-Lorz, ¿de verdad os vais una semanita? -preguntó mi padre con un brillo de ilusión en los ojos.
-Sí, a París.
-Vale, pues yo os pago el billete de ida.
-¿...?
-Y os compro provisiones para el camino.
-No hace falta que...
-Sí, sí... ¿qué quieres?
-Nada, en serio...
-Que sí, Lorz, que el viaje es muy largo... ¿coca-cola?
-Eh, bueno, vale.
-Y bocadillos. Y galletas. Y patatas fritas. Y latas de judías. Y un abridor. Y un melón.
-Bueno, lo que quieras.
-¿Algo más?
-No sé, papá, ¿agua?
-No. Agua no.
-¿No?
-No.
-Jo.
Cuando mi madre volvió del madrecurro, mi padre acudió a su encuentro para darle la feliz noticia.
-¿Sabes que los niños se van una semana? -dijo mi padre con un brillo de ilusión en los ojos.
-¿En serio? -contestó mi madre-. ¿Dónde?
-A París.
-Tendrán que llevarse algo para el viaje...
-No empieces a organizarles la vida, ¿eh?, que te conozco.
-¿Que yo les organizo la vida?
-Sí, te da la vena de madre y te pierdes. Y además, yo ya lo tengo todo previsto.
Moraleja:
Las madres organizan la vida, los padres preveen.
Y los hijos se quedan sin agua.
Jo.
continuará...
qué clase de padre te da una lata de judías y un abridor y no te da un camping-gas? qué pretende, que os comaís las judías frías?
ResponderEliminarNo se comen frías?
ResponderEliminarM**rd*, mi madre lleva 26 años engañándome!!!
Si es que las madres para organizar son únicas y los padres para prever ni te cuento.
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