Previously in Lorz…
El lecho del dolor ya no es lo que era.
El fin de semana nos juntamos en el Puerto la Tita, Titatrini (se dice así, tojunto), mi madre, ZaraJota™ y yo. Mi padre tuvo que irse porque le salió un compromiso urgente.
Claaaaaaro, claaaaaaaro…
Lo cierto es que mi madre y sus tres hermanas son muy especiales.
Pero mucho mucho.
Y cuando se juntan, digamos, su especialidad se multiplica por el número de elementos implicados, en este caso tres, porque la cuarta hermana está hecha una pupa y no pudo venir.
-Es como un dragón de tres cabezas que no paran de hablar a gritos–le explique a ZaraJota™.
Y lo peor es que no necesariamente están manteniendo la misma conversación. A veces hay tres, cuatro o doce conversaciones diferentes teniendo lugar al mismo tiempo, de manera aleatoria y discontinua. Seguir el hilo de todas las conversaciones es agotador, pero a ellas no les importa porque total, de todas maneras no se están escuchando las unas a las otras. A veces, alguna de las implicadas consigue llamar la atención del resto y vivir un breve momento de protagonismo en el que consigue unir de manera efímera todos los hilos de conversación, aunque estos momentos son escasos.
Y si entre ellas no se escuchan, a los elementos externos menos. Cuando “las hermanas” se juntan generan una especie de campo de fuerza a su alrededor que impide la entrada a cualquier elemento externo. La única forma de conseguir hablar con ellas es esperar agazapado en la oscuridad hasta que uno de los elementos se separa y es más fácil tenderle una emboscada. Y a veces ni así, porque siguen hablándose a gritos aunque haya una pared de por medio.
Como ZaraJota™ nunca había vivido la experiencia “las hermanas” nos fuimos a pasar la noche a un hotel para amortiguar el impacto. A la mañana siguiente, después de desayunar, nos fuimos al piso de la Tita. Llamamos al telefonillo para que nos abrieran la puerta y contestó Titatrini.
-¿Quién?
-Lorz y ZaraJota™.
-Ah, sí.
Nos abrió la puerta y subimos a pata porque el ascensor da miedito.
-No podéis pasar –nos dijo cuando abrió la puerta del piso.
-¿Qué?
-Es que acabo de fregar y todavía no se ha secado.
-¿Y no lo podías haber dicho cuando estábamos abajo?
-Noooo… jijijijii… ¿No podéis ir a dar una vueltecita?
Una vueltecita, un sábado a las diez de la mañana en pleno invierno, mi plan ideal.
-Si no queda más remedio…
-Podéis ir a por el pan.
-Vale, ¿cuánto traemos?
-No sé –se giró a la puerta del baño cerrada- ¿CUÁNTO PAN HAY QUE TRAER?
-¿QUÉ? –contestó una voz amortiguada por la puerta y lo que parecía ser un secador de pelo.
-¡QUE TU HIJA VA A COMPRAR EL PAN!
-¡VALE, ASÍ NOS DA TIEMPO A IR DE COMPRAS!
-¡QUE CUANTO PAN TRAEN!
-¡NO LO SÉ!
-¿CUÁNTO GASTAMOS AYER?
-¡DOS BARRAS!
-¡QUE SEAN YODADAS! –irrumpe la tercera voz desde detrás de la puerta cerrada del dormitorio, sin importarle que el esfuerzo pueda afectar a sus puntos de sutura.
-¡HABRÁ QUE TRAER MÁS!
-¡PERO ESAS SON EN OTRA TIENDA!
-¿A ZARAJOTA™ LE GUSTAN YODADAS?
-¡SÍ, EN LA DE MÁS ARRIBA!
-¡ES QUE LAS YODADAS ESTÁN MÁS RICAS!
-¿SABEN DONDE ESTÁ?
-¡TENÍAN UN SABOR ESTUPENDO!
