Muchos de vosotros ya habéis seguido esta dramática cadena de acontecimientos por twitter.
Bebé-chan todavía no habla o, mejor dicho, Bebé-chan habla sin parar, lo que pasa es que no se le entiende nada de lo que dice.
La mayor parte del tiempo recurre a los gestos, por ejemplo:
Si dice "cocó" y tira toda la vajilla al suelo significa "madre, he terminado de comer, ¿serías tan amable de retirar el plato?".
Si dice "cocó" y levanta las manos como si se rindiera significa "madre, haga el favor de limpiarme" (hace poco ha aprendido a coger una toallita y limpiar la mesa, pero al parecer limpiarse las manos es demasiado complicado).
Si dice "cocó", te coge la mano y la lleva hasta su pie significa "madre, hazme cosquillas por favor".
Si dice "cocó", levanta los bracitos y se aupa significa "madre, cógeme en brazos".
Si dice "cocó", gatea hacia ti y se te agarra a la pierna con desesperación, y empiezas a notar como un tufillo significa "me he hecho caca, haz tu magia, nena".
Y la más reciente, si dice "cocó", va a la puerta y nos dice adiós con la mano significa "quiero salir a pasear con mi triciclo nuevo".
Recumiendo: la mayor parte de lo que Bebé-chan dice es "cocó" y "engue-e" ocupa el segundo puesto.
Para ser justos, Bebé-chan dice más cosas. Desde que era muy pequeña (creo que fue a los seis meses o así) dice "papá": cuando llegamos a casa, señala la puerta y dice "papá". Cuando vamos por la calle le dice "papá" a la gente que se cruza. Cuando suena el teléfono dice "papá" y a veces coge el mando a distancia de la tele, se lo pone en la oreja muy bien puesto y dice muy seria "¿papá?"...
También dice "tata". Tata es, claramente, la seño de la guarde. Bebé-chan quiere mucho a su seño y el sentimiento es mutuo y a mí no me importa de verdad que no si tanto se quieren allá ellas a mí plin.
La semana pasada, por su cumpleaños, los amigüitos de la guarde le regalaron una tiara, y Bebé-chan aprendió a decir "apa", guapa, y lo usa mucho cuando la peinamos y vestimos, para referirse a ella, y cuando nos acaricia la cara y el pelo, para referirse a los demás.
Lo que casi no dice es "mamá". Cuando Bebé-chan llega al "mamá" suele estar muy muy muy cabreada. Por ejemplo, dice mamá cuando se cae, en mitad del llanto, "¡MA-A-MA-A-A!". También cuando le duelen los dientes: se lleva las manos a la boca y dice "¡MA-A-MA-A-A!". Cuando tiene hambre y me retraso un poco con la comida, suena más bien como "¡Ma-MÁ!". Yo me consuelo pensando que si no me llama es porque no lo necesita, porque siempre estoy ahí. Para ser sinceros, me consuelo poco.
Por qué c*j*n*s no puede decir mamá, ¿eh? ¡Si repite (a su manera) casi cada sonido que oye! ¡Incluso se ha aprendido el estribillo de una canción¡ ¡Lo canta dormida!
La situación llegó a su punto crítico esta semana, cuando al despertar me miró, me sonrió y, con gran felicidad me dijo:
-¿Pa-paaa?
-No, soy mamá.
A ver, ya deberías distinguirnos, bonita, que no nos parecemos en nada.
-¿Pa-ta-taaa?
-No, mamá.
-¡Pa-ta-taaa!
-Oye tú, un respeto a una madre...
El patateo siguió mientras le daba de desayunar...
-¡Pa-ta-taaa!
La vestía...
-¡Pa-ta-taaa!
De camino a la guarde...
-¡PA-TA-TAAA!
Esperando turno en la guarde...
-¡PA-TA-TAAA! ¡PA-TA-TAAA! ¡PA-TA-TAAA! ¡PA-TA-TAAA!
Cuando me despedí de ella.
-Hasta luego, Bebé-chan.
-Pa-ta-ta.
Cuando volví a recogerla:
-Hola, Bebé-chan.
-¡PA-TA-TAAA!
Para cuando llegó la noche estaba bastante harta del patateo y empecé a tomar medidas. Lo intenté todo:
Insistencia:
-Di "mamá".
