Hoy hace siete años que empecé a escribir este blog, y el post de hoy no podría ser más apropiado.
Previously in Lorz....
Esperando la oferta de apadrinamiento de Intereconomía.
El autobús tardó 45 minutos en llegar. Para entonces las contracciones habían parado y Bebé-chan estaba no sólo estimulada, sino estimulando a patadas cualquier órgano interno que se le pusiera al alcance.
Me dolía todo el cuerpo y sólo quería irme a casa a meterme en la cama y ponerme en posición fetal.
-Podemos irnos, si quieres -dijo ZaraJota™.
-No, no, de todas maneras con la tripa no puedo ponerme en posición fetal...
La cena se me hizo eterna, pero a la salida del restaurante hacía fresquito y me sentí mejor. -¿Taxi o metro? -preguntó ZaraJota™.
-Metro. Estoy bien.
Tuvimos suerte, porque el metro llegó enseguida y nos pudimos sentar.
-Cierra los ojos hasta que lleguemos y descansa un ratito, cieliamor -me dijo ZaraJota™.
Desde que soy la portadora del Hereu a veces parece como si me quisiera y todo.
Cerré los ojos, pero no descansé. Estaba muy dolorida, y los asientos del metro me hacían daño en la espalda. Al final abrí lo ojos. ZaraJota™ estaba jugando con el móvil.
-¿Juegas al Angry Birds?
-Sí.
-Hay mucha gente enganchada.
-Es bastante adictivo.
-Deberíamos hacer nuestra propia versión, Angry Cuys. Iría de una cobaya a la que le roban su pimiento.
-¿Y qué haría?
-Es una cobaya: se quedaría en su jaula mirando mal al enemigo.
-No creo que tuviera mucho éxito.
-Nunca me apoyas en NADA.
ZaraJota™ siguió jugando y yo intenté ponerme cómoda, sin éxito. Me sentía mal, dolorida, miserable y muy cansada. Y odiaba a todo el mundo, especialmente al resto de viajeros, que estaban sentaditos tan cómodos mientras a mí se me rompía la espalda con el asiento ergonómico del metro.
Los odiaba mogollón.
Me caen mal, me dije, todos ellos.
Me cae mal el señor gordo con la camiseta sobaquera.
Me cae mal el adolescente que vuelve de marcha.
Me cae mal la chica que escucha música con los casquitos rosa... esa la que más. Seguro que se cree muy especial sólo porque tiene cintura.
Joooo...
Yo quiero tener cintura...
En algún momento del trayecto me debí atocinar un poco y dejé de odiar con claridad. Y de pensar. Y de todo.
Por eso cuando la chica de los cascos rosa se levantó, se acercó a mí y se inclinó para hablarme entré en pánico.
Me ha leído el pensamiento, me dije, sabe que la odio porque tiene cintura.
-Perdona...
Vale, Lorz, no seas estúpida... esta chica NO te ha leído el pensamiento. Querrá preguntarte por alguna parada o algo.
-...¿eres Lorzagirl?
¡H*st** p*t*! ¿Cómo lo sabe? ¡Me ha leído el pensamiento! ¡Lo sabía! J*d*r... ¿qué le digo yo ahora?
-Eh... sí...
Perfecto, Lorz. Un alegato impresionante.
-He reconocido a ZaraJota™.
Vale, no lee el pensamiento...
-Tenemos un amigo en común. Le he visto en algunas fotos.
La chica misteriosa que no lee el pensamiento nos dijo el nombre del amigo en común.
-¡Ah, sí! -dijo ZaraJota™ con tanto entusiasmo que supe de inmediato que no tenía ni idea de quién le estaban hablando. Y me asusté mogollón.
Al día siguiente, cuando se recuperó del shock, se acordó de quién era. Es más, esa noche habíamos cenado con uno de sus hermanos. Se ve que yo no era la única que estaba atocinada.
-Eh... ¿y tú quien eres?
-Soy Hellen, en twitter soy HellenLaSombra .
-Ya sé quién eres -dije. Intenté que sonara como una amenaza. Puede que fracasara-. ¿Y vives por aquí?
-Sí.
¡¡¡NOSOTROS NO!!! ¡¡¡NUNCA HEMOS ESTADO AQUÍ!!! ¡¡¡NUNCA HAS HABLADO CON NOSOTROS!!!, pensé.
-¡Nosotros también! -hasta me dio alegría y todo. Soy una suicida.
-Bueno, pues ya nos veremos.
La chica se fue, porque todavía le quedaba una parada. O eso dijo. Puede que la espantáramos. Nosotros llegamos a casa y nos quedamos dormidos casi de inmediato.
-He soñado que anoche una chica nos reconoció en el metro -le dije a ZaraJota™ la mañana siguiente.
-No lo has soñado.
-M**d*... Ayer sólo pensaba en matar a todo el mundo.
-Como siempre, cieliamor.
-Yo no soy así, ¡soy frágil y delicada como una florecilla del campo! ¡Nunca haría daño a nadie! Menos mal que no había testigos.
-Lo ha contado en su blog.
Debí acabar con ella cuando tuve la oportunidad.
Continuará...
31 julio 2012
29 julio 2012
El momento Memento, parte I
He tenido un fin de semana muy intenso, y todavía me queda la tarde del domingo.
El viernes por la tarde ZaraJota™ y yo íbamos camino a la clase de preparación al parto cuando empecé a encontrarme mal. Mareada. Dolorida.
Y de pronto, ¡pluf!, una contracción.
Antes de que entremos en pánico, no era una contracción de verdad, de las de ponerse de parto, sino unas falsas contracciones que llaman de Braxton Hicks, aunque me he estado informando y el tal Braxton Hicks no tuvo ni una en toda su vida.
Ya que:
a) Yo sí las he tenido.
b) He descubierto que el tal Braxton Hicks era un fraude.
c) Además de guapa, simpática e inteligente soy muy modesta.
Creo que deberían cambiarles el nombre y ponerle Contracciones de Lorzagirl, pero esa es otra cuestión.
Las contracciones de Braxton Hicks pueden producirse casi durante todo el embarazo y se parecen a las del parto, pero son indoloras, irregulares y menos frecuentes.
¿Qué se siente? Es como si de pronto tu cuerpo decidiera hacer una abdominal por su cuenta. Notas que tu tripa se pone dura, la piel tensa como la de un tambor, sientes que tira de ti y antes de que te des cuenta te estás doblando. En cualquier libro sobre el tema podrás leer que no duelen.
Claro que no, hacer abdominales de manera involuntaria cuando estás de siete meses y vas andando por la calle es de lo más agradable que te puede pasar, hombreyá.
Las contracciones de Braxton Higgs sirven para preparar el cuerpo para el parto y para estimular al feto. “Estimular” debe ser el término médico para “tocarle las narices”, porque el pobre feto está flotando feliz como una perdiz y de pronto el útero decide estrujarlo como a un limón. Para mí que gracia, lo que se dice gracia, no le debe hacer, pero claaaaaro, como yo no soy Braxton Hicks nadie me hace caso.
Estas contracciones me vienen dando desde hace un par de meses, al principio tenía una por semana o algo así, y luego empecé a tenerlas en tardas de tres en aproximadamente media hora, por eso esta vez tampoco me alarmé demasiado.
Durante la clase tuve un par más, y entre contracción y contracción Bebé-chan demostraba lo estimulada que se sentía dando patadas a mis órganos internos. Hacia el final de la clase yo estaba pensando en buscar el tal Braxton Hicks y estimularle las pelotas con un palo de los que tienen un clavo oxidado al final.
Después de clase habíamos quedado para cenar, y nos fuimos a la parada de autobús más cercana, que es la que hay en la Castellana, justo delante de la sede de Intereconomía. Esa parada me gusta mucho porque tiene una pantalla para mirar cuánto le falta al autobús.
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-Nueve minutos para el próximo -me dijo ZaraJota™ -. Te da tiempo a sentarte un poco.
Me senté. Y de inmediato me levanté.
-Con...tracción.
-¿Otra?
-Uf...
-Enseguida viene el autobús, con el aire acondicionado te sentirás mejor.
