Últimamente se habla mucho de la Marca España, sin que nadie tenga muy claro qué es ni para qué sirve.
Yo he dedicado mucho tiempo a pensar sobre el tema (aproximadamente dos minutos, mientras hacía pipí) y he llegado a la conclusión de que la Marca España, lo que caracteriza a los españoles como ente colectivo, es que no encanta quejarnos de todo sin hacer nada al respecto.
Esto ha sido así desde hace mucho tiempo: el Siglo de Oro, por ejemplo, está formado por un montón de tipos que de tanto quejarse convirtieron la queja en arte. Tenemos queja poética, queja teatral... ¡tenemos hasta queja en pintura! Pero no deja de ser queja, y queja en vacío que no lleva a nada: la prueba es que siglos más tarde nos seguimos quejando de lo mismo.
A veces pienso que internet ha empeorado las cosas.
Antes la gente se quejaba del mundo en pequeños grupos. Se quejaba con el portero, en el bar, en la cola de la pescadería, en la peluquería. Quejas en pequeños círculos, que servían para desahogarse con la tranquilidad de que no iban a llegar a ninguna parte.
Ahora, con las redes sociales, nos seguimos quejando. Cualquier soplapollez que hagan, digan o parezcan los políticos alcanza una repercusión enorme. Todo el mundo opina, protesta y arma mucho escándalo... y seguimos sin hacer nada. Es más, al contrario: cada vez que el gobierno anuncia una nueva medida las redes sociales nos permiten desahogarnos, hacer la catarsis correspondiente, y para cuando la medida en cuestión se aprueba ya lo hemos asumido y aceptamos cualquier cosa que nos hagan.
Al menos así es como lo veo, y no me gusta porque, tengo que admitirlo: yo quiero cambiar el mundo.
Puede que no sea capaz de cambiar gran cosa yo sola, pero oye, a lo mejor de a poquito...
Por eso estos días he estado tan pesadita con el tema del metro.
Para los que no vivan aquí, un poco de contexto:
En los últimos años las tarifas de transporte público de Madrid no han parado de subir hasta costar un güevo y medio. En parte al menos ha sido para financiar ampliaciones y nuevas estaciones que a veces estaban en zonas todavía sin urbanizar o en construcción. Algunas mentes malpensadas podrían decir que se usaba el metro para especular, porque se llevaba hasta un descampado en el que después brotaban los pisos como por arte de magia, mientras que no había dinero para llevar el metro a zonas que llevaban urbanizadas más tiempo.
Al mismo tiempo el servicio se reducía. Se ve que cuando subes el precio varias veces al año y muy por encima del IPC en un país en crisis el número de usuarios se reduce. ¿Quién se lo iba a imaginar? Y resulta que cuanto más se sube el precio más bajan los usuarios, cuanto más bajan los usuarios más sube el precio y así sucesivamente, hasta que al final, en un alarde de brillantez, metro ha decidido reducir el servicio: ahora sólo pasa un tren de cada dos. El precio se mantiene, por supuesto: es como el 2x1 de Carrefour pero al revés.
Por otra parte resulta que al reducirse a la mitad los trenes el número de viajeros de cada tren se multiplica por dos y cuando un vagón va lleno muy por encima de su capacidad hace mucho más calor del que debería, especialmente si se hace poco uso del aire acondicionado. Cuando la gente está mucho rato de pie en un vagón a presión a 45ºC y sin apenas aire se marea, aunque seguramente sólo lo hacen para llamar la atención, que hay mucho cuentista suelto.
Luego están las escaleras. Si unas escaleras mecánicas se estropean no hay ninguna prisa por arreglarlas. Es más: metro se atrevió incluso a lanzar una campaña publicitaria recomendando subir a pie, porque hacer ejercicio es bueno y reduce el riesgo de obesidad, especialmente en aquellas estaciones que están a más de seis pisos de profundidad. En esas se reduce el riesgo de obesidad, así como el de cualquier otra enfermedad, porque lo más posible es que te de un síncope a medio camino.
Aunque todos tuviéramos ese espíritu deportivo, al parecer hay gente que no es capaz de subir y bajar escaleras. No hablo sólo de personas discapacitadas y carritos de bebé: cualquiera puede en un momento dado torcerse un tobillo, ponerse enfermo, marearse, ir con maletas o, simplemente, llegar a viejo.
Y ahí es donde quiero llegar a parar con esta filípica:
metro de Madrid tiene vagones con espacios reservados a discapacitados y colectivos sensibles (enfermos, ancianos, embarazadas y madres con bebés) e incluso tiene una zona del andén dedicada a estas personas, pero no dispone de ascensor en todas las estaciones y en muchas no dispone ni siquiera de escaleras mecánicas.
