Lo he vuelto a hacer: he escrito otra historia de zombis que, según su único lector beta (el otro estaba "ocupado" porque, según él, tenía que "trabajar" y "déjame en paz que son las tres de la mañana") está muy bien.
Bueno, en realidad lo que ha dicho es que "da mucho repelús" y que "va a peor", lo que, ahora que lo pienso, es más o menos lo mismo que dice de mí.
No importa.
Seguro que Mary Shelley oía lo mismo todos los días: su marido también tenía pinta de quejica.
"Is qui siy in piiti rimíntico, is qui siy in piiti rimíntico". Anda y calla, mediatorta.
El caso es que Villamatojo II está o estará disponible en breve (Amazon y sus cosas), junto con Villamatojo I, aquí.
Espero que os guste: he tardado en escribirlo por lo menos siete viajes en metro.
Pd: ¿He dicho ya por aquí que ZaraJota ha empezado a dibujar para la segunda parte del #Lorzfunding?
26 febrero 2018
19 febrero 2018
El destete (y ya dejo de hablar de tetas, lo prometo)
Destetar a Bebé-kun fue más fácil que destetarme a mí.
A medida que iban pasando los días, empecé a notarme hinchada, afiebrada, confundida y desorientada; y luego empezaron las nauseas, los calambres y el dolor abdominal.
Cuando anunciaba que Bebé-kun había dejado la NETITA la gente me preguntaba "¿cómo te sientes?", y yo siempre respondía "embarazada".
J*d*r.
Me sentía embarazada.
Aguanté unos días y al final me rendí y me fui al médico.
-¿Qué tal estas Lorz?
-Bien, gracias, ¿y usted?
-...
-Ay, perdón, que siempre se me olvida que la pregunta es en serio. Pues estoy un poco regular porque he dejado de dar el pecho. POR FIN.
-¿Todavía le dabas el pecho?
-Sí.
-POR EL AMOR DE DIOS, LORZ, ¿PERO QUÉ EDAD TIENE NENA-CHAN?
-Cinco años y medio.
-Madre del amor hermoso...
-Pero al que he destetado es al pequeño, que tiene treinta meses.
-Ah, vale. Los sustos que me das, maja...
-Me encuentro muy mal. Creo que tengo las hormonas totalmente turuletas.
-¿Y has pensado en volver a tomar la píldora?
-¡Jajaja! ¿Para qué?
Si ZaraJota y yo apenas dormimos en la misma cama. Por no hablar de dormir solos en la misma cama. Y quizá debamos reformular lo de dormir.
-Para regularte un poco las hormonas.
-Ah, para eso. No me lo había planteado. Vale.
-Pues te voy a recetar la píldora y una pastilla para el destete.
-Vale, vale.
-La leche que ya tienes no te la va a quitar, pero te va a ayudar a regular los síntomas. ¿Necesitas algo más?
-Pues ahora que lo dice no he comprado el pan.
-Adiós, Lorz.
De verdad creo que mi médico tiene un problema con las preguntas retóricas...
Me fui a la farmacia con las dos recetas.
-A ver -me dijo el farmaceútico-, la píldora anticonceptiva y una pastillas para cortar la lech...
Tomé aire porque me imaginaba lo que venía a continuación: bronca por no dar el pecho. Que es el mejor regalo y tal. Que las defensas y el cáncer de mama. Que cuando das teta la lluvia es de azúcar y las calles de mazapán.
-Sí.
El farmaceútico me miró de arriba a abajo.
-Te veo muy fresca para estar recién parida.
-Bueno, es que no estoy muy recién.
-¿No?
-El niño ya tiene treinta meses.
Que casi dejo la teta porque el bigote me la irrita, jo.
-¿TREINTA MESES? ¿Y cómo has aguantado?
Lo importante no es el cómo. Lo importante es por quién.
Mamás y futuras mamás del mundo, después de dos lactancias me siento con derecho a daros un consejo:
Amamantad o no amamantéis, pero no aguantéis m**rd*s de nadie.
¡Mis tetas, mis reglas!
¡Viva el teta power!
