Foto de EmeA. Bueno, EmeA tomó la foto.
La que sale en la foto soy yo. O EmeA.
O quizá EmeA y yo seamos realmente la misma persona.
Hace tanto tiempo que es difícil saberlo.
31 julio 2005, hace veinte años
Empieza la cuenta atrás
Miro el calendario y descubro con horror que en veinticinco días cumpliré veinticinco años. Sí, así es. Lo he comprobado con la agenda, el teléfono y el ordenador; incluso he mirado la fecha de nacimiento de mi DNI. Todo concuerda. Ya no hay vuelta atrás. En pleno ataque de pánico me he puesto a pensar (creo) y me he dado cuenta de que, aunque mi cuerpo no parece verse afectado de momento, a todos los efectos ya soy demasiado vieja para un montón de cosas, a saber:
-Presentar un programa de la MTV.
-Tener un lío pseudoplatónico con Lobezno/Carcayú/Wolverine/Parche o como quiera Stan Lee que se llame ahora.
-Ser una supernena. Incluso había elegido un nombre: Bufas. Empieza por B.
-Recibir una carta informándome de que soy una bruja y que a partir de septiembre empezaré a estudiar en un nuevo y maravilloso colegio, que no nombraré porque es un secreto que no debo compartir con muggles (JA). Por otra parte, todavía estoy a tiempo de solicitar el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y poner fin a mi vida de aquí a junio.
-Ser una niña prodigio. Cualquiera pensaría nada más verme que lo que es un prodigio es que haya llegado a adulta, pero en el mundo del espectáculo eso no es suficiente.
-Convertirme en una ninja de la Villa Oculta de la Hoja.
-Hacerme contorsionista. Es muy práctico, por ejemplo, para mirarse el propio culo sin ayuda de un espejo.
-Que el Conde Olaf sea mi tutor e intente apoderarse de mi enoooorme fortuna. A la mierda. Me conformo con tener una enoooorme fortuna.
-Ser una deportista de elite de cualquier deporte que no sea petanca. Debe ser muy divertido, todo el día anunciando maquinillas de afeitar y pepsi.
-Que despierte mi poder mutante. Mi única esperanza es meter una araña en el micro y después encabronarla para que me pique, pero es que las muy guarras se lo huelen, y no hay manera de pillar ninguna. No veas como corren en cuantito me ven, y, lógicamente, al tener más patas corren más que yo. Cuatro veces más, que no es poco, y a ras del suelo, con lo que no ofrecen resistencia al aire, mientras que yo con mi metro sesenta y mis sesenta y cinco kilos tengo a toda la atmósfera en mi contra.
Pero lo peor de todo, sin duda, peor incluso que no haber sido descubierta por un ojeador de beisbol mientras jugaba el partido de los domingos justo el día que mi padre, un ejecutivo superocupado, comprendía el verdadero sentido de la navidad y decidía venir a verme jugar es que de aquí a un año mi carnet joven perderá validez y tendré que pagar la entrada completa cuando vaya al cine.
-Presentar un programa de la MTV.
-Tener un lío pseudoplatónico con Lobezno/Carcayú/Wolverine/Parche o como quiera Stan Lee que se llame ahora.
-Ser una supernena. Incluso había elegido un nombre: Bufas. Empieza por B.
-Recibir una carta informándome de que soy una bruja y que a partir de septiembre empezaré a estudiar en un nuevo y maravilloso colegio, que no nombraré porque es un secreto que no debo compartir con muggles (JA). Por otra parte, todavía estoy a tiempo de solicitar el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y poner fin a mi vida de aquí a junio.
-Ser una niña prodigio. Cualquiera pensaría nada más verme que lo que es un prodigio es que haya llegado a adulta, pero en el mundo del espectáculo eso no es suficiente.
-Convertirme en una ninja de la Villa Oculta de la Hoja.
-Hacerme contorsionista. Es muy práctico, por ejemplo, para mirarse el propio culo sin ayuda de un espejo.
-Que el Conde Olaf sea mi tutor e intente apoderarse de mi enoooorme fortuna. A la mierda. Me conformo con tener una enoooorme fortuna.
-Ser una deportista de elite de cualquier deporte que no sea petanca. Debe ser muy divertido, todo el día anunciando maquinillas de afeitar y pepsi.
