-Estoy pensando en irme un fin de semana a Londres a ver The Book of Mormon -dijo Hermano Mediano.
Cuando Hermano Mediano era adolescente mi madre estaba preocupada porque salía poco. Desde que nos mudamos a Madrid mi hermano ha estado, si no recuerdo mal, en Finlandia, Fráncfurt, Londres y China, aparte de hacer el camino de Santiago en todas las direcciones posibles, siempre buscándose la vida y por su cuenta. A estas alturas mi madre ya ha debido darse cuenta de que lo que a Hermano Mediano no es que no le gustara salir, es que lo que quería era salir del pueblo.
-Pues yo me apunto -dijo Hermano Pequeño.
-¡Anda! ¡Yo también quiero! -dije yo-. Podíamos ir un fin de semana los cuatro.
-¿A Bebé-chan le gustan los musicales?
-Eh, no. Bebé-chan tendría que quedarse aquí. Estaba pensando en que viniera ZaraJota™.
-Ah.
Solo había un pequeño problema: a ZaraJota™ le da pánico volar. Yo, en cambio, soy mucho más lista: a mí lo que me da pánico es estrellarme.
El problema no es que nos muramos y tal, aunque sería un inconveniente; lo que nos preocupa es qué pasaría entonces con Bebé-chan.
-Pues que se quedaría con mis padres -le digo a ZaraJota™.
-¡Eso, tú empeóralo!
-Oye, que me han criado a mí. Tan malo no puede ser. ¿Verdad? ¿Verdad? ¿VERDAD?
En el fondo ambos sabemos que Bebé-chan estaría muy bien con mis padres:
Mi madre adora a Bebé-chan.
Bebé-chan adora a mi madre.
Mi padre adora a Bebé-chan.
Bebé-chan le perdona la vida a mi padre porque sabe que puede manipularlo a voluntad y convertirlo en un mero juguete en sus manos.
Y todo así.
Supongo que lo que nos pasa es una forma extraña, morbosa y enfermiza de celos con anticipación: si algo nos pasa, no seremos nosotros quienes cuidemos de Bebé-chan.
Y como la queremos mucho, la idea nos toca los güevos a dos manos.
Volviendo a ZaraJota™, pensé que lo mejor para evitarle meses de angustia era que no supiera donde íbamos hasta el último minuto.
Pero tenía que contarle algo.
Y, como cuando miento me da la risa floja, tenía que ser lo bastante absurdo como para que la risa floja estuviera justificada, ¿me seguís?
-Mis hermanos están planeando un Viaje de Hermanos Marca Registrada -le dije.
-Estupendo, que lo paséis bien.
-No, hombre, tú también vienes...
-Qué rápido se troca en la vida del hombre el gozo en pesar.
ZaraJota™, es así, le dan como prontos poéticos que no vienen a cuento.
-Hemos pensado en ir un fin de semana a Teruel -informé.
-Anda ya. ¡Si en Teruel no hay nada que ver!
-Ya sabes cómo son mis hermanos: les encanta el camino de Santiago.
-¡Pero Teruel está en la otra punta!
-Tanto como en la otra punta... Lo he mirado en mapa y está como a cinco centímetros o así. Además, podemos ir a Dinópolis.
-...
-Ya sabes cómo son mis hermanos: les encantan los dinosaurios.
-Bueno -suspitó ZaraJota™-, al menos Bebé-chan se lo pasará bien.
-No, no, la nena no viene, se queda con mis padres.
-Bueno -suspiró ZaraJota™-, entonces al menos podremos aprovechar que estamos solitos en una habitación de hotel para jugar al parchís.
-Estoooo...
Creo que no lo he dicho todavía: nuestro presupuesto era muy limitado, y teníamos que alojarnos en un albergue.
Concretamente, en una habitación compartida con mis hermanos.
-Ya sabes cómo son mis hermanos -le dije a ZaraJota™-. Están siempre pelados.
-...
-Podemos hacer edredoning -sugerí.
Pero ZaraJota™ no estaba por la labor.
-Bueno -suspiró-, al menos podremos descansar.
-Estoooo...
Como he dicho, nuestro presupuesto era limitado. Por eso teníamos que volar con Ryanair. Concretamente, en el vuelo de las 6:30.
-Tenemos que levantarnos a las 4.
-¿A las cuatrooo?
-Para coger el autobús.
-¿Es que no hay más autobuses?
-Ya sabes cómo son mis hermanos: quieren estar en la puerta de Dinópolis antes de que abran.
-Bueno -suspiró ZaraJota™-, al menos saldrá barato.
-Sí, sí. Eso sí. Solo son 300 euros por cabeza.
-¿600 EUROS? ¿POR UN FIN DE SEMANA EN TERUEL? ¿EN AUTOBÚS? ¿COMPARTIENDO HABITACIÓN? ¿LEVANTÁNDONOS A LAS 4 DE LA MAÑANA? ¿Y SIN SEXO? ¿PARA VER EL P*T* DINÓPOLIS?
-Ya sabes cómo son mis hermanos...
-¡IMBÉCILES! ¡TODOS IMBÉCILES!
Bueno, sí, eso también.
No digo que continuará porque tengo que coger un avión y no quiero ser gafe.
24 junio 2014
17 junio 2014
Canciones para Bebé-chan cuando sus papás no están
Que se ve que hay gente que no tiene twitter y no se entera de lo que pongo ahí.