-Patata.
-Mamá.
-Patata.
-Mamá.
-Patata.
-¡MAMÁ!.
-¡PATATA!
Distracción:
-Mamá.
-Patata.
-Papá.
-Papá.
-Seño.
-Tata.
-Mamá.
-¡PATATAAAA!
Violencia verbal:
-¿Patata?
-Sí, patata. ¡Y SU TOPOTA MADRE CON SUS SIETE TOPOTITOS!
Argumentos:
-¡MAMÁ NO ES PATATA, MAMÁ ES FUERTECITA!
Ponerme a su nivel:
-Patataaa patataaa patataaa patataaa patataaa patataaa patataaa...
-¡BONIATOOOO!
-...
-¡Jajaja! ¡Te he ganado!
-¡PATATAAAAAA!
Y al final me rendí.
-¿Patata?
-Snif... sí, patata.
-¿Mamá?
-¡Eso! ¡Mamá!
-Mamá... ¿patata?
Sí, venga, va, lo que sea.
Y ahora unos minutos musicales:
29 septiembre 2013
21 septiembre 2013
¡Feliz cumpleaños!
Me gusta como te ríes cuando te despiertas por las mañanas y te encuentras en la cama rodeada por papá y mamá.
Me gustan los cinco minutos que dedicas a estirar todos los musculitos.
Me gusta como te abrazas al biberón para sostenerlo, porque es demasiado grande para tus manitas.
Me gusta como nos miras de reojo como si pensaras que te lo vamos a quitar.
Me gusta la cara que pones cuando haces popó. De hecho me gusta tanto que la he grabado en vídeo y en tu decimosexto cumpleaños planeo subirla a youtube y mandarle el enlace a todos tus compañeros de instituto. Ya verás que sorpresón te llevas, te va a encantar.
Me gusta cuando vienes a buscarme para que te cambie el pañal, como te acercas gateando y me tiras del pantalón.
Me gusta que no pares quieta en la cambiador y que vestirte se haya convertido en un juego de estrategia, acción y aventura por plataformas.
Me gusta como intentas ponerte los zapatos y los calcetines frotándolos contra la planta de los pies y tu carita de frustración cuando no lo consigues.
Me gusta cuando te pongo un vestido y estiras la falda para ver bien el dibujo.
Me gusta peinarte aunque estés más calva que Mortadelo, porque es como acariciarte la cabeza con un cepillo.
Me gusta que no quieras ayuda para comer. Me gusta tu dedicación al uso de la cuchara, aunque a veces la uses del revés y tardes una hora en comerte la papilla porque con el mango no cunde mucho.
Me gusta tu entusiasmo comiendo. "Entusiasmo" en klingon significa "conseguir que llegue papilla a sitios nunca antes explorados por el hombre. Y al pelo de mamá".
Me gusta que te moleste una manchita de papilla en la mano, pero no te importe en absoluto mancharte el pelo, la cara, el cuerpo, toda la ropa, la trona, el suelo, las paredes y a cualquier persona que se acerque a menos de cinco metros.
Me gusta tu pasión por el yogur, sea del sabor que sea.
Me gusta que seas capaz de comerte cualquier galleta, incluso las Hacendado "integrales sin sal sin azúcar sin nada por favor matadnos no merece la pena vivir así" que compra el abuelo, pero que te den asco las magdalenas.
Me gusta que cuando has terminado de comer lo comuniques tirando toda tu vajilla al suelo. Por si no me he enterado, que es que soy un poco torpe y si no no me doy cuenta.
Me gusta cuando acabas de comer y levantas las manos como en una película del oeste para que te limpie.
Me gusta cuando muerdes los globos. Me hace muchísima gracia. Sospecho que un día de estos vas a morder con más fuerza de la conveniente y me la va a dejar de hacer.
Me gusta que dejes de lado tus juguetes y prefieras mirar tus libros. Me gusta como coges la esquinita de las páginas con la punta de los dedos, como si fueran lo más frágil y delicado del mundo, y luego las zarandeas alegremente como si te diera igual.
Me gusta tu cara de sorpresa cuando pasas la página de un libro y el dibujo es diferente en la siguiente. ¡Que fuerte! ¡Es como MAGIA!
Me gusta que tengas a tu disposición miles de juguetes y prefieras jugar con un tupper de plástico relleno con garbanzos.
