Ya llevamos casi dos meses viviendo en casa de mis padres por un asunto que NO tiene nada que ver con que "alguien" haya quemado la cocina.
En serio.
Entre otras cosas, porque hace casi dos meses que no tenemos cocina. Ni ninguna otra habitación. Resumiendo mucho, hace dos meses que no tenemos casa.
La cosa fue más o menos así.
Estaba una tarde en casa así yo tan tranquila sin meterme con nadie cuando de pronto llamaron al timbre.
A mi casa solo llaman al timbre tres tipos de individuos:
1. Vecinos para avisar de que nos están echando agua / les estamos echando agua.
2. Comerciales de "su compañía de electricidad".
3. El padre de la vecina de al lado, que cuando viene borracho siempre llama a mi timbre y encima se enfada conmigo porque no soy su hija.
Ni que fuera Julio Iglesias, el hombre.
Abrí la puerta con la esperanza de que fueran comerciales de "su compañía de electricidad", que son mis favoritos porque para su desgracia tengo muy poco tolerancia hacia la gente que se dedica a timar viej... ancianas tarde sí tarde también, jo, que ya te he dicho que no vengas más, un poco de retentiva, por favor.
Pero lo que había en la puerta no eran comerciales de "su compañía de electricidad", eran comerciales de una inmobiliaria.
Estos tampoco es que me caigan especialmente bien, entre otras cosas porque una me rompieron el burlete de la puerta intentando incrustar un catálogo, pero yo qué sé. Se ve que me pillaron en un día bueno o me estoy ablandando con la edad, yo qué sé.
–Hola, venimos a saludarte y a traerte un catálogo.
–Pero este catálogo no es de Ikea.
–Eh... no, es de la inmobiliaria.
–Pues vaya.
En verdad os digo los únicos catálogos que merecen existir son los de Ikea y los de juguetes de reyes.
–¿Has pensado en vender tu piso?
–Sí, lo que pasa es que no nos salen las cuentas.
–¿Te queda mucha hipoteca?
–No, solo una.
–...
–Lo que pasa es que los gastos de amortización son de un 0'25% y claro, es muchísimo, ¡la hipoteca entera más una cuarta parte!
–¿Perdón?
–El 0'25% es la cuarta parte –repetí, poniendo los ojos en blanco y todo. Los jóvenes de hoy en día, que ya no saben ni matemáticas.
–No. El 25% ES la cuarta parte. El 0'25% es... bueno, muchísimo menos.
–No puede ser.
Los comerciales me hicieron la cuenta a mano, luego en la calculadora de un móvil y finalmente en la del otro. Siempre daba el mismo resultado.
–¿Ves?
–Pero entonces, ¿cuánto tendría que pagar si cancelara mi hipoteca?
Los comerciales hicieron la cuenta a mano, luego en la calculadora de un móvil y finalmente en la del otro.
–Mira.
Cuando ZaraJota llegó a casa yo seguía ojiplática perdida.
–¿Qué has hecho hoy? –me preguntó, que para mí que sospechaba algo. Ahora que lo pienso, es posible que siempre sospeche algo, porque suele entrar a casa con el móvil en la mano y el 112 marcado.
–Bueno, nada especial –le contesté–. Ah, sí, he puesto a la venta el piso.
–¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?
–He puesto a la venta el piso.
–¿Cómo es posible?
–Pues verás, ¿sabes los comerciales de "su compañía de electricidad" que vienen todas las tardes?
–Sí.
–Pues hoy no han venido.
Continuará.
29 abril 2019
22 abril 2019
La pelotita del oído
Ya llevamos más de un mes viviendo en casa de mis padres por un asunto que NO está relacionado con que "alguien" quemara la cocina.
La convivencia nos está sentando mal.
En concreto, nos está sentando mal convivir en una cama de ochenta con los dos niños todas las noches.
Estamos hechos caca y no paramos de pillarnos resfriados, diarreas y otras dolamas propias del colecho fijo discontinuo en diferido a edades avanzadas.
Por ejemplo, la semana pasada me levanté con un dolor de oído que no podía con él.
Era como si tuviera una pelotita metida en la oreja que rodaba de una lado a otro cuando me movía y que hacía PIIIIIIIIII cuando me tumbaba, pero estaba bastante segura de que no me había metido ninguna pelotita en el oído porque a mí me gusta más usar la nariz.
Además, me dolía mucho la garganta y estaba totalmente afónica, que es una cosa que siempre le da mucha alegría a ZaraJota y nunca he entendido por qué.
–Esto va a ser un resfriado que se me ha subido al oído –le dije.
–Una pena que no se te haya subido al cerebro, así tendríamos una explicación razonable para lo tuyo.
ZaraJota es que es así, siempre empatiza mucho con mis problemas.