-¡SALES POR AQUÍ, GIRAS A ESTE LADO… ! - empieza a explicar una de las voces, ajena al hecho de que no estoy viendo a dónde señala.
-Vale, vale…
Nos fuimos a por el pan.
-De lah yodah no quea niuna –dijo el panadero-¿Suh impohta pasahsen una miahita?
Volvimos al piso. Llamamos al telefonillo.
-¿No podéis daros otra vueltecita?
Volvimos al pan.
-Eh que nah veníol camión… a lah dose o así creo yo quehtará.
-¿Qué hacemos? –preguntó Zarajota™- ¿Compramos de las normales?
-Ni hablar. ¿Sabes lo que va a pasar si llevamos de las normales? “Bueno, las otras estaban más sabrosas, pero claro, sí no hay…”, dirá una. “El normal está bueno, pero no es lo mismo”, dirá la otra. “Yo prefería de las otras, pero claro, como habéis traído del normal”, dirá la tercera. Y entrarán en un bucle retroalimentado y estarán repitiéndolo toda la tarde hasta que cortocircuiten ellas o cortocircuite yo. Y yo paso. Nos esperamos lo que haga falta y llevamos las yodadas.
Pero el tiempo pasaba y pasaba y el camión del pan yodado no aparecía. Volvimos al piso y esta vez conseguimos permiso para subir.
-¿Y el pan? –preguntó Titatrini.
-Es que no habían traído las barras yodadas todavía.
-Pues traer del normal.
-¿No os importa?
-Bueno, las otras estaban más sabrosas, pero claro, sí no hay…
Ya está, la liamos, el dragón de tres cabezas ha despertado.
Continuará…
27 enero 2012
22 enero 2012
Ante la duda II
Previously in Lorz…
A partir de los 45 años revisiones ginecológicas a porrillo. Hombreyá.
A la Tita del Puerto le operaron para quitarle un tumor de un pecho. La operación salió bien, aunque no hay que perder de vista lo más importante: el pelo lo tenía estupendo.
Dos días más tarde le dieron el alta. El médico le recomendó que hiciera vida normal, que se distrajera y saliera de paseo. O eso me dijo mi madre. Cada vez que llamaba por teléfono me decían “la Tita está estupenda”, pero la verdad es que no me fiaba mucho debido a que mi familia tiene tendencia a no contarte las cosas graves “para que no te preocupes”, sin pensar que la gente se preocupa igual, que la única diferencia es preocuparse por la incertidumbre o preocuparse por la certeza.
Por eso ZaraJota™ y yo decidimos ir el fin de semana para consolar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor, o acompañar a mi madre mientras acompañaba a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor. O algo.
Como el Puerto de Santa María está un poco lejos, no tenemos coche y nuestros horarios de trabajo son muy complicados, tuvimos que hacer malabarismos. En mi trabajo se portaron superbién y me hicieron un favor de los gordos, porque comprendieron que en esas circunstancias quería acompañar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor.
Me levanté a las 6:00 para dejarlo todo preparado, cargué con la maleta al trabajo y después a la estación, donde me encontré con ZaraJota™, comimos a toda prisa, y nos subimos en el tren, deseando llegar. Estaba tan preocupada por llegar cuanto antes para acompañar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor que sólo pude dormir dos horas de siesta en el tren.
Cuando por fin llegamos al Puerto llamé a mi madre.
-Ya estamos, cogemos un taxi y vamos para el piso de la Tita.
-¿Al piso? No, al piso no vengáis, que no hay nadie.
-¿Ha pasado algo? ¿Habéis tenido que ir a urgencias?
-No, no, hemos salido de compras.
Espero que al menos se hayan llevado con ellas el lecho del dolor.
Continuará…
A partir de los 45 años revisiones ginecológicas a porrillo. Hombreyá.
A la Tita del Puerto le operaron para quitarle un tumor de un pecho. La operación salió bien, aunque no hay que perder de vista lo más importante: el pelo lo tenía estupendo.
