Después de pasar la noche en un Alsa y el día despachando en Vitoria, tuve que volverme a Madrid en un Alsa.
Estaba a punto de subirme cuando descubrí que a la misma hora salían dos: uno que iba directo y otro que hacía seis paradas. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras miraba el billete.
Efectivamente, tenía el de las seis paradas.
Jo.
No os puedo contar el viaje porque lo único que recuerdo es que no me senté en mi sitio. Fue por una buena obra: para que una madre y una hija se sentarán juntas. Bueno, es verdad que lo hice para que la madre no se sentara conmigo. Pero eso ellas no lo saben.
Llegué a Madrid sobre las once de la noche, me subí a un taxi y empecé a dar cabezadas:
Estaba a punto de subirme cuando descubrí que a la misma hora salían dos: uno que iba directo y otro que hacía seis paradas. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal mientras miraba el billete.
Efectivamente, tenía el de las seis paradas.
Jo.
No os puedo contar el viaje porque lo único que recuerdo es que no me senté en mi sitio. Fue por una buena obra: para que una madre y una hija se sentarán juntas. Bueno, es verdad que lo hice para que la madre no se sentara conmigo. Pero eso ellas no lo saben.
Llegué a Madrid sobre las once de la noche, me subí a un taxi y empecé a dar cabezadas:
-Aunque me duerma no me secuestre, ¿eh? -le dije al taxista.
-No, no. Cuando llegue a su casa la despierto.
-O no, eh, tampoco nos pongamos extremistas.
Llegué a casa como a las doce e hice POM en la cama.
-Necesito dormir treinta horas seguidas -fue lo último que pensé.
Siete horas más tarde, cuando sonó el despertador, me acordé de la topota madre de todo el mundo. Especialmente de la topota madre del Krunch, y de la topota madre de mi yo del pasado, que pensó que era buena idea hacer dos festivales el mismo fin de semana porque "cosas más locas hemos hecho".
Claro que sí.
CUANDO TENÍAMOS VEINTE AÑOS, HIJA MÍA.
Hasta la hora de comer, que como sabemos es todas las horas, fui una especie de zombi que hacía la croqueta por el aparcamiento mientras suplicaba que alguien acabara con su sufrimiento. A partir de esa hora, el azúcar y cafeína hicieron su efecto y empecé a parecerme a una persona racional, cosa que, viniendo de mí, tiene mérito.
-No volveré a hacer esto nunca más -le dije a ZaraJota.
-¿Nunca? ¿Estás segura?
-Bueno, nunca después del fin de semana de mayo ese en el que me he vuelto a apuntar a dos festivales.
-No, si ya lo sabía yo...
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Escribo libros y luego tengo que venderlos.
Esta semana estaré:
El sábado de 10:30 a 20:30 en Santa Librada (Impect Hub Alameda, c/ Alameda 22, Madrid)
El domingo de 12:00 en LibroMatik (Gondomatik, c/ Gondomar 20, Valladolid)
Todos los días en Lektu.