Esta semana he llevado a Arale-Chan al veterinario.
La llevo siempre en un trasportín adecuado a su tamaño y peso que se abre por arriba y que tiene la tapa transparente, y la gente suele echar miradillas de reojo cuando se cruza conmigo por la calle.
Arale-Chan se deja meter dentro sin protestar porque normalmente también la meto ahí mientras friego la jaula o después de su baño, así que no sospecha.
Tampoco le parece sospechoso que la saque a la calle, porque algunas veces la he llevado a casa de mis padres o a casa de Be de visita o para quedarse unos días.
Eso sí, cuando cruzamos la puerta del veterinario se le ponen los ojos de conguito gigante y se le acelera el corazoncito. Es como si pensara que el veterinario le va a hacer pupita.
De dónde habrá sacado esa idea, oyes.
La verdad es que esta vez no tenía motivo para preocuparse, porque sólo íbamos para que le cortaran las uñas. Así que llegamos al veterinario y nos sentamos en la sala de espera un rato, porque teníamos un par de pacientes delante.
Las salas de espera son horribles.
Es muy incómodo estar rodeada de animales enfermos. Cuando llevas un rato te empieza a picar todo. Pero lo peor no es eso: lo peor es que los seres humanos presentes se empezan en socializar, y como ellos están sanos la forma de socializar es hablar de las enfermedades de sus bichos.
-Le han operado de un bulto de la columna. Ahora no puede mover las patas traseras, y como está siempre tumbado se necrosa y entonces...
¡¡¡Demasiada información!!! ¡¡¡Demasiada información!!!
-A la mía le extirparon el útero, y desde entonces no quiere salir a la calle, no sé por qué.
Pues por si le quitan más partes de cuerpo, señora.
-El mío se hace pis encima continuamente, ¿ves? Se acaba de hacer pis.
¡¡¡Bieeeeeen!!!
Como ya habían acabado de contarse intimidades se me quedaron mirando.
-¿Y a tu cobaya que le pasa?
-Eh... nada. Tienen que cortarle las uñitas.
-¿Se araña con ellas?
-No.
-¿Se le clavan en la planta de las patitas?
-No.
-¿Te destroza los muebles?
-No. Sólo es incómodo y queda feo.
-Ah.
Jo, me siento como si hubiera perdido algún tipo de competición.
31 marzo 2009
26 marzo 2009
Cosas de pies, otra vez
En capítulos anteriores...
Los pies son complicados.
El ecografiador me hizo una ecografía primero de un pie, y luego por el otro.
-Es para compararlas y ver si tu pie está bien.
Ante semejante revelación no pude evitar dos terribles pensamientos:
1.- Pues claro que no está bien. A ver si se cree que voy a hacerme ecografías por gusto.
2.- ¿Y que hacen con las mujeres embarazadas? ¿Les hacen una ecografía antes de que lo estén para poder comparar luego? ¿Debería hacerme ya una ecografía, por si acaso?
Después de ecografiar mis pies en todos los ángulos posibles el ecografiero me dejó irme, y unos días después fui a ver a mi médico de cabecera para que me diera los resultados.
-Hola Lorz -me dijo-, he estado hablando con el ecografista y me ha dicho que no vió nada.
-Que sorprendente.
-Y he mirado las ecografías y yo tampoco veo nada.
-Pues a mí me duele, oiga.
-Es normal. Has estado mucho tiempo de baja, y ahora vuelves a andar y se resiente. Lo más seguro es que el dolor se deba a la sobrecarga.
Claaaaaaro. Cualquier excusa es buena para llamarme gorda.
Los pies son complicados.
El ecografiador me hizo una ecografía primero de un pie, y luego por el otro.
-Es para compararlas y ver si tu pie está bien.
Ante semejante revelación no pude evitar dos terribles pensamientos:
1.- Pues claro que no está bien. A ver si se cree que voy a hacerme ecografías por gusto.
2.- ¿Y que hacen con las mujeres embarazadas? ¿Les hacen una ecografía antes de que lo estén para poder comparar luego? ¿Debería hacerme ya una ecografía, por si acaso?
Después de ecografiar mis pies en todos los ángulos posibles el ecografiero me dejó irme, y unos días después fui a ver a mi médico de cabecera para que me diera los resultados.
-Hola Lorz -me dijo-, he estado hablando con el ecografista y me ha dicho que no vió nada.
-Que sorprendente.
-Y he mirado las ecografías y yo tampoco veo nada.
-Pues a mí me duele, oiga.
-Es normal. Has estado mucho tiempo de baja, y ahora vuelves a andar y se resiente. Lo más seguro es que el dolor se deba a la sobrecarga.
Claaaaaaro. Cualquier excusa es buena para llamarme gorda.
24 marzo 2009
Cosas de pies
A veces exagero. A veces le tengo muy poco respeto a la realidad. Pero esto ocurrió tal y como voy a contarlo.
Palabra de persona-que-nunca-ha-sido-boy-scout.
Después de mucho, mucho tiempo mi esguince seguía igual, y mi médico decidió mandarme a que me hicieran una ecografía para ver qué estaba pasando por ahí abajo.
En el pie.
El día E (de ecografía) llegué a la consulta puntual por los pelillos, pero puntual. No había nadie en la sala de espera, así que me fui directa a la enfermera del mostrador y le dije que tenía cita para justo esa hora.
-Espera tu turno -me dijo, y me señaló una silla.
Me senté a esperar, pensando que habría alguien dentro todavía y que en cuanto saliera me llamarían, porque no había nadie más.