Me gusta cuando aporreas el teclado del ordenador de papá. Es mucho más divertido que aporrear el teclado del ordenador de mamá, ¿eh? ¿eh? ¿EH?
Me gusta lo que le haces al móvil de mamá. Me gusta especialmente llegar justo a tiempo de rechazar el mensaje "¿desea borrar todos los elementos seleccionados?". Estoy intentando acostumbrarme a todas las aplicaciones que me has instalado/reconfigurado/cambiado el idioma. A que programes alarmas a horas aleatorias no creo que me acabe de acostumbrar. (La última sonó durante una reunión con mi jefa. El tono que habías elegido para la alarma era una dramatización de "Tigre, tigre" que grabaron hace años mis hermanos. Mi jefa me recomendó que te venda a un circo).
Me gusta cuando la gente me pregunta por qué te he rapado. Puedo cerrar los ojos y soñar con que en algún momento tuviste suficiente pelo que rapar.
Me gusta que llames "papá" a todos los señores que nos cruzamos por la calle. Me hace muchísima gracia. A los señores también les hace muchísima gracia. A las señoras de los señores, ya menos.
Me gusta que digan que eres un niño guapísimo. Muy pocas personas pueden permitirse ser una niña guapísima y un niño guapísimo a la vez.
Me gusta cómo dices "papá" y "tata" (la seño) con toda claridad y continuamente, mientras que sólo dices "mamá" cuando estás muy enfadada. De verdad me gusta. Me encanta. No te guardo ningún rencor por ello. Ni a papá. Ni a la seño. Especialmente no a la seño. La seño no va a tener un accidente en breve y si lo tiene yo no estaré relacionada con el mismo en absoluto y no podréis demostrar nada porque no dejaré pruebas.
Me gusta que hables todo el día, aunque el 50% de lo que dices sea "cocó".
Me gusta la cara de velocidad que pones cuando andas.
Me gusta que apenas seas capaz de caminar sola y ya quieras correr.
Me gustan tus seis dientes.
Me gusta tu sonrisa de Bob Esponja.
Me gusta que te aplaudas tu sola cada vez que haces algo que te parece difícil.
Me gusta cuando cantas y cuando bailas.
Me gusta tu negativa a hacer los cinco lobitos así, por principios. ¿Qué se creen, que pueden amaestrarte como a un mono o qué?
Me gusta lo que haces cuando te bañamos. Creo que se llama "inundación".
Me gusta que nos lavemos juntos los dientes. Las cosas como son: muy limpios no quedan. Ahora, lo que nos reímos no tiene precio.
Me gusta que cuando duermes en la cuna te hagas una bolita, mientras que cuando duermes en la cama de papá y mamá te estires hasta ocupar toda la cama y tengamos que dormir agarrados al travesaño para no caernos.
Me gusta lo que haces. Me gustas tú.
¡Feliz primer cumpleaños, Bebé-chan!
Me gustan los cinco minutos que dedicas a estirar todos los musculitos.
Me gusta como te abrazas al biberón para sostenerlo, porque es demasiado grande para tus manitas.
Me gusta como nos miras de reojo como si pensaras que te lo vamos a quitar.
Me gusta la cara que pones cuando haces popó. De hecho me gusta tanto que la he grabado en vídeo y en tu decimosexto cumpleaños planeo subirla a youtube y mandarle el enlace a todos tus compañeros de instituto. Ya verás que sorpresón te llevas, te va a encantar.
Me gusta cuando vienes a buscarme para que te cambie el pañal, como te acercas gateando y me tiras del pantalón.
Me gusta que no pares quieta en la cambiador y que vestirte se haya convertido en un juego de estrategia, acción y aventura por plataformas.
Me gusta como intentas ponerte los zapatos y los calcetines frotándolos contra la planta de los pies y tu carita de frustración cuando no lo consigues.
Me gusta cuando te pongo un vestido y estiras la falda para ver bien el dibujo.
Me gusta peinarte aunque estés más calva que Mortadelo, porque es como acariciarte la cabeza con un cepillo.
Me gusta que no quieras ayuda para comer. Me gusta tu dedicación al uso de la cuchara, aunque a veces la uses del revés y tardes una hora en comerte la papilla porque con el mango no cunde mucho.