Dos días más tarde le dieron el alta. El médico le recomendó que hiciera vida normal, que se distrajera y saliera de paseo. O eso me dijo mi madre. Cada vez que llamaba por teléfono me decían “la Tita está estupenda”, pero la verdad es que no me fiaba mucho debido a que mi familia tiene tendencia a no contarte las cosas graves “para que no te preocupes”, sin pensar que la gente se preocupa igual, que la única diferencia es preocuparse por la incertidumbre o preocuparse por la certeza.
Por eso ZaraJota™ y yo decidimos ir el fin de semana para consolar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor, o acompañar a mi madre mientras acompañaba a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor. O algo.
Como el Puerto de Santa María está un poco lejos, no tenemos coche y nuestros horarios de trabajo son muy complicados, tuvimos que hacer malabarismos. En mi trabajo se portaron superbién y me hicieron un favor de los gordos, porque comprendieron que en esas circunstancias quería acompañar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor.
Me levanté a las 6:00 para dejarlo todo preparado, cargué con la maleta al trabajo y después a la estación, donde me encontré con ZaraJota™, comimos a toda prisa, y nos subimos en el tren, deseando llegar. Estaba tan preocupada por llegar cuanto antes para acompañar a la Tita mientras estaba postrada en el lecho del dolor que sólo pude dormir dos horas de siesta en el tren.
Cuando por fin llegamos al Puerto llamé a mi madre.
-Ya estamos, cogemos un taxi y vamos para el piso de la Tita.
-¿Al piso? No, al piso no vengáis, que no hay nadie.
-¿Ha pasado algo? ¿Habéis tenido que ir a urgencias?
-No, no, hemos salido de compras.
Espero que al menos se hayan llevado con ellas el lecho del dolor.
Continuará…
18 enero 2012
ANTE LA DUDA I
Este domingo, cuando me despedí de mi madre y de la Tita del Puerto en la estación de tren, mi madre agitó ante mí su Dedo de Amenazar.
-A ver lo que cuentas de este fin de semana.
-Madre, yo siempre digo la verdad.
-¡Pero la distorsionas como te da la gana!
Todo empezó cuando a la Tita del Puerto le detectaron un tumor en el pecho. Como es una buena chica y se hace revisiones muy a menudo, el tumor fue descubierto cuando todavía era chiquitín y manejable.
Lorzconsejo: a partir de los 45 años revisiones a porrillo.
Lo primero que hizo la Tita fue reducir considerablemente el consumo de tabaco, que fue de manera inmediata sustituido por un roijo continuo.
Llegó un momento en que cada vez que le llamaba por teléfono en lugar de saludarle con un “hola” le saludaba con un “¿qué estás comiendo ahora?”
-Pipas –contestaba.
Y al día siguiente:
-Gominolas.
Y al otro:
-UD PODVODÓN.
Apenas un mes más tarde citaron a la Tita para la operación y mis padres se plantaron allí.
¿Para apoyarle? ¿Para ayudarle? ¿Para darle consuelo?
Bueno, sí, pero sobre todo porque en esta familia se tiene que hacer todo así, en comandita.
Como yo no estaba allí esos días sólo puedo contar lo que oía por teléfono. Y el resto me lo invento, que para eso escribo yo.
Dos días antes de la operación llamé a mi madre para tantear el panorama.
-Mañana por la tarde tenemos que ir a que le hagan la última prueba y después la ingresan.
-Jo, vaya rollo, ¿no? Toda la mañana esperando, con los nervios…
-No, mejor, así aprovechamos para ir a la peluquería.
-¿A la peluquería?
-Claro.
-¿No podéis dejarlo para otro día?
-Claro que no. ¡No vamos a ir al hospital con estos pelos!
El día de antes de la operación volví a llamar a mi madre.
-¿Qué tal?
-Fatal, porque le han dicho que vaya a hacerse la prueba por la mañana y que luego le ingresan por la tarde.
