Este se lo dedico a Sark, por resistir estoicamente los arranques de mi dulce caracter.
Recientemente hemos llegado a la conclusión de que ir al cine puede ser peligroso.
Por eso hemos decidido evitarlo, y en lugar de irnos a ver María Antonieta, la reina adolescente, Efe, Eme A, Sark, ZaraJota, Be y yo decidimos ir a ver una exposición en un museo.
Jo.
Había mogollón de gente.
Total, para ver cuadros, que es que en esta ciudad hay gente para todo.
Tuvimos que esperar casi una hora de cola.
Y luego, cuando por fin llegamos a la entrada, nos encontramos con que había que pasar los bolsos por un escáner y las personas humanas por un arco detector de metales.
Be y Efe pasaron sin problemas, demostrando con ello que las medidas de seguridad del recinto eran de lo más permisivas.
Los problemas empezaron con ZaraJota, porque el escáner detectó un peligroso artefacto dentro de su mochila: un objeto metálico punzante de triple punta envuelto en una carcasa de plástico...
Un tenedor dentro de un tupper, vaya.
-Es que como en el trabajo, y me tengo que llevar la comida y...
-Pues va a tener que dejarlo en la cabina de seguridad.
-Snif.
Obediente, ZaraJota fue a la cabina de seguridad.
-Vengo a entregar esto.
-¿Por qué?
-Porque no voy a sacar el tenedor de dentro, que debe estar asqueroso...
Ante la solidez del argumento el de seguridad se queda con el tupper.
Mientras, todavía en la entrada, Sark cruza el arco detector y pita.
-Por favor -dice la azafata-, saque los objetos metálicos de los bolsillos del abrigo y deposítelos en esta bandeja.
Sark no dice nada.
Eme A y yo damos un paso atrás.
Con lentitud pasmosa, Sark empieza a sacar objetos de sus bolsillos.
TODOS.
UNO a UNO.
-Esto es un libro. Esto es un paquete de chicles. Esto un boli. Azul. Esto una factura -explica mientras saca cosas y las pone en manos de la azafata.
-Por favor -suplica la chica-, sólo los objetos metálicos.
-¿Y cómo voy a saber si son metálicos si no los saco para verlos?
Ningún ser humano ha estado nunca tan cerca de ser golpeado a la vez por una azafata, un prosegur y una Lorz que estaba a medio nanosegundo de convertirse en un supersaiyan de nivel chorrocientos, del puro cabreo.
Faltaba menos de una hora para que cerraran la exposición, y la gente que hacía cola detrás de nosotros empezaba a proponer un linchamiento colectivo.
De eso nada, pensé.
Si hay que lincharlo ya lo lincho yo, hombreyá.
Cuando la bandeja estuvo a rebosar de sarktefactos apareció el objeto metálico en cuestión: una navajita suiza de las de toda la vida, con su sacacorchos y todo.
-No puede pasar con esto a la exposición -informa el prosegur-. Tiene que dejarlo en la cabina de seguridad.
Bien, pensé. Solucionado. Y además así el objeto metálico punzante de triple punta no se sentirá solo, oyes, que tiene que ser muy duro que te dejen en la cabina de seguridad cuando todo el mundo está por ahí divirtiéndose salvajemente en una exposición.
Pues de eso nada, porque Sark se negaba a separarse de la navaja suiza.
Por si nos atacaba un oso, supongo.
-¿Y por qué no puedo pasar con la navaja?
-Porque es peligroso -explicaba el prosegur.
-Sí, claaaaaaaaro... Una navaja de boy scout, ya sabe, esos famosos vándalos...
La tensión se mascaba en el ambiente.
Por suerte en ese momento intervino Eme A.
-Lorz, por favor, no le pegues...
-¿Por qué?
-Porque hay lista de espera, y los que llevan años se pueden cabrear si te adelantas.
Jo.
Siempre me estropea la diversión.
La historia según Efe, aquí, aquí y aquí
Y si alguien se anima a dar su versión (sí, lo digo por ti) que me lo haga saber.
De hecho yo sí tuve roces al pasar porque el segurata no se creía que lo que pitaba en mi abrigo era mi cremallera. Mmmm...
ResponderEliminarLa cosa es que te has olvidado de esta parte:
S: Bueno, es que si esto es tan peligroso como una llave.
F: De hecho, podríamos secuestrar el museo con ella y estrellarlo contra algún edificio.