Pues nada, me resistí un par de días, pero al final no me quedó más remedio que ir al médico, que la verdad no me apetecía nada, porque había estado como tres días antes para saludar y eso, lo que pasa es que iba haciendo eses por la calle y pensé Lorz, esto te lo van a tener que mirar, que estás tardando el doble para llegar a cualquier lado.
Así que me fui al médico y el médico me dijo "Hola, Lorz, ¿cómo estás?" y yo le dije "Bien, gracias" y se le cayeron dos lagrimones y entonces me acordé de que cuando el médico pregunta que cómo estás lo pregunta en serio y no como la gente que te encuentras por la calle.
–Ah, tengo otitis.
El médico me miró los oídos con el aparato frío de mirar los oídos, que no se debe confundir con el aparato frío de mirar los bajos porque es mucho más pequeño y no hace CRAC CRAC CRAC cuando se abre.
El médico me mira un oído, me mira el otro y me dice:
–Abre la boca.
Será para verme los oídos por dentro, pensé, pero se va a llevar un chasco porque yo ya lo he intentado y no se ve nada. Lo que pasa es que yo soy muy educada y obedecí.
–Intenta abrirla más.
Intenté abrir la boca todo lo que pude, lo que pasa es que pude poco.
–Esto no es otitis, Lorz, esto es bruxismo.
–No me puedo creer que con lo poco que queda para las elecciones sigan apareciendo partidos que no conozco.
–Es por apretar la mandíbula, Lorz.
–Ah.
–¿Has vivido alguna situación estresante últimamente?
–No.
Aparte del trabajo, el asunto del otro trabajo, estar sin casa por un suceso que NO tiene nada que ver con que "alguien" quemara la cocina, dormir (poco) en una cama de ochenta con dos niños, unas cuestiones administrativas que se nos han complicado y que MI VIDA ACTUALMENTE ES UN PURO Y COMPLETO CAOS... No, no se me ocurría nada.
–Pues esto es de apretar la mandíbula.
–¿Y lo de la garganta?
–También.
–¿Y lo de la espalda?
–También.
–¿Y los vértigos y los mareos y la sensación de estar totalmente atontada?
–Los vértigos y los mareos también. Lo de estar atontada me temo que es congénito.
–¿Ves? No paran de salir partidos políticos nuevos.
–Lo que yo decía.
–Bueno, pues dame drogas.
–Lo que pasa es que como estás con la lactancia no puedo darte más que ibuprofeno.
–Claro, claro.
Pues nada, estaba en la puerta de casa con mi ibuprofeno en la mano cuando me di cuenta de dos cosas:
Primero, estaba intentando abrir con la llave de la casa de mis padres la puerta de una casa en la que no vivo desde hace un mes.
Segundo, hace más de un año que dejé la lactancia.
Tercero, la culpa de todo la tienen los partidos políticos.
La convivencia nos está sentando mal.
En concreto, nos está sentando mal convivir en una cama de ochenta con los dos niños todas las noches.
Estamos hechos caca y no paramos de pillarnos resfriados, diarreas y otras dolamas propias del colecho fijo discontinuo en diferido a edades avanzadas.
Por ejemplo, la semana pasada me levanté con un dolor de oído que no podía con él.
Era como si tuviera una pelotita metida en la oreja que rodaba de una lado a otro cuando me movía y que hacía PIIIIIIIIII cuando me tumbaba, pero estaba bastante segura de que no me había metido ninguna pelotita en el oído porque a mí me gusta más usar la nariz.
Además, me dolía mucho la garganta y estaba totalmente afónica, que es una cosa que siempre le da mucha alegría a ZaraJota y nunca he entendido por qué.
–Esto va a ser un resfriado que se me ha subido al oído –le dije.
–Una pena que no se te haya subido al cerebro, así tendríamos una explicación razonable para lo tuyo.
ZaraJota es que es así, siempre empatiza mucho con mis problemas.
Pues nada, me resistí un par de días, pero al final no me quedó más remedio que ir al médico, que la verdad no me apetecía nada, porque había estado como tres días antes para saludar y eso, lo que pasa es que iba haciendo eses por la calle y pensé Lorz, esto te lo van a tener que mirar, que estás tardando el doble para llegar a cualquier lado.
Así que me fui al médico y el médico me dijo "Hola, Lorz, ¿cómo estás?" y yo le dije "Bien, gracias" y se le cayeron dos lagrimones y entonces me acordé de que cuando el médico pregunta que cómo estás lo pregunta en serio y no como la gente que te encuentras por la calle.
–Ah, tengo otitis.
El médico me miró los oídos con el aparato frío de mirar los oídos, que no se debe confundir con el aparato frío de mirar los bajos porque es mucho más pequeño y no hace CRAC CRAC CRAC cuando se abre.
El médico me mira un oído, me mira el otro y me dice:
–Abre la boca.