-Mejor, ¿no?
-Que no, que no, que no nos da tiempo a ir a la peluquería.
-Nomelopueodocreer… ¿y la Tita cómo está?
-Pues te puedes imaginar…
-Ya, preocupada por la operación.
-No, lavándose el pelo a toda velocidad, la pobre, es que hay que ver, ¿no se dan cuenta de que no podemos ir con esos pelos?
El día de la operación recibí un sms de mi padre:
“TITA TETA FUERA”
Es que hay veces que no hace falta ni distorsionar.
Continuará…
-A ver lo que cuentas de este fin de semana.
-Madre, yo siempre digo la verdad.
-¡Pero la distorsionas como te da la gana!
Todo empezó cuando a la Tita del Puerto le detectaron un tumor en el pecho. Como es una buena chica y se hace revisiones muy a menudo, el tumor fue descubierto cuando todavía era chiquitín y manejable.
Lorzconsejo: a partir de los 45 años revisiones a porrillo.
Lo primero que hizo la Tita fue reducir considerablemente el consumo de tabaco, que fue de manera inmediata sustituido por un roijo continuo.
Llegó un momento en que cada vez que le llamaba por teléfono en lugar de saludarle con un “hola” le saludaba con un “¿qué estás comiendo ahora?”
-Pipas –contestaba.
Y al día siguiente:
-Gominolas.
Y al otro:
-UD PODVODÓN.
Apenas un mes más tarde citaron a la Tita para la operación y mis padres se plantaron allí.
¿Para apoyarle? ¿Para ayudarle? ¿Para darle consuelo?
Bueno, sí, pero sobre todo porque en esta familia se tiene que hacer todo así, en comandita.
Como yo no estaba allí esos días sólo puedo contar lo que oía por teléfono. Y el resto me lo invento, que para eso escribo yo.
Dos días antes de la operación llamé a mi madre para tantear el panorama.
-Mañana por la tarde tenemos que ir a que le hagan la última prueba y después la ingresan.
-Jo, vaya rollo, ¿no? Toda la mañana esperando, con los nervios…
-No, mejor, así aprovechamos para ir a la peluquería.
-¿A la peluquería?
-Claro.
-¿No podéis dejarlo para otro día?
-Claro que no. ¡No vamos a ir al hospital con estos pelos!
El día de antes de la operación volví a llamar a mi madre.
-¿Qué tal?
-Fatal, porque le han dicho que vaya a hacerse la prueba por la mañana y que luego le ingresan por la tarde.
-Mejor, ¿no?
-Que no, que no, que no nos da tiempo a ir a la peluquería.
-Nomelopueodocreer… ¿y la Tita cómo está?
-Pues te puedes imaginar…
-Ya, preocupada por la operación.
-No, lavándose el pelo a toda velocidad, la pobre, es que hay que ver, ¿no se dan cuenta de que no podemos ir con esos pelos?
Ese mismo día, un poco más tarde, volví a hablar con mi madre.
-¿Qué tal?
-Muy bien, muy bien; hemos acabado muy pronto y nos ha dado tiempo a ir a la peluquería.
-¿Y la Tita está bien?
-Sí, sí, tendrías que haberla visto en la peluquería con las gafas de sol puestas.
-¿No estaría llorando? Por los nervios y eso.
-No, no, es que se ha quedado dormida y se ha puesto las gafas para que no se le notara.
-Anda ya.
-Ya, ya, es una tontería, total, si se le nota porque tiene la boca abierta y babea…
El día de la operación recibí un sms de mi padre:
“TITA TETA FUERA”
Es que hay veces que no hace falta ni distorsionar.
Continuará…
12 enero 2012
Zumochirri
Si Álex de la Iglesia conociera a mis vecinos, La Comunidad no habría sido una película sino un folletín de cien capítulos.
Por un lado tenemos al Vampiro, que tiene todas las ventnas cerradas y las persianas bajadas a tope durante todo el día, y que las abre de par en par y enciende todas las luces durante la noche.