-Me tenéis que enseñar las canciones que le gustan a Bebé-chan para que se las cante cuando se quede en mi casa -dijo mi madre.
-Vale, hacemos un vídeo y te lo mandamos por mensaje.
-Uf -dijo ZaraJota™-, eso va a pesar mucho para que lo mandemos por mensaje.
-Pues lo hacemos con los Lorzañecos y lo subimos a youtube -propuse.
No me acordaba entonces de que una de los Lorzañecos había perdido un ojo. Literalmente. Tuve que buscar otro, pero no los encontré del mismo tamaño.
-No pasa nada -dije-, quito el que tiene y pongo dos nuevos.
Ja.
No hay manera de quitar ese ojo. Está pegao como si le fuera la vida en ello,
-Vamos a tener que encontrar otra solución -le dije a ZaraJota™.
Y esta es la solución que encontramos:
Y ahora las letras para que hagáis la versión karaoke en casa:
Soy el pony Penny,
El pony Penny nos lo regalaron mis primas.
La canción no tengo ni idea de dónde ha salido, probablemente de algún golpe en la cabeza que me di de pequeña.
Luego sigue con "four little monkeys...", "three little monkeys" y así hasta que no queda ninguno. Es un poco sádica, la cancioncilla.
Nosotros la aprendimos con Agnitus. A Bebé-chan le encanta: es la única coreografía que se digna a hacer completa.
La historia de esta canción la conté en su día aquí.
A Bebé-chan le costó mucho arrancar a hablar, probablemente porque en casa lo mismo oye castellano, que inglés, que gilipolleces y así no hay manera. En algún momento de la nebulosa temporal del embarazo había leído que algunos padres se apañan para comunicarse con los niños mediante signos, y nos compramos My First Signs, de Annie Kubler. Bebé-chan aprendió muy rápido a decir "hambre" y "biberón", mientras que mostró menos interés por "dormir" o "limpiar". Después empezamos a practicar Twinkle twinkle. A la nena le encanta hacer el símbolo del diamante: no se puede negar que sabe lo que quiere.
No estoy muy segura, creo que la canción es de un capítulo de Pocoyó.
La marioneta la regalaban con un libro infantil. No estoy segura porque a mí me llegó solo la marioneta, sin libro. A lo mejor debería hacerle una radiografía al dichoso pato.
Esta es por si con el castellano, el inglés y la lengua de signos Bebé-chan no tuviera suficiente.
Cuando Bebé-chan tiene mala noche llega un momento en el que se nos acaba la parentela; no pasa nada, el mundo está lleno de gente, por ejemplo:
-Me tenéis que enseñar las canciones que le gustan a Bebé-chan para que se las cante cuando se quede en mi casa -dijo mi madre.
-Vale, hacemos un vídeo y te lo mandamos por mensaje.
-Uf -dijo ZaraJota™-, eso va a pesar mucho para que lo mandemos por mensaje.
-Pues lo hacemos con los Lorzañecos y lo subimos a youtube -propuse.
No me acordaba entonces de que una de los Lorzañecos había perdido un ojo. Literalmente. Tuve que buscar otro, pero no los encontré del mismo tamaño.
-No pasa nada -dije-, quito el que tiene y pongo dos nuevos.
Ja.
No hay manera de quitar ese ojo. Está pegao como si le fuera la vida en ello,
-Vamos a tener que encontrar otra solución -le dije a ZaraJota™.
Y esta es la solución que encontramos:
Y ahora las letras para que hagáis la versión karaoke en casa:
Soy el pony Penny,
soy el pony Penny,
soy el pony Penny
y tú no lo eres
El pony Penny nos lo regalaron mis primas.
La canción no tengo ni idea de dónde ha salido, probablemente de algún golpe en la cabeza que me di de pequeña.
*
Five little monkeys
Five little monkeys
Jumping on the bed
One fell off
and bumped his head
Mama call the doctor
And the doctor said
"No more monkeys
Jumping on the bed!"
Luego sigue con "four little monkeys...", "three little monkeys" y así hasta que no queda ninguno. Es un poco sádica, la cancioncilla.
Nosotros la aprendimos con Agnitus. A Bebé-chan le encanta: es la única coreografía que se digna a hacer completa.
*
La Abeja Pelleja te toca la nariz
La Abeja Pelleja te toca la nariz
te toca la nariz
te toca la nariz
La Mariposa Golosa te toca la nariz
te toca la nariz
te toca la nariz
La Libélula Crédula te toca la nariz
te toca la nariz
te toca la nariz
La Araña Ramón te toca la nariz
te toca la nariz
te toca la nariz
La Flor Amor te toca la nariz
te toca la nariz
te toca la nariz
La historia de esta canción la conté en su día aquí.
*
Twinkle twinkle
Twinkle twinkle
little Star
how I wonder
what you are
up above the word
so high
like a diamond in the sky
twinkle twinkle
little Star
how I wonder
what you are
A Bebé-chan le costó mucho arrancar a hablar, probablemente porque en casa lo mismo oye castellano, que inglés, que gilipolleces y así no hay manera. En algún momento de la nebulosa temporal del embarazo había leído que algunos padres se apañan para comunicarse con los niños mediante signos, y nos compramos My First Signs, de Annie Kubler. Bebé-chan aprendió muy rápido a decir "hambre" y "biberón", mientras que mostró menos interés por "dormir" o "limpiar". Después empezamos a practicar Twinkle twinkle. A la nena le encanta hacer el símbolo del diamante: no se puede negar que sabe lo que quiere.