A medida que iban pasando los días, empecé a notarme hinchada, afiebrada, confundida y desorientada; y luego empezaron las nauseas, los calambres y el dolor abdominal.
Cuando anunciaba que Bebé-kun había dejado la NETITA la gente me preguntaba "¿cómo te sientes?", y yo siempre respondía "embarazada".
J*d*r.
Me sentía embarazada.
Aguanté unos días y al final me rendí y me fui al médico.
-¿Qué tal estas Lorz?
-Bien, gracias, ¿y usted?
-...
-Ay, perdón, que siempre se me olvida que la pregunta es en serio. Pues estoy un poco regular porque he dejado de dar el pecho. POR FIN.
-¿Todavía le dabas el pecho?
-Sí.
-POR EL AMOR DE DIOS, LORZ, ¿PERO QUÉ EDAD TIENE NENA-CHAN?
-Cinco años y medio.
-Madre del amor hermoso...
-Pero al que he destetado es al pequeño, que tiene treinta meses.
-Ah, vale. Los sustos que me das, maja...
-Me encuentro muy mal. Creo que tengo las hormonas totalmente turuletas.
-¿Y has pensado en volver a tomar la píldora?
-¡Jajaja! ¿Para qué?
Si ZaraJota y yo apenas dormimos en la misma cama. Por no hablar de dormir solos en la misma cama. Y quizá debamos reformular lo de dormir.
-Para regularte un poco las hormonas.
-Ah, para eso. No me lo había planteado. Vale.
-Pues te voy a recetar la píldora y una pastilla para el destete.
-Vale, vale.
-La leche que ya tienes no te la va a quitar, pero te va a ayudar a regular los síntomas. ¿Necesitas algo más?
-Pues ahora que lo dice no he comprado el pan.
-Adiós, Lorz.
De verdad creo que mi médico tiene un problema con las preguntas retóricas...
Me fui a la farmacia con las dos recetas.
-A ver -me dijo el farmaceútico-, la píldora anticonceptiva y una pastillas para cortar la lech...
Tomé aire porque me imaginaba lo que venía a continuación: bronca por no dar el pecho. Que es el mejor regalo y tal. Que las defensas y el cáncer de mama. Que cuando das teta la lluvia es de azúcar y las calles de mazapán.
-Sí.
El farmaceútico me miró de arriba a abajo.
-Te veo muy fresca para estar recién parida.
-Bueno, es que no estoy muy recién.
-¿No?
-El niño ya tiene treinta meses.
Que casi dejo la teta porque el bigote me la irrita, jo.
-¿TREINTA MESES? ¿Y cómo has aguantado?
Lo importante no es el cómo. Lo importante es por quién.
Mamás y futuras mamás del mundo, después de dos lactancias me siento con derecho a daros un consejo:
Amamantad o no amamantéis, pero no aguantéis m**rd*s de nadie.
¡Mis tetas, mis reglas!
¡Viva el teta power!
12 febrero 2018
BAI-BAI NETITA
Vosotros no lo sabéis porque apenas menciono el tema, pero llevo 30 (TREINTA) meses de lactancia con Bebé-kun.
Los primeros cuatro meses fueron genial por eso de la baja de maternidad y porque estaba todo el día con el niño colgao como un koala, que a mí me da la impresión de que apenas pedía teta pero ahora pensándolo quizá lo que pasara es que cuando la quería la tenía ahí a mano y ni me enteraba.
La afición de Bebé-kun a la teta-en-boca le ganó el apodo cariñoso de "Lechoncillo". Porque llamar "Mamoncete" a tu propio hijo está mal visto, al parecer.
A partir del cuarto mes yo me incorporé a trabajar y Bebé-kun a la guardería y se desataron las iras de los infiernos. Cuando estábamos juntos, Bebé-kun pedía teta cada dos horas. DÍA Y NOCHE.
Y, lo que es peor: a pesar de las formadísimas opiniones de las viej... ancianas del autobús, el niño no lo hacía ni por vicio ni por joder ni porque quisiera comprobar qué tamaño pueden alcanzar unas tetas humanas, sino porque de verdad lo necesitaba.