Por otro están los Fiesteros Maquineros. Ruido, lo que se dice ruido, no hacen, pero el bajo del chunda-chunda de las narices hace que tiemble todo el edificio.
Luego están los Apartamento para Tres, tres estudiantes que comparten piso y que suelen tener broncas memorables los sábados sobre las ocho de la mañana, cuando llegan a casa pedo después de toda la noche de marcha.
Y por último, el más muy mejor de todos, el C*br*n del Reggaetón, que sólo tiene un disco, y lo pone una vez, y otra y otra... ahora que lo pienso, quizá sean distintos discos, a mí todas las canciones me parecen iguales. Hace tiempo que sospechaba que para soportar este tipo de música hay que estar colgado, y gracias al C*br*n del Reggaetón lo he confirmado: es poner el disco y liarse el porro. Y claro, para que no se le atufe la casa, abre la ventana del salón, que da justo debajo de mi tendedero.
Resumiento: cuando recojo la ropa del tendedero huele a porro.
Al principio me enfadaba mucho, pero he aprendido que si hundo la cara en un recién destendido y aspiro con fuerza de proooontooo pienshooo que en realidaaaad no tiene importansssshia.
Jijijijijiji....
Jijijijiiji...
Ji...
¿Por dónde iba?
Ah, sí.
El C*br*n del Reggaetón sólo está en casa los fines de semana, por eso la mejor manera de conseguir que la ropa limpia huela a limpio es tender entresemana.
Y ahí es donde interviene la vecina Zumochirri.
Un día tendí la ropa, me fuí a hacer los deberes, y cuando estaba toda concentradamirando twitter estudiando empecé a oir llover.
Fui corriendo a destender la ropa, pero cuando llegué al tendedero y me asomé en la ventana vi que hacía un día estupendo, con su sol brillante y todo.
Volví a los deberes, y nada más sentarme, otra vez, ruido de lluvia.
Otra vez al tendedero...
Miré arriba: sol radiante.
Miré abajo: charco gigante en el suelo del patio.
Saqué la cabeza por la ventana, me contorsioné y miré a los tendederos de más arriba.
-¿Qué c*ñ...?
Gotas. Gotas de agua fría en la cabeza. Procedentes, al parecer, de un par de bragas tendidas un par de pisos más arriba.
Aquel día pensé que había sido un error, que la lavadora de la vecina no había centrifugado bien, que no se había dado cuenta... yo que sé.
Al día siguiente volvió a pasar...
Y al siguiente...
Y al siguiente...
Al final llegué a la conclusión de que se trataba de la típica viej...anciana mayor que vive sola, y que para no poner una lavadora para cuatro cosillas las lava a mano, las tiende tal cual y deja que el agua chorree.
El problema es que no sólo chorreaba agua.
Si usaba lejía, goteaba agua con lejía SOBRE MI ROPA.
Si era un trapo de cocina o una bayeta, lo que caía era agua con grasa o con suciedad SOBRE MI ROPA.
Pero eso no es todo.
Si la viej... anciana no es capaz de lavar a conciencia una bayeta, ¿quién me asegura que es capaz de lavar a conciencia sus bragas?
Es decir, ¿Cómo sé que cuando mete las bragas en remojo las limpia de verdad? ¿Cómo sé que lo que hace nos es, digamos, diluir sus fluidos corporales, sin eliminarlos? ¿Cómo sé que cuando tiende sus bragas están limpias? ¿Cómo sé que lo que cae sobre mi ropa, y ocasionamente sobre mi cabeza, es agua-agua?
No lo sé.
A medida que pasaban los días estaba cada vez más segura de que lo que caía no era agua-agua: era Eau de Chirri. Esencia de Chirri. Zumochirri, para los amigos.
Y claro, empecé a tomar medidas, porque una cosa es que la ropa te huela a porro, y otra que te huela a Eau de Chirri Añejo. París.
