la pediatra nos miraba con el ceño fruncido.
-Este niño está bajo de peso.
-Ya, ha tenido dificultades.  
-Sí, lo he visto en su expediente.
Que es como la enciclopedia británica, no sé si me explico. Pesa más el expediente que el niño.
-¡Pero ya pesa nueve kilazos! ¡Se me está poniendo gordo!
Si fuera un hámster, por ejemplo, estaría gordísimo.
-¿Cuántas veces ha vomitado?
-Pues la verdad es que ni idea, pero hemos cambiado el agua de la fregona unas tres veces, y luego dos veces las sábanas de mi cama, la funda del sofá, las cortinas…
-Gracias por compartir conmigo semejante imagen.
-… una alfombra, un par de toallas [gracias Tama], la alfombrilla del baño… Prácticamente todo menos su cuna, que es lo único a lo que no se acerca jamás.
-Vale, pues vamos a darle un jarabe y a dejarlo en observación.
-¿Y no lo pueden observar así por encima y nos vamos a casa? Vaya, que es pequeño, no hay mucho que ver.
-Es mejor que se quede porque es un bajo peso.  
-Pues es la primera vez que me lo dicen, oiga.
-Ya te he dicho que me he leído el historial.
Para que luego digan que leer es bueno. 


Continuará...

7 comentarios:

  1. Que se sabe la historia, no vas a poder tangarselo...
    Al final, todo esto habrá sido un plan de Bebé-Kun para estar fuera de casa mientras las obras.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, al menos el centro de salud (quiero creer) olería a pota un poco menos que tu casa. Lo digo por consolarte la espera de la observación.

    ResponderEliminar
  3. Uy, espero que ya esté en casita y que esté todo bien... Ya nos cuentas. Besotes!!!

    ResponderEliminar
  4. No me extraña que esté bajo de peso, si lo echa todo el pobre...
    ¿Y la cocina que? :)
    Besos y salud

    ResponderEliminar
  5. Espero que no fuera nada y que suba peso rápido

    ResponderEliminar
  6. Uh.. espero que ya se encuentre en casa y mejor..
    La verdad que describas lo que describas haces que me muera de risa, aun con las vomitonas del niño..
    Pero espero que suba de peso entonces y se deje de lanzar todo..
    abrazo

    ResponderEliminar
  7. Mi niña, tres años y medio y 14 kg escasitos, se de lo que hablas...

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.