En mi caso, cojo el metro todos los días, y ni la estación de origen ni la de destino tienen ascensor, una de ellas tiene escaleras mecánicas pero sólo para una línea y la otra tiene escaleras mecánicas que llevan un mes sin funcionar.
No se trata de que no quiera hacer ejercicio. Que si hay que hacerlo se hace. Lo que pasa es que tengo el cuerpo lesionado en varios puntos y un bebé, y por lo general ambas cosas son incompatibles con subir y bajas seis pisos de escaleras, por lo que no puedo llevar a Bebé-chan conmigo.
Si hubiera acceso para discapacitados podría buscar una guardería cerca de donde trabajo y podría pasar dos horas más al día con Bebé-chan, por no hablar de que al estar menos horas institucionalizada tendríamos que pagar 30 € menos de guardería al mes.
Los últimos días lo he estado comentando con compañeras de trabajo, con amigas y por twitter, y casi todo el mundo se sentía identificado: el que no tenía hijos recordaba aquella vez que tuvo un esguince, o cuando volvió de viaje con un maletón enorme, o simplemente ese día que estaban tan cansados que apenas se tenían en pié y todas las escaleras estaban estropeadas. Lo más sorprendente es que nadie había reclamado nunca: se quejaban con los amigos, o en el trabajo, y no hacían nada.
Y esto no puede ser: ya que nos vamos a quejar, al menos quejémonos al responsable del problema, y a ser posible por los canales adecuados. Con un poco de suerte hasta conseguimos que nos hagan caso.
Por eso me he propuesto poner una reclamación cada vez que use el metro y no haya acceso para discapacitados, y os animo a hacer lo mismo: sólo hay que rellenar este formulario.
Esto es todo.
Gracias por vuestra colaboración.
Editado 11/07/2013
El trayecto que hacemos con el carrito a cuestas:
Yo he dedicado mucho tiempo a pensar sobre el tema (aproximadamente dos minutos, mientras hacía pipí) y he llegado a la conclusión de que la Marca España, lo que caracteriza a los españoles como ente colectivo, es que no encanta quejarnos de todo sin hacer nada al respecto.
Esto ha sido así desde hace mucho tiempo: el Siglo de Oro, por ejemplo, está formado por un montón de tipos que de tanto quejarse convirtieron la queja en arte. Tenemos queja poética, queja teatral... ¡tenemos hasta queja en pintura! Pero no deja de ser queja, y queja en vacío que no lleva a nada: la prueba es que siglos más tarde nos seguimos quejando de lo mismo.
A veces pienso que internet ha empeorado las cosas.
Antes la gente se quejaba del mundo en pequeños grupos. Se quejaba con el portero, en el bar, en la cola de la pescadería, en la peluquería. Quejas en pequeños círculos, que servían para desahogarse con la tranquilidad de que no iban a llegar a ninguna parte.
Ahora, con las redes sociales, nos seguimos quejando. Cualquier soplapollez que hagan, digan o parezcan los políticos alcanza una repercusión enorme. Todo el mundo opina, protesta y arma mucho escándalo... y seguimos sin hacer nada. Es más, al contrario: cada vez que el gobierno anuncia una nueva medida las redes sociales nos permiten desahogarnos, hacer la catarsis correspondiente, y para cuando la medida en cuestión se aprueba ya lo hemos asumido y aceptamos cualquier cosa que nos hagan.
Al menos así es como lo veo, y no me gusta porque, tengo que admitirlo: yo quiero cambiar el mundo.
Puede que no sea capaz de cambiar gran cosa yo sola, pero oye, a lo mejor de a poquito...
Por eso estos días he estado tan pesadita con el tema del metro.
Para los que no vivan aquí, un poco de contexto:
En los últimos años las tarifas de transporte público de Madrid no han parado de subir hasta costar un güevo y medio. En parte al menos ha sido para financiar ampliaciones y nuevas estaciones que a veces estaban en zonas todavía sin urbanizar o en construcción. Algunas mentes malpensadas podrían decir que se usaba el metro para especular, porque se llevaba hasta un descampado en el que después brotaban los pisos como por arte de magia, mientras que no había dinero para llevar el metro a zonas que llevaban urbanizadas más tiempo.
Al mismo tiempo el servicio se reducía. Se ve que cuando subes el precio varias veces al año y muy por encima del IPC en un país en crisis el número de usuarios se reduce. ¿Quién se lo iba a imaginar? Y resulta que cuanto más se sube el precio más bajan los usuarios, cuanto más bajan los usuarios más sube el precio y así sucesivamente, hasta que al final, en un alarde de brillantez, metro ha decidido reducir el servicio: ahora sólo pasa un tren de cada dos. El precio se mantiene, por supuesto: es como el 2x1 de Carrefour pero al revés.
