Pues después de haber hecho unos seiscientos kilómetros de Madrid a Huelva y luego otros cuatrocientos siguiendo la caca, todavía no tuve suficiente. Así que según volvíamos al hotel le dije a ZaraJota:
-Portugal está a solo diez kilómetros.
-Portugal está a solo diez kilómetros.
-Ni se te ocurra, Lorz. NI SE TE OCURRA.
Y así fue como acabamos en Portugal.
-No seas bobo, cenamos en el primer pueblo que veamos y nos volvemos.
El primer pueblo era pintoresco. Muy pintoresco. Pintoresco nivel lo ves en una película y no entiendes cómo los protagonistas no salen echando virutas de ahí.
Y eso fue lo que hicimos nosotros.
-También podemos cenar en el segundo pueblo que veamos.
Así fue cómo llegamos a un cruce. Y en el cruce había tres carteles en tres direcciones. Y en ninguno ponía la distancia.
-Supongo que los portugueses están acostumbrados a que todo esté cerca.
Nos quedamos ahí en el cruce de la peor carretera hasta que, gracias a la ventana panorámica de nuestro coche (en realidad la vimos por la ventana normal, pero es que me apetecía decirlo) vimos unas casitas así como a nuestra derecha.
-Vamos para allá a ver si hay un bar o algo.
El segundo pueblo de Portugal también era muy pintoresco.
Pintoresco nivel las gallinas tan tranquilas por la calle. Un par de gatos espelistrados las miraban con aburrimiento. Aparte de eso, ni un alma por la calle. Parecía el típico sitio en el que una amable viejecita, lo bastante extraña como para que sospeches pero no lo bastante como para que pienses que estás siendo tonto por sospechar, te ofrece que entres a su casa a tomar un té helado y llamar por teléfono, pero en el té hay drogas, y cuando te despiertas estás atado y amordazado cabeza abajo en un sótano, rodeado de los cadáveres de otros turistas incautos como tú.
Salvo que en este pueblo no había ni viejecita.
-Me parece aquí no va a haber ni un bar...
-Da la vuelta, Lorz.
Yo di la vuelta con una acojone que no veas porque todavía tengo el carnet muy reciente, el coche era muy grande, el espacio reducido y me daba pánico atropellar a una gallina portuguesa y provocar un conflicto internacional que acabara con la expulsión de España de Eurovisión justo ese año, que Blanca Paloma era la clarísima favorita según la opinión imparcial de la misma cadena que la había mandado allí.
Conseguimos salir del pueblo sin lamentar pérdidas gallináceas o gatunas y respiré aliviada porque es que para mí Eurovisión es muy importante porque para la final siempre hacemos fondue y a mí el queso es que me vuelve loca.
Entonces nos encontramos la oveja.
La ovejas. La foto se ve fatal pero es que a esas alturas el cristal tenía más mierda que el palo de un gallinero, salvo que aparentemente en Portugal los gallineros no existen porque si no a ver qué hacen las gallinas por la calle, pero bueno.
El caso es que en mitad de la carretera nos encontramos a mamá oveja y a bebé oveja tan pichis. En todo el medio. Avancé un poco a ver si se asustaban y se movían y efectivamente, se movieron. Un metro hacia adelante.
Avancé otro poco y ellas avanzaron otro poco y avancé un poco y ellas avanzaron otro poco y avancé un poco...
-¡Lorz! ¿Planeas volver a España a dos metros por hora siguiendo una oveja?
-Para empezar, son dos ovejas. Y no, que lo mismo me acusan de secuestro internacional.
Y nos echan de Eurovisión. Con lo que me gusta a mí el queso.
Así que me desabroché el cinturón y fui a abrir la puerta del coche para bajarme.
-¿PERO LORZ QUÉ HACES?
-Pues habrá que quitarlas de ahí.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Cogerlas en brazos?
-Pensaba acercarme y hacerles 'shu, shu'.
-¿Shu, shu?
-¿QUÉ QUIERES QUE LES DIGA, SI NO HABLO PORTUGUÉS?
Las ovejas nos miraban como las vacas miran al tren, versión ovejas miran al coche. A partir de ahí, las versiones difieren.
Mi opinión es que al oírme decir 'shu, shu', lo entendieron perfectamente y se apartaron.
La de ZaraJota, que pensaron que estaba loca y decidieron poner tierra de por medio.
El caso es que se quitaron y pudimos seguir el viaje sin mayor incidencia.
-Espero que estéis orgullosos de mamá -les dije a los niños-: no tengo ni dos meses de carnet y aquí estoy, en Portugal, no atropellando ovejas.
El caso es que al día siguiente fuimos a la boda y un familiar random se acercó a Nene-kun y le preguntó qué tal el viaje:
-Muy bien -contestó el niño-, y además mamá no atropelló a ninguna oveja.
Luego me gano fama de cosas.
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