Me gusta tu entusiasmo comiendo. "Entusiasmo" en klingon significa "conseguir que llegue papilla a sitios nunca antes explorados por el hombre. Y al pelo de mamá".
Me gusta que te moleste una manchita de papilla en la mano, pero no te importe en absoluto mancharte el pelo, la cara, el cuerpo, toda la ropa, la trona, el suelo, las paredes y a cualquier persona que se acerque a menos de cinco metros.
Me gusta tu pasión por el yogur, sea del sabor que sea.
Me gusta que seas capaz de comerte cualquier galleta, incluso las Hacendado "integrales sin sal sin azúcar sin nada por favor matadnos no merece la pena vivir así" que compra el abuelo, pero que te den asco las magdalenas.
Me gusta que cuando has terminado de comer lo comuniques tirando toda tu vajilla al suelo. Por si no me he enterado, que es que soy un poco torpe y si no no me doy cuenta.
Me gusta cuando acabas de comer y levantas las manos como en una película del oeste para que te limpie.
Me gusta cuando muerdes los globos. Me hace muchísima gracia. Sospecho que un día de estos vas a morder con más fuerza de la conveniente y me la va a dejar de hacer.
Me gusta que dejes de lado tus juguetes y prefieras mirar tus libros. Me gusta como coges la esquinita de las páginas con la punta de los dedos, como si fueran lo más frágil y delicado del mundo, y luego las zarandeas alegremente como si te diera igual.
Me gusta tu cara de sorpresa cuando pasas la página de un libro y el dibujo es diferente en la siguiente. ¡Que fuerte! ¡Es como MAGIA!
Me gusta que tengas a tu disposición miles de juguetes y prefieras jugar con un tupper de plástico relleno con garbanzos.
Me gusta cuando aporreas el teclado del ordenador de papá. Es mucho más divertido que aporrear el teclado del ordenador de mamá, ¿eh? ¿eh? ¿EH?
Me gusta lo que le haces al móvil de mamá. Me gusta especialmente llegar justo a tiempo de rechazar el mensaje "¿desea borrar todos los elementos seleccionados?". Estoy intentando acostumbrarme a todas las aplicaciones que me has instalado/reconfigurado/cambiado el idioma. A que programes alarmas a horas aleatorias no creo que me acabe de acostumbrar. (La última sonó durante una reunión con mi jefa. El tono que habías elegido para la alarma era una dramatización de "Tigre, tigre" que grabaron hace años mis hermanos. Mi jefa me recomendó que te venda a un circo).
Me gusta cuando la gente me pregunta por qué te he rapado. Puedo cerrar los ojos y soñar con que en algún momento tuviste suficiente pelo que rapar.
Me gusta que llames "papá" a todos los señores que nos cruzamos por la calle. Me hace muchísima gracia. A los señores también les hace muchísima gracia. A las señoras de los señores, ya menos.
Me gusta que digan que eres un niño guapísimo. Muy pocas personas pueden permitirse ser una niña guapísima y un niño guapísimo a la vez.
Me gusta cómo dices "papá" y "tata" (la seño) con toda claridad y continuamente, mientras que sólo dices "mamá" cuando estás muy enfadada. De verdad me gusta. Me encanta. No te guardo ningún rencor por ello. Ni a papá. Ni a la seño. Especialmente no a la seño. La seño no va a tener un accidente en breve y si lo tiene yo no estaré relacionada con el mismo en absoluto y no podréis demostrar nada porque no dejaré pruebas.
Me gusta que hables todo el día, aunque el 50% de lo que dices sea "cocó".
Me gusta la cara de velocidad que pones cuando andas.
Me gusta que apenas seas capaz de caminar sola y ya quieras correr.
Me gustan tus seis dientes.
Me gusta tu sonrisa de Bob Esponja.
Me gusta que te aplaudas tu sola cada vez que haces algo que te parece difícil.
Me gusta cuando cantas y cuando bailas.
Me gusta tu negativa a hacer los cinco lobitos así, por principios. ¿Qué se creen, que pueden amaestrarte como a un mono o qué?
Me gusta lo que haces cuando te bañamos. Creo que se llama "inundación".
Me gusta que nos lavemos juntos los dientes. Las cosas como son: muy limpios no quedan. Ahora, lo que nos reímos no tiene precio.