-¿Cuánto falta?
ZaraJota™ miró de nuevo la pantalla.
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 8 minutos
-Ocho minutos.
-Que lento... uf... pasa el tiempo...
La contracción pasó, pero mi tripa estaba tan tensa que no podía sentarme.
Esperé de pie, medio inclinada hacia delante, apoyada en los soportes de la parada, como esperando a que me empotrara un dothraki.
-¿Quieres que te abanique? -me preguntaba ZaraJota™ .
-Un poco...
-¿Estás mejor?
-Sí... uf... no... mierda... otra...
-No te preocupes, ya sólo quedan...
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-¿Nueve minutos? ¿Otra vez? ¿Nos están vacilando o qué?
Más o menos por entonces empezó a darnos la risa floja.
-Jijiji... hemos viajado en el tiempo, mis contracciones nunca ocurrieron... jijiji...
-Ya sabes que el transporte público de Madrid tiene sus propias reglas espacio-temporales.
-Jijiji... vamos a morir aquí...
-Siempre podemos llamar a Belén. Todavía debe estar trabajando.
-¿Y qué le decimos? ¿Que busque toallas y ponga agua a hervir?
-No sé, que nos deje entrar en recepción para que te sientes un rato al fresco, igual así se te pasan. Y si no se te pasan, mejor parir allí que en la parada del autobús.
-Jijiji... igual lo graban y salimos en directo.
-Podrían hacer un reality.
-Sí, “Baby ¡BUM!”.
-¿Te imaginas llegar al hospital en la unidad móvil de Intereconomía?
-Jijijijiji... uf... otra... ¿Cuánto... uf... falta?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 7 minutos
-Siete minutos.
-Ya no queda nada... Intereconomía va a perder su oportunidad de apadrinar a nuestra hija.
-No creo que les gustáramos. No estamos casados por la iglesia...
-¡Claro que sí! ¡Por la iglesia jedi de Australia!
-Eso mejor que no se lo digamos.
-Pues que no nos apadrinen, pero que nos paguen la universi... uf...
-¿Otra? ¿Cuántas llevas?
-Jijiji... creo que cuatro.
-¿En cuanto tiempo?
-No lo he mirado. ¿Cuándo falta para el autobús?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-¡Anda ya! ¿Otra vez? ¡Esto parece Memento!
-Jijiji... ¡No ha pasado el tiempo desde que llegamos! Jijijiji...¡He tenido cuatro contracciones en un segundo! ¡Seguro que he batido un récord y me dan un premio!
-Quizá deberíamos coger un taxi e ir al hospital.
-No, no. Sólo estoy de siete meses. Y cuatro contracciones son poco, ¿no? Ni siquiera sabemos cuánto tiempo ha pasado entre una y otra. Tengo la impresión de que llevamos horas aquí... A ver -miré el reloj-. Las nueve y media.
-Y hemos salido de clase a las nueve. Eso son cuatro contracciones en media hora, ¿no?
-Uf... cinco... jijijiji...
-¿Te duele?
-Jijijiji... empieza a ser un poco molesto, jijiji... Espera, creo que noto algo húmedo en las piernas.
-¡...!
-Creo que es sudor. No lo sé. ¿Cómo se distingue el sudor del líquido amniótico?
-Ni idea. ¿Lo lamo?
-No, seguro que es sudor. Hace mucho calor... Y no creo que Intereconomía quiera apadrinarnos si te ven lamiéndome las piernas en la parada del autobús. ¿Falta mucho?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 3 minutos
-Tres minutos.
-Bien...
-¿Seguro que no quieres coger un taxi?
-No, jijiji, esto no es nada. Y el autobús casi está aquí, ¿no?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-Eh...
Con este desbarajuste temporal la niña acabará naciendo el año pasado.
Continuará...
El viernes por la tarde ZaraJota™ y yo íbamos camino a la clase de preparación al parto cuando empecé a encontrarme mal. Mareada. Dolorida.
Y de pronto, ¡pluf!, una contracción.
Antes de que entremos en pánico, no era una contracción de verdad, de las de ponerse de parto, sino unas falsas contracciones que llaman de Braxton Hicks, aunque me he estado informando y el tal Braxton Hicks no tuvo ni una en toda su vida.
Ya que:
a) Yo sí las he tenido.
b) He descubierto que el tal Braxton Hicks era un fraude.
c) Además de guapa, simpática e inteligente soy muy modesta.
Creo que deberían cambiarles el nombre y ponerle Contracciones de Lorzagirl, pero esa es otra cuestión.
Las contracciones de Braxton Hicks pueden producirse casi durante todo el embarazo y se parecen a las del parto, pero son indoloras, irregulares y menos frecuentes.
¿Qué se siente? Es como si de pronto tu cuerpo decidiera hacer una abdominal por su cuenta. Notas que tu tripa se pone dura, la piel tensa como la de un tambor, sientes que tira de ti y antes de que te des cuenta te estás doblando. En cualquier libro sobre el tema podrás leer que no duelen.
Claro que no, hacer abdominales de manera involuntaria cuando estás de siete meses y vas andando por la calle es de lo más agradable que te puede pasar, hombreyá.
Las contracciones de Braxton Higgs sirven para preparar el cuerpo para el parto y para estimular al feto. “Estimular” debe ser el término médico para “tocarle las narices”, porque el pobre feto está flotando feliz como una perdiz y de pronto el útero decide estrujarlo como a un limón. Para mí que gracia, lo que se dice gracia, no le debe hacer, pero claaaaaro, como yo no soy Braxton Hicks nadie me hace caso.
Estas contracciones me vienen dando desde hace un par de meses, al principio tenía una por semana o algo así, y luego empecé a tenerlas en tardas de tres en aproximadamente media hora, por eso esta vez tampoco me alarmé demasiado.
Durante la clase tuve un par más, y entre contracción y contracción Bebé-chan demostraba lo estimulada que se sentía dando patadas a mis órganos internos. Hacia el final de la clase yo estaba pensando en buscar el tal Braxton Hicks y estimularle las pelotas con un palo de los que tienen un clavo oxidado al final.
Después de clase habíamos quedado para cenar, y nos fuimos a la parada de autobús más cercana, que es la que hay en la Castellana, justo delante de la sede de Intereconomía. Esa parada me gusta mucho porque tiene una pantalla para mirar cuánto le falta al autobús.
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-Nueve minutos para el próximo -me dijo ZaraJota™ -. Te da tiempo a sentarte un poco.
Me senté. Y de inmediato me levanté.
-Con...tracción.
-¿Otra?
-Uf...
-Enseguida viene el autobús, con el aire acondicionado te sentirás mejor.
-¿Cuánto falta?
ZaraJota™ miró de nuevo la pantalla.
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 8 minutos
-Ocho minutos.
-Que lento... uf... pasa el tiempo...
La contracción pasó, pero mi tripa estaba tan tensa que no podía sentarme.
Esperé de pie, medio inclinada hacia delante, apoyada en los soportes de la parada, como esperando a que me empotrara un dothraki.
-¿Quieres que te abanique? -me preguntaba ZaraJota™ .
-Un poco...
-¿Estás mejor?
-Sí... uf... no... mierda... otra...
-No te preocupes, ya sólo quedan...
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-¿Nueve minutos? ¿Otra vez? ¿Nos están vacilando o qué?
Más o menos por entonces empezó a darnos la risa floja.
-Jijiji... hemos viajado en el tiempo, mis contracciones nunca ocurrieron... jijiji...
-Ya sabes que el transporte público de Madrid tiene sus propias reglas espacio-temporales.
-Jijiji... vamos a morir aquí...
-Siempre podemos llamar a Belén. Todavía debe estar trabajando.
-¿Y qué le decimos? ¿Que busque toallas y ponga agua a hervir?
-No sé, que nos deje entrar en recepción para que te sientes un rato al fresco, igual así se te pasan. Y si no se te pasan, mejor parir allí que en la parada del autobús.
-Jijiji... igual lo graban y salimos en directo.
-Podrían hacer un reality.
-Sí, “Baby ¡BUM!”.