No sabéis lo contenta que me iba a trabajar por las mañanas. ¡Ocho horas con las tetas tapadas! No me lo creía ni yo.
La teta cada dos horas día y noche duró hasta los 24 meses.
20 meses dando teta día y noche, sí.
Cada dos horas (salvo cuando me iba a trabajar).
Y oyendo opiniones formadas de doctorados en la Universidad de Métete en tu P*t* Vida y Déjame a mí en Paz, especialidad de Los Problemas de Otro Siempre me Parecen Sencillos de Resolver, rama de Voy Dando Consejos que Nadie me ha Pedido.
En un momento de desesperación me fui todo un fin de semana sola, pensando que el niño se desengancharía. El niño pasó todo el fin de semana estupendamente, pero en cuanto aparecí por la puerta pidió NETITA como si no me hubiera ido.
Yo en cambio me pasé los dos días afiebrada y con un dolor de tetas del copón.
Nunca más, nunca más.
A los 24 meses más o menos Bebé-kun dio un salto madurativo de esos y empezó a dormir sin la teta. Si por la noche se despertaba era siempre ZaraJota el que iba a consolarlo, y por lo que fuera el niño no encontraba apetecible el musculado torso de su padre.
Los pelos. Tiene que ser por los pelos. Si lo llego a saber a los cuatro meses de lactancia me hago un injerto en las tetas y resuelto.
Poco a poco las tomas se redujeron a una. El niño, que por entonces era capaz de desayunar tres magdalenas, almorzar una lasaña familiar de una sentada y merendar pollo al ajillo (y seguir delgado, el muy c*br*n), no se acordaba de la teta hasta que yo llegaba a casa del trabajo, momento en el que se agarraba a mi pierna llorando a todo llorar y gritando "¡NETITAAAAAAAAAAA! ¡NETITAAAAAAAAAAAA!" como si estuviera al borde de la inanición más absoluta.
No sabéis lo relajante que es dar teta cuando llegas a casa a las siete de la tarde, sabes que el niño se te va a enganchar durante una hora, y que tienes que hacer la cena, preparar cosas para el día siguiente y hacer un mínimo caso al resto de la familia.
Por no hablar de mear.
Que tengo el muelle flojo.
Aquello no podía durar mucho así que le dije a Bebé-kun que si quería teta al menos la pidiera con educación.
A partir de entonces yo entraba en casa y el niño me cogía de la mano.
-MAMÁ, TIÉNTATE -señalaba a la butaca.
-¿Me puedo quitar el abrigo al menos?
-NO. TIÉNTATE -me sentaba en la butaca con el abrigo y todo-. MU BIEN, MAMÁ -encima condescendiente-. NETITA, ALFAVOR.
Y se enganchaba durante una hora (o más).
Pero claro, lo había pedido ALFAVOR y cualquiera le decía que no.
Así estaban más o menos las cosas cuando me surgieron... eh... cómo decirlo... ciertas complicaciones laborales y empecé a llegar a casa a unas horas que no eran ni medio normales.
Llegaba a casa cerca de las ocho de la tarde y cuando el niño pedía NETITA ALFAVOR le decía que íbamos a cenar enseguida, que papá ya tenía lista la cena, y el niño me miraba en plan pues si la ha hecho papá más motivo para que me des NETITA, que cualquiera sabe, pero bueno, a veces la cena era SISANTES o ALCHITCHAS o POTLLO o TORTITCHA o CHOPA, las comidas favoritas de Bebé-kun, y se olvidaba de la NETITA.
Y luego empezó a olvidarse días enteros sin que hubiera comida de por medio.
Se olvidaba un día y al día siguiente se me enganchaba con desesperación, así que al hacer la media de horas de chupóptero nos quedábamos igual, pero bueno.
Y de pronto, a principios de febrero, se olvidó de la teta durante tres días enteros.
Todavía la pedía de noche, pero le decíamos que la NETITA estaba dormida y que no la podía despertar. Que podía dormir con mamá si quería, pero dormir-dormir.