Me gusta que cuando duermes en la cuna te hagas una bolita, mientras que cuando duermes en la cama de papá y mamá te estires hasta ocupar toda la cama y tengamos que dormir agarrados al travesaño para no caernos.
Me gusta lo que haces. Me gustas tú.
¡Feliz primer cumpleaños, Bebé-chan!
08 septiembre 2013
Vamos a la playa calienta el sol, 6
Previously in Lorz...
He tenido un par de semanas infernales y las vacaciones empiezan a ser un recuerdo difuso.
Cuando tenía un año mis padres me llevaron al Jardín Botánico de Blanes y me hicieron esta foto.
32 años más tarde, y ya que estábamos en Blanes, a mis padres se les ocurrió que podíamos hacerle la misma foto a Bebé-chan, lo que, en teoría, era una idea estupenda.
En teoría.
La aplicación práctica resultó un poco más complicada.
Me explico.
El Jardín Botánico de Blanes no está exactamente en Blanes, porque exactamente, lo que se dice exactamente, está aquí:
Encaramado a un meño cual aguilucho al acecho.
El recorrido, hace años, consistía en una sucesión de tramos de escaleras, caminos de cabra y pedregales, pero en la actualidad están renovando sus instalaciones y casi todo el parque es accesible para carritos, sillas de ruedas y señoras en tacones, porque se ve que celebran bodas y si las señoras se accidentan le quitan protagonismo a la novia y eso no puede ser.
Para mi desgracia, una de las pocas partes que quedan sin minusvalizar es la dichosa fuente donde mis padres querían hacer la foto. Para llegar ahí había que subir por una escalera, pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Nosotros te ayudamos a subir el carrito -anunció mi madre.
-Ah, bueno, si me van a ayudar LumbalgiaWoman, CervicalesLady y ArtritisenlasRodillasMan pues nada, todo arreglado. ¿Cómo lo hacemos? ¿Llamo a la ambulancia ya o espero que lleguéis arriba?
A mi madre no le gustó nada aquello. No sé, era como si pensara que estaba dudando de su capacidad o algo.
-Mira bonita, que cuando vinimos contigo te subimos a pulso y ni protestamos tanto ni hicimos tanto aspaviento.
-Ejem... -terció mi padre-, es que de eso hace treinta años y por entonces teníamos veinte.
-¿Qué insinúas? ¿Que estoy vieja? Pues que sepas que todo el mundo me dice que parezco mucho más joven, y además hace casi un mes que no me da lumbago, y yo no me tengo que andar midiendo el azúcar como otros y...
En ese momento, aprovechando que estaban distraídos rezongándose mutuamente, empecé a subir las escaleras con el carrito a rastras.
Yo soy muy canija, y los brazos no me dan para levantar el carro en vilo como las madres molonas, así que lo que hago es subir "al plomplom", que consiste en ir tirando escalón por escalón, así:
escalón
PLOM
escalón
PLOM
escalón
PLOM
escalón
PLOM
Y así unas trescientas veces, hasta llegar arriba.
Cuando llegamos arriba, entre el sol, el calor y los plomploms Bebé-chan estabaen coma plácidamente dormida, pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Nos esperamos a que se despierte -dijo mi madre.
Así que nos esperamos.
Cuando Bebé-chan despertó el sol daba de lleno en la fuente, pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante ante la primera dificultad.
-Ponle el gorrito y ya está, que va a ser sólo un momento.
Le puse el gorrito.
-Ponla en el borde de pie, como tú estabas.
-Madre, es que Bebé-chan todavía no se tiene sola de pie.
Pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Pues ponla en el suelo y que se apoye en el borde.
Obedientemente puse a la niña en el suelo e intenté que se agarrara al borde, pero cada vez que la pobre apoyaba las manitas en el borde lloraba.
-¿Qué le pasa?
-Las baldosas, que están muy calientes.
En las baldosas se podía freir huevos. A falta de huevos, las manitas de Bebé-chan parecían una buena opción.
-Mujer, si es sólo un momento...
-¡Que momento ni que momento! ¡Que no ha hecho más que apoyarlas y ya huele a churruscadito!
Pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Bueno, pues la sostienes tú y ya está.
Vencidas todas las dificultades, mi madre hizo por fin la tan ansiada foto.