-¿Te imaginas llegar al hospital en la unidad móvil de Intereconomía?
-Jijijijiji... uf... otra... ¿Cuánto... uf... falta?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 7 minutos
-Siete minutos.
-Ya no queda nada... Intereconomía va a perder su oportunidad de apadrinar a nuestra hija.
-No creo que les gustáramos. No estamos casados por la iglesia...
-¡Claro que sí! ¡Por la iglesia jedi de Australia!
-Eso mejor que no se lo digamos.
-Pues que no nos apadrinen, pero que nos paguen la universi... uf...
-¿Otra? ¿Cuántas llevas?
-Jijiji... creo que cuatro.
-¿En cuanto tiempo?
-No lo he mirado. ¿Cuándo falta para el autobús?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-¡Anda ya! ¿Otra vez? ¡Esto parece Memento!
-Jijiji... ¡No ha pasado el tiempo desde que llegamos! Jijijiji...¡He tenido cuatro contracciones en un segundo! ¡Seguro que he batido un récord y me dan un premio!
-Quizá deberíamos coger un taxi e ir al hospital.
-No, no. Sólo estoy de siete meses. Y cuatro contracciones son poco, ¿no? Ni siquiera sabemos cuánto tiempo ha pasado entre una y otra. Tengo la impresión de que llevamos horas aquí... A ver -miré el reloj-. Las nueve y media.
-Y hemos salido de clase a las nueve. Eso son cuatro contracciones en media hora, ¿no?
-Uf... cinco... jijijiji...
-¿Te duele?
-Jijijiji... empieza a ser un poco molesto, jijiji... Espera, creo que noto algo húmedo en las piernas.
-¡...!
-Creo que es sudor. No lo sé. ¿Cómo se distingue el sudor del líquido amniótico?
-Ni idea. ¿Lo lamo?
-No, seguro que es sudor. Hace mucho calor... Y no creo que Intereconomía quiera apadrinarnos si te ven lamiéndome las piernas en la parada del autobús. ¿Falta mucho?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 3 minutos
-Tres minutos.
-Bien...
-¿Seguro que no quieres coger un taxi?
-No, jijiji, esto no es nada. Y el autobús casi está aquí, ¿no?
Línea: 5
Destino: Chamartín
Tiempo estimado: 9 minutos
-Eh...
Con este desbarajuste temporal la niña acabará naciendo el año pasado.
Continuará...
26 julio 2012
Mis problemas con la gravedad
Hace unos meses se me inundó la casa. En pleno caos de agua y cascotes me dediqué a mover muebles, achicar, secar y no sé cómo me hice daño en una rodilla. Seguramente tendría que haber ido al médico, hecho reposo o algo; en vez de eso, al día siguiente me fui a Eurodisney.
Cuando volví a casa casi no podía andar. Me dolía mucho la rodillita. Me dolía al moverme. Me dolía si me estaba quieta. Me dolía de pie, sentada y tumbada. Resumiendo: en general, me dolía.
Me fui al médico de cabecera.
-¿De cuánto estás? -me dijo mirándome la tripa.
-De cinco meses.
-Uf...
-Pero lo que me duele es la rodilla.
-No puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo.
Eso hice.
Y mejoré mucho, de verdad. Algunos días hacía un mal gesto y me dolía, pero por lo general andaba bien... hasta que un día me fui a comer a casa de mis padres.
La casa de mis padres tiene ascensor, pero para llegar al ascensor hay que subir un tramo de escaleras. A la subida me fue muy bien, pero a la bajada lo vi más complicado.
-Agárrate a la barandilla -me dijo mi madre-. Estas escaleras son un peligro: cada dos por tres se cae una vieja.
Fue decirlo y ¡plof! Mi rodillita pocha de pronto decidió no sostenerme. Doblé la patita derecha y empecé a caer lentamente hacia ese lado. Muy despacito, como a cámara lenta, hasta que aterricé sobre el cachete derecho y empecé a bajar escalones saltando sobre mi culo, plop, plop, plop... ZaraJota™ consiguió frenarme antes de que batiera el récord de Salto de Escalón sobre Propio Culo.
Sentada en el último escalón, hice recuento: mi tripa no se había llevado ningún golpe, pero me dolían los brazos, el culo y sobre todo la rodilla.
Mis padres me llevaron a urgencias para que el médico me volviera a decir lo mismo:
-No puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo.
Otra vez. Y volví a mejorar, de verdad. Hasta que llegó el examen de la oposición.
Antes de nada, quiero que penséis en lo que es un exámen de oposición: nervios, calor, horas en una silla incómoda... Ahora quiero que le suméis una tripa de seis meses. ¿Ya? Y ahora le damos el toque de emoción definitivo.
Iba en el autobús, camino del exámen, cuando me di cuenta de que no sabía dónde me tenía que bajar. Voy a preguntarle al señor busero, me dije. Y me levanté.
No tengo muy claro lo que pasó a continuación: lo siguiente que sé es que estaba en el suelo, entre dos filas de asientos, y que hacía la croqueta siguiendo el ritmo del autobús: ruedo a un lado, ruedo al otro, ruedo a un lado, ruedo al otro...
Estaba tan fascinada con mi propia oscilación que no era capaz ni de gritar. Los que si gritaron fueron el resto de los viajeros, unos cuantos jubilados que no se atrevían a levantarse a ayudarme por miedo a caerse encima mía.
-¡¡¡PARE EL AUTOBÚS!!! ¡¡¡PARE EL AUTOBÚS!!! -le gritaban al busero.
El busero paró el autobús y conseguí levantarme.
-¿Estás bien? -me preguntaron- ¿Quieres que te llevemos al hospital?
-No, no se molesten.
-No es molestia, es en la siguiente parada.
Al final les convencí de que no era necesario y me fui al examen. Gracias a la adrenalina me encontraba superbien.
Claro, al día siguiente me dolía todo.
-Deberías ir al médico -dijo ZaraJota™.
-No hace falta, ya sé lo que me va a decir: "no puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo".
Y eso hice. Otra vez. Y no sirvió de nada. Otra vez. Y volví a caerme. Otra vez.
-La niña me va a salir centrifugada -decía.
Pero la verdad es que estaba preocupada. Cada vez que me caía había peligro de que me hiciera daño en la tripa, o le pasara algo a la niña, o se me adelantara el parto, o simplemente que me rompiera algo. Por eso volví a ir al médico de cabecera, que esta vez era uno diferente porque el mío estaba de vacaciones.
El médico movió y palpó mi rodilla en todas las direcciones, arrugando el entrecejo cada vez más.
-¿De cuanto estás?
-De siete meses.
-Uf...
-Lo sé, lo sé... no puedes hacerme una radiografía, no puedes mandarme antiinflamatorios, sólo puedo ponerme hielo y crucar los dedos para que se me pase solo.
-¿Pasarse solo? No creo, parece que tienes roto algún ligamento de la rodilla.-Jo.
-Cuando pase el embarazo te haremos una radiografía para verlo mejor, igual me equivoco... aunque lo más seguro es que haya que operar.
-Y mientras tanto, ¿qué hago?
-Agarrarte bien a la barandilla cuando bajes escaleras para no caerte.
-Estupendo. Quizá sería más rápido que me envolviera en papel de burbuja.
-No digas tonterías, Lorz, ¿te has visto la tripa? Necesitarías un rollo ENORME.
Encima regodeándose en mi sufrimiento.
Cuando volví a casa casi no podía andar. Me dolía mucho la rodillita. Me dolía al moverme. Me dolía si me estaba quieta. Me dolía de pie, sentada y tumbada. Resumiendo: en general, me dolía.
Me fui al médico de cabecera.
-¿De cuánto estás? -me dijo mirándome la tripa.
-De cinco meses.
-Uf...
-Pero lo que me duele es la rodilla.
-No puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo.
Eso hice.
Y mejoré mucho, de verdad. Algunos días hacía un mal gesto y me dolía, pero por lo general andaba bien... hasta que un día me fui a comer a casa de mis padres.