Por otra parte resulta que al reducirse a la mitad los trenes el número de viajeros de cada tren se multiplica por dos y cuando un vagón va lleno muy por encima de su capacidad hace mucho más calor del que debería, especialmente si se hace poco uso del aire acondicionado. Cuando la gente está mucho rato de pie en un vagón a presión a 45ºC y sin apenas aire se marea, aunque seguramente sólo lo hacen para llamar la atención, que hay mucho cuentista suelto.
Luego están las escaleras. Si unas escaleras mecánicas se estropean no hay ninguna prisa por arreglarlas. Es más: metro se atrevió incluso a lanzar una campaña publicitaria recomendando subir a pie, porque hacer ejercicio es bueno y reduce el riesgo de obesidad, especialmente en aquellas estaciones que están a más de seis pisos de profundidad. En esas se reduce el riesgo de obesidad, así como el de cualquier otra enfermedad, porque lo más posible es que te de un síncope a medio camino.
Aunque todos tuviéramos ese espíritu deportivo, al parecer hay gente que no es capaz de subir y bajar escaleras. No hablo sólo de personas discapacitadas y carritos de bebé: cualquiera puede en un momento dado torcerse un tobillo, ponerse enfermo, marearse, ir con maletas o, simplemente, llegar a viejo.
Y ahí es donde quiero llegar a parar con esta filípica:
metro de Madrid tiene vagones con espacios reservados a discapacitados y colectivos sensibles (enfermos, ancianos, embarazadas y madres con bebés) e incluso tiene una zona del andén dedicada a estas personas, pero no dispone de ascensor en todas las estaciones y en muchas no dispone ni siquiera de escaleras mecánicas.
En mi caso, cojo el metro todos los días, y ni la estación de origen ni la de destino tienen ascensor, una de ellas tiene escaleras mecánicas pero sólo para una línea y la otra tiene escaleras mecánicas que llevan un mes sin funcionar.
No se trata de que no quiera hacer ejercicio. Que si hay que hacerlo se hace. Lo que pasa es que tengo el cuerpo lesionado en varios puntos y un bebé, y por lo general ambas cosas son incompatibles con subir y bajas seis pisos de escaleras, por lo que no puedo llevar a Bebé-chan conmigo.
Si hubiera acceso para discapacitados podría buscar una guardería cerca de donde trabajo y podría pasar dos horas más al día con Bebé-chan, por no hablar de que al estar menos horas institucionalizada tendríamos que pagar 30 € menos de guardería al mes.
Los últimos días lo he estado comentando con compañeras de trabajo, con amigas y por twitter, y casi todo el mundo se sentía identificado: el que no tenía hijos recordaba aquella vez que tuvo un esguince, o cuando volvió de viaje con un maletón enorme, o simplemente ese día que estaban tan cansados que apenas se tenían en pié y todas las escaleras estaban estropeadas. Lo más sorprendente es que nadie había reclamado nunca: se quejaban con los amigos, o en el trabajo, y no hacían nada.
Y esto no puede ser: ya que nos vamos a quejar, al menos quejémonos al responsable del problema, y a ser posible por los canales adecuados. Con un poco de suerte hasta conseguimos que nos hagan caso.
Por eso me he propuesto poner una reclamación cada vez que use el metro y no haya acceso para discapacitados, y os animo a hacer lo mismo: sólo hay que rellenar este formulario.
Esto es todo.
Gracias por vuestra colaboración.
Plas plas plas
ResponderEliminarY quien dice metro,dice el Tren ,el medico y tantos sitios que no funcionan en condiciones...
Plasplasplasplas. Y comparto. :)
ResponderEliminarJo Lorz... Me encanta no ser la única de Madrid poniendo reclamaciones en el puto Metro.
ResponderEliminarComparto, :*
A mi me censataria cambiar un trocito de mundo compartiéndolo contigo : Echar a Rajoy y a todos los del PP.
ResponderEliminarA lo mejor con esto de la corrupción superdemostrada dimiten en masa, ya ya se que flipo, pero soñar no cuesta nada... :)
Besos y salud
Mujer, yo te aplaudo... Eso sí, si algún día me regresas la visita, recuérdame no pasearte en Metro, que te da in síncope de ver las instalaciones (ascensor en el metro, a dio, ¿se puede?)
ResponderEliminarPues tienes toda la razón del mundo. Concretamente en metro no, pero yo he puesto (o he intentado poner) varias reclamaciones en varios sitios, con resultados... iba a decir dispares, pero vamos, que sin resultados. Pero insisto.