Y, euhh, te dejas la parte de SARK vs LA POBRE CHICA DEL GUARDARROPA.
Jo. Aquí faltan posts.
No lo sé... Aca llegó una exposición España Medieval, que se llamaba... Tres horas de fila y, efectivamente, las llaves no pasaban (puede ser, alguien las podría usar para rayar algún tapiz o algo así)... pero tampoco pasaba el reloj de bolsillo de mi acompañante... Y más ridículamente, el yeso del brazo de una señora que estaba dos lugares a trás de nosotros...
ResponderEliminarBueno, has estado muy cerca de decir la verdad. Estoy gratamente sorprendido.
ResponderEliminarMatizar, lo que se dice matizar, me limito a señalar que no llegue a pitar en ningún momento -y hubiera pitado, no recordaba en absoluto llevar la multiusos- porque lo que yo intenté fue que mi abrigo pasara por los Rayos X y no tener que sacar las cosas de los bolsillos.
Por lo demás, me alegra ver que fuiste capaz de compartir el punto de vista de nuestros alegres amigos armados y estoy seguro de que será de gran ayuda, junto al resto de ovejitas, cuando haya que quitarse los zapatos, meter las cosas en un plastiquito trasparente o mear en un tarrito para demostrar que no hay problemas de drogas.
¿La exposición? A oscuras y mal montada, lo típico del Canal. Me habría limitado a comprar el catálogo en la web de la exposición, pero como tampoco existe...
Efe, es que yo me perdí la mayor parte del espectáculo... Cuento con vosotros para completar la historia.
ResponderEliminarHutopo, a estas alturas me lo creo todo. Yo tuve que quitarme el cinturón, y conozco gente que se ha tenido que quitar los dientes postizos e incluso la peluca (porque la sujetaba con horquillas). En el Museo del Prado requisan el agua a los guías. En el Palacio Real no puedes señalar. Y en el templo de Debod, por algún oscuro motivo que no acabo de entender, no te dejan frotarte contra los bajorrelieves del siglo I a.C. Cada sitio tiene sus manías.
Jona, yo sólo quería que me dejaran entrar a ver la p#t# exposición, y si para eso tenía que sacrificarte a los arrebatos paranoicos del prosegur, en fin... aquí lo tiene, señor prosegur, y no se olvide de explorar todos los orificios, que nunca se sabe dónde puede haber armas de destrucción masiva.
A mí me hicieron quitarme unas esposas que llevo grácilmente colgadas en el bolso. Ya ves tú, unas esposas normales y corrientes (con pompones rojos), de las que lleva todo el mundo; si es que tienen unas manías los de los museos...
ResponderEliminarTanta paranoia y, al final, basta con un poco de chicle.
ResponderEliminarMenos mal que los encargados de seguridad no recuerdam a MacGyver.
A mi me pasaron por los rayos X la mochila un día que fui a la delegación de Hacienda. Vieron las tijeras, el cutter, los dados de roll, y lo único que dijo el policía de la puerta era que si me salía crítico, intentara no manchar mucho la pared de sangre, que luego las de la limpieza se mosqueaban.
ResponderEliminarEjem, no es por haceros de menos, Zarajota, pero por muy manta que fuera el de Prosegur, con una navaja y un tenedor cortais la tortilla de patata y ya.
ResponderEliminarbesukis!!
Joer. Me acuerdo cuando fui a la delegación de Hacienda hace unos años a presentar mi primera declaración de la renta. Entro. Pito. Pase la mochila por el scanner, por favor.
ResponderEliminarY se ve en la pantalla una navaja de mariposa abierta.
"Eeeh... ¿esto es lo que parece que es?"
"Yo juraría que es una mariposa, pero no tenía intención de traerla aquí. ¿Le dejo la mochila y la recojo cuando salga?"
"Bueno, sí... bueno, no... bueno, pase con ella pero no la saque."
"De acuerdo"
Con lo que se prueba que lo importante no es ir armado o no. Es que el segurata de la puerta te vea cara de bueno o no.
Yo lo que creo es que a los seguratas de museo les pagan para que nadie ponga en peligro el arte. a los de hacienda no se para qué les pagarán, pero desde luego se la trae al fresco que pongas en peligro a los funcionarios de Hacienda.
ResponderEliminarTodo eso os pasa por no conocer las apasionantes posibilidades que ofrecen las modernas tecnologías...
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