La casa de mis padres tiene ascensor, pero para llegar al ascensor hay que subir un tramo de escaleras. A la subida me fue muy bien, pero a la bajada lo vi más complicado.
-Agárrate a la barandilla -me dijo mi madre-. Estas escaleras son un peligro: cada dos por tres se cae una vieja.
Fue decirlo y ¡plof! Mi rodillita pocha de pronto decidió no sostenerme. Doblé la patita derecha y empecé a caer lentamente hacia ese lado. Muy despacito, como a cámara lenta, hasta que aterricé sobre el cachete derecho y empecé a bajar escalones saltando sobre mi culo, plop, plop, plop... ZaraJota™ consiguió frenarme antes de que batiera el récord de Salto de Escalón sobre Propio Culo.
Sentada en el último escalón, hice recuento: mi tripa no se había llevado ningún golpe, pero me dolían los brazos, el culo y sobre todo la rodilla.
Mis padres me llevaron a urgencias para que el médico me volviera a decir lo mismo:
-No puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo.
Otra vez. Y volví a mejorar, de verdad. Hasta que llegó el examen de la oposición.
Antes de nada, quiero que penséis en lo que es un exámen de oposición: nervios, calor, horas en una silla incómoda... Ahora quiero que le suméis una tripa de seis meses. ¿Ya? Y ahora le damos el toque de emoción definitivo.
Iba en el autobús, camino del exámen, cuando me di cuenta de que no sabía dónde me tenía que bajar. Voy a preguntarle al señor busero, me dije. Y me levanté.
No tengo muy claro lo que pasó a continuación: lo siguiente que sé es que estaba en el suelo, entre dos filas de asientos, y que hacía la croqueta siguiendo el ritmo del autobús: ruedo a un lado, ruedo al otro, ruedo a un lado, ruedo al otro...
Estaba tan fascinada con mi propia oscilación que no era capaz ni de gritar. Los que si gritaron fueron el resto de los viajeros, unos cuantos jubilados que no se atrevían a levantarse a ayudarme por miedo a caerse encima mía.
-¡¡¡PARE EL AUTOBÚS!!! ¡¡¡PARE EL AUTOBÚS!!! -le gritaban al busero.
El busero paró el autobús y conseguí levantarme.
-¿Estás bien? -me preguntaron- ¿Quieres que te llevemos al hospital?
-No, no se molesten.
-No es molestia, es en la siguiente parada.
Al final les convencí de que no era necesario y me fui al examen. Gracias a la adrenalina me encontraba superbien.
Claro, al día siguiente me dolía todo.
-Deberías ir al médico -dijo ZaraJota™.
-No hace falta, ya sé lo que me va a decir: "no puedo hacerte una radiografía, no puedo mandarte antiinflamatorios... Lo único que puedo decirte es que hagas reposo, te pongas hielo y cruces los dedos para que se te pase solo".
Y eso hice. Otra vez. Y no sirvió de nada. Otra vez. Y volví a caerme. Otra vez.
-La niña me va a salir centrifugada -decía.
Pero la verdad es que estaba preocupada. Cada vez que me caía había peligro de que me hiciera daño en la tripa, o le pasara algo a la niña, o se me adelantara el parto, o simplemente que me rompiera algo. Por eso volví a ir al médico de cabecera, que esta vez era uno diferente porque el mío estaba de vacaciones.
El médico movió y palpó mi rodilla en todas las direcciones, arrugando el entrecejo cada vez más.
-¿De cuanto estás?
-De siete meses.
-Uf...
-Lo sé, lo sé... no puedes hacerme una radiografía, no puedes mandarme antiinflamatorios, sólo puedo ponerme hielo y crucar los dedos para que se me pase solo.
-¿Pasarse solo? No creo, parece que tienes roto algún ligamento de la rodilla.-Jo.
-Cuando pase el embarazo te haremos una radiografía para verlo mejor, igual me equivoco... aunque lo más seguro es que haya que operar.
-Y mientras tanto, ¿qué hago?
-Agarrarte bien a la barandilla cuando bajes escaleras para no caerte.
-Estupendo. Quizá sería más rápido que me envolviera en papel de burbuja.
-No digas tonterías, Lorz, ¿te has visto la tripa? Necesitarías un rollo ENORME.
Encima regodeándose en mi sufrimiento.
20 julio 2012
Prueba de vida 5 y ya
Otro post precocinado. ¡JA!
En capítulos anteriores...
No hay nada como el apoyo de la familia.
Después de la primera extracción y de que me tomara el jarabe de glucosa, mi padre decidió quedarse conmigo un ratito más por si me mareaba, y para distraerme empezó a darme conversación.
-¿Has desayunado?
-No.
-¿Ya puedes desayunar?
-No.
-¿Cuándo puedes?
-Después de la cuarta extracción, sobre las doce o así. No sé si llegaré, tengo un hambre...
-Luego subes a casa y desayunas, ¿vale?
-Vale.
-¿Querrás zumito?
Mi padre hace zumo de naranja todas las mañanas para cualquiera que duerma en su casa, es como un tic que tiene. Cuando mis hermanos llevan amigos a dormir no les pregunta si son drogadictos o cleptómanos: les pregunta si querrán zumito para desayunar.
-Creo que ya he tenido bastante zumito para una temporada.
-Entonces, ¿leche? ¿Tú tomas semi o entera?
-Semi, pero no creo que quiera leche a las doce de la mañana.
-Pues tostadas. ¿No? Tenemos mantequilla, mermelada...
-¿Tú no te ibas?
Mi padre volvió para acompañarme durante la segunda extracción.
-¿Cómo lo llevas?
-Tengo hambre.
-Ahora voy a comprar el pan -anunció.
-Estupendo.
-No sé para qué, yo no puedo comer pan.
Hace poco mi padre descubrió que tiene el azúcar alta, y está haciendo una dieta muy estricta: ha perdido doce kilos en dos meses. Cuando entra en el ascensor tenemos que sujetarle para que no se cuele por el huequito.
-Tampoco lo echo de menos. En realidad me he acostumbrado bastante bien: no echo de menos casi nada. Ni la cerveza. Ni las patatas. Ni los bocatas de panceta. Ni el cocidito de tu madre. Ni...
-¿TÚ NO TE IBAS?
Mi padre volvió para acompañarme durante la tercera extración... con una barra de pan bajo el brazo.
-¿Cómo lo llevas?
-...ham...bre...
-He comprado el pan.
-...odio...
-Cuando he llegado no tenían, me ha tocado esperar a que lo sacaran del horno. Mira, viene calentito.
-...matar...
-Luego puedes comerte un bocata. Tenemos chorizo.
-...toxo... plasmosis...
-Ah, claro. Bueno, tenemos más cosas. Hay queso. Hay jamón york. Hay pavo. Hay pechuga de pollo. Hay...
-¿Tú... ir... porculo?
Mi padre volvió para acompañarme durante la cuarta extracción y después subimos a su casa.
-¿Cómo lo llevas?
-...
-Bueno, ahora te haces un bocadillo.
Eso, eso, si viene un drogadicto cleptómano le hace zumito, pero a mí que me la pique un pollo.
Pd: Me comí un bocata de pechuga de pavo light baja en sal que me supo a gloria. Una semana más tarde fui al médico a recoger los resultados de la prueba: salió negativa, con mucha diferencia. Ahora puedo tener sobredosis de azúcar cuando quiera.
En capítulos anteriores...
No hay nada como el apoyo de la familia.
Después de la primera extracción y de que me tomara el jarabe de glucosa, mi padre decidió quedarse conmigo un ratito más por si me mareaba, y para distraerme empezó a darme conversación.
-¿Has desayunado?
-No.
-¿Ya puedes desayunar?
-No.
-¿Cuándo puedes?
-Después de la cuarta extracción, sobre las doce o así. No sé si llegaré, tengo un hambre...
-Luego subes a casa y desayunas, ¿vale?
-Vale.
-¿Querrás zumito?
Mi padre hace zumo de naranja todas las mañanas para cualquiera que duerma en su casa, es como un tic que tiene. Cuando mis hermanos llevan amigos a dormir no les pregunta si son drogadictos o cleptómanos: les pregunta si querrán zumito para desayunar.