Al principio intenté usar sólo la parte del tendedero en la que no caía agua, pero claro, sólo podía tender un par de calcetines por vez.
Después intenté poner la lavadora de noche, y me levantaba de madrugada a destender.
Finalmente dejé de usar el tendedero "de fuera", y usaba sólo el tendedero plegable de emergencias.
Al final ZaraJota™ tomó cartas en el asunto.
-Creo que te estás obsesionando sin motivo.
-¡No es sin motivo! CAE. CONCENTRADO. DE CHIRRI. EN MI ROPA.
-Eso dices tú. El agua puede ser de cualquier cosa. Deberías ir a hablar con ella y aclararlo.
-¿Y por qué no subes tú?
-Porque me importa un colín que caiga agua en la ropa.
-Ah, claro.
-Venga, háblalo con ella, seguro que no es nada. Cuanto antes lo aclares mejor.
Y eso hice: subí al último piso, me asomé a la ventana del pasillo para asegurarme de que el tendedero chorreante correspondía a esa puerta y llamé al timbre.
-¿Quién?
-Soy la vecina.
Entonces me abrió la puerta una viej... anciana. No una cualquier, la más viej...anciana de las viej... ancianas.
-¿Qué quieres?
-Es que, verá, me está cayendo agua sobre el tendedero.
-Ah, debe ser de mis bragas.
ZaraJota™ tenía razón: no hay nada como dejar las cosas claras.
Pd. La vecina me prometió que iba a tender en otra zona que no coincide con mi tendedero. Al día siguiente volvió a tender exactamente en el mismo sitio. Ahora no sé si debería volver a aclarar las cosas con ella o es mejor vivir en la feliz ignorancia.
Por un lado tenemos al Vampiro, que tiene todas las ventnas cerradas y las persianas bajadas a tope durante todo el día, y que las abre de par en par y enciende todas las luces durante la noche.
Por otro están los Fiesteros Maquineros. Ruido, lo que se dice ruido, no hacen, pero el bajo del chunda-chunda de las narices hace que tiemble todo el edificio.
Luego están los Apartamento para Tres, tres estudiantes que comparten piso y que suelen tener broncas memorables los sábados sobre las ocho de la mañana, cuando llegan a casa pedo después de toda la noche de marcha.
Y por último, el más muy mejor de todos, el C*br*n del Reggaetón, que sólo tiene un disco, y lo pone una vez, y otra y otra... ahora que lo pienso, quizá sean distintos discos, a mí todas las canciones me parecen iguales. Hace tiempo que sospechaba que para soportar este tipo de música hay que estar colgado, y gracias al C*br*n del Reggaetón lo he confirmado: es poner el disco y liarse el porro. Y claro, para que no se le atufe la casa, abre la ventana del salón, que da justo debajo de mi tendedero.
Resumiento: cuando recojo la ropa del tendedero huele a porro.
Al principio me enfadaba mucho, pero he aprendido que si hundo la cara en un recién destendido y aspiro con fuerza de proooontooo pienshooo que en realidaaaad no tiene importansssshia.
Jijijijijiji....
Jijijijiiji...
Ji...
¿Por dónde iba?
Ah, sí.
El C*br*n del Reggaetón sólo está en casa los fines de semana, por eso la mejor manera de conseguir que la ropa limpia huela a limpio es tender entresemana.
Y ahí es donde interviene la vecina Zumochirri.
Un día tendí la ropa, me fuí a hacer los deberes, y cuando estaba toda concentrada
Fui corriendo a destender la ropa, pero cuando llegué al tendedero y me asomé en la ventana vi que hacía un día estupendo, con su sol brillante y todo.
Volví a los deberes, y nada más sentarme, otra vez, ruido de lluvia.
Otra vez al tendedero...
Miré arriba: sol radiante.
Miré abajo: charco gigante en el suelo del patio.
Saqué la cabeza por la ventana, me contorsioné y miré a los tendederos de más arriba.