Será para verme los oídos por dentro, pensé, pero se va a llevar un chasco porque yo ya lo he intentado y no se ve nada. Lo que pasa es que yo soy muy educada y obedecí.
–Intenta abrirla más.
Intenté abrir la boca todo lo que pude, lo que pasa es que pude poco.
–Esto no es otitis, Lorz, esto es bruxismo.
–No me puedo creer que con lo poco que queda para las elecciones sigan apareciendo partidos que no conozco.
–Es por apretar la mandíbula, Lorz.
–Ah.
–¿Has vivido alguna situación estresante últimamente?
–No.
Aparte del trabajo, el asunto del otro trabajo, estar sin casa por un suceso que NO tiene nada que ver con que "alguien" quemara la cocina, dormir (poco) en una cama de ochenta con dos niños, unas cuestiones administrativas que se nos han complicado y que MI VIDA ACTUALMENTE ES UN PURO Y COMPLETO CAOS... No, no se me ocurría nada.
–Pues esto es de apretar la mandíbula.
–¿Y lo de la garganta?
–También.
–¿Y lo de la espalda?
–También.
–¿Y los vértigos y los mareos y la sensación de estar totalmente atontada?
–Los vértigos y los mareos también. Lo de estar atontada me temo que es congénito.
–¿Ves? No paran de salir partidos políticos nuevos.
–Lo que yo decía.
–Bueno, pues dame drogas.
–Lo que pasa es que como estás con la lactancia no puedo darte más que ibuprofeno.
–Claro, claro.
Pues nada, estaba en la puerta de casa con mi ibuprofeno en la mano cuando me di cuenta de dos cosas:
Primero, estaba intentando abrir con la llave de la casa de mis padres la puerta de una casa en la que no vivo desde hace un mes.
Segundo, hace más de un año que dejé la lactancia.
Tercero, la culpa de todo la tienen los partidos políticos.
15 abril 2019
Nosotros los tímidos
Podría parecer que todos los tímidos se parecen, pero no.
Hay tímidos a la gente, como Nena-chan, cuya característica principal es que no son tímidos en absoluto, lo único que les pasa es que culo veo culo quiero y si su hermano tiene un libro pues ella también.
Luego están los tímidos hacia dentro, como ZaraJota. Los tímidos hacia adentro se repliegan y miran a todo el mundo sin abrir la boca y con una ceja levantada. Suelen parecer fríos, distantes y soberbios cuando lo que les pasa es que su vocecilla interior está corriendo en círculo mientras grita y agita los bracitos: "¡ME ESTÁN HABLANDO! ¡DEBERÍA CONTESTAR! ¿PERO QUÉ? ¡SEGURO QUE CONTESTO Y METO LA PATA! ¡MEJOR ARRUGO LA NARIZ Y QUE LO INTERPRETE COMO QUIERA! ¡YA ESTÁ! ¡NONONONO! ¡NO TE VAYAS! ¡QUE NO HUELES MAAAAAAL! ¡QUE LO PODÍAS INTERPRETAR COMO QUISIERAS PERO NO ASÍ!"
Los tímidos hacia dentro sufren mucho. Al menos, sufren mucho por dentro.
Luego están los tímidos hacia fuera, como yo. Bienvenidos al infierno. Los tímidos hacia fuera se ponen tan nerviosos cuando tienen que interactuar con otro ser humano que empiezan a hablar sin parar y a decir tonterías y a ponerse más nerviosos por lo que hablan más y dicen más tonterías y cuando se quieren dar cuenta están atrapados en una maraña de sandeces.
Los tímidos hacia fuera parecen tontos del culo, cuando en realidad lo que les pasa es que su vocecilla interior está en posición fetal debajo de una cama y su boca ha tomado el control absoluto.
Los tímidos hacia fuera también sufrimos mucho. Por dentro, por fuera y, especialmente, contra las paredes, cuando se dan cabezazos contra ellas al grito de "¿PERO POR QUÉ SOY TAN IDIOTA, POR QUÉ?".
El caso es que hace unos meses una persona a la que acababa de conocer me miró a los ojitos y me dijo "siendo tímida no vas a ninguna parte, Angela".*
En aquel momento me quedé en shock porque esta persona en cuestión me había calado hasta las pelusas de los pies así, de un vistazo. Bueno, y porque ya no queda mucha gente que me llame por mi nombre, también.
La cuestión es que aquello me dejó un poco como pensando.
"Si yo no quiero ir a ningún lado", fue lo primero que se me vino a la cabeza.
"Pero –dijo la vocecilla del interior de mi cabeza, cuando salió de debajo de la cama–, a veces te gustaría haber ido a algún lado y no lo has hecho por timidez, ¿no?".
No sé a vosotros, pero a mí que la vocecilla del interior de la cabeza me deje tirada cada vez que tengo que hablar con alguien y luego venga a refregármelo en la cara no me sienta bien.