*
Es nuestro amigo Pato
Es nuestro amigo Pato
el más molón que hay
mamá lo quiere mucho
porque él es el más guay
laralará
laralará
lara lará
la la lará lara la
No estoy muy segura, creo que la canción es de un capítulo de Pocoyó.
La marioneta la regalaban con un libro infantil. No estoy segura porque a mí me llegó solo la marioneta, sin libro. A lo mejor debería hacerle una radiografía al dichoso pato.
*
Cargol treu banya
puja a la muntanya
cargol treu vi
puja al muntanyí
Cargol treu banya
puja a la muntanya
cargol bové
jo també vindré
Esta es por si con el castellano, el inglés y la lengua de signos Bebé-chan no tuviera suficiente.
*
Tu mamá te quiere
tu mamá te adora
tu mamá te quiere
tu mamá te adora
tu mamá te quiere
tu mamá te adora
tu mamá te quiere y te adora
Tu mamá te quiere mil
tu mamá te quiere mil
tu mamá te quiere mil
tu mamá te quiere mil
Tu papá te quiere
tu papá te adora...
Y así seguimos con el resto de la familia hasta que Bebé-chan se duerme.Cuando Bebé-chan tiene mala noche llega un momento en el que se nos acaba la parentela; no pasa nada, el mundo está lleno de gente, por ejemplo:
El vecino del 1° A te quiere
El vecino del 1° A te adora...
La música es una versión de it's a small world.
*
El bebé es pequeño
tiene mucho sueño
y un grillo de la suerte
que ni trae suerte ni nada
*
Tu collar de perlas
toma en prenda noble
y un grillo de la suerte
que ni da suerte ni nada
Estas son versiones muy, pero que muy libres de esto. 15 junio 2014
Habilidades asociales
Le prometí a mi jefa que no contaría aquí cosas de la ofi, y técnicamente esto no es una cosa de la ofi porque técnicamente ocurrió fuera de la ofi y técnicamente estaba en mi tiempo libre.
Así que supongo que ahora pueden pasar dos cosas: que mi jefa aprecie la sutil diferencia o que me mande al paro para que la aprecie yo.
Hace unos días estaba paseando por la feria del libro y pasé por delante de una caseta donde estaba firmando [SUPRIMIDO POR RESPETO]. Más que firmando estaba esperando para firmar, porque no tenía a nadie esperando, y no me extraña, porque en la misma caseta firmaba también [SUPRIMIDO POR FALTA DE RESPETO] que como escritor no sé cómo será, pero que sale mucho en la tele y por eso tenía bastante gente alrededor. Y digo alrededor porque [SUPRIMIDO POR FALTA DE RESPETO] no estaba discretamente sentado firmando detrás del mostrador, sino que se había plantado delante de la caseta y estaba abrazando ancianas, besando bebés y en general montando un circo que impedía ver, reconocer o acercarse al resto de autores en un radio de unos cien kilómetros (así, sin exagerar) a su alrededor.
Me dio vergüenza ajena, y penita y rabia, y pensé, pues voy a acercarme a saludar a este señor, pobrecillo mío. Lo que demuestra que soy tontalculo profunda, porque seguramente el buen hombre estaba pensando que mira que bien, un ratito para descansar y pensar en mis cosas.
El problema aquí es que mis habilidades sociales, por decirlo finamente, son una mierda.
Aunque nadie se lo cree cuando lo digo, la verdad es que soy muy tímida, súper tímida, lo más tímida que hay. Lo que pasa es que hay dos tipos de tímidos: los que se ponen tan nerviosos que se bloquean, se encogen y son incapaces de decir ni mu, y los que se ponen tan nerviosos que empiezan a hablar sin parar y a decir tonterías y cuantas más tonterías dicen más nerviosos se ponen y más hablan y más tonterías dicen.
Yo pertenezco al segundo grupo. Es una pena, porque si perteneces al primero la gente se da cuenta enseguida de que eres tímido, mientras que si perteneces al segundo la gente se da cuenta enseguida de que eres tontolculo.
Que no digo que no sea el caso, pero vamos, podían esperar un poco antes de juzgar a los demás, digo yo.
¿A qué venía todo esto?
Sí, a que mis habilidades sociales son una mierda.
Así que me acerqué al pobre señor, que estaba tan tranquilo sin meterse con nadie, y le dije:
-Hola, no me conoces, pero trabajo con [SUPRIMIDO POR AMOR A MI INTEGRIDAD FÍSICA].
-¿Sí? ¿Dónde?
-En su misma oficina.
-No te he visto nunca.
-Jajaja, es que me tiene escondida, jajaja.
Para que no meta la pata, principalmente.
-¿Y qué haces?
Pues así, resumiendo mucho, meter la pata. A jornada completa.A veces hago horas extra y todo; es que cuando me pongo no tengo freno.
-Un poco de todo. Por ejemplo, hice el [SUPRIMIDO POR... YA NO ESTOY MUY SEGURA DE POR QUÉ, ESPERO QUE FUERA IMPORTANTE] de tu libro.
-Vaya, lo siento. Creía que eso lo hacía un robot.