-¿Qué c*ñ...?
Gotas. Gotas de agua fría en la cabeza. Procedentes, al parecer, de un par de bragas tendidas un par de pisos más arriba.
Aquel día pensé que había sido un error, que la lavadora de la vecina no había centrifugado bien, que no se había dado cuenta... yo que sé.
Al día siguiente volvió a pasar...
Y al siguiente...
Y al siguiente...
Al final llegué a la conclusión de que se trataba de la típica viej...anciana mayor que vive sola, y que para no poner una lavadora para cuatro cosillas las lava a mano, las tiende tal cual y deja que el agua chorree.
El problema es que no sólo chorreaba agua.
Si usaba lejía, goteaba agua con lejía SOBRE MI ROPA.
Si era un trapo de cocina o una bayeta, lo que caía era agua con grasa o con suciedad SOBRE MI ROPA.
Pero eso no es todo.
Si la viej... anciana no es capaz de lavar a conciencia una bayeta, ¿quién me asegura que es capaz de lavar a conciencia sus bragas?
Es decir, ¿Cómo sé que cuando mete las bragas en remojo las limpia de verdad? ¿Cómo sé que lo que hace nos es, digamos, diluir sus fluidos corporales, sin eliminarlos? ¿Cómo sé que cuando tiende sus bragas están limpias? ¿Cómo sé que lo que cae sobre mi ropa, y ocasionamente sobre mi cabeza, es agua-agua?
No lo sé.
A medida que pasaban los días estaba cada vez más segura de que lo que caía no era agua-agua: era Eau de Chirri. Esencia de Chirri. Zumochirri, para los amigos.
Y claro, empecé a tomar medidas, porque una cosa es que la ropa te huela a porro, y otra que te huela a Eau de Chirri Añejo. París.
Al principio intenté usar sólo la parte del tendedero en la que no caía agua, pero claro, sólo podía tender un par de calcetines por vez.
Después intenté poner la lavadora de noche, y me levantaba de madrugada a destender.
Finalmente dejé de usar el tendedero "de fuera", y usaba sólo el tendedero plegable de emergencias.
Al final ZaraJota™ tomó cartas en el asunto.
-Creo que te estás obsesionando sin motivo.
-¡No es sin motivo! CAE. CONCENTRADO. DE CHIRRI. EN MI ROPA.
-Eso dices tú. El agua puede ser de cualquier cosa. Deberías ir a hablar con ella y aclararlo.
-¿Y por qué no subes tú?
-Porque me importa un colín que caiga agua en la ropa.
-Ah, claro.
-Venga, háblalo con ella, seguro que no es nada. Cuanto antes lo aclares mejor.
Y eso hice: subí al último piso, me asomé a la ventana del pasillo para asegurarme de que el tendedero chorreante correspondía a esa puerta y llamé al timbre.
-¿Quién?
-Soy la vecina.
Entonces me abrió la puerta una viej... anciana. No una cualquier, la más viej...anciana de las viej... ancianas.
-¿Qué quieres?
-Es que, verá, me está cayendo agua sobre el tendedero.
-Ah, debe ser de mis bragas.
ZaraJota™ tenía razón: no hay nada como dejar las cosas claras.
Pd. La vecina me prometió que iba a tender en otra zona que no coincide con mi tendedero. Al día siguiente volvió a tender exactamente en el mismo sitio. Ahora no sé si debería volver a aclarar las cosas con ella o es mejor vivir en la feliz ignorancia.
04 enero 2012
Reyes Majos 2012
Estimado Santa Claus,
Soy usuaria de los Reyes Majos de Oriente desde hace muchos años. Bueno, no tantos. Quiero decir, que una todavía es joven, ¿eh? Hoy me han llamado señora en una tienda, sí, pero no era porque me haya visto mayor, es porque se ha dado cuenta de que era una señora casada. Sí, eso. Se ha dado cuenta por la alianza. Por supuesto. La verdad es que no la llevaba puesta... ¡Ha debido notar la imperceptible marca que deja en el dedo cuando me la quito! ¡Es eso! Porque no tengo aspecto de señora, ¿eh? ¡Ni se te ocurra insinuarlo!
