Vamos a poner las cartas sobre la mesa: durante los últimos meses, he estado total y absolutamente convencida de que me iba a morir.
No porque tuviera nada grave, qué va. Estaba bastante segura de que no lo era. El problema era que cuando eres una mujer gordita de mediana edad y no tienes ningún síntoma visible, solo dolor, lo más probable es que te lo estés inventando.
-Vete a casa y si te sigue doliendo tómate un ibuprofeno -te dicen.
-¿Solo eso?
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
Que no digo yo que no, pero cuando tienes sientes mucho dolor ahora, lo de "ve perdiendo peso ya si eso" suena un poco como a largo plazo. Y a gordofobia. Pero ese melón no lo vamos a abrir.
No porque tuviera nada grave, qué va. Estaba bastante segura de que no lo era. El problema era que cuando eres una mujer gordita de mediana edad y no tienes ningún síntoma visible, solo dolor, lo más probable es que te lo estés inventando.
-Vete a casa y si te sigue doliendo tómate un ibuprofeno -te dicen.
-¿Solo eso?
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
Que no digo yo que no, pero cuando tienes sientes mucho dolor ahora, lo de "ve perdiendo peso ya si eso" suena un poco como a largo plazo. Y a gordofobia. Pero ese melón no lo vamos a abrir.
El problema viene cuando después de tomar ibuprofeno sientes más dolor y vuelves a urgencias.
Que quizá os estáis preguntando que por qué no fui a mi médico de cabecera: pues porque fue él quien me derivó a urgencias. para que me hicieran una ecografía urgente. Como su propio nombre indica.
Pero no.
-Pues toma paracetamol -fue la respuesta del médico de urgencias.
-¿Solo eso?
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
-Ajá.
El dolor empeoró considerablemente con el paracetamol.
El dolor llegaba lo era todo. Vivía con dolor, dormía con dolor, iba a trabajar con dolor y, cuando no podía más, me arrastraba con dolor a urgencias con la esperanza de que se dignaran a, cómo mínimo, hacerme la ecografía que el médico de cabecera había pedido. Pero nada. A lo largo de semanas, el dolor no se fue ni con paracetamol, ni con el diclofenaco, la buscapina, algo llamado odolonta y morfina. Por favor, no me hagáis hablar de la morfina. Está sobrevaloradísima.
Los médicos seguían pensando que mi problema era totalmente imaginario, o postural, o gases, o ansiedad o... espera un momento... espera que estoy viendo que tienes antecedentes de salud mental así que... ¿no lo estarás haciendo por llamar la atención? ¿No? Pueeeeees... ¿has pensado en perder peso?
Yo les pedía que por favor me hicieran una ecografía, que para eso me había mandado mi médico de cabecera, pero no.
-Es que aquí no estamos para diagnosticar.
Que yo eso lo entiendo, de verdad, pero si una persona va a urgencias porque el médico de cabecera considera que necesita una ecografía urgente, le recetas cualquier mierda, y luego sigue teniendo que ir corriendo día tras día porque el tratamiento que le estás poniendo solo sirve para empeorar la situación a lo mejor, a lo mejor, eh, llega un momento de dejar de jugar a la ruleta rusa y hacer una puñetera ecografía. O derivar al servicio normal para que te la hagan. O decirte claramente que estás gorda y ojalá te mueras, y al menos te ahorras los viajes a urgencias, yo qué sé, que están los taxis muy caros.
Durante días, días y días, solo tuve media hora de paz y fue gracias a la morfina (so-bre-va-lo-ra-da, que no os engañen) que me pusieron única y exclusivamente porque intentaron pincharme paracetamol, entré en pánico porque era de las cosas que peor me sentaban y entonces mi marido se vio obligado a intervenir. Entró en boxes, miró al médico a los ojos y le dijo:
-De verdad le duele mucho.
Como lo había dicho un hombre, y además estaba delgado, supongo que no les quedó más remedio que hacerle caso.
-Vamos a ponerte morfina.
-No quiero que me pinchen más al tuntún, quiero que me hagan una ecografía para ver qué pasa.
-No podemos hacerte la ecografía si te duele tanto, te pinchamos morfina y cuando te haga efecto te hacemos la ecografía.
Aquello me pareció bastante razonable. Luego pensé en si le dirán lo mismo a la gente con apendicitis o una pierna partida en ocho trozos, y me pareció menos razonable, pero era lo que había.
-Bueno, vale.
La morfina, que está sobrevaloradísima, me metió un viaje que la niña del Exorcista lo intenta y se queda corta. Mientras me veía convulsionar como si estuviera fuera de mi cuerpo, solo pensaba que me daba igual con tal de que me hicieran la puta ecografía. Mi marido me sujetaba a la cama y le preguntaba a los médicos si eso era normal y los médicos le decían que sí y se reían pero no me importaba, porque por fin me iban a hacer la puta ecografía. Y creo que se me fue el pis. Lo que fuera por la ecografía, ya casi estaba...
Así me dormí, pensando en la ecografía.
Cuando el dolor volvió a despertarme, estaba sola otra vez; los niños llevaban muchas horas en casa y el algún momento del subidón le dije a mi marido que se fuera con ellos. Ya no necesitaba la validación de un hombre para que me creyeran. O eso pensaba yo.
El médico se acercó a la cama, todavía riéndose.
-Qué sueño has echado, ¿eh? ¿Ya no te duele?
Literalmente me había despertado el dolor, pero no estaba yo en posición de llevarle la contraria a nadie.
-Ahora estoy mejor, ¿ya me pueden hacer la ecografía?
-¡Pero si estabas durmiendo tan ricamente hace un segundo! Eso es que ya no te hace falta. Vete para casa y si te duele toma paracetamol.
-¿...solo eso?
-Bueno, perder peso no te iría mal.
Ah, bueno, pues haberlo dicho antes.
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