Anda que no molaría que hubiera un robot que hiciera mi trabajo.
Eh... Espera un momento...
-Hombre, no, que me quedo sin trabajo, jajaja...
-¿Haces eso todo el día?
-No, también hago otras cosas...
Hace años, cuando aún tenía turno de noche, fui a una entrevista de trabajo. La parte buena es que estaba citada a media mañana y me dio tiempo a dormir un par de horas. La parte mala es que me levanté con una contractura en el cuello y me tuve que tomar no-sé-qué. Para cuando llegué a la entrevista la mezcla noche-en-vela/mandanga-de-la-buena había hecho un maravilloso efecto. Creo que me pasé gran parte de la presentación de la empresa cabeceando (me daba el sol en la espalda y era muy agradable) y del resto solo recuerdo que me preguntaron qué programas informáticos manejaba y contesté algo así como "ese que lo pulsas y se abre". Digo que algo así porque realmente no recuerdo apenas nada, salvo que tuve que decir algo sumamente lamentable, porque no me dieron el trabajo A PESAR DE QUE MI TÍA ERA LA DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO. No digo más.
Bien, pues ese día en la feria del libro había dormido bien y no había tomado drogas, así que no sé por qué he contado esto, salvo porque me he acordado y me ha hecho mucha gracia.
El caso es que me atasqué en
-Hago otras cosas...
Y no fui capaz de dar con nada más. Empecé a sentirme realmente estúpida, que tiene su mérito, porque cualquiera diría que a estas alturas ya me tendría que haber acostumbrado, y pensé en salir por la vía de en medio.
-¿Te importa que te haga una foto? Es para twitter.
-No, claro.
Me puse a revolver el bolso buscando el móvil, hasta que me acordé de que le había dado el móvil a Bebé-chan para que lo usara de mordedor.
-Eh...
Mirando el lado positivo, ahora debe entender por qué suelo estar escondida.
Pd: Es el último día de la Feria del Libro de Madrid. Acercaos, que es gratis, leche. No hace falta que compréis un libro. Y si por un desgraciado accidente os veis obligados a comprar alguno, tampoco es obligatorio leerlo. Eso sí, si os vais a empeñar en comprar, al menos que sea en la caseta 298, que llevo comisión.
Pd a la Pd: ¿Cómo que no llevo comisión? ¿Qué quieres decir con eso?
Así que supongo que ahora pueden pasar dos cosas: que mi jefa aprecie la sutil diferencia o que me mande al paro para que la aprecie yo.
Hace unos días estaba paseando por la feria del libro y pasé por delante de una caseta donde estaba firmando [SUPRIMIDO POR RESPETO]. Más que firmando estaba esperando para firmar, porque no tenía a nadie esperando, y no me extraña, porque en la misma caseta firmaba también [SUPRIMIDO POR FALTA DE RESPETO] que como escritor no sé cómo será, pero que sale mucho en la tele y por eso tenía bastante gente alrededor. Y digo alrededor porque [SUPRIMIDO POR FALTA DE RESPETO] no estaba discretamente sentado firmando detrás del mostrador, sino que se había plantado delante de la caseta y estaba abrazando ancianas, besando bebés y en general montando un circo que impedía ver, reconocer o acercarse al resto de autores en un radio de unos cien kilómetros (así, sin exagerar) a su alrededor.
Me dio vergüenza ajena, y penita y rabia, y pensé, pues voy a acercarme a saludar a este señor, pobrecillo mío. Lo que demuestra que soy tontalculo profunda, porque seguramente el buen hombre estaba pensando que mira que bien, un ratito para descansar y pensar en mis cosas.
El problema aquí es que mis habilidades sociales, por decirlo finamente, son una mierda.
Aunque nadie se lo cree cuando lo digo, la verdad es que soy muy tímida, súper tímida, lo más tímida que hay. Lo que pasa es que hay dos tipos de tímidos: los que se ponen tan nerviosos que se bloquean, se encogen y son incapaces de decir ni mu, y los que se ponen tan nerviosos que empiezan a hablar sin parar y a decir tonterías y cuantas más tonterías dicen más nerviosos se ponen y más hablan y más tonterías dicen.
Yo pertenezco al segundo grupo. Es una pena, porque si perteneces al primero la gente se da cuenta enseguida de que eres tímido, mientras que si perteneces al segundo la gente se da cuenta enseguida de que eres tontolculo.
Que no digo que no sea el caso, pero vamos, podían esperar un poco antes de juzgar a los demás, digo yo.
¿A qué venía todo esto?
Sí, a que mis habilidades sociales son una mierda.
Así que me acerqué al pobre señor, que estaba tan tranquilo sin meterse con nadie, y le dije:
-Hola, no me conoces, pero trabajo con [SUPRIMIDO POR AMOR A MI INTEGRIDAD FÍSICA].
-¿Sí? ¿Dónde?
-En su misma oficina.
-No te he visto nunca.
-Jajaja, es que me tiene escondida, jajaja.
Para que no meta la pata, principalmente.
-¿Y qué haces?
Pues así, resumiendo mucho, meter la pata. A jornada completa.A veces hago horas extra y todo; es que cuando me pongo no tengo freno.
-Un poco de todo. Por ejemplo, hice el [SUPRIMIDO POR... YA NO ESTOY MUY SEGURA DE POR QUÉ, ESPERO QUE FUERA IMPORTANTE] de tu libro.