Y el niño se daba la vuelta y se dormía.
Con la mano en la NETITA, vale, pero se dormía.
Fueron pasando los días y Bebé-kun seguía sin enchufarse. Yo estaba en tensión permanente, y no solo porque sintiera las ubres a punto de explorar, sino porque en cualquier momento podía haber una recaída. El niño pediría NETITA, no conseguiríamos distraerlo, o yo sería débil, o él se pondría malito y el pediatra nos recomendaría seguir... y a tomalpolculo todo el esfuerzo.
Y mi espalda. Que ya pesa por lo menos nueve kilos y medio, la criatura.
La crisis iba a llegar tarde o temprano, y llegó.
Estábamos en un cumpleaños y Bebé-kun quería un juguete y otro niño también y francamente cuando pesas aproximadamente la mitad que tus amiguitos lo mejor es conformarse con ser una víctima de la vida, pero Bebé-kun todavía no ha llegado a esa conclusión, hubo un refriega y acabó de morros en el suelo.
-¡¡¡BUAAAAAAAAAAA!!!
-Ay, ¿qué ha pasado? -le dije, y lo cogí en brazos.
Bebé-kun me miró de soslayo.
-¿NETITA?
-Ehhh...
-NOOOOOOO, NETITA TA IO A NOMÍ. SHHHHHHHHH... TÁ NUMIENDO NETITA. CUAIET, CUAIET. SHHHHHHHHHHH... BAI-BAI, NETITA.
Pataleó para que lo soltara y se fue a jugar otra vez con sus amiguitos.
Y, como los seres humanos somos el espíritu de la contradicción, a mí se me escapó una lagrimita.
Pd: Bebé-kun lleva 12 días sin NETITA.
Los primeros cuatro meses fueron genial por eso de la baja de maternidad y porque estaba todo el día con el niño colgao como un koala, que a mí me da la impresión de que apenas pedía teta pero ahora pensándolo quizá lo que pasara es que cuando la quería la tenía ahí a mano y ni me enteraba.
La afición de Bebé-kun a la teta-en-boca le ganó el apodo cariñoso de "Lechoncillo". Porque llamar "Mamoncete" a tu propio hijo está mal visto, al parecer.
A partir del cuarto mes yo me incorporé a trabajar y Bebé-kun a la guardería y se desataron las iras de los infiernos. Cuando estábamos juntos, Bebé-kun pedía teta cada dos horas. DÍA Y NOCHE.
Y, lo que es peor: a pesar de las formadísimas opiniones de las viej... ancianas del autobús, el niño no lo hacía ni por vicio ni por joder ni porque quisiera comprobar qué tamaño pueden alcanzar unas tetas humanas, sino porque de verdad lo necesitaba.
No sabéis lo contenta que me iba a trabajar por las mañanas. ¡Ocho horas con las tetas tapadas! No me lo creía ni yo.
La teta cada dos horas día y noche duró hasta los 24 meses.
20 meses dando teta día y noche, sí.
Cada dos horas (salvo cuando me iba a trabajar).
Y oyendo opiniones formadas de doctorados en la Universidad de Métete en tu P*t* Vida y Déjame a mí en Paz, especialidad de Los Problemas de Otro Siempre me Parecen Sencillos de Resolver, rama de Voy Dando Consejos que Nadie me ha Pedido.
En un momento de desesperación me fui todo un fin de semana sola, pensando que el niño se desengancharía. El niño pasó todo el fin de semana estupendamente, pero en cuanto aparecí por la puerta pidió NETITA como si no me hubiera ido.
Yo en cambio me pasé los dos días afiebrada y con un dolor de tetas del copón.
Nunca más, nunca más.
A los 24 meses más o menos Bebé-kun dio un salto madurativo de esos y empezó a dormir sin la teta. Si por la noche se despertaba era siempre ZaraJota el que iba a consolarlo, y por lo que fuera el niño no encontraba apetecible el musculado torso de su padre.
Los pelos. Tiene que ser por los pelos. Si lo llego a saber a los cuatro meses de lactancia me hago un injerto en las tetas y resuelto.
