Educar niños frikis es un deporte de riesgo, aunque uno muy satisfactorio, eso sí.
Cada vez que Nena-chan ve una camiseta/póster/muñeco/lo que sea de Darth Vader y se pone a gritar "¡MIRA, MAMÁ! ¡ES EL PAPÁ DE LA PRINSESA!" se nos caen los lagrimones, y no solo por el pedazo de spoiler, también por el orgullo paterno desaforao que nos entra.
Y cuando se pone el disfraz de Epiriman y va por la calle agitándole a la gente la manita con el índice y el meñique levantados, además de temer por nuestra integridad física, nos llenamos de orgullo y satisfacción.
Tiene sus desventajas, sin embargo.
Por ejemplo, los otros niños del colegio no entienden ni una palabra de lo que la chiquilla les cuenta, lo que en el fondo es un alivio, no digo yo que no. Por ejemplo:
-Mamá-á, hoy le he disido a mis amigos del cole de mayores que mis papás son marionetas que salen por la tele y cantan.
Ay, ay, ay...
-¿Y qué te han disi... dicho?
-Que es MENTIRA.
Alabado sea el señor.
Otras veces, en cambio, nos sale peor.
-Mamá-á, le he disido a mis amigos del cole de mayores que hemos ido al CARNAVAL.
-Muy bien, muy bien.
-Y que yo me he disfrasao de Lerigó...
-De ELSA...
-Y mi hermano de Yoga...
-De YODA
-Y mi mamá de ruja.
-De BRUJA.
-Y mi papá...
-Ay, ay, ay, dime que no lo has dicho...
-Mi papá se ha disfrasao de PAPÁ PRINSESA.
-Iba de jedi.
-¡Como papá prinsesa!
Ay, ay, ay... No me lo puedo creer...
Que sí, que es verdad que a veces ZaraJota se pone mi ropa interior. "Por accidente", según él. Pero no quiero ni imaginar lo que habrán pensado en el colegio cuando hayan oído lo de "papá prinsesa". En Darth Vader seguro que no.
-¿Y qué te han dicho? -le pregunté.
-Que eso no puede ser...
-Ay...
-Porque si mi papá se viste de prinsesa, mi mamá se tiene que vestir de prínsipe.
Visto así tiene su lógica.
28 febrero 2017
13 febrero 2017
La crisis de los cuarenta
Mis amigas están empezando a cumplir cuarenta años y eso me preocupa porque empiezo a pensar que es algo que le puede pasar a cualquiera, incluso a mí.
En la familia de mi madre cumplir cuarenta se consideraba un hito importante y se celebraba con una fiesta sorpresa.
Bueno, "sorpresa".
La primera fue sorpresa, la segunda fue sorpresa, la tercera ya empezaba a oler y para la cuarta pues mira, como que se veía venir.
Después ya perdimos un poco el interés, pero no porque las fiestas no fueran sorpresa, sino porque tenemos una capacidad de concentración muy limitadita.
A mis amigas por suerte no les ha dado por el temita sorpresivo, pero fiesta sí.
La última fue el sábado pasado y yo lo tenía ya todo previsto:
10:00 piscina con Bebé-kun.
12:00 piscina con Nena-chan.
14:00 llevar a los niños en casa de los abuelos.
15:00 comer o jugar al parchís con ZaraJota, preferentemente lo segundo, que engorda menos.
17:00 ir al cine a ver La la land, que resulta que sí es una película de verdad, y no que os hubierais puesto todos de acuerdo para reíros de mí.
20:00 cenar usando las dos manos.
22:00 cumpleaños.
22:05 gran regocijo.
Es que soñar es gratis.
El viernes Bebé-kun amaneció ardiendo de fiebre, pero ardiendo en plan mira yo apago la calefacción que el niño gasta menos luz.
Nena-chan solo tenía decimitas, pero se le había puesto esa cara mustia de vete preparando un viaje a urgencias y sacando el bajo de los pantalones que se me van a quedar cortos en una noche.
Y, lo que es peor, de pronto empezó a hacer eso que ella llama "gomitar". Os evitaré los detalles. Baste decir que las camas con dosel no son TAN buena idea como parece.
-Mañana yo me quedo con los niños y tú te vas a la fiesta -me dijo ZaraJota con mucha abnegación.
-Tú lo que quieres es quedarte viendo Netflix.