Además, hay otros motivos.
En internet hay mucha loca suelta. Trolls y cosas así. Y una vez que sales ahí fuera, como la verdad en Expediente X, estás expuesta a que cualquiera te haga daño.
Y además, seguro que en directo decepciono. O sea, que por lo general no voy por la calle quemando microondas. Ni contenedores. Sobre todo, contenedores, GUIÑO, GUIÑO, CODAZO, CODAZO.
¿A dónde voy con toda esta historia?
A que a la m**rd* todo.
A la m**rd* la timidez, el miedo escénico, el terror a que la cámara engorde (¡bastante tenemos con que engorde yo!), a caerme, a quedarme en blanco, a tartamudear, a los trolls y en resumen, el miedo a que la gente se ría de mí, no conmigo.
Voy a participar en una de las charlas Ignite Madrid.
¡Venirse!
Tienen oradores extraordinarios, brillantes, motivadores y divertidos.
Y también me tienen a mí, cerquita de un extintor, por si acaso.
*Que no lleva tilde, que no.
Hay tímidos a la gente, como Nena-chan, cuya característica principal es que no son tímidos en absoluto, lo único que les pasa es que culo veo culo quiero y si su hermano tiene un libro pues ella también.
Luego están los tímidos hacia dentro, como ZaraJota. Los tímidos hacia adentro se repliegan y miran a todo el mundo sin abrir la boca y con una ceja levantada. Suelen parecer fríos, distantes y soberbios cuando lo que les pasa es que su vocecilla interior está corriendo en círculo mientras grita y agita los bracitos: "¡ME ESTÁN HABLANDO! ¡DEBERÍA CONTESTAR! ¿PERO QUÉ? ¡SEGURO QUE CONTESTO Y METO LA PATA! ¡MEJOR ARRUGO LA NARIZ Y QUE LO INTERPRETE COMO QUIERA! ¡YA ESTÁ! ¡NONONONO! ¡NO TE VAYAS! ¡QUE NO HUELES MAAAAAAL! ¡QUE LO PODÍAS INTERPRETAR COMO QUISIERAS PERO NO ASÍ!"
Los tímidos hacia dentro sufren mucho. Al menos, sufren mucho por dentro.
Luego están los tímidos hacia fuera, como yo. Bienvenidos al infierno. Los tímidos hacia fuera se ponen tan nerviosos cuando tienen que interactuar con otro ser humano que empiezan a hablar sin parar y a decir tonterías y a ponerse más nerviosos por lo que hablan más y dicen más tonterías y cuando se quieren dar cuenta están atrapados en una maraña de sandeces.
Los tímidos hacia fuera parecen tontos del culo, cuando en realidad lo que les pasa es que su vocecilla interior está en posición fetal debajo de una cama y su boca ha tomado el control absoluto.
Los tímidos hacia fuera también sufrimos mucho. Por dentro, por fuera y, especialmente, contra las paredes, cuando se dan cabezazos contra ellas al grito de "¿PERO POR QUÉ SOY TAN IDIOTA, POR QUÉ?".
El caso es que hace unos meses una persona a la que acababa de conocer me miró a los ojitos y me dijo "siendo tímida no vas a ninguna parte, Angela".*
En aquel momento me quedé en shock porque esta persona en cuestión me había calado hasta las pelusas de los pies así, de un vistazo. Bueno, y porque ya no queda mucha gente que me llame por mi nombre, también.
La cuestión es que aquello me dejó un poco como pensando.
"Si yo no quiero ir a ningún lado", fue lo primero que se me vino a la cabeza.
"Pero –dijo la vocecilla del interior de mi cabeza, cuando salió de debajo de la cama–, a veces te gustaría haber ido a algún lado y no lo has hecho por timidez, ¿no?".
No sé a vosotros, pero a mí que la vocecilla del interior de la cabeza me deje tirada cada vez que tengo que hablar con alguien y luego venga a refregármelo en la cara no me sienta bien.
Además, hay otros motivos.
En internet hay mucha loca suelta. Trolls y cosas así. Y una vez que sales ahí fuera, como la verdad en Expediente X, estás expuesta a que cualquiera te haga daño.
Y además, seguro que en directo decepciono. O sea, que por lo general no voy por la calle quemando microondas. Ni contenedores. Sobre todo, contenedores, GUIÑO, GUIÑO, CODAZO, CODAZO.
¿A dónde voy con toda esta historia?
A que a la m**rd* todo.
A la m**rd* la timidez, el miedo escénico, el terror a que la cámara engorde (¡bastante tenemos con que engorde yo!), a caerme, a quedarme en blanco, a tartamudear, a los trolls y en resumen, el miedo a que la gente se ría de mí, no conmigo.
Voy a participar en una de las charlas Ignite Madrid.
¡Venirse!
Tienen oradores extraordinarios, brillantes, motivadores y divertidos.
