No podía dejar esto sin contar.
La maravillosa y fascinante historia
de por qué Lorz no podía parar de reír
mientras paría,
para desconcierto de propios y extraños
Durante los cursos de preparación al parto nos dijeron que el dolor puede controlarse con una respiración adecuada, y nos enseñaron unos ejercicios para practicarla. Como soy muy obediente, estuve practicando todo el verano, por lo general con la ayuda de la niña entonces conocida como Bebé-chan.
A Bebé-chan le encantaban todos los ejercicios preparto: el gato, el ascensor, la campana... Pero por algún motivo desconocido no soportaba los ejercicios de respiración.
Así que cuando yo tomaba aire con fuerza:
-Uuuuuuuuuuuuf...
y luego lo soltaba a intervalos regulares:
-Fu... Fu... Fu...
la niña se cabreaba como una mona:
-¡FU NO! -gritaba-. ¡FU NO!
Y si yo insistía (el ejercicio dura un minuto), Bebé-chan acababa llorando.
-¡NOOOOOOOO! ¡FU NOOOOOOO! ¡POR FAVOOOOOOOR!
Tuve que empezar a hacerlo a escondidas.
Cuando llegó el momento de la verdad nada me impedía hacer Fu a gusto; en cuanto las contracciones empezaron a subir de intensidad yo empecé a tomar aire con fuerza... lo retenía un momento... y después lo soltaba, controlado y regular: Fu... Fu... Fu
-Lorz -me dijo ZaraJota, cuando ya llevaba un rato fufeando-. FU NO. FU NO.
Así fue como empezaron los ataques de risa, que son maravillosos, porque cuando te ríes las contracciones no duelen. Lo que pasa es que se te descoloca el cinturón del monitor, no quedan bien registradas, y las matronas se piensan que no están subiendo de intensidad, y cuando les explicas que sí, te dicen que si estuvieran subiendo no te reirías tanto, y a ver cómo les explicas que te ríes porque has hecho Fu. ¡Que lo mismo te quitan la custodia del niño antes de que nazca!
Después de varios incidentes con el Fu decidí cambiarlo por un gemidito.
Tomaba aire con fuerza... lo retenía un momento... y después lo soltaba, controlado y regular: Mmmmmf... Mmmmf... Mmmmmf...
El resultado era bastante pornográfico, para qué nos vamos a engañar.
-Ya no sabes qué hacer para provocarme -me dijo ZaraJota.
-Uy, pues si además te digo que no llevo bragas...
-¡Ya está, vamos a tener que jugar al parchís ahora mismo!
-¿Jugar al parchís? ¡Será jugar a los médicos!
Cuando la matrona volvió a entrar nos estábamos riendo otra vez.
-Me da que esto no está haciendo nada -dijo, mirando acusadoramente al gotero.
Entonces ZaraJota y yo dejamos de decir estupideces.
Bueno, un rato.
La cosa se estaba poniendo seria y empezaba a doler, y como no podía ni hacer Fu ni gemir empecé a sacar la lengua. Por entretenerme con algo, supongo.
-¿Qué puedo hacer? -me preguntó ZaraJota con su cara de preocupado.
-Distráeme. Dame conversación.
-Eh... -todo el que conoce a ZaraJota sabe que la conversación no es precisamente su punto fuerte-. Pues sí, pues sí...
-¡Pues no, pues no!
-Joooo... es que me cuesta mucho hablar.
-¿Más de lo que me va a costar a mí expulsar a tu hijo DE MÁS DE TRES KILOS por mi vagina?
-Probablemente.
-Si lo llego a saber te habría preparado una lista con temas de conversación. "El tiempo", "Belén Esteban", "Las tendencias alcistas de la producción de trigo en Polonia durante el siglo XIX"... Lo que sea.
-Bueno... yo me había preparado un par de cosas por si tenía que distraerte. Pero no creo que quieras verlas justo ahora.
-¿Por qué no? Sí que quiero. Enséñamelas.
-Pues por ejemplo tengo esto:
Cuando la matrona volvió a entrar no estábamos riendo otra vez.
Al final, Bebé-kun nació casi doce horas antes de lo previsto. Las matronas nos dijeron que era porque habíamos tenido una actitud "positiva". Para que luego digan que los ejercicios de preparación al parto no sirven de nada.
Pd: no hemos encontrado la fuente de la foto; es una penita porque me encanta y creo que merece todo el crédito del mundo.
28 septiembre 2015
24 septiembre 2015
Operación Timey Wimey, 5 y ya
Previously in Lorz...
Lo del culo. Sí, otra vez. Las historias de partos es lo que tienen.
Es una verdad universalmente reconocida que las mujeres solo se dejan fecundar con un objetivo: para poder pasar el resto de su vida contando batallitas del parto. Esta entrada está dedicada a las mías.
Avisado estáis.
Pues la cosa fue más o menos así:
A las nueve de la mañana me colocaron en el brazo un gotero con oxitocina, que es una hormona (creo) que tiene la gracia de provocar contracciones, aumentar su potencia, y acelerar el parto.
Resumiendo: la oxitocina es redbull para el útero.
Pero la matrona no era tan optimista.
-Esto va para largo -dijo.
-¿Puedo irme a desayunar? -le preguntó ZaraJota.
-Claro, vete, tienes tiempo de sobra.
-¿Yo también puedo? -pregunté.
-No, tú no.
Mierda, casi cuela...
-No te preocupes, Lorz, me tomo un cafelito rápido y vengo.
ZaraJota tiene la costumbre de desayunar un colacao o un café sin nada más y a media mañana se le pone una cara de mustio que no puede con ella.
-Haz el favor de desayunar bien -le dije-, que luego te quedas con hambre.
-Pues si me da hambre salgo luego.
-De eso nada, que no sabemos luego cómo va a estar la cosa. ¿Y si a la hora de comer estamos en plena faena, qué? ¿Te vas a ir a comer?
-No, claro.
-Pues haz el favor de comer, que con este calor y en ayunas eres capaz de marearte. Y que sepas que si te desmayas durante el parto ahí te quedas hasta que acabemos. ¿verdad, señora matrona?
-Nosotras estamos a lo que estamos -confirmó la matrona.
-Está bien.
ZaraJota se fue a desayunar y al rato volvió afirmando que se había tomado un café y un bikini, porque lleva diez años en Madrid y todavía lo no lo hemos civilizado lo suficiente como para que diga "sangüish mijto".
Entonces fue cuando ocurrió el incidente de las camisetas. Y a continuación mi familia llegó al hospital y ZaraJota salió a verles para que no sospecharan que estábamos de parto, y de paso recoger la camiseta limpia que mi madre le había traído.
Mi madre, muy sensata ella, había escogido una camiseta azul marino, muy discretita, muy limpia y muy planchadita. Desgraciadamente, su gato la había escogido también, pero para dormir la siesta, porque las camisetas recién lavaditas y planchaditas son las más cómodas. Y ya se sabe lo que pasa con los gatos: si son negros, toda la ropa clara va siempre cubierta de pelos negros, y si son blancos, toda la ropa oscura va siempre cubierta de pelos blancos. Mis padres, que son muy previsores, se buscaron un gato gris: así los pelos se ven perfectamente sobre todos los colores.
Resumiendo: la camiseta azul marino estaba cubierta por completo de pelos de gato.
En serio.
Era como un kiwi hecho camiseta.
Intenté quitar los pelos con la mano, pero lo único que conseguí fue cargarlos de electricidad estática y que fueran más difíciles de quitar.
Su fruta madre...
-Bueno, no pasa nada, luego me pondrán una de esas batas verdes, ¿no?
-Eso espero.
Para entones ya tenía unas contracciones de lo más interesantes. Pero no me servían de nada porque... a ver cómo lo explico. Soy de risa fácil. Lo soy en condiciones normales, pero también en condiciones anormales. Para mi desgracia, cuando estoy tensa, nerviosa, asustada o dolorida también me entra la risa. No lo puedo evitar. Esto tiene su lado bueno: en las entrevistas y exámenes orales siempre parezco tranquila y a mis anchas. También tiene su lado malo: algunas personas se lo toman como desinterés o falta de respeto. Y la matrona no se lo tomó precisamente por el lado bueno.
-Mucho te ríes tú para que te esté doliendo -me decía.
Y el mensaje era: si no te duele es que no tienes contracciones, si no tienes contracciones es que la oxitocina no te está haciendo efecto, y si la oxitocina no te hace efecto tenemos un problema.
Uno de los gordos.
Entonces se acercaba al gotero, le metía un meneo, empezaba a caer más y yo veía las estrellas, me reía más y no avanzábamos nada, hasta que decidió "echarme un vistazo" y cambió bruscamente de opinión.
-Si quieres la epidural hay que ponértela YA -anunció.
-¡Quiero! ¡Quiero!
Entonces hicieron salir a ZaraJota de la habitación, entró el anestesista, y empezamos con la acrobacia cirquense.
Resulta que para ponerte la epidural tienes que sentarte muy recta, encorvarte sobre ti misma para que las vértebras se marquen claramente en tu espalda, y después mantenerte inmóvil mientras te pinchan.
Fácil, ¿eh?
Ahora imagina que estás en bolas, con tubos por todas partes, una compresa que debes sujetar entre las piernas, una barriga el tamaño de Júpiter y contracciones. Y, por si esto no fuera poco, añade ciertos... problemas personales.
-No te encuentro la columna -me dijo el anestesista.
-¿No estoy bien colocada?
-No, no, es por la grasa.
-Eh... gracias.
-A ver, inclínate más... Ay... es que tienes una escoliosis tremenda. A ver... no . Y ahora... no. Voy a intentarlo una vez más...