Poco a poco las tomas se redujeron a una. El niño, que por entonces era capaz de desayunar tres magdalenas, almorzar una lasaña familiar de una sentada y merendar pollo al ajillo (y seguir delgado, el muy c*br*n), no se acordaba de la teta hasta que yo llegaba a casa del trabajo, momento en el que se agarraba a mi pierna llorando a todo llorar y gritando "¡NETITAAAAAAAAAAA! ¡NETITAAAAAAAAAAAA!" como si estuviera al borde de la inanición más absoluta.
No sabéis lo relajante que es dar teta cuando llegas a casa a las siete de la tarde, sabes que el niño se te va a enganchar durante una hora, y que tienes que hacer la cena, preparar cosas para el día siguiente y hacer un mínimo caso al resto de la familia.
Por no hablar de mear.
Que tengo el muelle flojo.
Aquello no podía durar mucho así que le dije a Bebé-kun que si quería teta al menos la pidiera con educación.
A partir de entonces yo entraba en casa y el niño me cogía de la mano.
-MAMÁ, TIÉNTATE -señalaba a la butaca.
-¿Me puedo quitar el abrigo al menos?
-NO. TIÉNTATE -me sentaba en la butaca con el abrigo y todo-. MU BIEN, MAMÁ -encima condescendiente-. NETITA, ALFAVOR.
Y se enganchaba durante una hora (o más).
Pero claro, lo había pedido ALFAVOR y cualquiera le decía que no.
Así estaban más o menos las cosas cuando me surgieron... eh... cómo decirlo... ciertas complicaciones laborales y empecé a llegar a casa a unas horas que no eran ni medio normales.
Llegaba a casa cerca de las ocho de la tarde y cuando el niño pedía NETITA ALFAVOR le decía que íbamos a cenar enseguida, que papá ya tenía lista la cena, y el niño me miraba en plan pues si la ha hecho papá más motivo para que me des NETITA, que cualquiera sabe, pero bueno, a veces la cena era SISANTES o ALCHITCHAS o POTLLO o TORTITCHA o CHOPA, las comidas favoritas de Bebé-kun, y se olvidaba de la NETITA.
Y luego empezó a olvidarse días enteros sin que hubiera comida de por medio.
Se olvidaba un día y al día siguiente se me enganchaba con desesperación, así que al hacer la media de horas de chupóptero nos quedábamos igual, pero bueno.
Y de pronto, a principios de febrero, se olvidó de la teta durante tres días enteros.
Todavía la pedía de noche, pero le decíamos que la NETITA estaba dormida y que no la podía despertar. Que podía dormir con mamá si quería, pero dormir-dormir.
Y el niño se daba la vuelta y se dormía.
Con la mano en la NETITA, vale, pero se dormía.
Fueron pasando los días y Bebé-kun seguía sin enchufarse. Yo estaba en tensión permanente, y no solo porque sintiera las ubres a punto de explorar, sino porque en cualquier momento podía haber una recaída. El niño pediría NETITA, no conseguiríamos distraerlo, o yo sería débil, o él se pondría malito y el pediatra nos recomendaría seguir... y a tomalpolculo todo el esfuerzo.
Y mi espalda. Que ya pesa por lo menos nueve kilos y medio, la criatura.
La crisis iba a llegar tarde o temprano, y llegó.
Estábamos en un cumpleaños y Bebé-kun quería un juguete y otro niño también y francamente cuando pesas aproximadamente la mitad que tus amiguitos lo mejor es conformarse con ser una víctima de la vida, pero Bebé-kun todavía no ha llegado a esa conclusión, hubo un refriega y acabó de morros en el suelo.
-¡¡¡BUAAAAAAAAAAA!!!
-Ay, ¿qué ha pasado? -le dije, y lo cogí en brazos.
Bebé-kun me miró de soslayo.
-¿NETITA?
-Ehhh...
-NOOOOOOO, NETITA TA IO A NOMÍ. SHHHHHHHHH... TÁ NUMIENDO NETITA. CUAIET, CUAIET. SHHHHHHHHHHH... BAI-BAI, NETITA.