Y también me tienen a mí, cerquita de un extintor, por si acaso.
*Que no lleva tilde, que no.
08 abril 2019
La Madre Naturaleza
Voy a meterme un poco también con mi madre que si no se me pone pelusona.
Como ya sabéis y ZaraJota no para de echarme en cara, estamos pasando una temporada en casa de mis padres por motivos que NO tienen nada que ver con que "alguien" haya quemado la cocina.
A lo largo de las tres últimas semanas hemos probado varias configuraciones nocturnas, hasta que hemos optado por la más cómoda (es un decir): ZaraJota en una cama de ochenta con un niño, y yo en otra cama de ochenta con el otro. Los niños en cuestión nos los vamos turnando porque las patadas voladoras de Nena-chan no son algo que se pueda aguantar muchas noches seguidas.
El caso es que entre unas cosas y otras vamos un poco escasos de sueño y a las nueve estamos que nos caemos por las esquinas y nos retiramos cada uno a nuestros aposentos con el niño que le haya tocado en suerte y el objetivo de estar durmiendo lo antes posible.
Además, así dejamos a mi madre que vea la tele tranquila un rato, se quede gladiator en el sofá o llame a la Tita del Puerto por teléfono.
La Tita del Puerto y mi madre hablan por teléfono casi todas las noches, que es algo que siempre me ha sorprendido porque, con lo alto que hablan las dos, con sacar la cabeza por la ventana tendrían bastante y se ahorrarían pagar la línea.
El caso es que una de estas noches mi madre, muy prudentemente, cerró la puerta del salón para no despertarnos y se puso a hablar con la Tita a gritos.
–HOLA, QUE NO TE HE LLAMADO ANTES PORQUE ESTABA ESPERANDO QUE LOS NIÑOS SE FUERAN A DORMIR.
[–¿YA ESTÁN DURMIENDO?]
Lo pongo entre corchetes porque la respuesta de mi tía no se oía tan bien.
–SÍ, ESTÁN MUY CANSADOS, LOS POBRES.
[–BUENO, PUES HABLA BAJITO.]
–SÍ, SÍ, HE CERRADO LA PUERTA Y TODO.
Llevaban un rato cuando mi padre, que también estaba intentando dormir, decidió hacer una intervención urgente.
–Oye, que me han llamado de la Línea de la Concepción: que repitas lo último que has dicho, que no lo han entendido bien.
–YO NO ESTOY GRITANDO. LO QUE PASA ES QUE TENGO UN TONO DE VOZ ALTO.
–LO QUE TIENES ES UN TORRENTE DE VOZ QUE HAS HECHO SALTAR TRES SISMÓGRAFOS.
–BUENO, PUES YO NO PUEDO HABLAR MÁS BAJO.
–PUES LOS NIÑOS ESTÁN DURMIENDO.
Los c*j*n*s, durmiendo.
–BUENO, PUES CUELGO YA.
–PUES VALE.
–PUES BUENO.
–PUES NADA.
Mis padres se fueron a la cama, todavía rezongándose en tono alto.
Respiré. Los niños no se habían despertado y ya no había peligro de que se despertaran.
–GATITOOO... VEEEEEEEN, BONITOOOO... GATITO...
Mi madre estaba llamando al gato para que se fuera con ella a la cama, que se pasan la vida protestando porque duerme encima de ellos pero claro, es que si no duerme encima de ellos no pueden protestar.
–VEEEEN, GATITO...
El gatito estaba pasando como de comer m**rd*. Ay, no, que es un gato. El gatito estaba pasando mucho.
Venga, gatito, le dije telepáticamente. Ve de una p*t* vez, que tengo un sueño que me caigo.
Pero el gatito no iba.
Entonces me acordé de que mi madre me había dicho que al gato se le forman tapones de cera en los oídos y lo tienen que llevar al veterinario para que se los quiten, pero se le vuelven a formar.
Es curioso, pensé.
A mi hermano también se le forman tapones de los oídos.
A los dos se les forman tapones en los oídos, los dos son los que más tiempo han vivido con mis padres.
Entonces vi la luz, como la vio Darwin el día que se pasó de parada de metro y acabó en las Galápagos.
¿Y si los tapones de cera de los oídos no son un problema, sino una estrategia evolutiva para adaptarse al ambiente sonoro?
¿Y si mi madre le estaba quitando los tapones al gato (mi hermano se los quita solo) y al hacerlo está interponiéndose en los designios inescrutables de la Madre Naturaleza?
De pronto me sentía muy inquieta y no podía dormir.
O sea, que interponerse en los designios inescrutables de la Madre Naturaleza es una cosa muy seria.
Sobre todo si uno tiene el tono de voz alto, que las placas tectónicas son muy sensibles para lo suyo.
A la mañana siguiente yo estaba hecha m**rd*.