El anestesista se disculpó. Me dijo que tenía tal escoliosis que la única forma era ir probando hasta atinar con el punto.
-Tú pincha todo lo que haga falta, pero la epidural me la pones cueste lo que cueste.
Y eso hizo.
Hasta que de pronto noté que se incorporaba.
-Estoooo... tú no tendrás sida, ¿verdad?
-No, ¿por?
-Nada, nada. Que me he pinchado yo.
-¡De eso nada! ¡Que la epidural es para mí!
-Voy a llamar a mi compañera a ver si ella puede.
-¿Y si no puede?
-No te preocupes: esto es como abrir un bote de mayonesa: te tiras horas intentándolo, y luego el primero que pasa lo abre sin esfuerzo.
Y así fue. Entre tanto, yo había conseguido perder la compresa y que se me soltara la vía. Entre eso y el autopinchazo del anestesista, cuando ZaraJota entró a la habitación las sábanas estaban llenas de sangre.
-¿PERO QUÉ HA PASADO AQUÍ?
-No te preocupes, no es toda mía.
-¿Y se supone que eso me tiene que tranquilizar?
Me cambiaron toda la ropa de cama y me dijeron que me echara la siesta.
-Y tú aprovecha para irte a comer -le dijeron a ZaraJota.
-¡Pero no puedo dejarla así!
-Si quieres puedes comprarte un bocadillo y comértelo aquí.
Yo estaba alucinando.
-Y UN GÜEVO VAS A COMERTE UN BOCADILLO EN MI CARA MIENTRAS ESTOY DE PARTO.
Que llevo en ayunas desde ayer, coñoyá.
ZaraJota se fue a comer. Cuando volvió, yo estaba sudando como un pollo. Hacía muchísimo calor.
-¿Me abanicas?
ZaraJota sacó el abanico de mi abuela y empezó a darme airecito con tan poco gracia que le acabé quitando el abanico. ¿Por qué los hombres no saben abanicar? En serio, no es tan complicado. Mira Locomía.
Visto el éxito, cambiamos el abanico por un trapito empapado en agua que me ponía en la frente de vez en cuando. Cuando volvió la matrona, le pedí permiso para beber agua.
-¡Solo sorbitos pequeños! -me advirtió.
-Sí, sí. Es que tengo calor.
La matrona me miró de arriba a abajo.
-¿Y por qué estás tapada con la colcha?
-Eh...
La parte positiva es que así me di cuenta de que, efectivamente, la epidural había empezado a hacerme efecto.
Al rato la matrona volvió para explorarme. Otra vez. A esas alturas yo ya me sentía como el puto río Congo.
-Todo va bien, pero el niño no ha entrado en el canal de parto. Vamos a tener que sacarlo con unas ventosas. Voy a prepararlo todo y ahora vengo.
-¿Y yo qué hago? -pregunté. Que lo mismo podía ayudar dándome golpecitos en la cabeza, tipo bote de ketchup.
-Nada.
-Es que tengo ganas de empujar.
-Bueno, pues empuja, que mal no te puede hacer.
Se fue a por las ventosas y cuando volvió a asomarse a mis bajos se le cambió la cara.
-¡QUE YA ESTÁ AQUÍ! ¡QUE LE VEO EL PELITO!
-No puede ser -le dije-. Nadie en mi familia ha parido un niño con pelo desde que el mundo es mundo.
Pero ya no me hacían caso. De pronto había un montón de gente desmontando partes de la cama y montando otras. Una señora me bañó en un líquido rosa.
-Es desinfectamente -me dijo.
Otra me colocó una especie de manta verde en las piernas.
-Es aséptica -me dijo.
ZaraJota me agarró la mano, y yo miré la camiseta llena de pelos de gato.
Ay, dios... Tiene pelos como para rellenar un colchón.
¿No le van a poner una bata verde ni nada?
¿Será que lo van a echar?
ZaraJota se aferró a mi mano y se concentró en poner cara de "yo no llevo una camiseta cubierta de pelos de gato". Lo debía estar haciendo muy bien: nadie parecía fijarse en él.
-Bueno -dijo la matrona-, a ver si podemos hacer esto nosotras y no hace falta meter a "los hombres".
Los hombres, ya lo sabía yo, eran los ginecólogos, y yo era la última interesada en que intervinieran, así que cuando me dijeron que agarrara la barra la agarré, cuando me dijeron que intentara arrancarla lo intenté, y cuando me dijeron que me metiera los dedos en la vagina para tocar la cabeza del niño... me negué en redondo. Que una tiene un límite.
-¡Que sí, boba, verás lo cerca que está!
Ay, lo que tiene que hacer una poco los hijos...
Y obedecí.
Ostras.
Que está ahí mismo. ¡Esto está hecho!
Entonces la matrona se volvió a ZaraJota.
-¿Quieres tocar tú? -le preguntó.
Yo miré de reojo la camiseta llena de pelos.
"Que diga que no, que diga que no..."
-No, gracias. Quizá en otra ocasión.
Volví a mirarle de reojo y le mandé un mensaje telepático.
"¿En otra ocasión? ¿EN OTRA OCASIÓN?"
"¡Que me he liao! ¡Que estoy muy nervioso!"
La matrona interrumpió nuestra conversación telepática para anunciarnos que iba a tener que recurrir a la episeotomía, que es un cortecito que se hace en una parte muy delicada del organismo para evitar que se rompa accidentalmente y sea peor.
-Claro, claro, lo que haga falta -le dije.
Entonces fue cuando me di cuenta de que la epidural no había quedado bien puesta, y solo tenía dormidas algunas partes del cuerpo, y no precisamente la más importantes para el proceso.
En fin. No voy a entrar en detalles. Lo importante es que Bebé-kun salió rápido y bien.
Me lo pusieron encima, con su olor a barquillos de vainilla y los ojitos muy abiertos, y las enfermeras le colocaron un gorrito sospechosamente parecido a las redes para los garbanzos del puchero.
Con el hambre que yo tenía, ya son ganas de provocar.
Nos dijeron que teníamos que estar dos horas "en observación", y nos dejaron solos para que descansáramos.
Aprovechamos para llamar a mis padres, lo que, ahora que lo pienso, igual era un poco incoherente.
-Hola -les dije-. ¿Está por ahí Bebé-chan?
Obsérvese que todavía era Bebé-chan por entonces.
-Sí.
-Que se ponga.
-Espera, que le pongo el manos libres... Dile hola a mamá.
-HOLA MAMÁ.
-Hola piojito. Soy mamá. ¿Y sabes quién está conmigo? El hermanito, que ya ha salido.
Entonces oí de fondo la voz de mi padre.
-¿Y CUÁNDO NOS LO PENSABAS DECIR?
Uy, uy, que para mí que mis padres empiezan a sospechar algo.
Fin.
Lo del culo. Sí, otra vez. Las historias de partos es lo que tienen.
Es una verdad universalmente reconocida que las mujeres solo se dejan fecundar con un objetivo: para poder pasar el resto de su vida contando batallitas del parto. Esta entrada está dedicada a las mías.
Avisado estáis.
Pues la cosa fue más o menos así:
A las nueve de la mañana me colocaron en el brazo un gotero con oxitocina, que es una hormona (creo) que tiene la gracia de provocar contracciones, aumentar su potencia, y acelerar el parto.
Resumiendo: la oxitocina es redbull para el útero.
Pero la matrona no era tan optimista.
-Esto va para largo -dijo.
-¿Puedo irme a desayunar? -le preguntó ZaraJota.
-Claro, vete, tienes tiempo de sobra.
-¿Yo también puedo? -pregunté.
-No, tú no.
Mierda, casi cuela...
-No te preocupes, Lorz, me tomo un cafelito rápido y vengo.
ZaraJota tiene la costumbre de desayunar un colacao o un café sin nada más y a media mañana se le pone una cara de mustio que no puede con ella.
-Haz el favor de desayunar bien -le dije-, que luego te quedas con hambre.
-Pues si me da hambre salgo luego.
-De eso nada, que no sabemos luego cómo va a estar la cosa. ¿Y si a la hora de comer estamos en plena faena, qué? ¿Te vas a ir a comer?
-No, claro.
-Pues haz el favor de comer, que con este calor y en ayunas eres capaz de marearte. Y que sepas que si te desmayas durante el parto ahí te quedas hasta que acabemos. ¿verdad, señora matrona?
-Nosotras estamos a lo que estamos -confirmó la matrona.
-Está bien.
ZaraJota se fue a desayunar y al rato volvió afirmando que se había tomado un café y un bikini, porque lleva diez años en Madrid y todavía lo no lo hemos civilizado lo suficiente como para que diga "sangüish mijto".
Entonces fue cuando ocurrió el incidente de las camisetas. Y a continuación mi familia llegó al hospital y ZaraJota salió a verles para que no sospecharan que estábamos de parto, y de paso recoger la camiseta limpia que mi madre le había traído.
Mi madre, muy sensata ella, había escogido una camiseta azul marino, muy discretita, muy limpia y muy planchadita. Desgraciadamente, su gato la había escogido también, pero para dormir la siesta, porque las camisetas recién lavaditas y planchaditas son las más cómodas. Y ya se sabe lo que pasa con los gatos: si son negros, toda la ropa clara va siempre cubierta de pelos negros, y si son blancos, toda la ropa oscura va siempre cubierta de pelos blancos. Mis padres, que son muy previsores, se buscaron un gato gris: así los pelos se ven perfectamente sobre todos los colores.
Resumiendo: la camiseta azul marino estaba cubierta por completo de pelos de gato.
En serio.
