que se llamaba Tocomojo.
Estaba detrás de un matojo,
puso los pies en remojo,
le entró agua en un ojo
y se le puso muy rojo.
-¡Buaaaaa! -gritó Tocomojo.
Pasaba por allí un gorgojo,
y aunque era cojo
y un poco flojo
le dio pena Tocomojo.
Y le dijo:
-¿Que te pasa, Tocomojo?
-¡Que estaba detrás de un matojo,
he puesto los pies en remojo,
me ha entrado agua en el ojo
y se me ha puesto muy rojo!
Y le respondió el gorgojo:
-¡No llores, Tocomojo,
que yo te soplo en el ojo!
¡Fffffffffffiiii!
Y así fue como el gorgojo
ayudó a Tocomojo
a que no le picara el ojo.
-Gracias -dijo Tocomojo-
por soplarme en el ojo
con tanto arrojo,
¡no está mal para ser cojo
y un poco flojo,
gorgojo!
Este cuento ha sido un éxito instantáneo; tanto, que ya han hecho la película:
And the Oscar goes to...Tocomojo´s tale! xD
ResponderEliminarJajajaja. Qué bien os lo pasáis. Me encanta.
ResponderEliminarBesotes!!!
jajajaja Pues menos mal que al gorgojo nadie le echó un gargajo...jajaja
ResponderEliminarBesos y salud
Que m'ha encantao!!!
ResponderEliminarOhhhhhhh....esa vocecita de bebé...grábala mucho, mucho.
ResponderEliminarNo es por arruinar el "apto para todo público" del post... pero, se me ocurre, "soplar el ojo" no significa lo mismo en aquellas ibéricas tierras que México, ¿verdad?
ResponderEliminarMe da que no...
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