15 febrero 2021

La presa Hoover

Pues os voy a contar la historia de una amiga que hace unos días tuvo que subirse a un tren de larga distancia, pero por favor no penséis mal de ella porque era un viaje totalmente justificado para hacer papeles y que el destino tuviera playa era totalmente casualidad. 
Estaba mi amiga en el tren, con el aire acondicionado a tope porque en renfe la hipotermia siempre va de regalo, cuando le dijo a su acompañante:
-Voy a beber agua, que se me está resecando la garganta y como me dé un ataque de tos de los míos va a cundir el pánico.
Así que mi amiga cogió la botella de agua y se metió el pitorro debajo de la mascarilla, porque mi amiga es una profesional de las pandemias y siempre lleva una botella de agua con pitorro para beber con la mascarilla puesta, aunque luego se quedan todas las babas en el pitorro y yo no sé si cuando se evapore será peor, pero bueno. 
El caso es que estaba bebiendo agua con su pitorro y su mascarilla cuando se le ocurrió la chorrada del siglo, que no os voy a contar porque vais a pensar que es tonta perdida, le entró la risa, una cosa llevó a la otra y todo el agua que había bebido acabó saliéndosele por la nariz, que es una cosa muy desagradable en el momento pero que a la larga te despeja mucho. 
El problema es que mi amiga todavía tenía puesta la mascarilla y se ve que era de las buenas de las que no filtra nada, nada, nada, así que el agua se quedó atrapada dentro en plan presa Hoover. 
Mi amiga no sabía qué hacer porque claro, no podía quitarse la mascarilla en medio del tren, pero por otra tampoco podía quedarse con la bolsa de agua colgando hasta que llegaran.
Así que dijo:
-Pues me voy para el baño y me cambio la mascarilla.
La idea era buena, lo que pasa es que la ejecución salió regular. Al levantarse, la presa Hoover antes conocida como mascarilla se abrió y toda el agua que contenía cayó en cascada sobre su canalillo, que como su nombre indica canalizó todo el agua hacia su camiseta.
-¡AAAAAAAAAAARG! 
El agua estaba fría y, recordemos, todo esto había empezado porque el aire acondicionado estaba puesto como si la electricidad fuera gratis. 
-No pasa nada, mujer -le dijo su acompañante, frotándole la mancha-, esto se evapora y y está, sólo es agua. 
-Que ha pasado por mi nariz.
El acompañante se lo pensó un momento. 
-Mejor que no se evapore, entonces -concluyó.
El caso es que al día siguiente, por lo que fuera, mi amiga estaba un poco resfriada. 
-A ver si has pillado el coronavirus en el tren -le dijo alguien.
-Uy, no, imposible. ¡Si llevé mascarilla todo el rato! 





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