Era como un kiwi hecho camiseta.
Intenté quitar los pelos con la mano, pero lo único que conseguí fue cargarlos de electricidad estática y que fueran más difíciles de quitar.
Su fruta madre...
-Bueno, no pasa nada, luego me pondrán una de esas batas verdes, ¿no?
-Eso espero.
Para entones ya tenía unas contracciones de lo más interesantes. Pero no me servían de nada porque... a ver cómo lo explico. Soy de risa fácil. Lo soy en condiciones normales, pero también en condiciones anormales. Para mi desgracia, cuando estoy tensa, nerviosa, asustada o dolorida también me entra la risa. No lo puedo evitar. Esto tiene su lado bueno: en las entrevistas y exámenes orales siempre parezco tranquila y a mis anchas. También tiene su lado malo: algunas personas se lo toman como desinterés o falta de respeto. Y la matrona no se lo tomó precisamente por el lado bueno.
-Mucho te ríes tú para que te esté doliendo -me decía.
Y el mensaje era: si no te duele es que no tienes contracciones, si no tienes contracciones es que la oxitocina no te está haciendo efecto, y si la oxitocina no te hace efecto tenemos un problema.
Uno de los gordos.
Entonces se acercaba al gotero, le metía un meneo, empezaba a caer más y yo veía las estrellas, me reía más y no avanzábamos nada, hasta que decidió "echarme un vistazo" y cambió bruscamente de opinión.
-Si quieres la epidural hay que ponértela YA -anunció.
-¡Quiero! ¡Quiero!
Entonces hicieron salir a ZaraJota de la habitación, entró el anestesista, y empezamos con la acrobacia cirquense.
Resulta que para ponerte la epidural tienes que sentarte muy recta, encorvarte sobre ti misma para que las vértebras se marquen claramente en tu espalda, y después mantenerte inmóvil mientras te pinchan.
Fácil, ¿eh?
Ahora imagina que estás en bolas, con tubos por todas partes, una compresa que debes sujetar entre las piernas, una barriga el tamaño de Júpiter y contracciones. Y, por si esto no fuera poco, añade ciertos... problemas personales.
-No te encuentro la columna -me dijo el anestesista.
-¿No estoy bien colocada?
-No, no, es por la grasa.
-Eh... gracias.
-A ver, inclínate más... Ay... es que tienes una escoliosis tremenda. A ver... no . Y ahora... no. Voy a intentarlo una vez más...
El anestesista se disculpó. Me dijo que tenía tal escoliosis que la única forma era ir probando hasta atinar con el punto.
-Tú pincha todo lo que haga falta, pero la epidural me la pones cueste lo que cueste.
Y eso hizo.
Hasta que de pronto noté que se incorporaba.
-Estoooo... tú no tendrás sida, ¿verdad?
-No, ¿por?
-Nada, nada. Que me he pinchado yo.
-¡De eso nada! ¡Que la epidural es para mí!
-Voy a llamar a mi compañera a ver si ella puede.
-¿Y si no puede?
-No te preocupes: esto es como abrir un bote de mayonesa: te tiras horas intentándolo, y luego el primero que pasa lo abre sin esfuerzo.
Y así fue. Entre tanto, yo había conseguido perder la compresa y que se me soltara la vía. Entre eso y el autopinchazo del anestesista, cuando ZaraJota entró a la habitación las sábanas estaban llenas de sangre.
-¿PERO QUÉ HA PASADO AQUÍ?
-No te preocupes, no es toda mía.
-¿Y se supone que eso me tiene que tranquilizar?
Me cambiaron toda la ropa de cama y me dijeron que me echara la siesta.
-Y tú aprovecha para irte a comer -le dijeron a ZaraJota.
-¡Pero no puedo dejarla así!
-Si quieres puedes comprarte un bocadillo y comértelo aquí.
Yo estaba alucinando.
-Y UN GÜEVO VAS A COMERTE UN BOCADILLO EN MI CARA MIENTRAS ESTOY DE PARTO.
Que llevo en ayunas desde ayer, coñoyá.
ZaraJota se fue a comer. Cuando volvió, yo estaba sudando como un pollo. Hacía muchísimo calor.
-¿Me abanicas?
ZaraJota sacó el abanico de mi abuela y empezó a darme airecito con tan poco gracia que le acabé quitando el abanico. ¿Por qué los hombres no saben abanicar? En serio, no es tan complicado. Mira Locomía.
Visto el éxito, cambiamos el abanico por un trapito empapado en agua que me ponía en la frente de vez en cuando. Cuando volvió la matrona, le pedí permiso para beber agua.
-¡Solo sorbitos pequeños! -me advirtió.
-Sí, sí. Es que tengo calor.
La matrona me miró de arriba a abajo.
-¿Y por qué estás tapada con la colcha?
-Eh...
La parte positiva es que así me di cuenta de que, efectivamente, la epidural había empezado a hacerme efecto.
Al rato la matrona volvió para explorarme. Otra vez. A esas alturas yo ya me sentía como el puto río Congo.
-Todo va bien, pero el niño no ha entrado en el canal de parto. Vamos a tener que sacarlo con unas ventosas. Voy a prepararlo todo y ahora vengo.
-¿Y yo qué hago? -pregunté. Que lo mismo podía ayudar dándome golpecitos en la cabeza, tipo bote de ketchup.
-Nada.
-Es que tengo ganas de empujar.
-Bueno, pues empuja, que mal no te puede hacer.
Se fue a por las ventosas y cuando volvió a asomarse a mis bajos se le cambió la cara.
-¡QUE YA ESTÁ AQUÍ! ¡QUE LE VEO EL PELITO!
-No puede ser -le dije-. Nadie en mi familia ha parido un niño con pelo desde que el mundo es mundo.
Pero ya no me hacían caso. De pronto había un montón de gente desmontando partes de la cama y montando otras. Una señora me bañó en un líquido rosa.
-Es desinfectamente -me dijo.
Otra me colocó una especie de manta verde en las piernas.
-Es aséptica -me dijo.
ZaraJota me agarró la mano, y yo miré la camiseta llena de pelos de gato.
Ay, dios... Tiene pelos como para rellenar un colchón.
¿No le van a poner una bata verde ni nada?
¿Será que lo van a echar?
ZaraJota se aferró a mi mano y se concentró en poner cara de "yo no llevo una camiseta cubierta de pelos de gato". Lo debía estar haciendo muy bien: nadie parecía fijarse en él.
-Bueno -dijo la matrona-, a ver si podemos hacer esto nosotras y no hace falta meter a "los hombres".
Los hombres, ya lo sabía yo, eran los ginecólogos, y yo era la última interesada en que intervinieran, así que cuando me dijeron que agarrara la barra la agarré, cuando me dijeron que intentara arrancarla lo intenté, y cuando me dijeron que me metiera los dedos en la vagina para tocar la cabeza del niño... me negué en redondo. Que una tiene un límite.
-¡Que sí, boba, verás lo cerca que está!
Ay, lo que tiene que hacer una poco los hijos...
Y obedecí.
Ostras.
Que está ahí mismo. ¡Esto está hecho!
Entonces la matrona se volvió a ZaraJota.
-¿Quieres tocar tú? -le preguntó.
Yo miré de reojo la camiseta llena de pelos.
"Que diga que no, que diga que no..."
-No, gracias. Quizá en otra ocasión.
Volví a mirarle de reojo y le mandé un mensaje telepático.
"¿En otra ocasión? ¿EN OTRA OCASIÓN?"
"¡Que me he liao! ¡Que estoy muy nervioso!"
La matrona interrumpió nuestra conversación telepática para anunciarnos que iba a tener que recurrir a la episeotomía, que es un cortecito que se hace en una parte muy delicada del organismo para evitar que se rompa accidentalmente y sea peor.
-Claro, claro, lo que haga falta -le dije.
Entonces fue cuando me di cuenta de que la epidural no había quedado bien puesta, y solo tenía dormidas algunas partes del cuerpo, y no precisamente la más importantes para el proceso.
En fin. No voy a entrar en detalles. Lo importante es que Bebé-kun salió rápido y bien.
Me lo pusieron encima, con su olor a barquillos de vainilla y los ojitos muy abiertos, y las enfermeras le colocaron un gorrito sospechosamente parecido a las redes para los garbanzos del puchero.
Con el hambre que yo tenía, ya son ganas de provocar.
Nos dijeron que teníamos que estar dos horas "en observación", y nos dejaron solos para que descansáramos.
Aprovechamos para llamar a mis padres, lo que, ahora que lo pienso, igual era un poco incoherente.
-Hola -les dije-. ¿Está por ahí Bebé-chan?
Obsérvese que todavía era Bebé-chan por entonces.
-Sí.
-Que se ponga.
-Espera, que le pongo el manos libres... Dile hola a mamá.
-HOLA MAMÁ.
-Hola piojito. Soy mamá. ¿Y sabes quién está conmigo? El hermanito, que ya ha salido.
Entonces oí de fondo la voz de mi padre.
-¿Y CUÁNDO NOS LO PENSABAS DECIR?
Uy, uy, que para mí que mis padres empiezan a sospechar algo.
Fin.
21 septiembre 2015
Japiberdei tu bebechan
Interrumpimos la emisión porque hoy, 21 de septiembre de 2015, Bebé-chan cumple tres añazos y es oficialmente ascendida a Nena-chan.
Para celebrarlo, vamos a hacer un concurso.
¿Preparados?
Como sabéis, los estudios de cine y televisión tienen expertos en publicidad, márketing y estudios de mercado que les ayudan a decidir qué títulos poner a sus producciones.