-Vaya, lo siento. Creía que eso lo hacía un robot.
Anda que no molaría que hubiera un robot que hiciera mi trabajo.
Eh... Espera un momento...
-Hombre, no, que me quedo sin trabajo, jajaja...
-¿Haces eso todo el día?
-No, también hago otras cosas...
Hace años, cuando aún tenía turno de noche, fui a una entrevista de trabajo. La parte buena es que estaba citada a media mañana y me dio tiempo a dormir un par de horas. La parte mala es que me levanté con una contractura en el cuello y me tuve que tomar no-sé-qué. Para cuando llegué a la entrevista la mezcla noche-en-vela/mandanga-de-la-buena había hecho un maravilloso efecto. Creo que me pasé gran parte de la presentación de la empresa cabeceando (me daba el sol en la espalda y era muy agradable) y del resto solo recuerdo que me preguntaron qué programas informáticos manejaba y contesté algo así como "ese que lo pulsas y se abre". Digo que algo así porque realmente no recuerdo apenas nada, salvo que tuve que decir algo sumamente lamentable, porque no me dieron el trabajo A PESAR DE QUE MI TÍA ERA LA DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO. No digo más.
Bien, pues ese día en la feria del libro había dormido bien y no había tomado drogas, así que no sé por qué he contado esto, salvo porque me he acordado y me ha hecho mucha gracia.
El caso es que me atasqué en
-Hago otras cosas...
Y no fui capaz de dar con nada más. Empecé a sentirme realmente estúpida, que tiene su mérito, porque cualquiera diría que a estas alturas ya me tendría que haber acostumbrado, y pensé en salir por la vía de en medio.
-¿Te importa que te haga una foto? Es para twitter.
-No, claro.
Me puse a revolver el bolso buscando el móvil, hasta que me acordé de que le había dado el móvil a Bebé-chan para que lo usara de mordedor.
-Eh...
Mirando el lado positivo, ahora debe entender por qué suelo estar escondida.
Pd: Es el último día de la Feria del Libro de Madrid. Acercaos, que es gratis, leche. No hace falta que compréis un libro. Y si por un desgraciado accidente os veis obligados a comprar alguno, tampoco es obligatorio leerlo. Eso sí, si os vais a empeñar en comprar, al menos que sea en la caseta 298, que llevo comisión.
Pd a la Pd: ¿Cómo que no llevo comisión? ¿Qué quieres decir con eso?
08 junio 2014
Neil Gaiman trae cola
Sigo sin poder usar mi ordenador. La batería se le ha acabado y no puedo cargarlo de nuevo porque se me ha roto el cable. He intentado comprar uno nuevo, sin mucho éxito, porque lo que tengo es un Eee (lo que mi madre llama un "mierdi") y no es compatible con los cargadores universales.
Vaya mierda de universalidad.
Cuando quiero escribir tengo que usar el ordenador de Zarajota, que me resulta muy incómodo. El ordenador, no Zarajota. Bueno, Zarajota también.
Usar el ordenador de otra persona es como llevar puestas las bragas de otra persona: puede que sean de tu talla, puede que sean el modelo que te gusta, puede incluso que tengas unas idénticas en casa. Pero no son las tuyas y eso, al final, se acaba notando.
Ayer, en un arranque de desesperación, posteé vía Twitter. Como la cosa quedó un poco reducida, voy a hacer ahora la versión extendida.
La cosa empezaba así:
Nosotros habíamos ido a la Feria del Libro a que Neil Gaiman nos firmara un libro. Neil Gaiman estaba por labor, pero las 300 (no exagero, los de seguridad acababan de contarlas) personas que había delante nuestra, no. Miento: hubo una persona que nos vio llegar con Bebé-chan, que en aquel momento estaba en plena grastroenteritis, se apiadó de nosotros y se ofreció a colarnos. En aquel momento sufrimos un espantoso ataque de honradez y le dijimos que no, gracias. Además, Gaiman firmaba otra vez por la tarde, siempre podíamos volver... y que nos pasara exactamente lo mismo. Pero esa ya es otra historia.
Ya que estábamos allí, nos acercamos a visitar a Jonatan Sark y de paso invitarle a desayunar unos croasancillos. Pero Jonatan Sark no estaba solo: estaba con Mr. Fanshawe, a quien no conocíamos, pero fingimos que nos parecía bien que se comiera también algún croasán. Cada vez se nos da mejor relacionarnos con personas normales, pensé, pero me equivocaba: algo habíamos hecho mal, porque Fanshawe empezó a decir que me tenía que hacer una foto, porque si no su novia no se lo iba a creer (señora novia, ese chico necesita comer más croasanes, como entrenamiento, hasta que consiga reaccionar de manera normal cuando le den uno).
El problema es que si te pones a hacer fotos a alguien delante de una caseta de la Feria del Libro la gente se para a ver si eres un famoso, y se empezó a formar un grupito. Y encima yo decía "no, no...", porque llevaba unas pintas horrososas, y él me contestaba "no te preocupes que no va a salir publicado en ningún sitio", con lo cual el grupito vio confirmadas sus sospechas.
