Empiezo a estar un poco harta de los hipopresivos.
A ver, que tienen muchas ventajas; por ejemplo, la de no hacerte pis encima cuando estornudas, que es una cosa que está muy bien.
Pero también tienen muchos inconvenientes como, por ejemplo, lo de hacer ejercicio y eso.
Si no sois madres, quizá os estéis preguntando que es eso de los hipopresivos. Yo también me lo pregunto, porque estaba convencida de que eran ejercicios para el piticlón (chichimnasia) pero en clase suele haber señores que yo juraría que piticlín, lo que se dice piticlín, no tienen, aunque en estos tiempos nunca se sabe.
Quizá debería preguntar aunque, por otra parte, quizá lo mejor sea que me calle, porque ya me miran bastante raro desde el día que me dio un ataque de tos, acabé mareándome y cayéndome al suelo y tuvo que venir ZaraJota (con los dos niños en bañador a rastras) a rescatarme porque no me podía levantar y por las medidas anticovid el monitor no se podía acercar a ayudarme.
O eso dijo, claro.
Los hipopresivos son una cosa muy tonta, porque básicamente consisten en tumbarse en el suelo y respirar pero con dolor. Por todas partes. Que cualquiera diría que el dolor tendría que centrarse en el pecho o, como mucho, en el piticlín (que también), pero es que he llegado a tener agujetas en los dedos de los pies.
LOS DEDOS DE LOS PIES.
Que yo no sabía ni que teníamos músculos ahí, pero ahora lo tengo clarísimo.
-El problema -me dijo el monitor- es que tienes que ser más constante.
-Es que solo puedo venir un día a la semana, y a veces ni eso.
-Lo ideal es que vengas a dos sesiones a la semana, como mínimo.
-Puedo hacer dos sesiones el mismo día.
-Eso no es lo que...
-¿Cómo es la clase de antes? -le pregunté. Que era un pregunta retórica, porque yo ya me había fijado en que las que salían de clase eran un 99% viej...ancianas y que salían como muy frescas, así que ya me imaginaba que la clase no era de alto impacto, precisamente.
-Bastante tranquila.
-¿Será demasiado para mí hacer las dos clases seguidas?
-No, claro que no. Es muy relajadita. De hecho, quizá te venga hasta bien.
-Genial.
El problema, es que no pregunté genial para qué.
La semana siguiente, comprobé que me venía genial para, por ejemplo, experimentar un bonito paroxismo de dolor cercano a la muerte mientras las viej...ancianas, sin despeinarse los cardados, hacían cosas como sostenerse en equilibrio perfecto sobre tres dedos (dos de las manos y uno de los pies). Que ya me dirás para qué necesita una viej...anciana semejante virtuosismo, con lo a gusto que estarían en sus casas viendo a Ana Rosa Quintana.
El caso es que la clase "relajadita" resultó ser una clase de pilates+core con cinco minutos de relajación al final, que para cuando llegamos ahí yo no necesitaba relajarme, sino reanimación urgente, pero bueno. Cuando por fin escapé de allí, congratulándome por no haberme dormido mientras supuestamente estábamos meditando, me arrastré hasta la siguiente clase.
-¿Cómo lo llevas? -me preguntó el monitor.
-Perfectamente -le dije, porque las viej...ancianas estaban detrás y todos sabemos que se alimentan del miedo y la debilidad ajenas. Por eso les gusta tanto el descafeinado de bote, obviamente-. Pero creo que la semana que viene probaré algo que sea más de mi estilo.
-¿Cómo qué?
-No sé. ¿Tenéis alguna actividad en la que pueda estar sentada y mirando el móvil?
-Claro que sí -me dijo-. Está en la planta baja, justo donde pone "cafetería".
Creo que ya he encontrado mi deporte favorito.
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