ABebé-chan Nena-chan estas decisiones le importan un pimiento: ella llama a las cosas como le da la gana, y a veces adivinar lo que está pidiendo es bastante complicadito.
Y de eso va el concurso:
Bebé-chan Nena-chan regala un libro del #Lorzfunding a la primera persona o persono que envíe un mail a lorzagirl@gmail.com con los títulos oficiales de las siguientes películas, series y programas de la tele:
1. Letigó
2. El papá de la princhesita
3. Angüisin (antes conocida como Cacabebes)
4. La película de la rana
5. Tele-Dudo
6. Tetera café
7. Señorita tiene pie grande, tiene pie pequeño
8. Bajo del mar
9. Los banana
10. Niños cochina
11. Epidermán
12. Pingüinos cantan
13. Llora Llora
14. Perro que corre
En caso de que nadie acierte todos, el ganador será el primero que acierte más.
Y si el ganador lo prefiere, en lugar de libro le enviaremos una camiseta.
¿Está claro?
¡Mucha suerte y que gane el más rápido!
Pd: Hemos deshabilitado temporalmente los comentarios para evitar trampucias. Los volveremos a activar en cuanto tengamos un ganador. Para cualquier duda os podéis dirigir a lorzagirl@gmail.com
EDITADO 22/09/2015
El plazo para participar ha finalizado.
En breve nos pondremos en contacto con el ganador y haremos públicas las respuestas.
EDITADO 22/09/2015, UN PAR DE CAMBIOS DE PAÑALES MÁS TARDE
Lo primero, las respuestas correctas.
1. Letigó
Si tienes que ver Frozen unas quinientas veces al día, al menos que sea en la versión de Idina Menzel.
2. El papá de la princesita
Cualquiera de Star Wars en la que salga Darth Vader, el papá de la princesita.
3. Angüisin (antes conocida como Bancabebés)
Lo de Nena-chan con Blancanieves fue amor a primera vista, y aunque después hemos pasado rachas de Frozen o de Enredados, siempre acabamos volviendo al clásico, que empezó llamando Cacabebés, luego Bancabebés, y ahora ha evolucionado a Angüisin.
Blancanieves, por la primera canción que canta la susodicha mientras la acosa el príncipe stalker.
4. La película de la rana
Enredados. Ya no sabemos cómo explicarle que es un puñetero camaleón.
5. Teledudo
El centro del universo es un lugar excavado en la roca y llamado Fraggle Rock. Y Dudo es el fraggle que más mola de todos, aunque solo sea porque es el único del que tenemos peluche.
6. Tetera café
La bella y la bestia. La nena tiene claro dónde estaba el talento en esa película.
7. Señorita tiene pie grande, tiene pie pequeño
Cenicienta.
8. Bajo del mar
La Sirenita, a pesar de que jamás ha oído la canción en castellano.
9. Los banana
Cualquiera en la que salgan minions, por razones obvias.
10. Niños cochina
Masterchef en cualquiera de sus ediciones, incluida la junior y el espanto de Cocineros al volante.
11. Epidermán
Spíderman. Cualquiera de ellas. no creo que haya visto más de cinco minutos de ninguna, pero eso es lo de menos. Le encanta Spiderman: tiene uno tamaño Gi-Joe y otro tamaño pinipón: dice que son Epidermán Mamá y Epidermán Bebé. Por suerte para mi salud mental, Epidermán Mamá no ha oído hablar de los beneficios de la lactancia materna y alimenta a su vástago con biberón.
12. Pingüinos cantan
Happy feet, aunque técnicamente va de un pingüino que no puede cantar.
13. Llora llora
Dora, Dora, Dora
La exploradoooora...
Pero Nena-chan prefiere cantar
Llora, llora, llora
la exploradoooooora...
y es raro, porque cada vez que sale en la tele la que llora soy yo.
14. Perro que corre
Bolt.
¿Por qué? Ni idea. Como bien ha dicho uno de los participantes, "hay muchas películas de perros que corren". De hecho, los perros no pueden hacer mucho más que correr, ladrar y olerse el trasero unos a otros. Pero para Nena-chan el perro que corre es solo Bolt.
Gracias a todos por participar.
Vuestras respuestas han sido muy... interesantes. Sí. Eso.
Preocupantes, también, en algún caso. Pero bueno, yo no soy nadie para criticar: a fin de cuentas soy la que le ponía Spiderman a una niña de dos años.
En fin.
No ha habido ningún participante que acertara las 14 películas (ahí si que me habría empezado a preocupar de verdad por vuestra salud mental).
En cambio, sí que tenemos una acertante de 12. Asegura que ha sido por casualidad, y por tanto su estado mental no supone ningún peligro para las personas que le rodean...
En cualquier caso, enhorabuena, ¡en breve nos pondremos en contacto contigo para hacerte llegar el premio!
PD. vuelvo a activar los comentarios, aunque me dais un miedo...
Para celebrarlo, vamos a hacer un concurso.
¿Preparados?
Como sabéis, los estudios de cine y televisión tienen expertos en publicidad, márketing y estudios de mercado que les ayudan a decidir qué títulos poner a sus producciones.
A
Y de eso va el concurso:
1. Letigó
2. El papá de la princhesita
3. Angüisin (antes conocida como Cacabebes)
4. La película de la rana
5. Tele-Dudo
6. Tetera café
7. Señorita tiene pie grande, tiene pie pequeño
8. Bajo del mar
9. Los banana
10. Niños cochina
11. Epidermán
12. Pingüinos cantan
13. Llora Llora
14. Perro que corre
En caso de que nadie acierte todos, el ganador será el primero que acierte más.
Y si el ganador lo prefiere, en lugar de libro le enviaremos una camiseta.
¿Está claro?
¡Mucha suerte y que gane el más rápido!
Pd: Hemos deshabilitado temporalmente los comentarios para evitar trampucias. Los volveremos a activar en cuanto tengamos un ganador. Para cualquier duda os podéis dirigir a lorzagirl@gmail.com
EDITADO 22/09/2015
El plazo para participar ha finalizado.
En breve nos pondremos en contacto con el ganador y haremos públicas las respuestas.
EDITADO 22/09/2015, UN PAR DE CAMBIOS DE PAÑALES MÁS TARDE
Lo primero, las respuestas correctas.
1. Letigó
Si tienes que ver Frozen unas quinientas veces al día, al menos que sea en la versión de Idina Menzel.
2. El papá de la princesita
Cualquiera de Star Wars en la que salga Darth Vader, el papá de la princesita.
3. Angüisin (antes conocida como Bancabebés)
Lo de Nena-chan con Blancanieves fue amor a primera vista, y aunque después hemos pasado rachas de Frozen o de Enredados, siempre acabamos volviendo al clásico, que empezó llamando Cacabebés, luego Bancabebés, y ahora ha evolucionado a Angüisin.
Blancanieves, por la primera canción que canta la susodicha mientras la acosa el príncipe stalker.
4. La película de la rana
Enredados. Ya no sabemos cómo explicarle que es un puñetero camaleón.
5. Teledudo
El centro del universo es un lugar excavado en la roca y llamado Fraggle Rock. Y Dudo es el fraggle que más mola de todos, aunque solo sea porque es el único del que tenemos peluche.
6. Tetera café
La bella y la bestia. La nena tiene claro dónde estaba el talento en esa película.
7. Señorita tiene pie grande, tiene pie pequeño
Cenicienta.
8. Bajo del mar
La Sirenita, a pesar de que jamás ha oído la canción en castellano.
9. Los banana
Cualquiera en la que salgan minions, por razones obvias.
10. Niños cochina
Masterchef en cualquiera de sus ediciones, incluida la junior y el espanto de Cocineros al volante.
11. Epidermán
Spíderman. Cualquiera de ellas. no creo que haya visto más de cinco minutos de ninguna, pero eso es lo de menos. Le encanta Spiderman: tiene uno tamaño Gi-Joe y otro tamaño pinipón: dice que son Epidermán Mamá y Epidermán Bebé. Por suerte para mi salud mental, Epidermán Mamá no ha oído hablar de los beneficios de la lactancia materna y alimenta a su vástago con biberón.
12. Pingüinos cantan
Happy feet, aunque técnicamente va de un pingüino que no puede cantar.
13. Llora llora
Dora, Dora, Dora
La exploradoooora...
Pero Nena-chan prefiere cantar
Llora, llora, llora
la exploradoooooora...
y es raro, porque cada vez que sale en la tele la que llora soy yo.
14. Perro que corre
Bolt.
¿Por qué? Ni idea. Como bien ha dicho uno de los participantes, "hay muchas películas de perros que corren". De hecho, los perros no pueden hacer mucho más que correr, ladrar y olerse el trasero unos a otros. Pero para Nena-chan el perro que corre es solo Bolt.
Gracias a todos por participar.
Vuestras respuestas han sido muy... interesantes. Sí. Eso.
Preocupantes, también, en algún caso. Pero bueno, yo no soy nadie para criticar: a fin de cuentas soy la que le ponía Spiderman a una niña de dos años.
En fin.
No ha habido ningún participante que acertara las 14 películas (ahí si que me habría empezado a preocupar de verdad por vuestra salud mental).
En cambio, sí que tenemos una acertante de 12. Asegura que ha sido por casualidad, y por tanto su estado mental no supone ningún peligro para las personas que le rodean...
En cualquier caso, enhorabuena, ¡en breve nos pondremos en contacto contigo para hacerte llegar el premio!
PD. vuelvo a activar los comentarios, aunque me dais un miedo...
17 septiembre 2015
Operación Timey Wimey, 4
Previously in Lorz...
Lo del culo.