-Creo que ya he tenido bastante zumito para una temporada.
-Entonces, ¿leche? ¿Tú tomas semi o entera?
-Semi, pero no creo que quiera leche a las doce de la mañana.
-Pues tostadas. ¿No? Tenemos mantequilla, mermelada...
-¿Tú no te ibas?
Mi padre volvió para acompañarme durante la segunda extracción.
-¿Cómo lo llevas?
-Tengo hambre.
-Ahora voy a comprar el pan -anunció.
-Estupendo.
-No sé para qué, yo no puedo comer pan.
Hace poco mi padre descubrió que tiene el azúcar alta, y está haciendo una dieta muy estricta: ha perdido doce kilos en dos meses. Cuando entra en el ascensor tenemos que sujetarle para que no se cuele por el huequito.
-Tampoco lo echo de menos. En realidad me he acostumbrado bastante bien: no echo de menos casi nada. Ni la cerveza. Ni las patatas. Ni los bocatas de panceta. Ni el cocidito de tu madre. Ni...
-¿TÚ NO TE IBAS?
Mi padre volvió para acompañarme durante la tercera extración... con una barra de pan bajo el brazo.
-¿Cómo lo llevas?
-...ham...bre...
-He comprado el pan.
-...odio...
-Cuando he llegado no tenían, me ha tocado esperar a que lo sacaran del horno. Mira, viene calentito.
-...matar...
-Luego puedes comerte un bocata. Tenemos chorizo.
-...toxo... plasmosis...
-Ah, claro. Bueno, tenemos más cosas. Hay queso. Hay jamón york. Hay pavo. Hay pechuga de pollo. Hay...
-¿Tú... ir... porculo?
Mi padre volvió para acompañarme durante la cuarta extracción y después subimos a su casa.
-¿Cómo lo llevas?
-...
-Bueno, ahora te haces un bocadillo.
Eso, eso, si viene un drogadicto cleptómano le hace zumito, pero a mí que me la pique un pollo.
Pd: Me comí un bocata de pechuga de pavo light baja en sal que me supo a gloria. Una semana más tarde fui al médico a recoger los resultados de la prueba: salió negativa, con mucha diferencia. Ahora puedo tener sobredosis de azúcar cuando quiera.
17 julio 2012
Prueba de vida 4
Este es un post precocinado y preparado para emerger mientras estoy en la playa. ¡MUA-JA-JA!
Previously in Lorz...
A mí médico no le gustan las bolas negras. Encima de homófobo, racista.
El sábado siguiente ZaraJota™ y yo volvimos al centro médico para que me hicieran la prueba larga del azúcar. Me sacaron sangre, me dieron el jarabe de glucosa (¡ahora con doble de glucosa!) y me lo tomé casi del tirón.
-Pues no ha sido tan horrible como lo recordaba -anuncié.
Acto seguido expulsé todo el contenido de mi estómago por la nariz. Y con "todo el contenido" me refiero al jarabe de glucosa, porque no había nada más.
-Vas a tener que repetir la prueba otra vez -dijo la enfermera.
-¿Ahora?
-No, ahora no, otro día. A ser posible, en otro centro médico.
"Otro en el que no tengan moqueta. Otro en el que no tenga que limpiar yo", añadió la enfermera para sus adentros. Bueno, eso creo. Todavía no leo el pensamiento.
ZaraJota™ y yo volvimos a casa y miramos en internet dónde podía haber otro centro que nos viniera mejor, y descubrimos que había uno en el bajo de casa de mis padres.
-Pero sólo están de lunes a viernes, no te voy a poder acompañar esta vez.
-No pasa nada, a lo mejor me dejan subir a casa entre extracción y extracción.
-No lo creo... me parece que quieren tenerte a la vista por si te mareas, o potas, o para asegurarse de que no comes.
-Jo.
Cuando se lo contamos a mi madre se le ocurrió una gran idea.
-¿Y si baja tu padre contigo? Para que vean que no vas a estar sola en casa, que te acompaña un adulto responsable.
-Madre, que tengo 31 años. Se supone que yo soy un adulto responsable.
-Es que en esta clínica nos conocen, Lorz, ¡nos conocen!
Al final mi padre me acompañó. Puso cara de adulto responsable y todo. Además ahora lleva bastón, y eso ayuda mucho.
La enfermera me llamó por primera vez y me sacó la primera muestra de sangre.
-Ahora, el zumo.
-Sí, eh... tengo que preguntarle... ¿cuando me tome el zumo me puedo subir a casa? Es justo aquí arriba, y prometo bajar puntual cada hora.
-Verás Lorz, si quieres irte, yo no te puedo retener.
-¡Yuju!
-Pero cuando te mueves quemas azúcar, y eso falsearía los resultados de la prueba. Tú decides. A fin de cuentas es sólo la salud de tu bebé.
P*rr* manipuladora...
-Está bien, me quedo.
-Te diré lo que vamos a hacer: si te quedas, te dejo beberte sólo dos tercios del bote.
-¿Eso no falseará la prueba?
-Claro que no. Es sólo un poco menos, y además no sé qué pasa, que todo el que se bebe el bote entero lo devuelve.
-Tómese uno y lo entenderá.
-¿Qué me dices? ¿Hecho?
-Um... si me deja beber agua, vale.
-Bueeeno, sólo un vaso antes del zumo, luego nada.
-Hecho.
La enfermera tenía más trucos, si tenéis que hacer la prueba tomar nota porque funcionan:
1.- En vez de tomar el potingue directamente del bote, me lo dio en un vaso de plástico. No sé el motivo, pero realmente es mucho más fácil así.
2.- Me dio un algodón empapado en alcohol para olerlo si me mareaba. Cada vez que la cabeza empezaba a darme vueltas me lo acercaba a la nariz y me volvía a espabilar a toda velocidad.
3.- Me dijo que si a pesar de todo me mareaba, en vez de luchar contra el mareo debía aprovecharlo para para echarme una siestecita. Incluso me ofreció una camilla, por si no quería esperar al mareo y prefería ir a la siesta directamente. No me atreví a probar porque tenía miedo de que al tumbarme me saliera otra vez el potingue por la nariz.
Cuando salí de la consulta mi padre ya llevaba diez minutos sentado en la sala de espera y estaba de los nervios.
-¿Qué te han dicho?
-Tengo que quedarme aquí hasta el final de la prueba.
-Pues yo no me quedo tres horas, ¡menudo c*ñ*z*!
Gracias por los anímos, papá.
Continuará...
Previously in Lorz...
A mí médico no le gustan las bolas negras. Encima de homófobo, racista.
El sábado siguiente ZaraJota™ y yo volvimos al centro médico para que me hicieran la prueba larga del azúcar. Me sacaron sangre, me dieron el jarabe de glucosa (¡ahora con doble de glucosa!) y me lo tomé casi del tirón.
-Pues no ha sido tan horrible como lo recordaba -anuncié.
Acto seguido expulsé todo el contenido de mi estómago por la nariz. Y con "todo el contenido" me refiero al jarabe de glucosa, porque no había nada más.
-Vas a tener que repetir la prueba otra vez -dijo la enfermera.
-¿Ahora?
-No, ahora no, otro día. A ser posible, en otro centro médico.
"Otro en el que no tengan moqueta. Otro en el que no tenga que limpiar yo", añadió la enfermera para sus adentros. Bueno, eso creo. Todavía no leo el pensamiento.
ZaraJota™ y yo volvimos a casa y miramos en internet dónde podía haber otro centro que nos viniera mejor, y descubrimos que había uno en el bajo de casa de mis padres.
-Pero sólo están de lunes a viernes, no te voy a poder acompañar esta vez.
-No pasa nada, a lo mejor me dejan subir a casa entre extracción y extracción.
-No lo creo... me parece que quieren tenerte a la vista por si te mareas, o potas, o para asegurarse de que no comes.
-Jo.
Cuando se lo contamos a mi madre se le ocurrió una gran idea.
-¿Y si baja tu padre contigo? Para que vean que no vas a estar sola en casa, que te acompaña un adulto responsable.