El autor que estaba en ese momento firmando en la caseta, que ya estaba mosqueado de antes porque firmar, lo que se dice firmar, no estaba firmando nada, empezó a mosquearse mogollón con el circo que estábamos montando, así que pensé en distraer la atención comprando un libro, pero el petardo de Jonatan Sark se empeñó en regalármelo, haciendo grandes aspavientos, con lo cual creció el interés del grupito y el cabreo del autor, así que le dije a Zarajota:
Vaya mierda de universalidad.
Cuando quiero escribir tengo que usar el ordenador de Zarajota, que me resulta muy incómodo. El ordenador, no Zarajota. Bueno, Zarajota también.
Usar el ordenador de otra persona es como llevar puestas las bragas de otra persona: puede que sean de tu talla, puede que sean el modelo que te gusta, puede incluso que tengas unas idénticas en casa. Pero no son las tuyas y eso, al final, se acaba notando.
Ayer, en un arranque de desesperación, posteé vía Twitter. Como la cosa quedó un poco reducida, voy a hacer ahora la versión extendida.
La cosa empezaba así:
Nosotros habíamos ido a la Feria del Libro a que Neil Gaiman nos firmara un libro. Neil Gaiman estaba por labor, pero las 300 (no exagero, los de seguridad acababan de contarlas) personas que había delante nuestra, no. Miento: hubo una persona que nos vio llegar con Bebé-chan, que en aquel momento estaba en plena grastroenteritis, se apiadó de nosotros y se ofreció a colarnos. En aquel momento sufrimos un espantoso ataque de honradez y le dijimos que no, gracias. Además, Gaiman firmaba otra vez por la tarde, siempre podíamos volver... y que nos pasara exactamente lo mismo. Pero esa ya es otra historia.
Ya que estábamos allí, nos acercamos a visitar a Jonatan Sark y de paso invitarle a desayunar unos croasancillos. Pero Jonatan Sark no estaba solo: estaba con Mr. Fanshawe, a quien no conocíamos, pero fingimos que nos parecía bien que se comiera también algún croasán. Cada vez se nos da mejor relacionarnos con personas normales, pensé, pero me equivocaba: algo habíamos hecho mal, porque Fanshawe empezó a decir que me tenía que hacer una foto, porque si no su novia no se lo iba a creer (señora novia, ese chico necesita comer más croasanes, como entrenamiento, hasta que consiga reaccionar de manera normal cuando le den uno).
El problema es que si te pones a hacer fotos a alguien delante de una caseta de la Feria del Libro la gente se para a ver si eres un famoso, y se empezó a formar un grupito. Y encima yo decía "no, no...", porque llevaba unas pintas horrososas, y él me contestaba "no te preocupes que no va a salir publicado en ningún sitio", con lo cual el grupito vio confirmadas sus sospechas.
El autor que estaba en ese momento firmando en la caseta, que ya estaba mosqueado de antes porque firmar, lo que se dice firmar, no estaba firmando nada, empezó a mosquearse mogollón con el circo que estábamos montando, así que pensé en distraer la atención comprando un libro, pero el petardo de Jonatan Sark se empeñó en regalármelo, haciendo grandes aspavientos, con lo cual creció el interés del grupito y el cabreo del autor, así que le dije a Zarajota:
-Bueno, si me regalan este me compro otro.
Entonces me acerqué al autor firmante (le dije hola y le sonreí y todo), alargué la mano y cogí un libro.
Ejem...
Uno de Peppa Pig que había por allí encima.
Creo que no le sentó muy bien.
Si alguna vez me lo vuelvo a encontrar intentaré explicarle que la culpa de todo la tiene Neil Gaiman por tener la cola tan larga.
01 junio 2014
Gilipuertas, parte 2
Espero que os guste esta entrada, porque no sé cuándo será la siguiente.
Previously in Lorz...
La Asociación Española de Pediatría recomienda tener un destornillador siempre a mano.
Visto lo visto, Zarajota intentó desmontar la puerta con un cuchillo. El problema es que nuestros cuchillos son de los de Ikea, modelo Chūrrên, y se deformaban, mientras que los tornillos, que son modelo Kålïdådêndêlågūênên, no se movían ni un milímetro.
Zarajota se puso a buscar como un loco otra cosa que pudiera usar para desmontar la puerta, mientras tanto, yo intentaba convencer a Bebe-chan para que se estuviera quieta, porque no paraba de retorcerse y se estaba haciendo más daño (si es que cabe).
-Tienes que estarte muy quietecita -le dije- para que papá te pueda sacar.
Entonces Bebé-chan respiró hondo y se quedó muy quieta, mientras le caían cara abajo unos lagrimones como puños.
Y de pronto la mano salió sola.
Hay varias teorías al respecto:
1.-La mano habría salido desde el principio si no hubiéramos estado histéricos.
2.-La puerta se movió imperceptiblemente hasta quedar en la posición adecuada
3.-Al no llegar riego a los dedos su tamaño se redujo hasta permitirles salir.
4.-El propio sudor de la nena actuó como lubricante.
5.-Ninguna de las anteriores.
Lo importante es que la mano estaba fuera y en perfectas condiciones.
Vale, no, parecía una ruffles de matutano.
Esperad, que os hago un zoom.
-¡Hielo! ¡Hielo!
Lorzconsejo: nunca, NUNCA, y en ningún caso, NINGUNO, hay que aplicar hielo directamente sobre la piel. EXCEPTO que te encuentres en pleno ataque de histeria y no estés pensando con claridad, en cuyo caso todo vale.
