Todos los años mi madre nos llevaba al único sitio en mitad de las terroneras en el que no habían plantado olivos, y no porque no quisieran, sino porque aquello tenía tanta pendiente que más que plantarlos había que colgarlos y en fin, los olivos pueden crecer de lado si hace falta, pero boca abajo todavía no he visto ninguno.
El caso es que nosotros nos íbamos allí y arrasábamos con todo: con el musgo, con las piedras, con las ramas, y en general con cualquier cosa que no corriera más que nosotros.
Lo más importante era el árbol. En casa siempre usábamos un árbol de verdad, pero como no se puede tener todo en esta vida no era un abeto, sino un acebuche.
Acebuche; prácticamente idéntico a un abeto.
"Un acebuche es un olivo salvaje", explicaba mi madre; y yo siempre pensaba que habría que preguntarle al acebuche, que lo mismo pensaba que la salvaje era aquella loca que lo sacaba del campo a escardillazo limpio.
El arbolito acababa en una maceta en mitad de nuestro salón, cubierto de espumillón, bolas y figuritas varias, y se quedaba ahí hasta que el gato lo descubría.
Unos cinco minutos, más o menos.
Así empezaba la rutina diaria de sacar bolas abolladas, figuritas mustias y trozos despeluchados de espumillón de los lugares más insospechados, y volverlas a colgar en un acebuche cada día más calvo.
La frase "¿que hace esto aquí?" se hacía de lo más popular (seguida muy de cerca por "yo quería un perro").
Un año mi madre se hartó y decidió pasar del acebuche y sustituirlo por ramas de un árbol que crece por allí y que se parece mucho a un acebo pero no lo es, porque todo el mundo sabe que en realidad los acebos sólo existen en las películas.
El no-acebo tiene unas ojitas muy pequeñas y rodeadas de espinitas más pequeñas aún que se clavan y enganchan y arañan y cuando consigues librarte de ellas se te hincha la piel y desearías no haber nacido, o al menos no haber visto un jodío no-acebo en tu vida.
La odisea de arrancar, transportar y trasplantar el mierdimatojo era como un documental de National Geographic pero sin planos de puestas de sol, pero lo peor era adornarlo, no sólo por los pinchazos, sino también por la imagen que daba el espumillón atravesado de espinas, las bolas arañadas, y las figuritas abrazadas unas a otras y gritando "no quiero morir, no quiero morir".
Mi madre miraba el no-acebo y decía "creo que este año no voy a poner las luces, no vaya a ser que una de las espinas atraviese el cable...". No acababa la frase, pero yo sabía que lo que estaba pensando era "y lo único que le falta a esto es que además dé calambre".
Total, que con gran riesgo para nuestra integridad física y mental decorábamos el árbol de navidad, y nos quedábamos mirando al gato como desafiándole a que se atreviera a tocar las bolas.
Y el muy jodío se atrevía.
Yo no sé si es que no le afectaba o que le iba el rollo de la mutilación y el dolor, pero el bicho seguía esparramando espumillón, bolas y figuritas por toda la casa, y en una ocasión incluso consiguió volcar la maceta y esparcir no-acebo por todo el salón.
Para el año siguiente mi madre decidió volver a usar el acebuche.
Pobrecillo, que culpa tendría.
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ResponderEliminarSiempre podéis poner al gato en un maceta y decorarlo. ¿Se atacaría a él mismo?
ResponderEliminarBuenos días.
EN mi casa la coa era así:
ResponderEliminarCOmpramos un bonito no-pino natural con raices y todo, que noes cosa de anadra masacrando árbolitos inocentes...
Lo adornamos (es decir, tiramos escarcha de colorines a la buena de dios), colgamos algunas esferas y colocamos el belen tapando la maceta
EN esas condiciones (con cada día menos figuritas en en Belen... Nosotros no teníamos gato, así que presumimos que ellas se escapaban y andaran por ahí, tramando algún plan de dominación mundial) hasta mediados de Marzo
Lllegado el día, plantábamos el árbolito en algún lugar cercano a la casa
Cuando una raiz de un pino de alguna navidad pasada (Diken tuvo la culpa) invadió la cisterna subterranea, mi madre (sabia ella) declaró: "A partir de hoy, cualquiera de los sopocientos pinos que hay afuera de la casa será el árbol de navidad" y asunto concluido
Mi casa no tendrá arbolito interior... Pero al menos ayudamos a forjar yuna nueva civilización y somos muy ecologistas
Hablamos de otras cosas (tambioén largas), aca:
http://hutoyuyos.blogspot.com/
En mi casa se ... recolectaba un pino (no abeto, no) pino de pinar (una rama solo) y no veas como se ponia la casa con la pinocha y la resina; a todo esto, las bolas eran de cristal y tenian cierta tendencia a "caerse" del arbol justo cuando mi hermana pasaba al lado; eran unas navidades de lo mas entretenidas.-
ResponderEliminarEs cosa de los gatos, que tienen un extraño deje "fakir". La mía dormía con la cabeza apoyada, a modo de almohada, en el cactus con más pinchos de la casa...
ResponderEliminar(Y también le encantaba coger carrerilla, lanzarse contra el árbol de navidad y quedarse enganchada y espatarrada en las ramas)
Yo tambien soy -ejem- de pueblo. En el caso nuestro el árbol no despertaba el mas minimo interes a pesar de ser natural y estar perfectamente adornado.
ResponderEliminarLo nuestro era el belen, con musgo natural esto... cosechado, los reyes magos, pastorcillos...