Pataleó para que lo soltara y se fue a jugar otra vez con sus amiguitos.
Y, como los seres humanos somos el espíritu de la contradicción, a mí se me escapó una lagrimita.
Pd: Bebé-kun lleva 12 días sin NETITA.
05 febrero 2018
Más teletrabajo
La gripe de Nena-chan ha sido eterna.
Se nota que Nena-chan es más mayor y me ha estado dejando trabajar en casa sin mayores problemas: hace un par de años mi teletrabajo consistía en atender a la niña toda la mañana y en cuanto llegaba ZaraJota salir corriendo a la casa vacía de algún familiar para trabajar hasta bien entrada la noche.
En esta ocasión le pude explicar la situación directamente.
-Nena-chan, mamá tiene que trabajar y tienes que estar muy tranquilita. ¿Prefieres pintar o ver una peli?
-Pintar.
Nena-chan se sentó a pintar a mi lado mientras yo trabajaba.
Aguantó en silencio y a lo suyo un par de horas, pero se ve que al final ya no pudo más con la intriga.
-Mamá, ¿cuándo vas a empezar a trabajar?
-Eh... llevo trabajando todo este rato.
-Jajaja, ¡si solo estás leyendo!
"Solo", dice. "SOLO".
-No estoy solo leyendo. Mira -le dije, y le enseñé un folio todo marcado con correcciones.
-Aaaah, que también pintas con los colores.
-No estoy...
-Es que me habías disido que estabas sasiendo un libro.
-Estoy haciendo un libro.
-Es que los libros no se sasen así.
-¿Ah, no?
-No, porque la seño me ha enseñado a saser libros, ¿quieres que te enseñe?
-Me voy a arrepentir pero sí.
-Pues coges un montón de papeles y los cortas pequeñitos y luego les pones una grapa en un lado y ya está.
-Eh... vale. Bueno, eso es lo que está haciendo mamá: todos estos papeles luego, eh... los coge alguien y, estoooo... les pone pegamento por un lado y hace un libro.
Más o menos.
-Aaaaah... ¿y será un libro bonito o como los que haces tú siempre?
Creo que Nena-chan ya está lista para volver a colegio.
Se nota que Nena-chan es más mayor y me ha estado dejando trabajar en casa sin mayores problemas: hace un par de años mi teletrabajo consistía en atender a la niña toda la mañana y en cuanto llegaba ZaraJota salir corriendo a la casa vacía de algún familiar para trabajar hasta bien entrada la noche.
En esta ocasión le pude explicar la situación directamente.
-Nena-chan, mamá tiene que trabajar y tienes que estar muy tranquilita. ¿Prefieres pintar o ver una peli?
-Pintar.
Nena-chan se sentó a pintar a mi lado mientras yo trabajaba.
Aguantó en silencio y a lo suyo un par de horas, pero se ve que al final ya no pudo más con la intriga.
-Mamá, ¿cuándo vas a empezar a trabajar?
-Eh... llevo trabajando todo este rato.
-Jajaja, ¡si solo estás leyendo!
"Solo", dice. "SOLO".
-No estoy solo leyendo. Mira -le dije, y le enseñé un folio todo marcado con correcciones.
-Aaaah, que también pintas con los colores.
-No estoy...
-Es que me habías disido que estabas sasiendo un libro.
-Estoy haciendo un libro.
-Es que los libros no se sasen así.
-¿Ah, no?
-No, porque la seño me ha enseñado a saser libros, ¿quieres que te enseñe?
-Me voy a arrepentir pero sí.
-Pues coges un montón de papeles y los cortas pequeñitos y luego les pones una grapa en un lado y ya está.
-Eh... vale. Bueno, eso es lo que está haciendo mamá: todos estos papeles luego, eh... los coge alguien y, estoooo... les pone pegamento por un lado y hace un libro.
Más o menos.
-Aaaaah... ¿y será un libro bonito o como los que haces tú siempre?
Creo que Nena-chan ya está lista para volver a colegio.