El equipo médico al completo me había dejado claro que lo mejor que podía hacer para acelerar el parto era relajarme y disfrutar. Me dieron incluso una explicación médica, pero como no me acuerdo he pensado que mejor me invento una:
Resulta que si el embarazo empieza exactamente como comenzó, te dan puntos de feng shui y luego puedes cambiarlos por un ipad.
Por ejemplo.
Para garantizar que nadie venía a aturdirnos con su amor, ZaraJota y yo pusimos en marcha la Operación Timey Wimey, que se basaba en tres puntos:
1. NEGACIÓN PAUSIBLE
En realidad, más que negación pausible era negación sin pausa.
-¿Cuánto tiempo estarás ingresada? -me preguntaban.
-No lo sé.
-¿Cuándo podrás recibir visitas?
-No nos lo han dicho.
-¿Van a provocarte el parto?
-No nos han informado.
-¿Estás tonta o qué?
-No tenemos confirmación.
Y todo así.
-Pues vaya con la seguridad social -me dijo mi madre por teléfono al segundo día de ingreso-, que no te dan explicaciones de nada.
Entonces empezó a preocuparme que mi madre se plantara en el hospital, con los brazos en jarras y los dientes apretaos, a montar el pollo porque no nos daban explicaciones, y cambiamos de táctica: en lugar de negación pausible optamos por "según evolución".
-¿Cuánto tiempo estarás ingresada? -me preguntaban.
-Según evolución.
-¿Cuándo podrás recibir visitas?
-Según evolución.
-¿Van a provocarte el parto?
-Según evolución.
-¿Estás tonta o qué?
-Según evolución.
2. CORTINA DE HUMO
El personal me dejó llevarme el teléfono móvil a todas partes, incluido el paritorio, y lo pude seguir usando hasta que necesité las dos manos libres (la matrona, que se empeñó en que arrancara una barra de la cama, dios sabrá para qué).
Así pude estar pendiente de Bebé-chan, contestar mensajes, y twittear con mucho cuidado para que nadie sospechara.
Bueno, más o menos.
3. ESCÓNDETE DETRÁS DEL MORENO
Cuando fuimos a urgencias pensábamos que seguramente no sería nada y que nos mandarían de vuelta a casa, así que en vez de ir al hospital que teníamos previsto, nos fuimos al que nos pillaba más cerca, que casualmente es un hospital militar. Eso nos vino muy bien porque cada vez que alguien detectaba algún agujero en nuestra historia, simplemente decíamos "es que es un hospital militar".
Y a todo el mundo le parecía de lo más razonable. Gracias, Expediente X, por convencer a la humanidad de que los militares son raros.
En fin.
A pesar de que ZaraJota miente de p*t* pena, la Operación Timey Wimey funcionó perfectamente:
durante dos días, nuestras familias estuvieron convencidas de que estábamos en el hospital "en observación", por "una cuestión de puro procedimiento" y porque "los militares son así". Y no era mentira: estaba de lo más observada y procedimentada.
El primer día me pusieron la dichosa prostaglandina y no me hizo nada, así que el segundo día directamente me llevaron a la sala de dilatación y me pusieron un gotero con oxitocina que, por lo que he oído, es algo así como polvos pica-pica para el piticlín.
-Y ahora, a esperar -dijo la matrona.
Como teníamos mucho tiempo por delante, ZaraJota y yo nos dedicamos mirar los piquitos de las contracciones en el monitor. Nos habíamos inventado un juego, "adivina cuánto duele": ZaraJota intentaba adivinar, solo mirándome a la cara, a que número de la gráfica llegaríamos. Se le daba muy bien hasta que llegamos al ocho y empecé a poner la misma cara en todas (más tarde descubriría, con gran felicidad, que a partir del doce saco la lengua).
Estábamos en esas cuando mi madre envió un mensaje al GRUPO FAMILIA.
"Bebé-chan no tiene camisetas de manga corta"
Dejé de mirar el monitor para contestar.
"Tiene que haber, metí dos mudas completas en su mochila"
"Pues no hay. y es que hemos pensado ir al parque, y justo hoy hace calor, y solo hay camisetas de manga larga, y se va a cocer"
Esperé a un hueco entre contracciones y la llamé.
-¿Qué pasa?
-Que estoy mirando la maleta de la niña, y solo tiene camisetas de manga larga.
-No puede ser, metí dos mudas completas, mira a ver...
-No, no hay.
-A ver, dime lo que hay.
-¡Viene otra! -me avisó ZaraJota, que parecía creer que si no me avisaba no me iba a dar cuenta o algo-. Esta va a ser un ocho, por lo menos.
-Hay unos leggins, una camiseta de Frozen de manga larga, ¿ves? Es de manga larga.
-¿Y... no hay... una blanca de manga corta?
-No.
-¿No?
-Ah, sí, aquí está.
-Pues... ponle... esa -por dios, ponle esa, ponle un saco, ponle un tanga de leopardo, me importa un pedo de gamba.
-Es que es interior.
-No... es... interior -es una p*t* camiseta blanca, es interior, es exterior, es lo que te dé la gana.
-Es que no lleva dibujo, Y tú siempre le pones camisetas con dibujo.
-La cami... seta de Frozen se transparenta... por eso debajo... le pongo camiseta... sin... dibujo -maldita sea la camiseta de Frozen, maldita sea Frozen, maldita sea la madre del guionista de Frozen por toda la eternidad.
-Ah, pues le pongo esta.
-Eso... -esa, otra, la de más allá, no me importa, de verdad, si no me voy a enterar, y si no, en vez de ir al parque te quedas en casa y le soplas en la cara para que parezca que le da el aire.
-Es que la he visto y como tú siempre le pones camisetas con dibujo pues he pensado, esta va a ser interior, y la otra era de manga larga, y he pensado, esto va a ser que hizo la maleta esos días que refrescó, ¿te acuerdas la semana pasada que refrescó?, y luego se ha olvidado de meter cosas así como más de veranito, y es que hoy hace mucho calor, y queremos ir al parque y he pensado que como le ponga la camiseta de manga larga se va a cocer, pobrecita mía, con esa piel que tiene, y claro, como solo había camisetas de manga larga y la otra no tenía dibujo y yo creía que era interior...
-Uy, que cara estás poniendo -me dijo ZaraJota-. Eso es que va a ser un nueve por los menos.
-BUENO MAMÁ PUES NADA RESUELTO YA SI ESO HABLAMOS LUEGO.
Al rato recibí otro mensaje de mi madre.
--------------------------------------
Aprovecho para hacer un inciso:
Dios, si existes y de verdad te gusta mandar gente al infierno, hazme el favor: no envíes a los homosexuales, que no le han hecho nunca nada malo a nadie. Envía en su lugar al hijo de la gran p*t* que inventó los grupos de whatsapp. Anda. Hazlo por mí.
--------------------------------------
Y el mensaje de mi madre decía:
"Vamos para el hospital a recoger los justificantes para el trabajo"
Como yo estaba ingresada, mi madre se había cogido tres días por "ingreso hospitalario de familiar en primer grado" para quedarse con Bebé-chan.
"¿Y lo necesitas YA-YA-YA?", pregunté. O sea, que estoy pariendo y tal.
"Yo no, pero tu padre sí"
"Creía que había ido a trabajar"
"Y ha ido"
Me rindo. Prefiero no saberlo. Venid a por el p*t* justificante si os hace tan felices.
"Vale, avisad cuando lleguéis para que salga ZaraJota a ver a Bebé-chan"
Y entonces miré a ZaraJota y por primera vez me fijé en su camiseta.
-¿Esa no es la misma camiseta que llevabas ayer? -le pregunté.
-Sí, es la que me puse para venir al hospital.
-¡Hace dos días de eso!
-Ya, es que no me acordé de coger una muda para mí.
-¡Pero estuviste en casa recogiendo cosas! ¡Dos veces!
-Ya, es que se me olvidó coger otra camiseta.
-POR LOS CLAVOS DE MI BILLY, ¿QUÉ COJONES OS PASA HOY A TODOS CON LAS CAMISETAS?
Bueno. Pensé. Vamos a calmarnos. Ya que mis padres van a venir al hospital podían traerle una camiseta limpia. Hermano Mediano, que vive con ellos, tiene millones de camisetas, y no sería la primera vez que le presta alguna a ZaraJota. Así que mandé un mensaje al GRUPO FAMILIA.
"Ya que vais a venir, ¿podéis traerle a ZaraJota una camiseta?"
Mi madre, siempre solícita, no tardó en contestar.
"Claro, ¿cuál?"
Miré a ZaraJota con desesperación. ¿Cómo que cual?
"Una camiseta, la que sea. La que quiera prestarle Hermano Mediano"
"Ok", contestó, "¿de manga larga o de manga corta?"
¿Sabéis lo que os digo? Que os metáis la camiseta por el culo.
Continuará...
Lo del culo.
El equipo médico al completo me había dejado claro que lo mejor que podía hacer para acelerar el parto era relajarme y disfrutar. Me dieron incluso una explicación médica, pero como no me acuerdo he pensado que mejor me invento una:
Resulta que si el embarazo empieza exactamente como comenzó, te dan puntos de feng shui y luego puedes cambiarlos por un ipad.
Por ejemplo.
Para garantizar que nadie venía a aturdirnos con su amor, ZaraJota y yo pusimos en marcha la Operación Timey Wimey, que se basaba en tres puntos:
1. NEGACIÓN PAUSIBLE
En realidad, más que negación pausible era negación sin pausa.
-¿Cuánto tiempo estarás ingresada? -me preguntaban.
-No lo sé.
-¿Cuándo podrás recibir visitas?
-No nos lo han dicho.
-¿Van a provocarte el parto?
