Voy a ganarme unas collejillas

Veo una lluvia de collejas en el horizonte.



Durante el mes pasado trabajé de lunes a viernes de 10 a 22:00, y algún que otro fin de semana.
Yuju.
A eso hay que añadirle una hora de metro antes y otra después.
Superyuju.
Y los fines de semana que no trabajaba me iba a... um... realizar ejercicios espirituales en un convento de clausura.
Sí.
Eso.
El caso es que he visto muy poco a mi madre, porque cuando me levantaba ella ya se había ido a currar, y cuando yo volvía a casa ella estaba, um... meditando en el sofá.
De vez en cuando, por alguna extraña coincidencia cósmica, mi madre y yo nos cruzabamos en el pasillo.
-Anda, si es mi hija...
-Hola pedorra.
-¿A qué debemos el honor de tu presencia? Que no se te ve el pelo...
-¡Si cuando llego siempre está sobada!
-Ya, hija... Es que me levanto temprano, trabajo todo el día vendiendo cerillas. "Señor, compre una cerilla. Por favor, tengo que alimentar a tres hijos y a un gato. Hace tanto, tanto frío... Creo que encenderé una..."
-Ya lo pillo.
-Y luego la casa, y tus hermanos... Y cuando llega la noche intento aguantar despierta... Me digo, aguanta, tienes que aguantar para ver a tu hija, pero estoy tan cansada...
Jo.
Pobre mamá.

La semana pasada llegué un día a casa y me la encontré despierta en el sofá.
-Jo, mamá... ¿te has esperado por mí?
-No. Es que sale Ephedro por la tele.

Por lo menos tiene claras sus prioridades.