-Ha quedado estupenda -declaró.
-¿Me la enseñas?
-Sí, mira:
Vale, sí, nos teníamos que haber rendido a la primera dificultad.
¿Continuará?
He tenido un par de semanas infernales y las vacaciones empiezan a ser un recuerdo difuso.
Cuando tenía un año mis padres me llevaron al Jardín Botánico de Blanes y me hicieron esta foto.
32 años más tarde, y ya que estábamos en Blanes, a mis padres se les ocurrió que podíamos hacerle la misma foto a Bebé-chan, lo que, en teoría, era una idea estupenda.
En teoría.
La aplicación práctica resultó un poco más complicada.
Me explico.
El Jardín Botánico de Blanes no está exactamente en Blanes, porque exactamente, lo que se dice exactamente, está aquí:
Encaramado a un meño cual aguilucho al acecho.
El recorrido, hace años, consistía en una sucesión de tramos de escaleras, caminos de cabra y pedregales, pero en la actualidad están renovando sus instalaciones y casi todo el parque es accesible para carritos, sillas de ruedas y señoras en tacones, porque se ve que celebran bodas y si las señoras se accidentan le quitan protagonismo a la novia y eso no puede ser.
Para mi desgracia, una de las pocas partes que quedan sin minusvalizar es la dichosa fuente donde mis padres querían hacer la foto. Para llegar ahí había que subir por una escalera, pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Nosotros te ayudamos a subir el carrito -anunció mi madre.
-Ah, bueno, si me van a ayudar LumbalgiaWoman, CervicalesLady y ArtritisenlasRodillasMan pues nada, todo arreglado. ¿Cómo lo hacemos? ¿Llamo a la ambulancia ya o espero que lleguéis arriba?
A mi madre no le gustó nada aquello. No sé, era como si pensara que estaba dudando de su capacidad o algo.
-Mira bonita, que cuando vinimos contigo te subimos a pulso y ni protestamos tanto ni hicimos tanto aspaviento.
-Ejem... -terció mi padre-, es que de eso hace treinta años y por entonces teníamos veinte.
-¿Qué insinúas? ¿Que estoy vieja? Pues que sepas que todo el mundo me dice que parezco mucho más joven, y además hace casi un mes que no me da lumbago, y yo no me tengo que andar midiendo el azúcar como otros y...
En ese momento, aprovechando que estaban distraídos rezongándose mutuamente, empecé a subir las escaleras con el carrito a rastras.
Yo soy muy canija, y los brazos no me dan para levantar el carro en vilo como las madres molonas, así que lo que hago es subir "al plomplom", que consiste en ir tirando escalón por escalón, así:
escalón
PLOM
escalón
PLOM
escalón
PLOM
escalón
PLOM
Y así unas trescientas veces, hasta llegar arriba.
Cuando llegamos arriba, entre el sol, el calor y los plomploms Bebé-chan estaba
-Nos esperamos a que se despierte -dijo mi madre.
Así que nos esperamos.
Cuando Bebé-chan despertó el sol daba de lleno en la fuente, pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante ante la primera dificultad.
-Ponle el gorrito y ya está, que va a ser sólo un momento.
Le puse el gorrito.
-Ponla en el borde de pie, como tú estabas.
-Madre, es que Bebé-chan todavía no se tiene sola de pie.
Pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Pues ponla en el suelo y que se apoye en el borde.
Obedientemente puse a la niña en el suelo e intenté que se agarrara al borde, pero cada vez que la pobre apoyaba las manitas en el borde lloraba.
-¿Qué le pasa?
-Las baldosas, que están muy calientes.
En las baldosas se podía freir huevos. A falta de huevos, las manitas de Bebé-chan parecían una buena opción.
-Mujer, si es sólo un momento...
-¡Que momento ni que momento! ¡Que no ha hecho más que apoyarlas y ya huele a churruscadito!
Pero nosotros habíamos ido allí a hacer nuestra foto y no nos íbamos a rendir ante la primera dificultad.
-Bueno, pues la sostienes tú y ya está.
Vencidas todas las dificultades, mi madre hizo por fin la tan ansiada foto.
-Ha quedado estupenda -declaró.
-¿Me la enseñas?
-Sí, mira:
Vale, sí, nos teníamos que haber rendido a la primera dificultad.
¿Continuará?