28 septiembre 2020

La vuelta al cole

 


La vuelta al cole bien, gracias. 
Os voy a ahorrar mi opinión sobre Lord Vetinari la presidenta de la comunidad de Madrid y su gestión, que básicamente ha consistido en decir "que se haga la luz" y a esperar que la luz se haga mágicamente, sin plantearse por un momento cómo, ni facilitar medios, ni proponer ideas, ni dar tiempo a ponerlas en práctica porque todo se hace a última hora, mal y, por motivos que no acabo de entender, ofendiendo al mayor número de madrileños posible.
Bueno, al mayor número no. Solo a los que no les votan.
Por si habéis estado viviendo en Marte durante el último mes y os habéis perdido el sainete, aquí os dejo el resumen de Polònia:





Si ya estáis al tanto de que Madrid es España, porque qué es Madrid sino España dentro de España, y España es Madrid, y Madrid es Madrid... y Barajas... paso directamente a contaros mi peripecia. 
Septiembre suele ser el peor mes para la carga maternomental: se junta el cambio de temporada (probar la ropa del año pasado, disponer de la que se ha quedado pequeña, adquirir nueva), la vuelta al cole (no voy a abrir ese melón, pero la cantidad de minitareas asociadas a la vuelta al cole es infinita) y, en nuestro caso, los cumpleaños de los niños (fiesta, regalos, familia, amiguitos) y de dos sobrinos (que no hacen nada malo, las criaturas, pero están lejos y requiere un poco de organización).
Y este año, además, el coronavirus. 
La madre que lo parió. 
El colegio, que ha solucionado con mucha imaginación todos los problemas que Lord Vetinari la comunidad no ha tenido a bien considerar, convocó una reunión informativa por tandas, al aire libre y manteniendo las distancias.
-Los niños -nos dijeron- entrarán a diferentes horas según el curso en el que estén, y saldrán también a diferentes horas.
Eso nos pareció muy sensato, aunque los primeros días se me olvidó más de una vez que Nene-kun salía antes y el pobre se quedó más tirado que una loncha de chóped en un recreo de los ochenta. 
-Les tomaremos la temperatura a la entrada. Salvo que la comunidad todavía no nos ha facilitado los termómetros. Y no sabemos cuándo nos los van a dar. Así que de momento, tomarles la temperatura en casa.
Eso también nos pareció muy sensato, lo que pasa es que el que tenga hijos ya sabe cómo son las mañanas y que lo último que necesitas es, además, pararte a poner termómetros. Además, y os aseguro que yo no lo creía posible, se nos acabó la pila del termómetro después de tan solo quince años de uso. Debe ser la obsolescencia programada esa. Y bueno, ya sabéis lo que pasa con las pilas: que no te acuerdas de comprarlas nunca.
Así que yo si veía que los niños se levantaban con ganas de hablar daba por hecho que estaban estupendamente y para el cole.
Además, los termómetros de la comunidad llegaron antes de lo esperado (teniendo en cuenta que yo apostaba por que no llegarían nunca) y empezaron a tomarles la temperatura en la puerta enseguida, así que una cosa menos. 
-A la hora de entrar, cada curso formará una cola junto a la puerta, manteniendo el acceso despejado y la distancia de seguridad en todo momento.
Ahí me entró la risa floja, porque ya me conozco yo cómo funciona el tema de mantener el acceso despejado: los primeros que llegan se colocan a un ladito ordenadamente, y los que vienen tarde ven la puerta despejada y se colocan ahí porque "no hay nadie" o "es que como estabas lejos no sabía si estabas esperando" o porque patatas, directamente.
La distancia de seguridad entre padres ya si eso.
-Después de tomarles la temperatura, los niños se limpiarán los zapatos en una alfombrilla desinfectante y luego en una zona de secado. 
Eso me pareció muy bien. Además, mis hijos ya están acostumbrados porque en la piscina tienen el mismo sistema. El primer día que fuimos, el monitor les dijo que se pusieran en la alfombra e hicieran el Michael Jackson. Nena-chan le miró de arriba a abajo y me preguntó quién era Michael Jackson, y creo que el monitor todavía está llorando debajo de una mesa, pero aparte de eso todo bien.
-Se limpiarán las manos con gel hidroalcohólico y subirán a su clase.
Creo que ahí iba un "ordenadamente" pero la seño no fue capaz de decirlo y mantener la seriedad.
-En la clase habrá siempre una ventana y una puerta abierta.
Teniendo en cuenta dónde está el colegio y que alguna mañana hemos visto temperaturas de -5º en la glorieta, este último punto me parece una burda estratagema para poner de moda los fachalecos, pero bueno. 
-Los niños se lavarán las manos mínimo cinco veces al día. 
En septiembre hay jornada intensiva y sólo van cuatro horas. Echad la cuenta vosotros mismos.
La seño ya la debe tener echada, porque añadió: "Y si queda tiempo entremedias ya intentaremos dar clase si eso".
-Los niños deberán traer una mascarilla puesta y otra de recambio, además de una bolsita de tela para guardar la mascarilla (la puesta, no la de recambio) mientras se toman la merienda.
Ostras, que además de todo tienen que merendar. Calculo cinco minutos de clase diaria, y eso si ninguno se hace pis.
-La merienda tiene que venir de tal forma que la puedan abrir sin ayuda, ya que las seños tenemos que intentar, dentro de lo posible, no tocarla.
Adiós, yogur. Adiós, batido. Adiós, tuppers que cierran perfecta y herméticamente. Hola, liquidillos misteriosos y migas en el fondo de la mochila. 
-Los niños deberán traer sus propios pañuelos, toallitas, gel y jabón.
Bueno, como no van a necesitar libros porque no les va a quedar tiempo para la clase, tendrán sitio de sobra en la mochila.
-No se puede compartir. No se puede prestar. No se puede ser afectuoso.
A la mierda los tres pilares básicos de la educación infantil. No lo digo yo, lo dijo la seño, pero más educadamente.  
Bueno, no os aburro con más detalles. 
El caso es que las seños nos dejaron con la tranquilidad de que el cole era un espacio seguro (física y, lo más importante, psicológicamente, dadas las circunstancias), de que intentarían hacer su trabajo lo mejor posible y que si todos poníamos un poquito de nuestra parte todo iría razonablemente bien.
Las mamás nos volvimos a casa, preparamos toda la impedimenta de mascarillas, bolsitas, geles, jabones y la madre que no trajo a todos y también preparamos a nuestros hijos, o al menos yo lo hice. 
Les expliqué que el cole iba a ser un poco diferente este año, que tenían que seguir nuevas normas, que no se preocuparan porque si hacían caso a la seño todo iría bien.
Los niños fueron al cole el primer día y salieron encantados de la vida porque tenemos unos profesionales de la docencia que no nos los merecemos.
-Mamá, mamá, ¡lo he hecho todo súper bien!
Nena-chan es así, de autoestima generosa.
-¿De verdad?
-¡Sí! 
-No me he quitado la mascarilla, no he tocada nada, me he quedado en mi sitio y me he lavado las manos.
-¿Con gel o con jabón?
-Una vez con gel y las demás con jabón.
-¿En el baño?
-Sí.
-Anda, qué bien -entonces me acordé de que todavía no habíamos llevado el material, que suele incluir rollos de papel de cocina para estos menesteres-. Oye, ¿y cómo te las has secado?
-¡En la sudadera!
Vale, vamos a morir todos. 


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Si estás convencido de que todo va a salir bien (pero poco) necesitas una de estas