-Madre, que tengo 31 años. Se supone que yo soy un adulto responsable.
-Es que en esta clínica nos conocen, Lorz, ¡nos conocen!
Al final mi padre me acompañó. Puso cara de adulto responsable y todo. Además ahora lleva bastón, y eso ayuda mucho.
La enfermera me llamó por primera vez y me sacó la primera muestra de sangre.
-Ahora, el zumo.
-Sí, eh... tengo que preguntarle... ¿cuando me tome el zumo me puedo subir a casa? Es justo aquí arriba, y prometo bajar puntual cada hora.
-Verás Lorz, si quieres irte, yo no te puedo retener.
-¡Yuju!
-Pero cuando te mueves quemas azúcar, y eso falsearía los resultados de la prueba. Tú decides. A fin de cuentas es sólo la salud de tu bebé.
P*rr* manipuladora...
-Está bien, me quedo.
-Te diré lo que vamos a hacer: si te quedas, te dejo beberte sólo dos tercios del bote.
-¿Eso no falseará la prueba?
-Claro que no. Es sólo un poco menos, y además no sé qué pasa, que todo el que se bebe el bote entero lo devuelve.
-Tómese uno y lo entenderá.
-¿Qué me dices? ¿Hecho?
-Um... si me deja beber agua, vale.
-Bueeeno, sólo un vaso antes del zumo, luego nada.
-Hecho.
La enfermera tenía más trucos, si tenéis que hacer la prueba tomar nota porque funcionan:
1.- En vez de tomar el potingue directamente del bote, me lo dio en un vaso de plástico. No sé el motivo, pero realmente es mucho más fácil así.
2.- Me dio un algodón empapado en alcohol para olerlo si me mareaba. Cada vez que la cabeza empezaba a darme vueltas me lo acercaba a la nariz y me volvía a espabilar a toda velocidad.
3.- Me dijo que si a pesar de todo me mareaba, en vez de luchar contra el mareo debía aprovecharlo para para echarme una siestecita. Incluso me ofreció una camilla, por si no quería esperar al mareo y prefería ir a la siesta directamente. No me atreví a probar porque tenía miedo de que al tumbarme me saliera otra vez el potingue por la nariz.
Cuando salí de la consulta mi padre ya llevaba diez minutos sentado en la sala de espera y estaba de los nervios.
-¿Qué te han dicho?
-Tengo que quedarme aquí hasta el final de la prueba.
-Pues yo no me quedo tres horas, ¡menudo c*ñ*z*!
Gracias por los anímos, papá.
Continuará...
13 julio 2012
Prueba de vida 3
Previously in Lorz...
Nada tranquiliza tanto como tu médico de confianza.
Si hay algo que les guste a todos los médicos por igual es sacarte sangre, así, sin mediar provocación ni nada.
-Vamos a hacerte unos análisis para ver cómo estás.
Una semana más tarde...
-Parece que tienes anemia. Vamos a repetirte los análisis para ver si ha sido un error.
Una semana más tarde...
-Confirmado, tienes anemia. Vamos a repetirte los análisis de nuevo para ver cómo evolucionas.
Una semana más tarde...
-Anda, sigues teniendo anemia.
Pues claro que tengo anemia: ya no me queda sangre por sacar.
Un día, el obstetra me dijo que me iban a hacer la prueba del azúcar.
-¡Que bien! ¿Tengo que traerla yo o me van a poner un menú degustación?
-Eh... no exactamente, Lorz.
La prueba del azúcar tiene tres fases:
1.-En ayunas y sin haber bebido agua te hacen una primera extracción de sangre.
Porque si no te sacan sangre no están contentos, claro.
2.-Te dan a beber un potingue que llaman "jarabe de glucosa", una especie de zumito con sabor a naranja o limón.
3.-Esperas una hora más en ayunas y sin beber agua y te vuelven a sacar sangre.
La idea es comparar los niveles de azúcar antes y después, y ver cómo reacciona tu cuerpo si sufre una sobredosis de azúcar.
Así dicho no parece tan terrible, pero si todas las exembarazadas la recuerdan con horror es por algo.
En mi caso lo recuerdo con mucho horror.
Para empezar, tuvimos que ir a la clínica un sábado, y abrían una hora más tarde.
Después mis papelitos fueron a parar donde no debían, la enfermera se olvidó de mí, y para cuando empecé la prueba ya eran las 10 de la mañana.
Cuando me dieron el zumito lo acogí con entusiasmo, porque tenía hambre y sed y estaba frío.
-Pues no está tan malo -le dije a ZaraJota™.
Llevaba más o menos la mitad del bote cuando cambié de opinión.
-No puedo más... como empalaga esto.
-Sólo un poquito más.
-Bebételo tú.
-No.
-La hija es de los dos: lo justo es que tú te bebas la otra mitad.
-No.
-Vale, tú distraes a la enfermera y yo lo tiro en la maceta.
-No.
Mientras tanto la enfermera no nos perdía ojo.
-Venga, un poco más de ritmo, te lo tienes que beber en cinco minutos.
-Será broma...
-Pero tampoco muy rápido, ¿eh? No lo vayas a devolver, que tendremos que empezar desde el principio.
Eso, encima animando.
Al final lo conseguí: me lo bebí todo. Sólo quedaba esperar. Pero tenía sed. Y hacía calor. Y la espantosa silla de madera se me clavava en los cardenales que todavía me quedaban de la caída. Y cuando el azúcar llegó a Bebé-chan empezó a centrifugar como una loca. Y me mareé.
Pero no me caí, ¿eh? Que os veo venir.
Al final la hora pasó, aunque muy lentamente, me volvieron a sacar sangre y me mandaron a desayunar.
Vaya, que así dicho no parece para tanto, ¿no?
Pues lo es, a menos para mí: la mañana de la prueba ha sido la única vez que me he planteado que quedarme embarazada no había sido buena idea. No es sólo por la extracción, ni por el potingue repugnante, es el hambre, la sed, el calor, y esperar en una silla incomódisima con una tripa de seis meses.
Señores médicos: estoy segura de que la misma prueba se puede hacer sin necesidad de torturar al paciente. Al menos pongan un sillón decente. O enciendan el aire acondicionado. O ambas.
No es tan difícil hacer feliz a una embarazada, ¿saben?
Bien, una semana más tarde fuimos al médico a recoger los resultados.
-Lorz, te ha salido el azúcar alta.
Se considera que la prueba ha ido bien si después de meterte la sobredosis de glucosa tienes el azúcar por debajo de 140. Yo la tenía a 155.
-¿Y eso tiene premio?
-Vamos a tener que repetir la prueba, por si ha sido un falso positivo.
-¿Es realmente necesario? No me apetece volver a pasar por lo mismo otra vez.
-No te preocupes, no es lo mismo: esta vez la concentración de glucosa es el doble.
Traducción: el potingue es el doble de repugnante. Y en vez de una hora y dos extracciones son tres horas y cuatro extracciones.
-A ver si lo he entendido bien: como con 50 ml. me ha subido el azúcar, me van a dar 100 ml. a ver que pasa.
-Eso es.
En serio... ¿y qué creían que iba a pasar? Porque yo tenía la ligera sospecha de que iba a pasar exactamente lo mismo. Y repetir la prueba, "para ver que pasa" me parecía un poco absurdo.
-Tengo una idea mejor -le dije al médico-. ¿Y si hacemos la prueba de las Bolas Negras?
-Nunca he oído hablar de ella, ¿qué es?
-Verá, consiste en que le doy 126 patadas en las pelotas, a ver si se le ponen negras. Si se le ponen, repetimos la prueba con 252 patadas, por si ha sido un falso positivo. ¿Qué le parece?
Por algún motivo, al médico no le pareció bien.
Continuará...
Nada tranquiliza tanto como tu médico de confianza.
Si hay algo que les guste a todos los médicos por igual es sacarte sangre, así, sin mediar provocación ni nada.
-Vamos a hacerte unos análisis para ver cómo estás.
Una semana más tarde...
-Parece que tienes anemia. Vamos a repetirte los análisis para ver si ha sido un error.
