15 abril 2014

Antes muerta que sencilla I

La culpa de todo la tiene la declaración de la renta.
¿El cambio climático? La renta.
¿El mal en el mundo? La renta.
¿Los calcetines arrugaos? La renta.
¿Que las tostadas siempre caigan por el lado de la mantequilla? La renta.
Y todo así.
Hace unos días intentaba ver mi borrador de la declaración de la renta (¿lo veis?) y como siempre me faltaba un dato (¡maldita casilla 620!) y me puse a revolver entre mis papeles como una loca y entre las muchísimas cosas que aparecieron (como, por ejemplo, unos trescientos partes de urgencias, todos míos) me encontré... un flashback:





Hace seis años mi familia en pleno acudió a un entierro, en concreto, el de mi bisabuela.
La experiencia fue tan... interesante que nada más montarme en el autobús de vuelta empecé a escribir, en el mismo billete, (y luego en el de mis hermanos) todo lo que había pasado. Después, como siempre que se trata de mi familia, le pedí permiso a mi madre para subirlo a internet.
Mi madre fue muy comprensiva:
-Ni hablar.
Y luego me e ofreció una explicación razonable: 
-Porque lo digo yo y punto.
Parecía pensar que alguien podría ofenderse (?), que lo que había escrito era irreverente (?) irrespetuoso (?) y que no tenía ninguna gracia (?):
-¡Como todo lo que escribo! -le dije.
Al final conseguí convencerla.
-¡Que he dicho que no y es que no!
Casi. 
Así fue como mis papelitos acabaron en una caja con todas las cosas que tendría que tirar pero nunca me atrevo... hasta ahora.
Porque este año se habrían cumplido 100 del nacimiento de mi bisabuela, que además justo este año habría conocido a tres bisnietas más (y en los últimos dos años, dos tataranietos más, de un total de cuatro) y porque si alguien se pica es que ajos come. 
Además, como ahora soy madre, yo también puedo decirlo: 
Y porque lo digo yo y punto.  



Mi bisabuela era de esas personas que están toda la vida muy malas, muy malas, muy malas... y que viven sin mayor contratiempo hasta pasados los noventa años.
En honor a la verdad, la bisabuela se murió un par de veces cuando ya estaba en los ochenta, pero siempre pudieron reanimarla y se recuperó. De hecho, durante una época, la tía que se ocupaba de ella nos llamaba periódicamente para decirnos que "el médico dice que le quedan veinticuatro horas". Entonces la familia, que por aquella época vivía desperdigada por varios países, reservaba vuelos, desempolvaba trajes, pedía días en el trabajo y, cuando estaba a punto de salir, la tía volvía a llamar para decir que había sido una falsa alarma.
-Que la han reanimado.
-¿Y qué hace ahora?
-Pues nada, aquí está, comiendo.
La cosa llegó a ser tan frecuente que mi por entonces novio acabó rebelándose:
-Mira, a mí avísame cuando esté muerta-muerta, que esto es un no parar.
En 2008 (la bisabuela había nacido en 1914, haced la cuenta) parecía que esta vez sí que de verdad el final estaba cerca.
La bisabuela vivía en un pueblo pequeño, y la noticia corrió rápidamente.
-Se está muriendo...
No es que yo lo viera en ese caso en concreto, pero lo he visto en un montón: mi madre subía a la plaza del mercado ("de abastos", lo llamaban) con todos los críos a rastras, y se le acercaba la cotilla de turno:
-Se está muriendo Fulanita.
Lo decía en voz bajita, como si fuera un secreto, pero a la vez con un regocijo que daba gusto verla. Es que en los pueblos la gente se aburre mucho, y morirse será una mierda, pero no deja de ser una novedad.
Total, que mi bisabuela estaba en trance de morirse otra vez y todas las cotillas del pueblo estaban en trance de encontrarse en la plaza para anunciárselo unas a otras en voz bajita cuando de pronto empezaron a tocar a muerto.
"Tocar a muerto" podría ser una tómbola en la que se rifaran cadáveres, pero no lo es (lo he preguntado), si no que es una forma peculiar de hacer sonar las campanas de la iglesia para que todo el pueblo se entere de que se ha muerto alguien.
¿Y quién se ha muerto?
Pues Fulanita, que esta mañana he subido a la plaza y me han dicho que estaba a punto.
¿Lo veis? Lo tienen todo pensado.
Las cotillas del pueblo se apresuraron a ir a dar el pésame a casa de mi tía, lo cual tiene mucho mérito, porque mi tía vive en lo más alto de la cuesta más empinada del pueblo; y eso es mucho decir porque, según ZaraJota™ el dichoso pueblo "solo tiene cuestas, y todas son para arriba".
Cuando llegaron a la cumbre, llamaron a la puerta de mi tía, que salió a abrirle rauda y veloz.
Más o menos.
Mi tía, es más corredora de fondo que sprinter.
-¿Es aquí la muerta? -le preguntaron.
En el pueblo es que son así: una delicadeza, una diplomacia, un tacto...
-No, todavía no.
Mi tía es que es una optimista de la vida.
-Anda que no, si están tocando a muerto.
-Sí, pero es por Menganito.
-No me digas. ¿Y hemos subido aquí para nada?
Desde luego es que la gente no tiene consideración ni para morirse.

Continuará...

10 comentarios:

  1. ¡Ay, que me meo! jajajaja
    Espero con ansiedad la segunda parte.
    De verdad, no sabes como te agradezco que hagas que me parta la caja de risa!
    Besos y salud

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  2. Genial poder contar de una manera tan surrealista y cómica una historia que sabemos que acaba mal...

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  3. Ya se que tu bisabuela se va a morir, pero con que gracia lo cuentas jodía.

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  4. Estoy echando cuentas y, según yo, para 2008 el "para entonces mi novio" ya era Zarajota, ¿no?

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  5. Madre mía!! Es para partirse. Lo del tacto en los pueblos son en todos lados...no solo en el tuyo...

    Me encanta como has contado tu no-muerte de tu bisabuela.

    Kiss

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  6. Nena, que en los pueblos morirse será una mierda, pero siempre tienes a tós los cotillas a punto para dar el pésame. ¿Has visto algo más triste que un entierro de ciudad? como sea muy grande, como Barcelona, es algo muy desangelado. Y si te pilla en vacaciones... entonces sí que es triste y solitario.

    Morirse en un pueblo tiene algo distinto: público.



    Tu bisabuela se partiría la caja si leyera esto.

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  7. tocar a muerto, por supuesto 12 campanas si es hombre y 13 si es mujer ( o algo asi) por si no hay ninguno en espera, se cuentan las campanadas y se hacen las cabalas!
    jejeje
    Muy bueno!

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  8. jajajajajajajajajajaja

    Te juro que pensé que le iban a preguntar a tu tía, si estaba segura. Porque eso en mi pueblo pasa, porfían a la misma familia, de si están seguros que el muerto no era por su pariente...

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  9. Mi abuela, de Rute, con 92 años después de fregar la casa de tres plantas decía:
    "Voy a tener que ir al medico, porque acabo cansada y me duelen las rodillas"
    Otra bisabuela de lorz.


    Sin dar besos, a su manera, mi abuela.



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  10. Mi abuela, de Rute, con 92 años después de fregar la casa de tres plantas decía:
    "Voy a tener que ir al medico, porque acabo cansada y me duelen las rodillas"
    Otra bisabuela de lorz.


    Sin dar besos, a su manera, mi abuela.



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