A pesar del hielo, en pocos minutos la mano de Bebé-chan estaba así:
-¡Urgencias! ¡Urgencias!
Una de las cosas que más me gusta de mi calle es que puedes salir a cualquier hora del día o la noche y no esperas más de cinco minutos antes de ver pasar un taxi.
Otro de las cosas que más me gustan es que tengo un hospital a cuatro manzanas.
El hospital en concreto es un ejemplo de lo que debería ser la sanidad pública (y por desgracia no siempre es).
Nos atendieron muy rápido y muy bien.
-A ver, guapo... -dijo el señor doctor.
-Guapa -corregí. A ver si luego tenían que desnudar a Bebé-chan para algo y se llevaban un susto.
-...guapa, enséñame la manita.
-NO.
-Venga, va, que no pasa nada.
-NO.
-A ver esa mamá, si puede ayudar.
-Y un güevo, que no veas como muerde...
-Ay... Vamos a hacer una radiografía.
El señor ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? también nos atendió muy rápido.
-Pasen, pasen... Señora, ¿hay riesgo de que esté usted embarazada?
-No. ¿No? No lo sé. ¿Lo hay? Dios mío, no. ¡NO PUEDO ESTAR EMBARAZADA! ¡¡¡POR FAVOR, DÍGAME QUE NO ESTOY EMBARAZADA!!!
-Ay...
La verdad es que en este hospital son muy eficientes, pero suspiran mucho. Deben ser todos asmáticos.
-A ver, ese niño...
-Niña...
-... que ponga la mano aquí.
-NO.
Todo aquello había empezado porque Bebé-chan había puesto la mano ahí, y la nena no estaba dispuesta a cometer ese error otra vez.
-A ver, esa mamá, que ayude.
-Ay -suspiré. No, si al final iba a ser contagioso-. Mira, Bebé-chan, mamá pone la mano, ¿ves? ¡Que divertido!
Bebé-chan puso su cara de "si tu eres imbécil me parece bien, pero a mí no me metas".
-Mira, papá también pone la mano, ¿ves? ¡Mola mucho!
Bebé-chan subió a "sí, papá también es imbécil, ninguna sorpresa en ese aspecto".
-Mira, y el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? este señor tan simpático también. ¡Es genial!
-NO.
-Piojito, si no nos ayudas va a tener que ser por la fuerza, ¿entiendes?
-NO.
Pues por la fuerza. Tres adultos contra un bebé.
-¡NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO! -decía Bebé-chan. Que no sé por qué gritaba tanto, si iba ganando ella.
-Será mejor que les deje solos, dijo el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón?, el muy cobarde. Entonces tomé una medida desesperada. Hice algo que yo sabía que no debía hacer, pero esperaba que nadie se diera cuenta.
-¡Ya estamos! -grité.
Y el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? hizo lo que quiera que haga, y después nos dijo que esperáramos fuera. En apenas cinco minutos nos llamó de nuevo el señor doctor, que ya tenía la radiografía.
-¿Qué tal? ¿Soy una mala madre? ¿Cómo ha salido? ¿Me odiará cuando sea mayor? ¿Se pondrá bien? ¿Le quedará un trauma para siempre? ¿Está la mano rota? -pregunté, así, sosegadamente.
-Bueno, la mano de la niña no sé... -contestó el señor doctor- pero usted tiene la suya perfectamente.
Pues si se dieron cuenta, sí.
Epílogo
Bebé-chan estuvo un par de días con la mano así. Como es la nena más buena del planeta ni intentaba quitarse las vendas ni nada. A todo el que se encontraba le enseñaba la mano y le decía "pupa". Cuando llevaba un par de días empezó a moverla libremente, le quitamos las vendas y hasta hoy. Todavía tiene moratones, pero mueve la mano perfectamente.
El presunto padre de la criatura durmió, en la noche de autos, unas tres horas, y cuando se levantó al día siguiente tenía un derrame en el ojo. "Esto va a ser del estrés", dijo el médico. Actualmente se encuentra bien.
La madre de la criatura fue más afortunada: esa noche pudo dormir casi cuatro horas. Se levantó con un ojo muy rojo, y pensó que era de la falta de sueño. Tres días más tarde el ojo estaba on fire. El médico le dijo que era conjuntivitis, del estrés, y le recomendó descansar la vista. La madre de la criatura se cogió un día de vacaciones con ese fin. A la mañana siguiente se levantó con fiebre. "Esto va a ser del estrés", dijo el médico. Para mí que el médico empieza a repetirse.
Fin
La Asociación Española de Pediatría recomienda tener un destornillador siempre a mano.
Visto lo visto, Zarajota intentó desmontar la puerta con un cuchillo. El problema es que nuestros cuchillos son de los de Ikea, modelo Chūrrên, y se deformaban, mientras que los tornillos, que son modelo Kålïdådêndêlågūênên, no se movían ni un milímetro.
Zarajota se puso a buscar como un loco otra cosa que pudiera usar para desmontar la puerta, mientras tanto, yo intentaba convencer a Bebe-chan para que se estuviera quieta, porque no paraba de retorcerse y se estaba haciendo más daño (si es que cabe).
-Tienes que estarte muy quietecita -le dije- para que papá te pueda sacar.
Entonces Bebé-chan respiró hondo y se quedó muy quieta, mientras le caían cara abajo unos lagrimones como puños.
Y de pronto la mano salió sola.