Una semana más tarde...
-Confirmado, tienes anemia. Vamos a repetirte los análisis de nuevo para ver cómo evolucionas.
Una semana más tarde...
-Anda, sigues teniendo anemia.
Pues claro que tengo anemia: ya no me queda sangre por sacar.
Un día, el obstetra me dijo que me iban a hacer la prueba del azúcar.
-¡Que bien! ¿Tengo que traerla yo o me van a poner un menú degustación?
-Eh... no exactamente, Lorz.
La prueba del azúcar tiene tres fases:
1.-En ayunas y sin haber bebido agua te hacen una primera extracción de sangre.
Porque si no te sacan sangre no están contentos, claro.
2.-Te dan a beber un potingue que llaman "jarabe de glucosa", una especie de zumito con sabor a naranja o limón.
3.-Esperas una hora más en ayunas y sin beber agua y te vuelven a sacar sangre.
La idea es comparar los niveles de azúcar antes y después, y ver cómo reacciona tu cuerpo si sufre una sobredosis de azúcar.
Así dicho no parece tan terrible, pero si todas las exembarazadas la recuerdan con horror es por algo.
En mi caso lo recuerdo con mucho horror.
Para empezar, tuvimos que ir a la clínica un sábado, y abrían una hora más tarde.
Después mis papelitos fueron a parar donde no debían, la enfermera se olvidó de mí, y para cuando empecé la prueba ya eran las 10 de la mañana.
Cuando me dieron el zumito lo acogí con entusiasmo, porque tenía hambre y sed y estaba frío.
-Pues no está tan malo -le dije a ZaraJota™.
Llevaba más o menos la mitad del bote cuando cambié de opinión.
-No puedo más... como empalaga esto.
-Sólo un poquito más.
-Bebételo tú.
-No.
-La hija es de los dos: lo justo es que tú te bebas la otra mitad.
-No.
-Vale, tú distraes a la enfermera y yo lo tiro en la maceta.
-No.
Mientras tanto la enfermera no nos perdía ojo.
-Venga, un poco más de ritmo, te lo tienes que beber en cinco minutos.
-Será broma...
-Pero tampoco muy rápido, ¿eh? No lo vayas a devolver, que tendremos que empezar desde el principio.
Eso, encima animando.
Al final lo conseguí: me lo bebí todo. Sólo quedaba esperar. Pero tenía sed. Y hacía calor. Y la espantosa silla de madera se me clavava en los cardenales que todavía me quedaban de la caída. Y cuando el azúcar llegó a Bebé-chan empezó a centrifugar como una loca. Y me mareé.
Pero no me caí, ¿eh? Que os veo venir.
Al final la hora pasó, aunque muy lentamente, me volvieron a sacar sangre y me mandaron a desayunar.
Vaya, que así dicho no parece para tanto, ¿no?
Pues lo es, a menos para mí: la mañana de la prueba ha sido la única vez que me he planteado que quedarme embarazada no había sido buena idea. No es sólo por la extracción, ni por el potingue repugnante, es el hambre, la sed, el calor, y esperar en una silla incomódisima con una tripa de seis meses.
Señores médicos: estoy segura de que la misma prueba se puede hacer sin necesidad de torturar al paciente. Al menos pongan un sillón decente. O enciendan el aire acondicionado. O ambas.
No es tan difícil hacer feliz a una embarazada, ¿saben?
Bien, una semana más tarde fuimos al médico a recoger los resultados.
-Lorz, te ha salido el azúcar alta.
Se considera que la prueba ha ido bien si después de meterte la sobredosis de glucosa tienes el azúcar por debajo de 140. Yo la tenía a 155.
-¿Y eso tiene premio?
-Vamos a tener que repetir la prueba, por si ha sido un falso positivo.
-¿Es realmente necesario? No me apetece volver a pasar por lo mismo otra vez.
-No te preocupes, no es lo mismo: esta vez la concentración de glucosa es el doble.
Traducción: el potingue es el doble de repugnante. Y en vez de una hora y dos extracciones son tres horas y cuatro extracciones.
-A ver si lo he entendido bien: como con 50 ml. me ha subido el azúcar, me van a dar 100 ml. a ver que pasa.
-Eso es.
En serio... ¿y qué creían que iba a pasar? Porque yo tenía la ligera sospecha de que iba a pasar exactamente lo mismo. Y repetir la prueba, "para ver que pasa" me parecía un poco absurdo.
-Tengo una idea mejor -le dije al médico-. ¿Y si hacemos la prueba de las Bolas Negras?
-Nunca he oído hablar de ella, ¿qué es?
-Verá, consiste en que le doy 126 patadas en las pelotas, a ver si se le ponen negras. Si se le ponen, repetimos la prueba con 252 patadas, por si ha sido un falso positivo. ¿Qué le parece?
Por algún motivo, al médico no le pareció bien.
Continuará...
10 julio 2012
Prueba de vida 2
Previously in Lorz...
Bebé-chan es testigo de Jehová.
En el centro médico donde me atienden tienen la política de que tienes que ir, al menos, a una visita con cada uno de los obstetras, porque así, si en el momento del parto el tuyo no está disponible te puede atender otro sin que sea un completo desconocido para ti.
La idea es buena, ¿no?
A mí me ha dado mucha tranquilidad, porque ya los conozco a todos y sé que cualquiera de ellos me pude atender con la misma profesionalidad.
La parte mala es que esta política también te permite comparar.
Creedme: si cada embarazo es un mundo, cada obstetra es, como mínimo, dos.
Hay obstetras entusiastas.
-¡Mira, es tu bebé! -me dijo el que me hizo la primera ecografía-. ¿No es precioso?
Tanto como precioso... es como una habichuelilla borrosa y gris.
Hay obstetras con un celo extremo.
-Mira, eso son los bracitos.
-No veo nada.
-Espera -el obstetra me aprieta salvajemente la tripa-. Ahora, ¿lo ves?
-Veo como dos gusanillos que se retuercen de agonía...
-Sí, eso son sus bracitos.
Hay obstetras con afán pedagógico.
-Y ahora vamos a medir el [palabro incomprensible] para saber si la evolución del [palabro incomprensible] es correcta según los parámetros del [palabro incomprensible]. ¿Ves el [palabro incomprensible]? ¡Eso es [palabro incomprensible]!
-¿Yuju?
Hay obstetras que se concentran tanto que se olvidan de que estás ahí.
-¿Puedo ver la pantalla?
-¡¡¡ARG!!! ¡¡¡HAY UNA TÍA GORDÍSIMA EN MI CAMILLA!!!
Hay obstetras que dedican su buena media hora para conseguir una imagen como esta:
Hay obstetras con menos talento fotográfico:
-¿Cómo está mi pequeña?
-Está perfecta, ¿ves?
Pues no, no veo.
Y luego hay obstetras con una gran capacidad para transmitir tranquilidad a la madre.
-Bueno, Lorz, ¿cómo va todo?
-Pues... estoy un poco preocupada sólo estoy de siete meses y ya me ha subido la leche.
-¡Estupendo, estupendo! ¡Esa es muy buena señal!
-¿Sí?
-Claro, mujer, el cuerpo está preparándose por si hay un parto prematuro.
-¿Parto... prematuro...?
-Venga, sube a la camilla que le echamos un vistazo con el ecógrafo, así te quedas más tranquila. A veeeeer... Anda, si ya está cabeza abajo.
-¿Eso es malo?
-No, no, es estupendo: es la posición de salida.
-¿Posición... de salida?
-Eso. ¿Ves cómo no hay motivo de preocupación?
-...parto...prematuro... posición... de salida... parto...prematuro... posición... de salida...
Continuará...
Bebé-chan es testigo de Jehová.
En el centro médico donde me atienden tienen la política de que tienes que ir, al menos, a una visita con cada uno de los obstetras, porque así, si en el momento del parto el tuyo no está disponible te puede atender otro sin que sea un completo desconocido para ti.
La idea es buena, ¿no?
A mí me ha dado mucha tranquilidad, porque ya los conozco a todos y sé que cualquiera de ellos me pude atender con la misma profesionalidad.
