04 agosto 2012

El momento Memento parte III

Previously in Lorz...
Mi suegra ha venido a verme unos días y ya no sé por dónde iba con la historia... Ah, sí...

Después de las contracciones y el encuentro interdimensional ZaraJota™ y yo pensamos que ya habíamos montado el número como para toda la semana y que nos podíamos arriesgar a salir a la calle sin mayor riesgo.
Errooooooor...
El sábado por la mañana nos fuimos al hiper más cercano a comprar comida para Arale-Chan. No estoy segura de si llegué a entrar en el hiper por mi propio pie. De pronto tenía calor y no veía nada y los oídos me hacían el mismo ruido que hacían las teles antiguas después de la carta de ajuste.
Oía a ZaraJota™ como si estuviera muy lejos.
-¡Ayuda! ¡Alguien! ¡Una silla o algo! 
Una chica con uniforme se le acercó.
-¿Y de dónde quieres que saque yo una silla?
Yo quería explicarle que detrás de la consigna hay un despacho y en el despacho hay dos sillas y un botiquín, pero no me salía la voz.
-¡Está embarazada y se va a caer al suelo! -gritaba ZaraJota™.
De alguna parte salió una silla, ZaraJota™ me dejó caer y empezó a abanicarme. En los últimos meses se ha vuelto un experto con el abanico, no veas el arte que tiene; a veces hasta me planteo comprarle una peineta.
Al rato empecé a darme cuenta de lo que había alrededor.
ZaraJota™ con el abanico...
Una dependienta con un puñado de caramelos...
El prosegur...
Media docena de viej...ancianas mirando...
Por suerte me encontraba demasiado mal para sentir vergüenza.
-Ya estoy bien, ya estoy bien.
-No estás bien, no hay más que ver la cara tan descompuesta que tienes -dijo el prosegur.
-Siempre tiene esa cara- explicó ZaraJota™. Ten maridos para esto.
-Yo voy a llamar al médico. 
Ese hiper es tan grande que tiene su propio médico en plantilla. Lo sé porque estuve trabajando en ese mismo hiper hace años, y el médico tuvo que remendarme más de una vez.
-No me coge el teléfono. 
He dicho que tienen un médico en plantilla, no que tenga que hacer nada útil.
-Voy a llamar al samur. 
-Ya estoy bien.
-Puede que tú estés bien -me dijo el prosegur-, pero, ¿y tu hijo?
¡¡¡CHA-CHA CHA CHAAAAAAAN!!!
El prosegur llamó al samur.
-Que ya vienen -y según lo estaba diciendo, apareció una pareja del samur por la puerta- ¡Ya están aquí!.
La pareja del samur pasó de largo.
-Eh! ¡Que es aquí! -gritó el prosegur, y salió corriendo detrás de ellos.
Al rato volvió, sólo.
-Que dicen que han venido a comprar, y que de todas formas no nos podrían atender porque no han recibido el aviso. 
Al parecer el samur no actúa sin aviso, así que si alguna vez vais a tener un infarto aseguraos de llamar con antelación, porque si no aunque te vean agonizando no hacen nada.
¿A que da mucha tranquilidad saberlo?
Seguimos esperando... yo ya me encontraba mejor, y estaba casi segura de que estaría bien del todo si en vez de estar en mitad del hiper en una silla con todo el mundo mirando estuviera en una cafetería bebiendo algo frío y zampándome una tapita o dos, pero el prosegur no me dejaba irme.
Entonces apareció el jefe del hiper, que no me reconoció, pero yo a él sí, porque era el mismo que había cuando yo trabajaba allí, y me ha debido firmar permisos de examen, cambios de turno y vacaciones como para aburrir a un tonto.
-¿Qué ha pasado?
-Una mujer embarazada, que se ha mareado. 
-Estoy delante, y estoy bien.
-He llamado al samur. 
-Lo único que necesito es comer algo...
-No podemos dejar que te levantes hasta estar seguros de que te encuentras bien. 
Me estaba empezando a encabronar de verdad.
Porque como ya he dicho, había trabajado en el este hiper antes.
Y porque una vez, años ha, me hice un corte en la pierna mientras trabajaba. Me dieron permiso para subir a la enfermería, a condición de que luego me quedara un rato más hasta terminar lo que estuviera haciendo. El médico me dio cuatro puntos, y me mandó de vuelta al trabajo, con las medias rotas y un zapato inundado de sangre, y encima tuve que quedarme media hora más para compensar el tiempo perdido.
-Sigues teniendo mala cara. ¿De cuánto estás?
-De siete meses.
-Ah, bueno, a esas alturas todas tenéis mala cara. 
-Gracias.
-Yo es que tengo tres hijos, ya sé cómo va esto. 
-Aix...
-Deberías inclinarte hacia un lado. 
-No voy a inclinarme a un lado, todavía soy capaz de caerme.
-Que sí, que sí, que las embarazadas tenéis una vena que se aprieta y os da mareos, pero te tumbas de lado y se te pasa. 
Bueno, más o menos. La vena cava la tenemos todos. Es verdad que durante el embarazo a veces recibe más presión de la que debe, la presión no deja pasar la sangre y eso provoca mareos, que se pasan enseguida si te tumbas sobre el costado izquierdo.
-Mi vena cava está bien, ha sido un mareo por el calor, sólo necesito desayunar.
-Que sí, que sí, que te inclines, ya verás que bien.
Así que allí estaba, en una silla en mitad del hiper, torcida como una vespa, rodeada de viej... ancianas mientras ZaraJota™ me abanicaba, cuando llegó la pareja del samur que sí había recibido el aviso.
La pareja del samur me tomó la tensión, el pulso y el pelo. Sobre todo me tomó el pelo, porque para entonces ya estaba perfectamente bien, y seguramente pensaron que era una loca histérica que les había llamado para nada.
-Todo está bien -me dijeron al final-. Lo único que necesitas es desayunar.
-Es lo que llevo diciendo una hora.
Me levanté, devolví la silla, di las gracias a todo el mundo y ya nos íbamos cuando volvió a aparecer el jefe.
-¿Dónde vas?
-A la cafetería.
-No, no puedes. 
Eso fue lo que me terminó de cabrear.
-¿Cómo que no puedo? ¿Que es esto, un secuestro? El samur dice que estoy bien y que sólo necesito desayunar. Estoy harta, tengo hambre, me voy a a ir a la cafetería y no me importa lo que me digáis.
-Está cerrada por reformas.  
Ya empezamos con la excusitas.