Me levanto con el ojo pegao y me encuentro con mi padre que como siempre se ha levantado como si madrugar fuera lo mejor que le ha pasado en la vida.
–Holahijaquiereszumotehagounzumonoquiereszumopuesyomevoyatomarmizumodesdeluegoyoaquícomprandonaranjasparaqueahoranoquierasesquedesdeluego...
–Mátame.
–¿Qué te pasa?
–He dormido muy poco.
–¿Y eso por qué?
–Porque lo he estado pensando mucho... y creo que la Madre Naturaleza ha sido más generosa con el gato que conmigo.
Como ya sabéis y ZaraJota no para de echarme en cara, estamos pasando una temporada en casa de mis padres por motivos que NO tienen nada que ver con que "alguien" haya quemado la cocina.
A lo largo de las tres últimas semanas hemos probado varias configuraciones nocturnas, hasta que hemos optado por la más cómoda (es un decir): ZaraJota en una cama de ochenta con un niño, y yo en otra cama de ochenta con el otro. Los niños en cuestión nos los vamos turnando porque las patadas voladoras de Nena-chan no son algo que se pueda aguantar muchas noches seguidas.
El caso es que entre unas cosas y otras vamos un poco escasos de sueño y a las nueve estamos que nos caemos por las esquinas y nos retiramos cada uno a nuestros aposentos con el niño que le haya tocado en suerte y el objetivo de estar durmiendo lo antes posible.
Además, así dejamos a mi madre que vea la tele tranquila un rato, se quede gladiator en el sofá o llame a la Tita del Puerto por teléfono.
La Tita del Puerto y mi madre hablan por teléfono casi todas las noches, que es algo que siempre me ha sorprendido porque, con lo alto que hablan las dos, con sacar la cabeza por la ventana tendrían bastante y se ahorrarían pagar la línea.
El caso es que una de estas noches mi madre, muy prudentemente, cerró la puerta del salón para no despertarnos y se puso a hablar con la Tita a gritos.
–HOLA, QUE NO TE HE LLAMADO ANTES PORQUE ESTABA ESPERANDO QUE LOS NIÑOS SE FUERAN A DORMIR.
[–¿YA ESTÁN DURMIENDO?]
Lo pongo entre corchetes porque la respuesta de mi tía no se oía tan bien.
–SÍ, ESTÁN MUY CANSADOS, LOS POBRES.
[–BUENO, PUES HABLA BAJITO.]
–SÍ, SÍ, HE CERRADO LA PUERTA Y TODO.
Llevaban un rato cuando mi padre, que también estaba intentando dormir, decidió hacer una intervención urgente.
–Oye, que me han llamado de la Línea de la Concepción: que repitas lo último que has dicho, que no lo han entendido bien.
–YO NO ESTOY GRITANDO. LO QUE PASA ES QUE TENGO UN TONO DE VOZ ALTO.
–LO QUE TIENES ES UN TORRENTE DE VOZ QUE HAS HECHO SALTAR TRES SISMÓGRAFOS.
–BUENO, PUES YO NO PUEDO HABLAR MÁS BAJO.
–PUES LOS NIÑOS ESTÁN DURMIENDO.
Los c*j*n*s, durmiendo.
–BUENO, PUES CUELGO YA.
–PUES VALE.
–PUES BUENO.
–PUES NADA.
Mis padres se fueron a la cama, todavía rezongándose en tono alto.
Respiré. Los niños no se habían despertado y ya no había peligro de que se despertaran.
–GATITOOO... VEEEEEEEN, BONITOOOO... GATITO...
Mi madre estaba llamando al gato para que se fuera con ella a la cama, que se pasan la vida protestando porque duerme encima de ellos pero claro, es que si no duerme encima de ellos no pueden protestar.
–VEEEEN, GATITO...
El gatito estaba pasando como de comer m**rd*. Ay, no, que es un gato. El gatito estaba pasando mucho.
Venga, gatito, le dije telepáticamente. Ve de una p*t* vez, que tengo un sueño que me caigo.
Pero el gatito no iba.
Entonces me acordé de que mi madre me había dicho que al gato se le forman tapones de cera en los oídos y lo tienen que llevar al veterinario para que se los quiten, pero se le vuelven a formar.
Es curioso, pensé.
A mi hermano también se le forman tapones de los oídos.
A los dos se les forman tapones en los oídos, los dos son los que más tiempo han vivido con mis padres.
Entonces vi la luz, como la vio Darwin el día que se pasó de parada de metro y acabó en las Galápagos.
¿Y si los tapones de cera de los oídos no son un problema, sino una estrategia evolutiva para adaptarse al ambiente sonoro?
¿Y si mi madre le estaba quitando los tapones al gato (mi hermano se los quita solo) y al hacerlo está interponiéndose en los designios inescrutables de la Madre Naturaleza?