La parte mala es que esta política también te permite comparar.
Creedme: si cada embarazo es un mundo, cada obstetra es, como mínimo, dos.
Hay obstetras entusiastas.
-¡Mira, es tu bebé! -me dijo el que me hizo la primera ecografía-. ¿No es precioso?
Tanto como precioso... es como una habichuelilla borrosa y gris.
Hay obstetras con un celo extremo.
-Mira, eso son los bracitos.
-No veo nada.
-Espera -el obstetra me aprieta salvajemente la tripa-. Ahora, ¿lo ves?
-Veo como dos gusanillos que se retuercen de agonía...
-Sí, eso son sus bracitos.
Hay obstetras con afán pedagógico.
-Y ahora vamos a medir el [palabro incomprensible] para saber si la evolución del [palabro incomprensible] es correcta según los parámetros del [palabro incomprensible]. ¿Ves el [palabro incomprensible]? ¡Eso es [palabro incomprensible]!
-¿Yuju?
Hay obstetras que se concentran tanto que se olvidan de que estás ahí.
-¿Puedo ver la pantalla?
-¡¡¡ARG!!! ¡¡¡HAY UNA TÍA GORDÍSIMA EN MI CAMILLA!!!
Hay obstetras que dedican su buena media hora para conseguir una imagen como esta:
Hay obstetras con menos talento fotográfico:
-¿Cómo está mi pequeña?
-Está perfecta, ¿ves?
Pues no, no veo.
Y luego hay obstetras con una gran capacidad para transmitir tranquilidad a la madre.
-Bueno, Lorz, ¿cómo va todo?
-Pues... estoy un poco preocupada sólo estoy de siete meses y ya me ha subido la leche.
-¡Estupendo, estupendo! ¡Esa es muy buena señal!
-¿Sí?
-Claro, mujer, el cuerpo está preparándose por si hay un parto prematuro.
-¿Parto... prematuro...?
-Venga, sube a la camilla que le echamos un vistazo con el ecógrafo, así te quedas más tranquila. A veeeeer... Anda, si ya está cabeza abajo.
-¿Eso es malo?
-No, no, es estupendo: es la posición de salida.
-¿Posición... de salida?
-Eso. ¿Ves cómo no hay motivo de preocupación?
-...parto...prematuro... posición... de salida... parto...prematuro... posición... de salida...
Continuará...
04 julio 2012
Prueba de vida 1
Estar embarazada es una emperiencia maravillosa.
Y entonces, vas al médico.
En las películas, las embarazadas van al médico, se tumban en una camilla y se levantan un poco la camiseta. Entonces llega el médico y les desliza un cacharrín por la tripita, hasta que pueden ver un bebé perfectamente colocado y definido en la pantalla del ecógrafo.
Bien.
Pues no. Durante los primeros meses, el obstetra de verdad no se comporta como el obstetra de las películas. Más bien se comporta como un ginecólogo de los de toda la vida:
llegas a la consulta, trepas a la camilla de tortura, te abres de patitas, y te "explora", que es el término médico para "invasión de bajos con aparatos a temperatura polar".
Lo único que diferencia al obstetra del ginecólogo de toda la vida es que con el obstetra, además, tu madre y tu marido están mirando.
-Esto es muy poco digno -le dije al obstetra una vez.
-Pues vete acostumbrando, que no sabes lo que te queda.
Hay una cosa más. El obstetra no se limita a tocarte los bajos: también pone mucho interés en tocarte la moral. Por ejemplo, tiene una insana obsesión por pesarte.
-Súbete a la báscula -me dice cada vez que voy.
-Vale, pero si me promete que no la enciende.
-No cuela, Lorz.
-Joooo...
-Mira, a mí no me importa que estés gorda...
-¿Me acaba de llamar gorda?
-Es para ver cómo evolucionas.
-Hacia la redondez, pero no veo la necesidad de meter a la báscula en nuestros turbios asuntos.
-¡A la báscula ya!
-Jooo...
A medida que pasan los meses, la visita al obstetra entra en una cierta rutina.
Entras.
Te miden la tensión.
Te pesan.
Te preguntan si has tenido alguna molestia.
Le cuentas las que no has tenido, que es más rápido.
El obstetra se ríe de ti.
Te suben a la camilla.
Te hacen una ecografía.
Ves a tu bebé.
Se produce un babeo parental descontrolado mientras la abuela de la criatura (si está presente) llora.
Te dan una foto.
Sales de consulta.
Llegas a casa.
-¡M**rda! ¡Se me han vuelto a olvidar las recetas!
-¿Qué recetas? -responde ZaraJota™.
-¡Las del antiácido, las del antipotas, las de todo! ¡Te dije que me lo recordaras!
-¡Es que me saca la foto de la nena y me distrae!
-¡Y a mí!
-¿Crees que lo hace a propósito?
-Posiblemente...
De vez en cuando el obstetra se sale de la rutina y es peor.
-Lorz, vamos a hacerte un análisis.
-¿Psiquiátrico?
-No, de sangre.
-M**rd*.
-Es sólo un pinchacito.
-No puede ser, soy testigo de Jehová.
-No lo eres.
-El bebé es testigo de Jehová.
-No lo es.
Ya estamos prejuzgando a la gente antes de conocerla.
Continuará...
Y entonces, vas al médico.
En las películas, las embarazadas van al médico, se tumban en una camilla y se levantan un poco la camiseta. Entonces llega el médico y les desliza un cacharrín por la tripita, hasta que pueden ver un bebé perfectamente colocado y definido en la pantalla del ecógrafo.
Bien.
Pues no. Durante los primeros meses, el obstetra de verdad no se comporta como el obstetra de las películas. Más bien se comporta como un ginecólogo de los de toda la vida:
llegas a la consulta, trepas a la camilla de tortura, te abres de patitas, y te "explora", que es el término médico para "invasión de bajos con aparatos a temperatura polar".
Lo único que diferencia al obstetra del ginecólogo de toda la vida es que con el obstetra, además, tu madre y tu marido están mirando.
-Esto es muy poco digno -le dije al obstetra una vez.
-Pues vete acostumbrando, que no sabes lo que te queda.
Hay una cosa más. El obstetra no se limita a tocarte los bajos: también pone mucho interés en tocarte la moral. Por ejemplo, tiene una insana obsesión por pesarte.
-Súbete a la báscula -me dice cada vez que voy.
-Vale, pero si me promete que no la enciende.
-No cuela, Lorz.
-Joooo...
-Mira, a mí no me importa que estés gorda...
-¿Me acaba de llamar gorda?
-Es para ver cómo evolucionas.
-Hacia la redondez, pero no veo la necesidad de meter a la báscula en nuestros turbios asuntos.
-¡A la báscula ya!
-Jooo...
A medida que pasan los meses, la visita al obstetra entra en una cierta rutina.
Entras.
Te miden la tensión.
Te pesan.
Te preguntan si has tenido alguna molestia.
Le cuentas las que no has tenido, que es más rápido.
El obstetra se ríe de ti.
Te suben a la camilla.
Te hacen una ecografía.
Ves a tu bebé.
Se produce un babeo parental descontrolado mientras la abuela de la criatura (si está presente) llora.
Te dan una foto.
Sales de consulta.
Llegas a casa.
-¡M**rda! ¡Se me han vuelto a olvidar las recetas!
-¿Qué recetas? -responde ZaraJota™.
-¡Las del antiácido, las del antipotas, las de todo! ¡Te dije que me lo recordaras!
-¡Es que me saca la foto de la nena y me distrae!
-¡Y a mí!
-¿Crees que lo hace a propósito?
-Posiblemente...
De vez en cuando el obstetra se sale de la rutina y es peor.
-Lorz, vamos a hacerte un análisis.
-¿Psiquiátrico?
-No, de sangre.
-M**rd*.
-Es sólo un pinchacito.
-No puede ser, soy testigo de Jehová.
-No lo eres.
-El bebé es testigo de Jehová.
-No lo es.
Ya estamos prejuzgando a la gente antes de conocerla.
Continuará...