Pero como eramos así de simpaticos comenzaban a -ejem- "suceder" misterios paranormales tales como:
- Los reyes magos se ponían a nadar en medio del río.
- Todos los pastores estaban en un area de medio palmo en formacion de cuadrado.
- ... En formacion de triangulo.
- Todas las figuras mirando para la pared.
- Baltasar hacía de jesulin.
... (la juventud es lo que tiene, cada uno que pasaba lo ponía "a su gusto")
y ultimamente como tenemos un futuro primo gc el portal de belen esta protegido por la benemerita, concretamente 3 coches y un tanque (si me acuerdo subo una foto)
jajajajajaja!!! Pero qué grande eres Lorza (y menos mal que estoy sola en la oficina!!!
ResponderEliminar"las figuritas abrazándose y gritando "no quiero morir!" JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.....
¡BWA-HA-HA-HA-HA!Has conseguido que me alegre infinitamente de que en mi casa se usen no-árboles de no-vivo, hermoso y, sobre todo, seguro plástico.
ResponderEliminarEso es un poni fijo.
ResponderEliminarOtro aliciente añadido a la instalación del arbolito era la discusión familiar de cada año sobre si ponerlo con adornos de un sólo color o de muchos colorines y colgarle mucho, pero mucho espumillón.
ResponderEliminarY también las veces que me he encontrado a un dinosaurio a punto de comerse al Niño Jesús.
¡Si es que tengo una pandilla de descreidos irreverentes por familia!
Jo, arbolitos. A mí me gustan los arbolitos.
ResponderEliminarCon espumillón no, claro.
Menos mal que lo que usasteis no era un acebo de verdad porque es una especie protegida y como os pillasen arrancándolo os podía caer una buena :P
ResponderEliminarHe sufrido una regresión a la infancia por tu culpa, Lorz!!!
ResponderEliminarMi padre se iba al monte a cortar ramas de pino para simular un arbol de navidad en el comedor de mi casa, pero era tan bruto que se traía las ramas con más procesionarias (unas orugas peludas) que encontraba, porque decía que con los nidos de procesionaria (unas pelotas de seda del tamaño de naranjas) no hacía falta decorar el arbol.
Mi madre, mi hermano y yo, celebrábamos la navidad con una matanza de gusanos en el comedor, y mi padre se enfadaba porque le jodíamos el invento.
Que tiempos aquellos....
Pobre musguito....snif
ResponderEliminarTako, buenas noches. La respuesta es sí. Es que es un poco tonto.
ResponderEliminarHutopo, jo, un jardín lleno de arbolitos. Es como vivir en la casa de Papá Noel.
Tox, mi abuela tenía bolas de cristal!!! (Obsérvese el uso del pretérito imperfecto. Mi abuela sigue viva. Las bolas, no).
Perlim, no tienen término medio: o se frotan contra los cactus o contra la ropa reción planchada.
Xtebra, Hermano Mediano se dedica a sustituir al niño Jesús por cosas como un R2D2 (Arturito, al otro lado del Atlántico) de lego. Luego apostamos a) a ver cuánto tiempo tarda en darse cuenta mi madre y b) a ver quién recibe más collejas.
Prima, puede que haya exagerado un poco esa parte XD.
Gallifante, el pinoplástico también tiene sus cosillas.
Kirye, sí, de mi madre, que me oye protestar todos los años y aun así sigue decorando la casa.
Madre, em, vaya, que casualidad, jijiji. Lo del dinosaurio fue un accidente. Lo de los pastores que se ponían, ejem, cariñosos con las ovejas también.
Efe, claro, el espumillón es indigesto.
Zarajota, um, otro día te cuento lo que hacía el gato con el serrín. Cuando no estés comiendo, a ser posible.
Gherril, no, los acebos de verdad sólo existen en las películas. Esto era un matojo que se parecía a un acebo. Sospecho que era un acebuche evolucionado y con muy mala leche.
Autoestima, eso es taaaaaan asquerosito...
Marmotilla, Sí. Pobre.
Joder, qué cosas más raras hacéis por navidad, o seré yo la rara?? nosotros siempre poníamos un árbol de plástico con más años que Matusalén (o, por lo menos, más que yo) y que cada año estaba más destrozado y caido... creo que se debía a la ingesta cantidad de espumillón y bolas que se empeñaba en ponerle mi madre, más que nada para tapar lo huecos y calvas que tenía ya el pobre...
ResponderEliminarLorzagirl: Los acebos de verdad no existen solo en las peliculas. Nosotros tenemos uno en casa (la culpa fué de un desaprensivo que lo arrancó para usarlo en navidad y luego lo tiró (es especie protejida). Nosotros con amor lo recuperamos y sigue vivo aun (y muy hermoso) y confirmo que pincha mucho (no es que ma arrimara por un traspies un dia que...)))) Diox, espero que no me aparezcan los geos por casa.
ResponderEliminarToxcatl: Soy de monte, pero ... ¿Que es la pinocha?
Tako: ¿Donde hay que suscribirse para el torneo de parentesis?
Jijijiji, qué mítico...
ResponderEliminarYo en lugar de gato que se lance a por el árbol (la gata que tengo es una oveja) tengo a dos hermanos minúsculos con cierta afición al espumillón y a arrancar al angelito del árbol. Y claro, como sólo hay uno y ellos son dos... Lo siguiente son unos gritos terribles por toda la casa y el árbol desparramado en el suelo ^^u