-Sí, pero con mucha abnegación.
La que de verdad estaba abnegada era mi madre.
-¿CÓMO QUE NO ME TRAES A LOS NIÑOS?
Bueno, "abnegada". Es un decir.
Nena-chan se pasó la noche gomitando por doquier, y ya de madrugada se durmió un par de horas, solo para despertar al grito de "¡mamá, tengo HAMBRE! ¿Me vas a dar el sisiyuno o qué, hombrepordios?".
-Creo que ya está mejor -le dije a mi madre por teléfono.
-Si está mejor se puede venir a casa y así tú te vas al cumpleaños.
-Da igual, ZaraJota se va a quedar en casa con Bebé-kun.
-Ya, pero si me traigo a la niña estará más tranquilo.
-Bueno, supongo que...
No había terminado de hablar cuando oí el helicóptero acercarse a nuestro edificio. Del helicóptero cayó una cuerda y mi madre, vestida de camuflaje pero monísima, se descolgó por la fachada, atravesó la ventana de la terraza en medio de una lluvia de cristales, agarró a Nena-chan y después se lanzó al vacío.
ZaraJota y yo las vimos alejarse, colgando del helicóptero. Con lo que llovía.
-Yo no sé para qué le hemos dado llave a tu madre -me dijo ZaraJota mientras barría los cristales-, con lo que le gusta entrar rompiendo cosas.
Bebé-kun seguía con mucha fiebre y yo me fui al cumpleaños con mucha penita. Y mira que me hacía ilusión ir, pero de pronto estaba como flojita.
Estuve en el cumpleaños apenas un par de horas, pero volví hecha polvo.
-Solo me he tomado una Fanta y encima me ha sentado mal. Debe ser un corte de digestión.
Y entonces empecé a gomitar como si no hubiera un mañana. Por todos los orificios. Os ahorraré los detalles. Baste decir que si lo llego a saber no habría fregado el baño el día de antes. Ni los cinco años anteriores.
ZaraJota me miraba en plan "ya te dije yo que los garbanzos con Nutella no eran buena idea" así como sintiéndose muy superior, y de pronto puso mala cara y salió corriendo al baño, y entonces nos dimos cuenta de que los garbanzos con Nutella no habían sido mala idea (la duda ofende) y que aquello no era una intoxicación sino un virus, y no un virus mortal sino algo mucho peor: UN VIRUS DE COLEGIO.
Las horas siguientes fueron un continuo expulsar fluidos intercalado con peleas a muerte por usar nuestro único baño.
Os ahorraré los detalles. Una imagen vale más que mil palabras.
A media mañana nos rendimos y le pedimos a mi madre que se llevara también a Bebé-kun.
-Pero usa la puerta, por lo que más quieras, que nos sales carísima.
Mi madre se llevó a Bebé-kun (por la puerta). ZaraJota y yo dibujamos un círculo de tiza (rosa) en el suelo, tiramos dentro una navaja y nos dispusimos a pelear por el siguiente turno en el baño.
Esa noche, con el sistema digestivo más vacío que un arca municipal, estábamos tumbados en la cama y pensando en la eutanasia cuando ZaraJota se volvió hacia mí.
-Lorz -me dijo-. Ya no te gusto. Llevamos prácticamente todo el día en la cama y no hemos jugado al parchís ni una sola vez.
Pues eso va a ser la crisis de los cuarenta, ya verás.
En la familia de mi madre cumplir cuarenta se consideraba un hito importante y se celebraba con una fiesta sorpresa.
Bueno, "sorpresa".
La primera fue sorpresa, la segunda fue sorpresa, la tercera ya empezaba a oler y para la cuarta pues mira, como que se veía venir.
Después ya perdimos un poco el interés, pero no porque las fiestas no fueran sorpresa, sino porque tenemos una capacidad de concentración muy limitadita.
A mis amigas por suerte no les ha dado por el temita sorpresivo, pero fiesta sí.
La última fue el sábado pasado y yo lo tenía ya todo previsto:
10:00 piscina con Bebé-kun.
12:00 piscina con Nena-chan.
14:00 llevar a los niños en casa de los abuelos.
15:00 comer o jugar al parchís con ZaraJota, preferentemente lo segundo, que engorda menos.
17:00 ir al cine a ver La la land, que resulta que sí es una película de verdad, y no que os hubierais puesto todos de acuerdo para reíros de mí.