ResponderEliminarLo que estoy de acuerdo es que basta ya de quejarse y no hacer nada. Eso me ataca mucho. El país se va al garete y la gente se va de cañas. Al menos cuando estuve en Madrid la última vez me dio esa impresión. Entre semana había montonazo de gente de cañas. Alucinante.
Me parece estupendo. Yo no viajo en metro, pero por solidaridad voy a poner varias reclamaciones, empezando por el precio abusivo y terminando por el escaso servicio.
ResponderEliminarY comparto.
Besos!
Voy a poner reclamaciones también :-*******
ResponderEliminarSí cuando vas de coña, me parto, cuando te pones seria estoy totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarVoy a usar el formulario, no te quepa duda
Pues si que dan de sí dos minutos, caray ... pero tienes razón, a quejarse.
ResponderEliminarOiga, mucho que me alegro. De que reclames, claro, no de que tengas que hacer ejercicio y mucho todos los días.
ResponderEliminarSalud y saludos.
Qué sorpresón encontrarte en Menéame. ¡Soy FANS!
ResponderEliminar¡MUY BIEN! así me gusta! Yo no vivo en Madrid, así que poco puedo hacer pero me parece una iniciativa que se debería aplicar a muchas otras más cosas a las que estamos malacostumbrados.
ResponderEliminarTe puedo dar una idea, sería interesante que buscaras algún reglamento del servicio de metro de Madrid. Así podrías adelantarte a sus posibles respuestas y darles la vuelta. Es una idea, conozco los servicios de atención al cliente y siempre se excusan en reglas y normal que usualmente la gente desconocemos.
ale pues! un saludico desde el norte!
Toda la razón. También padezco el metro a diario, y raro es el día en que no me encuentro algún tramo de escaleras que no funciona. Ya ha pasado a ser algo totalmente habitual. Comparto con tu permiso.
ResponderEliminarTiene narices que no haya hecho yo esto antes (que pongo reclamaciones en cada puerto).
ResponderEliminarAbrazos grandes!
Bueno, me presento. Me he leído tu blog de cabo a rabo en menos de una semana... ¡los 7 años y pico! Enganchao total me has tenío, enganchaíco. Me lo he leído en casa y en esos ratos muertos en el trabajo, pero en el trabajo no me podía reir o mis compañeros que iban a mirar aún de forma más amenazante de como ya yo hacen.
ResponderEliminarNo disfrutaba tanto con un blog desde hace mucho. ¡Gracias!
Tienes razón en tu reclamación, pero arreglar ese problema de falta de ascensores y escaleras es un poco complicado en el metro de Madrid siendo tan antiguo.
ResponderEliminarEstá claro que necesita una reforma, si hasta hay partes en las que podría darme en la cabeza con el techo.
Ya se que no es este el lugar correcto, pero quiero añadir un problema mas; ademas de los ascensores, la altura, la falta... la falta de casi todo, hoy he leido la siguiente noticia
ResponderEliminarhttp://bestanimalfundraising.com/blog/2013/07/17/los-perros-del-metro-esclavos-de-cuatro-patas/
Normalmente me rio mucho con tus entradas, Lorzimami, pero ya que nos hemos puesto serios, y tus seguidores vamos a empezar a inundar a los de metro con las reclamaciones, queria romper una lanza a favor de los perros de la empresa de seguridad
¿Sabiais que los de la empresa de seguridad utilizan perros? Perros estresados, sin descanso, sin nomina, por supuesto, sin derechos...Y claro, despues enloquecen, desobedecen, atacan...
Como nosotros despues de subir millones de escalones a pie, con la maleta, cochecito o muletas de rigor, y eso que solo entramos y salimos, al menos vemos la luz del dia... Y podemos poner reclamaciones!
Si cuanto mas leo del metro, menos me gusta...
Gracias por ponerte seria de vez en cuando!
Bieeeen, ¡¡¡¡alguien que hace algo más que quejarse!!!!!
ResponderEliminar¡No estamos solos los que ponemos reclamaciones!(yo es que hasta mando escritos sesudos y todo).
Se me olvidaba, para los que dicen que no sirve de nada:
ResponderEliminarA base de quejas y escritos y cauces reglamentarios (sin llegar a denunciar ni nada de eso, sólo con quejas y escritos) he conseguido que DOS, no una, sino dos compañías de telefonía me devuelvan dinero. Bastante.
Y no te digo nada cómo está el transporte público este mes de agosto y en fines de semana, casi llegas antes a todas partes andando. Cuánta razón tienes en todo lo que has dicho...
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