Continuará...







12 comentarios:

  1. Cuanto echaba de menos a las viejancianas, este blog no era lo mismo sin ellas.

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  2. Comprobaste que la cafetería estaba cerrada? Lo digo porque a mí me da que el jefe te reconoció y quería gastarte una gracia como la del día de los cuatro puntos

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  3. De acuerdo con ada, las viej..ancianas tienen que volver más a menudo!! :)

    animo!bss

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  4. Jobar tía, te admiro...¡que zen! Yo me hubiera convertido en "Preñadeitor" y la habria liado muy parda en el pasillo de los donuts...

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  5. Vaya un gilipuertas el jefe!...si trataran a la gente de dentro, con las babas que tratan a los de fuera...ainssssssss

    A mí me dió en un día, que parece que tiene menos glamour, pero me trataron como una reina, me dieron una cocacola gratis y salí de allí más contenta y con más buen color que la leche!!!!

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  6. Pues... Oye... Y si a la otra desayunas antes de salir de casa... En una de esas no es mala idea.

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  7. me he reido mucho...no de ti claro...sino de como lo cuentas.
    un saludo

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  8. Cómo me río contigo, Lorz!!!
    Mientras leía el post estaba pensando que cuando seas madre, la experiencia te va a dar para una cantidad de posts que nos vamos a partir. Eso sí, que no los lea nunca tu niña! ;)

    Y por cierto, muchísimas felicidades (que yo no te lo había dicho)!!! Y disfrútalo mucho!

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  9. Cuatro puntos....¿y no te manda a casa, al menos, lo que queda del día???? De juzgado de guardia!!!!
    Y con la cafetería cerrada, ¿ni darte una cola, un batido o algo???? Cambia de super YA!!!!!!
    Ahora que, los del Samur (los que iban de compras), para echarles de comer a parte!!!!! Dónde está aquello tan peliculero de "Hay un médico en la sala??" y SIEMPRE salía alguno, oye!!!!!
    Lo mejor de todo es que ya falta menos para el Gran Momento!!!! Ánimo!!!!!

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  10. Actualiza ya, por Dioooooooooooooooooooos!

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  11. Actualiza ya, por Dioooooooooooooooooooos!

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  12. Ada, son las auténticas protagonistas.

    Camaleona, no lo comprobé, no estaba como para andar subiendo y bajando escaleras. Ahora sospecho.

    En, las sacaré todo lo que pueda. La otra opción es que te esperes a que yo sea una viej...anciana.

    Pérfida Canalla, eso tendría que haber hecho. En el fondo soy una blanda.

    Tita, a mí no me ofrecieron bebida ni siquiera pagando yo, una de las chicas me dio caramelos pero eran suyos.

    Hutopo, desayuné antes de salir de casa el primer desayuno, pero no me dio tiempo a volver para el segundo.

    Primula, ¿no de mí? Claaaaaro, claaaaro...

    Huckleberry, si los lee la niña me demanda, ¿verdad?

    Xeia, no. Y sólo quedaba una hora para terminar mi jornada, tampoco habría sido tanto.

    Anónimo, a sus órdenes.

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