20:00 cenar usando las dos manos.
22:00 cumpleaños.
22:05 gran regocijo.
Es que soñar es gratis.
El viernes Bebé-kun amaneció ardiendo de fiebre, pero ardiendo en plan mira yo apago la calefacción que el niño gasta menos luz.
Nena-chan solo tenía decimitas, pero se le había puesto esa cara mustia de vete preparando un viaje a urgencias y sacando el bajo de los pantalones que se me van a quedar cortos en una noche.
Y, lo que es peor, de pronto empezó a hacer eso que ella llama "gomitar". Os evitaré los detalles. Baste decir que las camas con dosel no son TAN buena idea como parece.
-Mañana yo me quedo con los niños y tú te vas a la fiesta -me dijo ZaraJota con mucha abnegación.
-Tú lo que quieres es quedarte viendo Netflix.
-Sí, pero con mucha abnegación.
La que de verdad estaba abnegada era mi madre.
-¿CÓMO QUE NO ME TRAES A LOS NIÑOS?
Bueno, "abnegada". Es un decir.
Nena-chan se pasó la noche gomitando por doquier, y ya de madrugada se durmió un par de horas, solo para despertar al grito de "¡mamá, tengo HAMBRE! ¿Me vas a dar el sisiyuno o qué, hombrepordios?".
-Creo que ya está mejor -le dije a mi madre por teléfono.
-Si está mejor se puede venir a casa y así tú te vas al cumpleaños.
-Da igual, ZaraJota se va a quedar en casa con Bebé-kun.
-Ya, pero si me traigo a la niña estará más tranquilo.
-Bueno, supongo que...
No había terminado de hablar cuando oí el helicóptero acercarse a nuestro edificio. Del helicóptero cayó una cuerda y mi madre, vestida de camuflaje pero monísima, se descolgó por la fachada, atravesó la ventana de la terraza en medio de una lluvia de cristales, agarró a Nena-chan y después se lanzó al vacío.
ZaraJota y yo las vimos alejarse, colgando del helicóptero. Con lo que llovía.
-Yo no sé para qué le hemos dado llave a tu madre -me dijo ZaraJota mientras barría los cristales-, con lo que le gusta entrar rompiendo cosas.
Bebé-kun seguía con mucha fiebre y yo me fui al cumpleaños con mucha penita. Y mira que me hacía ilusión ir, pero de pronto estaba como flojita.
Estuve en el cumpleaños apenas un par de horas, pero volví hecha polvo.
-Solo me he tomado una Fanta y encima me ha sentado mal. Debe ser un corte de digestión.
Y entonces empecé a gomitar como si no hubiera un mañana. Por todos los orificios. Os ahorraré los detalles. Baste decir que si lo llego a saber no habría fregado el baño el día de antes. Ni los cinco años anteriores.
ZaraJota me miraba en plan "ya te dije yo que los garbanzos con Nutella no eran buena idea" así como sintiéndose muy superior, y de pronto puso mala cara y salió corriendo al baño, y entonces nos dimos cuenta de que los garbanzos con Nutella no habían sido mala idea (la duda ofende) y que aquello no era una intoxicación sino un virus, y no un virus mortal sino algo mucho peor: UN VIRUS DE COLEGIO.
Las horas siguientes fueron un continuo expulsar fluidos intercalado con peleas a muerte por usar nuestro único baño.
Os ahorraré los detalles. Una imagen vale más que mil palabras.
Gasto de papel higiénico
per capita disparado.
A media mañana nos rendimos y le pedimos a mi madre que se llevara también a Bebé-kun.
-Pero usa la puerta, por lo que más quieras, que nos sales carísima.
Mi madre se llevó a Bebé-kun (por la puerta). ZaraJota y yo dibujamos un círculo de tiza (rosa) en el suelo, tiramos dentro una navaja y nos dispusimos a pelear por el siguiente turno en el baño.
Esa noche, con el sistema digestivo más vacío que un arca municipal, estábamos tumbados en la cama y pensando en la eutanasia cuando ZaraJota se volvió hacia mí.
-Lorz -me dijo-. Ya no te gusto. Llevamos prácticamente todo el día en la cama y no hemos jugado al parchís ni una sola vez.
Pues eso va a ser la crisis de los cuarenta, ya verás.