Hay varias teorías al respecto:
1.-La mano habría salido desde el principio si no hubiéramos estado histéricos.
2.-La puerta se movió imperceptiblemente hasta quedar en la posición adecuada
3.-Al no llegar riego a los dedos su tamaño se redujo hasta permitirles salir.
4.-El propio sudor de la nena actuó como lubricante.
5.-Ninguna de las anteriores.
Lo importante es que la mano estaba fuera y en perfectas condiciones.
-¡Hielo! ¡Hielo!
Lorzconsejo: nunca, NUNCA, y en ningún caso, NINGUNO, hay que aplicar hielo directamente sobre la piel. EXCEPTO que te encuentres en pleno ataque de histeria y no estés pensando con claridad, en cuyo caso todo vale.
A pesar del hielo, en pocos minutos la mano de Bebé-chan estaba así:
-¡Urgencias! ¡Urgencias!
Una de las cosas que más me gusta de mi calle es que puedes salir a cualquier hora del día o la noche y no esperas más de cinco minutos antes de ver pasar un taxi.
Otro de las cosas que más me gustan es que tengo un hospital a cuatro manzanas.
El hospital en concreto es un ejemplo de lo que debería ser la sanidad pública (y por desgracia no siempre es).
Nos atendieron muy rápido y muy bien.
-A ver, guapo... -dijo el señor doctor.
-Guapa -corregí. A ver si luego tenían que desnudar a Bebé-chan para algo y se llevaban un susto.
-...guapa, enséñame la manita.
-NO.
-Venga, va, que no pasa nada.
-NO.
-A ver esa mamá, si puede ayudar.
-Y un güevo, que no veas como muerde...
-Ay... Vamos a hacer una radiografía.
El señor ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? también nos atendió muy rápido.
-Pasen, pasen... Señora, ¿hay riesgo de que esté usted embarazada?
-No. ¿No? No lo sé. ¿Lo hay? Dios mío, no. ¡NO PUEDO ESTAR EMBARAZADA! ¡¡¡POR FAVOR, DÍGAME QUE NO ESTOY EMBARAZADA!!!
-Ay...
La verdad es que en este hospital son muy eficientes, pero suspiran mucho. Deben ser todos asmáticos.
-A ver, ese niño...
-Niña...
-... que ponga la mano aquí.
-NO.
Todo aquello había empezado porque Bebé-chan había puesto la mano ahí, y la nena no estaba dispuesta a cometer ese error otra vez.
-A ver, esa mamá, que ayude.
-Ay -suspiré. No, si al final iba a ser contagioso-. Mira, Bebé-chan, mamá pone la mano, ¿ves? ¡Que divertido!
Bebé-chan puso su cara de "si tu eres imbécil me parece bien, pero a mí no me metas".
-Mira, papá también pone la mano, ¿ves? ¡Mola mucho!
Bebé-chan subió a "sí, papá también es imbécil, ninguna sorpresa en ese aspecto".
-Mira, y el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? este señor tan simpático también. ¡Es genial!
-NO.
-Piojito, si no nos ayudas va a tener que ser por la fuerza, ¿entiendes?
-NO.
Pues por la fuerza. Tres adultos contra un bebé.
-¡NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO, NO! -decía Bebé-chan. Que no sé por qué gritaba tanto, si iba ganando ella.
-Será mejor que les deje solos, dijo el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón?, el muy cobarde. Entonces tomé una medida desesperada. Hice algo que yo sabía que no debía hacer, pero esperaba que nadie se diera cuenta.
-¡Ya estamos! -grité.
Y el ¿radiografista? ¿radiografero? ¿radiografante? ¿radiogratrón? hizo lo que quiera que haga, y después nos dijo que esperáramos fuera. En apenas cinco minutos nos llamó de nuevo el señor doctor, que ya tenía la radiografía.
-¿Qué tal? ¿Soy una mala madre? ¿Cómo ha salido? ¿Me odiará cuando sea mayor? ¿Se pondrá bien? ¿Le quedará un trauma para siempre? ¿Está la mano rota? -pregunté, así, sosegadamente.
-Bueno, la mano de la niña no sé... -contestó el señor doctor- pero usted tiene la suya perfectamente.
Pues si se dieron cuenta, sí.
Epílogo
Bebé-chan estuvo un par de días con la mano así. Como es la nena más buena del planeta ni intentaba quitarse las vendas ni nada. A todo el que se encontraba le enseñaba la mano y le decía "pupa". Cuando llevaba un par de días empezó a moverla libremente, le quitamos las vendas y hasta hoy. Todavía tiene moratones, pero mueve la mano perfectamente.
El presunto padre de la criatura durmió, en la noche de autos, unas tres horas, y cuando se levantó al día siguiente tenía un derrame en el ojo. "Esto va a ser del estrés", dijo el médico. Actualmente se encuentra bien.
La madre de la criatura fue más afortunada: esa noche pudo dormir casi cuatro horas. Se levantó con un ojo muy rojo, y pensó que era de la falta de sueño. Tres días más tarde el ojo estaba on fire. El médico le dijo que era conjuntivitis, del estrés, y le recomendó descansar la vista. La madre de la criatura se cogió un día de vacaciones con ese fin. A la mañana siguiente se levantó con fiebre. "Esto va a ser del estrés", dijo el médico. Para mí que el médico empieza a repetirse.
Fin