-No nos han informado.
-¿Estás tonta o qué?
-No tenemos confirmación.
Y todo así.
-Pues vaya con la seguridad social -me dijo mi madre por teléfono al segundo día de ingreso-, que no te dan explicaciones de nada.
Entonces empezó a preocuparme que mi madre se plantara en el hospital, con los brazos en jarras y los dientes apretaos, a montar el pollo porque no nos daban explicaciones, y cambiamos de táctica: en lugar de negación pausible optamos por "según evolución".
-¿Cuánto tiempo estarás ingresada? -me preguntaban.
-Según evolución.
-¿Cuándo podrás recibir visitas?
-Según evolución.
-¿Van a provocarte el parto?
-Según evolución.
-¿Estás tonta o qué?
-Según evolución.
2. CORTINA DE HUMO
El personal me dejó llevarme el teléfono móvil a todas partes, incluido el paritorio, y lo pude seguir usando hasta que necesité las dos manos libres (la matrona, que se empeñó en que arrancara una barra de la cama, dios sabrá para qué).
Así pude estar pendiente de Bebé-chan, contestar mensajes, y twittear con mucho cuidado para que nadie sospechara.
Bueno, más o menos.
3. ESCÓNDETE DETRÁS DEL MORENO
Cuando fuimos a urgencias pensábamos que seguramente no sería nada y que nos mandarían de vuelta a casa, así que en vez de ir al hospital que teníamos previsto, nos fuimos al que nos pillaba más cerca, que casualmente es un hospital militar. Eso nos vino muy bien porque cada vez que alguien detectaba algún agujero en nuestra historia, simplemente decíamos "es que es un hospital militar".
Y a todo el mundo le parecía de lo más razonable. Gracias, Expediente X, por convencer a la humanidad de que los militares son raros.
En fin.
A pesar de que ZaraJota miente de p*t* pena, la Operación Timey Wimey funcionó perfectamente:
durante dos días, nuestras familias estuvieron convencidas de que estábamos en el hospital "en observación", por "una cuestión de puro procedimiento" y porque "los militares son así". Y no era mentira: estaba de lo más observada y procedimentada.
El primer día me pusieron la dichosa prostaglandina y no me hizo nada, así que el segundo día directamente me llevaron a la sala de dilatación y me pusieron un gotero con oxitocina que, por lo que he oído, es algo así como polvos pica-pica para el piticlín.
-Y ahora, a esperar -dijo la matrona.
Como teníamos mucho tiempo por delante, ZaraJota y yo nos dedicamos mirar los piquitos de las contracciones en el monitor. Nos habíamos inventado un juego, "adivina cuánto duele": ZaraJota intentaba adivinar, solo mirándome a la cara, a que número de la gráfica llegaríamos. Se le daba muy bien hasta que llegamos al ocho y empecé a poner la misma cara en todas (más tarde descubriría, con gran felicidad, que a partir del doce saco la lengua).
Estábamos en esas cuando mi madre envió un mensaje al GRUPO FAMILIA.
"Bebé-chan no tiene camisetas de manga corta"
Dejé de mirar el monitor para contestar.
"Tiene que haber, metí dos mudas completas en su mochila"
"Pues no hay. y es que hemos pensado ir al parque, y justo hoy hace calor, y solo hay camisetas de manga larga, y se va a cocer"
Esperé a un hueco entre contracciones y la llamé.
-¿Qué pasa?
-Que estoy mirando la maleta de la niña, y solo tiene camisetas de manga larga.
-No puede ser, metí dos mudas completas, mira a ver...
-No, no hay.
-A ver, dime lo que hay.
-¡Viene otra! -me avisó ZaraJota, que parecía creer que si no me avisaba no me iba a dar cuenta o algo-. Esta va a ser un ocho, por lo menos.
-Hay unos leggins, una camiseta de Frozen de manga larga, ¿ves? Es de manga larga.
-¿Y... no hay... una blanca de manga corta?
-No.
-¿No?
-Ah, sí, aquí está.
-Pues... ponle... esa -por dios, ponle esa, ponle un saco, ponle un tanga de leopardo, me importa un pedo de gamba.
-Es que es interior.
-No... es... interior -es una p*t* camiseta blanca, es interior, es exterior, es lo que te dé la gana.
-Es que no lleva dibujo, Y tú siempre le pones camisetas con dibujo.
-La cami... seta de Frozen se transparenta... por eso debajo... le pongo camiseta... sin... dibujo -maldita sea la camiseta de Frozen, maldita sea Frozen, maldita sea la madre del guionista de Frozen por toda la eternidad.
-Ah, pues le pongo esta.
-Eso... -esa, otra, la de más allá, no me importa, de verdad, si no me voy a enterar, y si no, en vez de ir al parque te quedas en casa y le soplas en la cara para que parezca que le da el aire.
-Es que la he visto y como tú siempre le pones camisetas con dibujo pues he pensado, esta va a ser interior, y la otra era de manga larga, y he pensado, esto va a ser que hizo la maleta esos días que refrescó, ¿te acuerdas la semana pasada que refrescó?, y luego se ha olvidado de meter cosas así como más de veranito, y es que hoy hace mucho calor, y queremos ir al parque y he pensado que como le ponga la camiseta de manga larga se va a cocer, pobrecita mía, con esa piel que tiene, y claro, como solo había camisetas de manga larga y la otra no tenía dibujo y yo creía que era interior...
-Uy, que cara estás poniendo -me dijo ZaraJota-. Eso es que va a ser un nueve por los menos.
-BUENO MAMÁ PUES NADA RESUELTO YA SI ESO HABLAMOS LUEGO.
Al rato recibí otro mensaje de mi madre.
--------------------------------------
Aprovecho para hacer un inciso:
Dios, si existes y de verdad te gusta mandar gente al infierno, hazme el favor: no envíes a los homosexuales, que no le han hecho nunca nada malo a nadie. Envía en su lugar al hijo de la gran p*t* que inventó los grupos de whatsapp. Anda. Hazlo por mí.
--------------------------------------
Y el mensaje de mi madre decía:
"Vamos para el hospital a recoger los justificantes para el trabajo"
Como yo estaba ingresada, mi madre se había cogido tres días por "ingreso hospitalario de familiar en primer grado" para quedarse con Bebé-chan.
"¿Y lo necesitas YA-YA-YA?", pregunté. O sea, que estoy pariendo y tal.
"Yo no, pero tu padre sí"
"Creía que había ido a trabajar"
"Y ha ido"
Me rindo. Prefiero no saberlo. Venid a por el p*t* justificante si os hace tan felices.
"Vale, avisad cuando lleguéis para que salga ZaraJota a ver a Bebé-chan"
Y entonces miré a ZaraJota y por primera vez me fijé en su camiseta.
-¿Esa no es la misma camiseta que llevabas ayer? -le pregunté.
-Sí, es la que me puse para venir al hospital.
-¡Hace dos días de eso!
-Ya, es que no me acordé de coger una muda para mí.
-¡Pero estuviste en casa recogiendo cosas! ¡Dos veces!
-Ya, es que se me olvidó coger otra camiseta.
-POR LOS CLAVOS DE MI BILLY, ¿QUÉ COJONES OS PASA HOY A TODOS CON LAS CAMISETAS?
Bueno. Pensé. Vamos a calmarnos. Ya que mis padres van a venir al hospital podían traerle una camiseta limpia. Hermano Mediano, que vive con ellos, tiene millones de camisetas, y no sería la primera vez que le presta alguna a ZaraJota. Así que mandé un mensaje al GRUPO FAMILIA.
"Ya que vais a venir, ¿podéis traerle a ZaraJota una camiseta?"
Mi madre, siempre solícita, no tardó en contestar.
"Claro, ¿cuál?"
Miré a ZaraJota con desesperación. ¿Cómo que cual?
"Una camiseta, la que sea. La que quiera prestarle Hermano Mediano"
"Ok", contestó, "¿de manga larga o de manga corta?"
¿Sabéis lo que os digo? Que os metáis la camiseta por el culo.
Continuará...
14 septiembre 2015
Operación Timey Wimey, 3
Previously in Lorz...
Sin pase no se pasa.
A la mañana siguiente no me había puesto de parto. Es más: no había sentido ni la más mínima contracción, y eso tiene mucho mérito, porque llevaba meses con contracciones, y meses de baja y haciendo reposo para no ponerme de parto antes de tiempo.
-A ver si me he pasado reposando y ahora no me voy a poner de parto nunca.
-No te preocupes -me dijo la matrona-. De una forma u otra lo sacaremos.
Entonces me explicaron que iban a suministrarme prostaglandina para ver si así me ponía de parto o qué. La prostaglandina es una hormona que... a ver cómo lo explico... digamos que es una hormona que segregan los señores cuando juegan al parchís.
A mí aquello me mosqueó muchísimo.
Primero, ¿no era precisamente jugar al parchís con un señor que segregaba cosas lo que me había metido en este lío?
Segundo, ¿de dónde había salido la prostaglandina que me estaban poniendo?
Y tercero, ¿no irán a suministrármela por vía oral, verdad? Porque en un momento de pasión, todavía, pero así a palo seco, sin unos preliminares de nada, la prostaglandina de un desconocido y tal como que me daba palo. Que soy una mujer CASADA, en fin.
Bueno, os ahorraré los detalles y voy a ir al grano, que además Bebé-kun está haciendo ruiditos y para mí que vuelve a tener hambre.
La prostaglandina se suministra por vía vaginal (piticlinar) en la forma de una especie de tampón rosa. Si intentan poneros uno de otro color, negaos: ya que os van a tocar el piticlín, al menos que sea con estilo.