-Que despierte mi poder mutante. Mi única esperanza es meter una araña en el micro y después encabronarla para que me pique, pero es que las muy guarras se lo huelen, y no hay manera de pillar ninguna. No veas como corren en cuantito me ven, y, lógicamente, al tener más patas corren más que yo. Cuatro veces más, que no es poco, y a ras del suelo, con lo que no ofrecen resistencia al aire, mientras que yo con mi metro sesenta y mis sesenta y cinco kilos tengo a toda la atmósfera en mi contra.
Pero lo peor de todo, sin duda, peor incluso que no haber sido descubierta por un ojeador de beisbol mientras jugaba el partido de los domingos justo el día que mi padre, un ejecutivo superocupado, comprendía el verdadero sentido de la navidad y decidía venir a verme jugar es que de aquí a un año mi carnet joven perderá validez y tendré que pagar la entrada completa cuando vaya al cine.
31 julio 2025, hoy
Empieza la cuenta atrás
Miro el calendario y descubro con horror que en veinticinco días cumpliré cuarenta y cinco años. Sí, así es. Lo he comprobado con la agenda, el teléfono y el ordenador; incluso he mirado la fecha de nacimiento de mi DNI, y de paso me he dado cuenta de que ya solo tengo que renovarlo cada diez años. Resulta que soy mayor, muy mayor; de hecho, soy veinte años mayor que cuando pensaba que ya era demasiado vieja para hacer un montón de cosas.
Me temo que esa lista ha crecido con los años.
Como yo. Lo que pasa es que yo he crecido, sobre todo, a lo ancho. Eso también afecta a las cosas que ya no puede hacer una, por lo que sea.
Kilos aparte, es verdad que empiezo a estar crecidita para muchas cosas.
Las más dolorosa de admitir es esta:
Soy demasiado mayor para seguir jugando a que escribo, especialmente un diario, especialmente público, especialmente desde que no es anónimo.
También lo soy para ignorar que avanzamos hacia un mundo cada vez más literal, con menos sentido del humor y menor capacidad para distinguir la realidad de la ficción, con cada vez más gente que solo sabe compensar sus propias deficiencias con malismo hacia los demás. Y no hablo precisamente de "los jóvenes de hoy en día", sino que de gente ya talludita, que se aferra a un humor que no entiende para juzgar a personas que no conoce.
Desde luego, soy demasiado mayor para tener paciencia con los señoros que "me descubren" cuando llevo veinte años escribiendo y sienten la imperiosa necesidad de validarme con su aprobación de la forma más ofensiva y condescendiente posible.
Y, sobre todo, soy demasiado mayor para seguir quitando tiempo a mi familia, a mis hijos y a mi propio descanso.
Especialmente lo último.
Estoy muy cansada, como solo se puede estar después de 20 años haciendo comedia de tu propia vida, especialmente cuando esa vida no ha sido particularmente divertida ni especialmente fácil.
Ha llegado el momento de madurar.
Ha llegado el momento de cerrar esta etapa.
Ha llegado el momento de centrarme en mi familia, en mi trabajo, en mi futuro, en mí.
Escribir aquí ha sido una experiencia maravillosa, durante años.
Este blog me ha sacado de agujeros profundos, me ha descubierto posibilidades, me ha abierto puertas y, sobre todo, me ha ayudado a encontrar una familia: empezando por un marido, ZaraJota, con quien me he apañado para fabricar dos hijos; siguiendo por muchísimos amigos, conocidos, una red de apoyo enorme, a veces invisible, pero siempre presente.
Para una persona que ha crecido escuchando variantes de "cómo eres, así nunca te va a querer nadie", exponerse en internet y no solo a pesar de eso, sino gracias a eso, hacer amigos (no hablemos ya de hacer hijos) significa un mundo.
Quiero daros gracias a todos, a todes y especialmente a todas por haber estado ahí a lo largo de los años.
Por las risas que hemos compartido en los buenos momentos y todo el apoyo que me habéis dado en los malos.
Por haberme ayudado a creer en mí.
La Lorz que se va de blogger no es la misma que la Lorz que vino, y eso es gracias a vosotros.
Ha sido un placer conoceros.
Espero seguir viéndoos en el cielito.
El blog de Lorzagirl se despide recordándoos, por última vez, que podéis encontrar mis libros, esos libros que existen gracias a vosotros, aquí.