¡QUE TE HINCHO A COLLEJAS AQUÍ MISMO!
¡A TI Y AL MOÑAS DEL RENO!
Eh... ¿por dónde iba?
Ah, sí.
He sido usuaria de los Reyes Majos de Oriente toda la vida.
Eso está mejor, no des detalles que luego ya sabemos lo que pasa.
Y la verdad es que no estoy nada satisfecha con el servicio.
Nada en absoluto.
Para empezar, nunca me traen lo que les pido. Y mira que les doy a elegir: me da igual que sea Orlando Bloom, Johnny Depp o Russell Crowe (el de Gladiator, el de ahora no que está lorzón).
Además, los plazos de entrega son larguísimos: he estado echando cuentas, y sólo hacen entregas una vez al año. Dicen que sólo trabajan en navidad. No es cierto: generalmente los regalos me llegan, como mínimo, una semana pasada la nochebuena.
Y por si eso fuera poco, los gastos de envío no son gratis. ¡Sólo consigo que me lleguen los regalos después de un rato de aguantar a mi familia! Ya sé que no es como pagar en dinero... ¡pago en daños psicológicos, que es peor!
Por todos estos motivos estoy estudiando realizar un cambio de proveedor, y antes de tomar una decisión en firme me gustaría conocer la oferta del mercado.
Siendo la competencia más directa, me dirijo a usted para preguntarle:
si solicito la portabilidad, ¿me va a traer un iphone o qué?
Gracias de antemano y, si eso me va a garantizar el iphone, de antepie.
Soy usuaria de los Reyes Majos de Oriente desde hace muchos años. Bueno, no tantos. Quiero decir, que una todavía es joven, ¿eh? Hoy me han llamado señora en una tienda, sí, pero no era porque me haya visto mayor, es porque se ha dado cuenta de que era una señora casada. Sí, eso. Se ha dado cuenta por la alianza. Por supuesto. La verdad es que no la llevaba puesta... ¡Ha debido notar la imperceptible marca que deja en el dedo cuando me la quito! ¡Es eso! Porque no tengo aspecto de señora, ¿eh? ¡Ni se te ocurra insinuarlo!
¡QUE TE HINCHO A COLLEJAS AQUÍ MISMO!
¡A TI Y AL MOÑAS DEL RENO!
Eh... ¿por dónde iba?
Ah, sí.
He sido usuaria de los Reyes Majos de Oriente toda la vida.
Eso está mejor, no des detalles que luego ya sabemos lo que pasa.
Y la verdad es que no estoy nada satisfecha con el servicio.
Nada en absoluto.
Para empezar, nunca me traen lo que les pido. Y mira que les doy a elegir: me da igual que sea Orlando Bloom, Johnny Depp o Russell Crowe (el de Gladiator, el de ahora no que está lorzón).
Además, los plazos de entrega son larguísimos: he estado echando cuentas, y sólo hacen entregas una vez al año. Dicen que sólo trabajan en navidad. No es cierto: generalmente los regalos me llegan, como mínimo, una semana pasada la nochebuena.
Y por si eso fuera poco, los gastos de envío no son gratis. ¡Sólo consigo que me lleguen los regalos después de un rato de aguantar a mi familia! Ya sé que no es como pagar en dinero... ¡pago en daños psicológicos, que es peor!
Por todos estos motivos estoy estudiando realizar un cambio de proveedor, y antes de tomar una decisión en firme me gustaría conocer la oferta del mercado.
Siendo la competencia más directa, me dirijo a usted para preguntarle:
si solicito la portabilidad, ¿me va a traer un iphone o qué?
Gracias de antemano y, si eso me va a garantizar el iphone, de antepie.