Después la matrona se puso muy seria:
-No te vamos a engañar: esto va a ser difícil y largo, muy largo: seguramente el niño no nacerá hasta la madrugada del día 28 -dijo-. La buena noticia es que puedes contribuir a acortar el proceso estando tranquila y relajada. Te vamos a llevar a tu habitación, te estaremos controlando con monitores, también vamos a darte antibióticos para prevenir la infección y suero para esa tensioncita que tienes...
-¿Y yo qué puedo hacer?
-Descansa. Lee. Habla con tu pareja de lo que estáis viviendo. Dedicaos tiempo a vosotros y al bebé. Relajaos. Tenéis un mínimo de tres días de hospital por delante, lo mejor es que lo toméis con calma.
Tres días.
Tres frutos días.
Yo ya me veía tres días en la cama, con la parentela circulando, con toda la buena intención del mundo, para aturdirnos con su amor, o peor, mandando mensajes cada cinco minutos: "¿HAS PARIDO YA? ¿Y AHORA? ¿Y AHORA?".
Estaba segura de que así no iba a ponerme de parto nunca.
Y aunque me pusiera, no iba a ser NUESTRO parto, no sé si me explico.
Así que miré a ZaraJota, ZaraJota me miró, y sin necesidad de decirnos nada tomamos la decisión suicida de no avisar a nadie. A la familia de ZaraJota ni le dijimos que estaba en el hospital, pero mis padres tenían que quedarse con Bebé-chan y algo les teníamos que contar.
-Diles que estoy en observación.
-¿Y por qué tengo que ser yo?
-Porque yo miento fatal, y además así si se enfadan siempre puedo echarte la culpa a ti.
-Ah, vale.
Así que fue ZaraJota el que dio la noticia.
-Lorz y el niño están bien -anunció por teléfono-, pero se van a tener que quedar unos días en observación.
-¿Y eso?
-Eh... Para observar.
-¿El qué?
-Bueno... -ZaraJota me miró con desesperación y yo me encogí de hombros: "invéntate algo"-. Tienen que observar lo observable de la observación observacional del observatoide observatrónico. Del culo.
Estupendo: seguro que así no sospechan nada.
Continuará...
Sin pase no se pasa.
A la mañana siguiente no me había puesto de parto. Es más: no había sentido ni la más mínima contracción, y eso tiene mucho mérito, porque llevaba meses con contracciones, y meses de baja y haciendo reposo para no ponerme de parto antes de tiempo.
-A ver si me he pasado reposando y ahora no me voy a poner de parto nunca.
-No te preocupes -me dijo la matrona-. De una forma u otra lo sacaremos.
Entonces me explicaron que iban a suministrarme prostaglandina para ver si así me ponía de parto o qué. La prostaglandina es una hormona que... a ver cómo lo explico... digamos que es una hormona que segregan los señores cuando juegan al parchís.
A mí aquello me mosqueó muchísimo.
Primero, ¿no era precisamente jugar al parchís con un señor que segregaba cosas lo que me había metido en este lío?
Segundo, ¿de dónde había salido la prostaglandina que me estaban poniendo?
Y tercero, ¿no irán a suministrármela por vía oral, verdad? Porque en un momento de pasión, todavía, pero así a palo seco, sin unos preliminares de nada, la prostaglandina de un desconocido y tal como que me daba palo. Que soy una mujer CASADA, en fin.
Bueno, os ahorraré los detalles y voy a ir al grano, que además Bebé-kun está haciendo ruiditos y para mí que vuelve a tener hambre.
La prostaglandina se suministra por vía vaginal (piticlinar) en la forma de una especie de tampón rosa. Si intentan poneros uno de otro color, negaos: ya que os van a tocar el piticlín, al menos que sea con estilo.
Después la matrona se puso muy seria:
-No te vamos a engañar: esto va a ser difícil y largo, muy largo: seguramente el niño no nacerá hasta la madrugada del día 28 -dijo-. La buena noticia es que puedes contribuir a acortar el proceso estando tranquila y relajada. Te vamos a llevar a tu habitación, te estaremos controlando con monitores, también vamos a darte antibióticos para prevenir la infección y suero para esa tensioncita que tienes...
-¿Y yo qué puedo hacer?
-Descansa. Lee. Habla con tu pareja de lo que estáis viviendo. Dedicaos tiempo a vosotros y al bebé. Relajaos. Tenéis un mínimo de tres días de hospital por delante, lo mejor es que lo toméis con calma.
Tres días.
Tres frutos días.
Yo ya me veía tres días en la cama, con la parentela circulando, con toda la buena intención del mundo, para aturdirnos con su amor, o peor, mandando mensajes cada cinco minutos: "¿HAS PARIDO YA? ¿Y AHORA? ¿Y AHORA?".
Estaba segura de que así no iba a ponerme de parto nunca.
Y aunque me pusiera, no iba a ser NUESTRO parto, no sé si me explico.
Así que miré a ZaraJota, ZaraJota me miró, y sin necesidad de decirnos nada tomamos la decisión suicida de no avisar a nadie. A la familia de ZaraJota ni le dijimos que estaba en el hospital, pero mis padres tenían que quedarse con Bebé-chan y algo les teníamos que contar.
-Diles que estoy en observación.
-¿Y por qué tengo que ser yo?
-Porque yo miento fatal, y además así si se enfadan siempre puedo echarte la culpa a ti.
-Ah, vale.
Así que fue ZaraJota el que dio la noticia.
-Lorz y el niño están bien -anunció por teléfono-, pero se van a tener que quedar unos días en observación.
-¿Y eso?
-Eh... Para observar.
-¿El qué?
-Bueno... -ZaraJota me miró con desesperación y yo me encogí de hombros: "invéntate algo"-. Tienen que observar lo observable de la observación observacional del observatoide observatrónico. Del culo.
Estupendo: seguro que así no sospechan nada.
Continuará...
10 septiembre 2015
Operación Timey Wimey, 2
Previously in Lorz...
Yo no he roto nada, no podéis demostrarlo.
El siguiente paso fue informar a ZaraJota, que estaba en la sala de espera, bueno, esperando.
-Que no me dejan irme porque he roto no sé qué -le dije.
ZaraJota me cogió las manos y me miró a los ojos.
-Sabía que esto tenía que pasar tarde o temprano -suspiró-. No te preocupes: te buscaré un buen abogado.
-Mejor ve a casa y busca la maleta que preparé para el hospital, y rapidito que está la cosa muy tonta.
ZaraJota se fue a buscar la maleta mientras a mí me instalaban en la habitación y me contaban Todo lo que Usted Necesita Saber Cuando Está a Punto de Explotar.
-Aquí tienes compresas, una toalla y un camisón -me explicaron-; y eso es un pase para que tu marido pueda entrar y salir por la noche sin problemas.
-Ah, no creo que lo necesitemos -dije, y lo guardé en un cajón.
Me puse el camisón, que por supuesto era de los que te dejan todo el pompis al relente, así que no sé por qué lo llaman camisón, pudiéndolo llamar delantal, que sería más adecuado y no alimentaría falsas esperanzas. Y luego me metí en la cama a esperar a ZaraJota.
Y esperé.
Y esperé.
Y esperé.
Empezaba a pensar que me había abandonado a mi suerte cuando, al filo de la media noche, apareció, pálido y sudoroso.
-¿Dónde estabas?
-Prefiero no entrar en detalles... solo te voy a decir una cosa: nunca intentes entrar en un hospital militar por la puerta que no es, fuera del horario de visita y llevando una maleta llena de camisones.
-Oh.
-No paraban de decirme que para entrar necesito un pase. ¿Qué pase? ¡A nosotros nadie nos ha dado ningún pase!
-...
-Nadie nos ha dado ningún pase, ¿verdad?
Uy, uy, mira que tarde se nos ha hecho, deberíamos dormir.
Continuará...
Yo no he roto nada, no podéis demostrarlo.
El siguiente paso fue informar a ZaraJota, que estaba en la sala de espera, bueno, esperando.
-Que no me dejan irme porque he roto no sé qué -le dije.
ZaraJota me cogió las manos y me miró a los ojos.
-Sabía que esto tenía que pasar tarde o temprano -suspiró-. No te preocupes: te buscaré un buen abogado.
-Mejor ve a casa y busca la maleta que preparé para el hospital, y rapidito que está la cosa muy tonta.
ZaraJota se fue a buscar la maleta mientras a mí me instalaban en la habitación y me contaban Todo lo que Usted Necesita Saber Cuando Está a Punto de Explotar.
-Aquí tienes compresas, una toalla y un camisón -me explicaron-; y eso es un pase para que tu marido pueda entrar y salir por la noche sin problemas.
-Ah, no creo que lo necesitemos -dije, y lo guardé en un cajón.
Me puse el camisón, que por supuesto era de los que te dejan todo el pompis al relente, así que no sé por qué lo llaman camisón, pudiéndolo llamar delantal, que sería más adecuado y no alimentaría falsas esperanzas. Y luego me metí en la cama a esperar a ZaraJota.
Y esperé.
Y esperé.
Y esperé.
Empezaba a pensar que me había abandonado a mi suerte cuando, al filo de la media noche, apareció, pálido y sudoroso.
-¿Dónde estabas?
-Prefiero no entrar en detalles... solo te voy a decir una cosa: nunca intentes entrar en un hospital militar por la puerta que no es, fuera del horario de visita y llevando una maleta llena de camisones.
-Oh.
-No paraban de decirme que para entrar necesito un pase. ¿Qué pase? ¡A nosotros nadie nos ha dado ningún pase!
-...
-Nadie nos ha dado ningún pase, ¿verdad?