De pronto me sentía muy inquieta y no podía dormir.
O sea, que interponerse en los designios inescrutables de la Madre Naturaleza es una cosa muy seria.
Sobre todo si uno tiene el tono de voz alto, que las placas tectónicas son muy sensibles para lo suyo.
A la mañana siguiente yo estaba hecha m**rd*.
Me levanto con el ojo pegao y me encuentro con mi padre que como siempre se ha levantado como si madrugar fuera lo mejor que le ha pasado en la vida.
–Holahijaquiereszumotehagounzumonoquiereszumopuesyomevoyatomarmizumodesdeluegoyoaquícomprandonaranjasparaqueahoranoquierasesquedesdeluego...
–Mátame.
–¿Qué te pasa?
–He dormido muy poco.
–¿Y eso por qué?
–Porque lo he estado pensando mucho... y creo que la Madre Naturaleza ha sido más generosa con el gato que conmigo.
01 abril 2019
La convivencia nunca es fácil
Debido a circunstancias que NO tienen nada que ver con que alguien haya quemado la cocina, ZaraJota, los niños y yo estamos pasando unos días en la casa de mis padres.
Unos días, seis meses... ¿qué más da?
Volver a casa de mis padres me ha resultado muy difícil entre otras cosas porque cada vez que consigo un juego de llaves cambian la cerradura, es una manía tontísima que tienen y que nunca he conseguido entender.
No sé qué de "para que no entres", dicen, pero no acabo de entender a qué se refieren exactamente.
Al final me he agenciado una ganzúa y oye, fenomenal: por más que cambian la cerradura yo entro y salgo sin problemas.
Bueno, algunos problemas sí que han surgido.
La casa de mis padres está fatalmente comunicada con el trabajo de ZaraJota, que ahora se levanta a las 5:30 de la mañana, que es una hora muy buena para bajar a por churros antes de irse, pero ¿cuántas veces creéis que lo ha hecho? NI UNA.
Que se vaya tan temprano tiene sus ventajas porque así deja una cama libre. Y eso está muy bien porque ahora mismo nos repartimos los cuatro (ZaraJota, los dos niños y yo) en dos camas de ochenta (en habitaciones separadas) y una cama inflable que se desinfla cuando alguien se tumba encima, así que la inflamos todas las noches para que no se sienta discriminada pero no la usamos.
Por otra parte mi madre está intentando librarse de nosotros por el simple procedimiento de cebarnos hasta que reventemos. Nos hace primero, segundo y postre en cada comida y cena y claro, yo es que soy muy educada y no puedo decir que no, sobre todo cuando la pobre mujer cocina sin quemar ninguna habitación, que no lo digo por nadie pero hay gente a la que le pasa.
Pero eso no es lo peor.
Lo peor...
Ay...
Lo peor de toda esta situación es...
[se estremece]
QUE MI PADRE SE LEVANTA DE BUEN HUMOR POR LAS MAÑANAS.
Ya está, ya lo he dicho.
No solo eso: DE BUEN HUMOR Y CON GANAS DE HABLAR.
Que lloro.
Y además... ADEMÁS SE LEVANTA A LAS SIETE DE LA MAÑANA, AUNQUE NO ENTRA A TRABAJAR HASTA LAS CUATRO DE LA TARDE.
Un degenerao, mi padre es un degenerao.
Así que yo me levanto a las siete de la mañana, después de haber pasado la noche en una cama de ochenta con dos niños...
Es que los niños se reparten, pero poco.
...y me encuentro a mi padre en el pasillo, sonriendo COMO SI SE PUDIERA SER FELIZ A ESAS HORAS y con ganas de hablar porque lleva toda la noche callado y así no se puede.
–Hola, Lorz, ¿ya te has levantado? Yo me he levantado también, aunque hoy no entro hasta las cuatro, que no sé qué hago levantado a estas horas pero bueno... ¿quieres un zumo? No quedaban naranjas pero ya que estaba levantado he ido corriendo a Valencia, he comprado ocho kilos y he vuelto, que ahora no veas cómo me duelen las rodillas, pero bueno la artrosis es lo que tiene, ¿te hago el zumo o no?
–Que alguien me mate.
–¿Qué?
–No, gracias.
–Pues vaya, si llego a saber que no quieres zumo no habría ido a por las naranjas, que tengo las rodillas fatal de lo mío, pero bueno, ¿quieres otra cosa? ¿Te hago un vaso de leche? Ya que iba a Valencia y me pillaba de camino he estado en Asturias ordeñando vacas.
–Pobres vacas.
–¿Qué?
–No, gracias.
–Desde luego, contigo no hay quien acierte. Bueno, menos mal que tenemos de todo, a ver, ¿qué te hago? ¿Te hago una tostada? ¿Tortitas? ¿Colacao? ¿Solomillo wellington con salsa de menta? ¿Eh? ¿Nada? Venga, algo tendrás que desayunar. ¿Qué quieres? Dímelo y yo te lo hago. ¿Qué quieres?
