13 abril 2020

La mascarilla

Hace unos días, en el supermercado, una viej... anciana me llamó inconsciente por no llevar mascarilla. Aquello me sentó muy mal porque es verdad que soy una inconsciente, pero de toda la vida, mucho antes de que llevar mascarilla se pusiera de moda.
Además, lo de no llevar mascarilla no era culpa mía: no se encuentran ni por todo el oro del mundo, y se supone que debemos reservarlas para las personas que realmente las necesitan, como, yo qué sé, la viej... anciana que se encaró conmigo.
El caso es que entonces me di cuenta de que yo era la única clienta del supermercado que no llevaba una mascarilla puesta. En serio. Las había de todo tipo: de chichinabo, de runner, de pintor, profesionales, hechas con retales o incluso de ganchillo. DE GANCHILLO. Que si no sirve para hacer preservativos ya me diréis para parar un virus mortal, pero bueno.
Me quedé en plan: o sois todos enfermos y/o grupos de riesgo, que entonces tendríais que estar en vuestra casa, o tenéis encima más tontería que la sonaja de una pandereta, pero bueno.
El problema es que se estaba produciendo el efecto playa nudista: cuando todos van desnudos, el que más llama la atención es el que va vestido. En mi caso, cuando todos van con mascarillas ridículas, el que más llama la atención es el que no la lleva. O lo que es lo mismo, yo.
Por primera vez desde que empezó toda la movida, pasé miedo en la calle. Pero no por el virus, sino por la gente. Que el confinamiento es muy malo para las cabezas y un día te gritan por no llevar mascarilla y al siguiente te llevan a la plaza del pueblo y te tiran al pilón.
Con el frío que está haciendo esta semana santa.
Entonces vino en mi rescate Ca_ín, que me recomendó este tutorial.
Lo que pasa es que ¿para qué seguir un tutorial cuando puedes quemar crear tu propia mascarilla?
Pensé que podía hacer mi propia mascarilla basándome en una que tenemos por casa:
Seguramente estáis pensando: ¿y por qué no usas directamente esa mascarilla?
Bueno, el dentista se la regaló a los niños la primera vez que fueron a consulta, hará como tres años, y la han estado usando para jugar desde entonces. No solo no protege del coronavirus sino que, probablemente, sea el origen.
El caso es que después de relativamente poco esfuerzo tenía mi propia mascarilla.



Lo que es proteger no protege ni del polvo, pero me queda monísima y me realza mucho los ojos, que es lo importante.


Entonces intervino mi madre, que ya ha hecho unas cuantas mascarillas para que le peguen con todo:
-Le puedes poner algo por dentro.
-Ay, qué bien, pues voy a meter el móvil.
-No, Lorz, para que te haga de filtro.
-Ah. ¿Cómo una artesa?
-...quizá algo más pequeño y, bueno, cómodo y... ¿cómo diría? Realista. Hay gente que está usando compresas.
Vaya.
La verdad es que la idea era buenísima, porque las compresas tienen una capa de plástico, muchas de celulosa, se quedan fijas con el pegatrón y se pueden cambiar cada vez que se quiera.
El problema es que no tengo compresas en casa porque yo soy más de copa menstrual.
Pero bueno... supongo que al final lo mismo da una cosa que otra.