Uy, uy, mira que tarde se nos ha hecho, deberíamos dormir.
Continuará...
07 septiembre 2015
Operación Timey Wimey, 1
Como sabéis, hicimos una porra para adivinar cuándo nacería Bebé-kun, y ZaraJota intentó amañarla haciéndome bailar el día que él había elegido, sin éxito.
Mientras tanto, en el último control del embarazo, el médico me había dicho que pensaba que tal y como iban las cosas era muy probable que me plantara en la semana 42 de embarazo y que me lo tomara con calma.
Ese era el estado de la cuestión cuando el 25 de agosto, que es mi cumpleaños, y tras dos meses de lenta agonía, me desperté sintiéndome muy bien. Tan bien, que en lugar de dedicar el día a arrastrarme agónicamente de la cama al sofá me fui de paseo con Bebé-chan, y como no me cansé, nos fuimos al supermercado para comprar cuatro cosillas y hacer una merienda un poco especial, solo para nosotras, y luego pensé qué coño, que se venga toda mi familia, que treinta y cinco (lo del culo) no se cumplen todos los días.
Esa tarde, cuando llegó mi familia, yo estaba en la cama, y al ir a incorporarme FUF, se me escapó un poco el pipí.
-Anda -le dije a ZaraJota-, entretén a mi familia un rato, que estoy fatal de lo mío y se me ha ido el punto.
Estaba cambiándome de braguitas cuando me agaché y FUF, se me escapó otra vez.
-Jijiji -le dije a ZaraJota-, qué lerda soy, se me ha vuelto a escapar.
Y justo cuando me estaba ajustando las braguitas por segunda vez FUF. O, mejor dicho, FUUUUUUUUUF.
-Estoy gilipollas -le dije a ZaraJota-. Pues no voy y me meo encima.
ZaraJota me acercó una toalla y se abstuvo de hacer comentarios.
Me duché y cuando estaba poniéndome de nuevo las braguitas, FUF, otro escape.
Para entonces había llegado a tres conclusiones:
1 me estaba quedando sin bragas limpias
2 lo más sensato era que me pusiera una compresa también
3 estaba batiendo el récord mundial de producción de orina, y mi esfínter no estaba colaborando en retenerla
-Esto no es normal -le dije a ZaraJota-. Creo que mi vejiga ha perdido por fin las ganas de vivir.
-A ver si vas a tener infección otra vez.
-Pues no te digo yo que no, que tengo como un picor de bajo sospechosísimo.
Y entonces me acordé de que el médico me había advertido de que a veces las infecciones de orina provocan pequeñas roturas en la bolsa y que debía estar atenta.
-¿Has notado pérdidas de líquido? -me había preguntado.
-Hombre, estamos a 50° y peso unos 100 Kilos -le había dicho-. Pierdo líquido continuamente, sobre todo por los sobacos.
El médico me tranquilizó explicándome que es físicamente imposible perder líquido amniótico por los sobacos, pero me insistió en que a la menor señal de infección de orina saliera corriendo a urgencias.
Así que consulté con mi familia, que para eso la tenía a toda de cuerpo presente y llegamos a la conclusión de que lo mejor es que fuera a urgencias.
-Deberías ir -dijo Hermano Pequeño-. Así te quedas más tranquila tú.
-Deberías ir -dijo ZaraJota-. Así me quedo más tranquilo yo.
-Deberías ir -dijeron mis padres-. Así nos quedamos con la niña nosotros.
Y acto seguido cogieron a Bebé-chan en brazos y salieron corriendo y agitando los bracitos.
-Eh...
A mí lo de pasar la tarde de mi cumpleaños en urgencias por haberme hecho pis encima no me hacía demasiada ilusión, para qué nos vamos a engañar. Pero eran cuatro votos contra uno, y seguía haciéndome pis encima, y no me quedó más remedio que ir.
Eso sí, con calma.
Primero me depilé y me duché y me puse bragas limpias, otra vez; luego me comí mi merienda de cumpleaños con tarta incluida, y después ZaraJota y yo nos fuimos al hospital en autobús y con lo puesto.
Cuando llegamos al hospital empecé a sentirme realmente estúpida, y más cuando me tocó explicar por qué estaba allí. Y encima me exploraron; ya sabéis a qué me refiero. Estaba subida al potro de tortura y con una mano ajena en mi interior cuando la matrona me dijo que había roto aguas.
-Lo que estás perdiendo no es orina, es líquido amniótico.
-Entiendo, cómo lo recupero?
-Eh... ya no lo recuperas.
-Entonces me voy a casa y hago reposo absoluto hasta que...
-No, no: si no te pones de parto esta noche hay que provocártelo.
-Entonces me voy a casa y mañana...
-No, no. A ver cómo te lo explico... La única forma de que te vayas a casa es con un bebé en brazos.
Pues a ver de dónde saco yo un bebé a estas horas.
Mientras tanto, en el último control del embarazo, el médico me había dicho que pensaba que tal y como iban las cosas era muy probable que me plantara en la semana 42 de embarazo y que me lo tomara con calma.
Ese era el estado de la cuestión cuando el 25 de agosto, que es mi cumpleaños, y tras dos meses de lenta agonía, me desperté sintiéndome muy bien. Tan bien, que en lugar de dedicar el día a arrastrarme agónicamente de la cama al sofá me fui de paseo con Bebé-chan, y como no me cansé, nos fuimos al supermercado para comprar cuatro cosillas y hacer una merienda un poco especial, solo para nosotras, y luego pensé qué coño, que se venga toda mi familia, que treinta y cinco (lo del culo) no se cumplen todos los días.
Esa tarde, cuando llegó mi familia, yo estaba en la cama, y al ir a incorporarme FUF, se me escapó un poco el pipí.
-Anda -le dije a ZaraJota-, entretén a mi familia un rato, que estoy fatal de lo mío y se me ha ido el punto.
Estaba cambiándome de braguitas cuando me agaché y FUF, se me escapó otra vez.
-Jijiji -le dije a ZaraJota-, qué lerda soy, se me ha vuelto a escapar.
Y justo cuando me estaba ajustando las braguitas por segunda vez FUF. O, mejor dicho, FUUUUUUUUUF.
-Estoy gilipollas -le dije a ZaraJota-. Pues no voy y me meo encima.
ZaraJota me acercó una toalla y se abstuvo de hacer comentarios.
Me duché y cuando estaba poniéndome de nuevo las braguitas, FUF, otro escape.
Para entonces había llegado a tres conclusiones:
1 me estaba quedando sin bragas limpias
2 lo más sensato era que me pusiera una compresa también
3 estaba batiendo el récord mundial de producción de orina, y mi esfínter no estaba colaborando en retenerla
-Esto no es normal -le dije a ZaraJota-. Creo que mi vejiga ha perdido por fin las ganas de vivir.
-A ver si vas a tener infección otra vez.
-Pues no te digo yo que no, que tengo como un picor de bajo sospechosísimo.
Y entonces me acordé de que el médico me había advertido de que a veces las infecciones de orina provocan pequeñas roturas en la bolsa y que debía estar atenta.
-¿Has notado pérdidas de líquido? -me había preguntado.
-Hombre, estamos a 50° y peso unos 100 Kilos -le había dicho-. Pierdo líquido continuamente, sobre todo por los sobacos.
El médico me tranquilizó explicándome que es físicamente imposible perder líquido amniótico por los sobacos, pero me insistió en que a la menor señal de infección de orina saliera corriendo a urgencias.
Así que consulté con mi familia, que para eso la tenía a toda de cuerpo presente y llegamos a la conclusión de que lo mejor es que fuera a urgencias.
-Deberías ir -dijo Hermano Pequeño-. Así te quedas más tranquila tú.
-Deberías ir -dijo ZaraJota-. Así me quedo más tranquilo yo.
-Deberías ir -dijeron mis padres-. Así nos quedamos con la niña nosotros.
Y acto seguido cogieron a Bebé-chan en brazos y salieron corriendo y agitando los bracitos.
-Eh...
A mí lo de pasar la tarde de mi cumpleaños en urgencias por haberme hecho pis encima no me hacía demasiada ilusión, para qué nos vamos a engañar. Pero eran cuatro votos contra uno, y seguía haciéndome pis encima, y no me quedó más remedio que ir.
Eso sí, con calma.
Primero me depilé y me duché y me puse bragas limpias, otra vez; luego me comí mi merienda de cumpleaños con tarta incluida, y después ZaraJota y yo nos fuimos al hospital en autobús y con lo puesto.
Cuando llegamos al hospital empecé a sentirme realmente estúpida, y más cuando me tocó explicar por qué estaba allí. Y encima me exploraron; ya sabéis a qué me refiero. Estaba subida al potro de tortura y con una mano ajena en mi interior cuando la matrona me dijo que había roto aguas.
-Lo que estás perdiendo no es orina, es líquido amniótico.
-Entiendo, cómo lo recupero?
-Eh... ya no lo recuperas.
-Entonces me voy a casa y hago reposo absoluto hasta que...
-No, no: si no te pones de parto esta noche hay que provocártelo.
-Entonces me voy a casa y mañana...
-No, no. A ver cómo te lo explico... La única forma de que te vayas a casa es con un bebé en brazos.
Pues a ver de dónde saco yo un bebé a estas horas.
04 septiembre 2015
Cinco años se pasan bailando
Parece que fue ayer, pero no.
Ninguna embarazada rompió aguas durante el rodaje de este vídeo.
Al día siguiente, en cambio... (continuará)
Ninguna embarazada rompió aguas durante el rodaje de este vídeo.
Al día siguiente, en cambio... (continuará)