–¡QUE TE CALLES! ¡QUIERO QUE TE CALLES! ¡POR DIOS! ¡SON LAS SIETE DE LA MAÑANA! ¡NO PUEDES ESTAR DE BUEN HUMOR! ¡NO ES DECENTE!
–Mira que eres borde, desde luego, cualquiera podría pensar que te molesta que esté de buen humor.
Pues mira, ahora que lo mencionas...
Unos días, seis meses... ¿qué más da?
Volver a casa de mis padres me ha resultado muy difícil entre otras cosas porque cada vez que consigo un juego de llaves cambian la cerradura, es una manía tontísima que tienen y que nunca he conseguido entender.
No sé qué de "para que no entres", dicen, pero no acabo de entender a qué se refieren exactamente.
Al final me he agenciado una ganzúa y oye, fenomenal: por más que cambian la cerradura yo entro y salgo sin problemas.
Bueno, algunos problemas sí que han surgido.
La casa de mis padres está fatalmente comunicada con el trabajo de ZaraJota, que ahora se levanta a las 5:30 de la mañana, que es una hora muy buena para bajar a por churros antes de irse, pero ¿cuántas veces creéis que lo ha hecho? NI UNA.
Que se vaya tan temprano tiene sus ventajas porque así deja una cama libre. Y eso está muy bien porque ahora mismo nos repartimos los cuatro (ZaraJota, los dos niños y yo) en dos camas de ochenta (en habitaciones separadas) y una cama inflable que se desinfla cuando alguien se tumba encima, así que la inflamos todas las noches para que no se sienta discriminada pero no la usamos.
Por otra parte mi madre está intentando librarse de nosotros por el simple procedimiento de cebarnos hasta que reventemos. Nos hace primero, segundo y postre en cada comida y cena y claro, yo es que soy muy educada y no puedo decir que no, sobre todo cuando la pobre mujer cocina sin quemar ninguna habitación, que no lo digo por nadie pero hay gente a la que le pasa.
Pero eso no es lo peor.
Lo peor...
Ay...
Lo peor de toda esta situación es...
[se estremece]
QUE MI PADRE SE LEVANTA DE BUEN HUMOR POR LAS MAÑANAS.
Ya está, ya lo he dicho.
No solo eso: DE BUEN HUMOR Y CON GANAS DE HABLAR.
Que lloro.
Y además... ADEMÁS SE LEVANTA A LAS SIETE DE LA MAÑANA, AUNQUE NO ENTRA A TRABAJAR HASTA LAS CUATRO DE LA TARDE.
Un degenerao, mi padre es un degenerao.
Así que yo me levanto a las siete de la mañana, después de haber pasado la noche en una cama de ochenta con dos niños...
Es que los niños se reparten, pero poco.
...y me encuentro a mi padre en el pasillo, sonriendo COMO SI SE PUDIERA SER FELIZ A ESAS HORAS y con ganas de hablar porque lleva toda la noche callado y así no se puede.
–Hola, Lorz, ¿ya te has levantado? Yo me he levantado también, aunque hoy no entro hasta las cuatro, que no sé qué hago levantado a estas horas pero bueno... ¿quieres un zumo? No quedaban naranjas pero ya que estaba levantado he ido corriendo a Valencia, he comprado ocho kilos y he vuelto, que ahora no veas cómo me duelen las rodillas, pero bueno la artrosis es lo que tiene, ¿te hago el zumo o no?
–Que alguien me mate.
–¿Qué?
–No, gracias.
–Pues vaya, si llego a saber que no quieres zumo no habría ido a por las naranjas, que tengo las rodillas fatal de lo mío, pero bueno, ¿quieres otra cosa? ¿Te hago un vaso de leche? Ya que iba a Valencia y me pillaba de camino he estado en Asturias ordeñando vacas.
–Pobres vacas.
–¿Qué?
–No, gracias.
–Desde luego, contigo no hay quien acierte. Bueno, menos mal que tenemos de todo, a ver, ¿qué te hago? ¿Te hago una tostada? ¿Tortitas? ¿Colacao? ¿Solomillo wellington con salsa de menta? ¿Eh? ¿Nada? Venga, algo tendrás que desayunar. ¿Qué quieres? Dímelo y yo te lo hago. ¿Qué quieres?
–¡QUE TE CALLES! ¡QUIERO QUE TE CALLES! ¡POR DIOS! ¡SON LAS SIETE DE LA MAÑANA! ¡NO PUEDES ESTAR DE BUEN HUMOR! ¡NO ES DECENTE!
–Mira que eres borde, desde luego, cualquiera podría pensar que te molesta que esté de buen humor.
Pues mira, ahora que lo mencionas...