La Tita tiene dos gatos. Tenía. O sea, los gatos siguen, la que no está es la Tita.
Su último y único deseo fue que sus minonis no acabaran en un refugio, así que mi madre dijo:
-No te preocupes que yo me los quedo.
Mi madre ya tenía dos gatos y un piso pequeño, pero no pasa nada porque mi madre es una optimista de la vida y además nadie se interesó por heredar esa parte concreta de las pertenencias de la Tita, qué cosas.
Así que cogió a los dos gatos, los metió en el coche sin endrogar, porque el veterinario les dijo que no era recomendable dados los problemas de salud que tienen (los gatos, no mi madre) y se hizo 700 kilómetros en coche con mi padre, dos gatos y la rana croando debajo del agua.
Lo normal que hace uno un lunes durante una pandemia mundial.
Volviendo a los cuatro gatos, yo ahí vi una ventana de oportunidad que aquello no era ventana, era un ventanal, un escaparate, un rosetón gótico.
-Ay -le dije a ZaraJota-, mi pobre madre ahora, en ese piso tan pequeño, con cuatro gatos.
-Sí -respondió ZaraJota, porque él es así como parco en palabras y eso.
-Pero claro, el refugio ni se plantea -insistí.
-Por supuesto: tu madre no cabe en las jaulas.
-Y Hermano Mediano ya tiene gatos.
-Claro, claro.
-Y Hermano Pequeño ya tiene gatos.
-Claro, claro.
-Los único que no tenemos gatos somos nosotros.
Dicho esto, ZaraJota tuvo un microinfarto cerebral asistólico con ictus de parranda y dengue parayá.
-Lorz...
-¡Es una buena obra! ¡Piensa en mi madre!
-¡Precisamente de ella me estoy acordando ahora, sí!
-¡Sólo sería uno!
-¿Uno?
-Uno chiquitiiito, chiquitiiito...
ZaraJota, que ya se había visto con dos gatos, de pronto la idea de que sólo fuera uno no le parecía ni tan mal.
-¿Cuál?
-Bueno, obviamente no vamos a separar a los minonis de la Tita, porque ya han tenido bastantes cambios en su vida y eso. Tendría que ser uno de los de mi madre.
-¿CUÁL?
Durante los tres meses que vivimos con mis padres el año pasado, ZaraJota tuvo ocasión de conocer a los dos gatos de mi madre. Íntimamente.
-Bueno, ya sabes cómo es Niobe, que se asusta de todo. Si la sacamos de su ambiente le puede dar un patatús. Así que...
-No...
-Sólo puede ser Jinmu, claro.
-NO. JINMU NO.
-Pero...
-Mira, Lorz: acepté tener una cobaya; acepté tener un hámster; acepto tener UN gato, dadas las circunstancias... ¿Pero tiene que ser justo el gato de quince kilos que se pasa el día encima de mí tirándose pedos?
No respondas, Lorz, que es una pregunta con trampa...
- - - - - - - - -
Os recuerdo que todos mis libros en papel están en La Sombra.
Pedidlos ahora, que luego viene la navidad y todo son prisas.