Así que esperé.
Y esperé.
Y esperé...
Menos mal que siguiendo mi lema personal* siempre llevo un libro encima.
Una hora y cuarto después el señor de las ecografías salió de su consulta y me dijo que pasara, y eso me mosqueó bastante porque no había visto salir a nadie, y eso sólo podía tener dos explicaciones:
-Había un paciente y se lo ha comido.
-No había ningún paciente y me ha hecho esperar baidefeis.
En cualquier caso el ecografista empezó a caerme bastante mal, pero pasé a la consulta y me senté. El ecografiante entró después de mí, se sentó y sin decirme ni una palabra empezó a teclear como un poseso.
Después estuvo ordenando sus libros.
Cambió de sitio algunos caramelos.
Abrió uno de los caramelos y se lo comió.
Paseó arriba y abajo por la consulta.
Comprobó el estado de uno de los botones de su bata.
Sacó un cepillo para zapatos de un cajón y le sacó brillo a sus zapatos.
Y luego me miró como si se acabara de acordar que estaba ahí.
-Así que tienes un esguince.
-Eso dicen.
-Quítate los zapatos y los calcetines y súbete a la camilla.
-¿Así, de pronto? ¿Sin anestesia ni nada?
-Esto no duele.
Doler no duele. Pero la crema pringosa y asquerosa estaba muy fría, y el cacharrito redondo del ecografitron hacía muchas cosquillas, y yo me reía, y el ecografiador me decía que le salían las fotos movidas y que no veía nada.
Nota mental: decir a los señores que hacen estos cacharros que los hagan cosquillas-free.
Después de mucho rato mirando y remirando el ecografineitor me dijo que seguía sin ver nada, y que me esperara un momento. Me dejó allí toda pringada y sin calcetines, volvió a su mesa y cogió un libro.
Jo, pensé, a que se olvida otra vez de mí. Así que para asegurarme de que estaba mirando algo relacionado con mi esquince me incliné un poco para ver el título del libro...
El manual de instrucciones del aparato de las ecografías.
Estuvo un rato consultándolo, y después cogió otro libro.
Uno grande.
Con dibujos.
Me volví a inclinar...
Un atlas del cuerpo humano.
Entonces se dió cuenta de que le estaba mirando.
-Los pies son complicados -me dijo.
Vale, ¿dónde está la cámara oculta?
*Mi lema:
"Lleva siempre un libro encima, porque no sabes cuándo te puedes quedar tres horas encerrada en un ascensor, y a ver en qué te entretienes tanto rato".
Palabra de persona-que-nunca-ha-sido-boy-scout.
Después de mucho, mucho tiempo mi esguince seguía igual, y mi médico decidió mandarme a que me hicieran una ecografía para ver qué estaba pasando por ahí abajo.
En el pie.
El día E (de ecografía) llegué a la consulta puntual por los pelillos, pero puntual. No había nadie en la sala de espera, así que me fui directa a la enfermera del mostrador y le dije que tenía cita para justo esa hora.
-Espera tu turno -me dijo, y me señaló una silla.
Me senté a esperar, pensando que habría alguien dentro todavía y que en cuanto saliera me llamarían, porque no había nadie más.
Así que esperé.
Y esperé.
Y esperé...
Menos mal que siguiendo mi lema personal* siempre llevo un libro encima.
Una hora y cuarto después el señor de las ecografías salió de su consulta y me dijo que pasara, y eso me mosqueó bastante porque no había visto salir a nadie, y eso sólo podía tener dos explicaciones:
-Había un paciente y se lo ha comido.
-No había ningún paciente y me ha hecho esperar baidefeis.
En cualquier caso el ecografista empezó a caerme bastante mal, pero pasé a la consulta y me senté. El ecografiante entró después de mí, se sentó y sin decirme ni una palabra empezó a teclear como un poseso.
Después estuvo ordenando sus libros.
Cambió de sitio algunos caramelos.
Abrió uno de los caramelos y se lo comió.
Paseó arriba y abajo por la consulta.
Comprobó el estado de uno de los botones de su bata.
Sacó un cepillo para zapatos de un cajón y le sacó brillo a sus zapatos.
Y luego me miró como si se acabara de acordar que estaba ahí.
-Así que tienes un esguince.
-Eso dicen.
-Quítate los zapatos y los calcetines y súbete a la camilla.
-¿Así, de pronto? ¿Sin anestesia ni nada?
-Esto no duele.
Doler no duele. Pero la crema pringosa y asquerosa estaba muy fría, y el cacharrito redondo del ecografitron hacía muchas cosquillas, y yo me reía, y el ecografiador me decía que le salían las fotos movidas y que no veía nada.
Nota mental: decir a los señores que hacen estos cacharros que los hagan cosquillas-free.
Después de mucho rato mirando y remirando el ecografineitor me dijo que seguía sin ver nada, y que me esperara un momento. Me dejó allí toda pringada y sin calcetines, volvió a su mesa y cogió un libro.
Jo, pensé, a que se olvida otra vez de mí. Así que para asegurarme de que estaba mirando algo relacionado con mi esquince me incliné un poco para ver el título del libro...
El manual de instrucciones del aparato de las ecografías.
Estuvo un rato consultándolo, y después cogió otro libro.
Uno grande.
Con dibujos.
Me volví a inclinar...
Un atlas del cuerpo humano.
Entonces se dió cuenta de que le estaba mirando.
-Los pies son complicados -me dijo.
Vale, ¿dónde está la cámara oculta?
*Mi lema:
"Lleva siempre un libro encima, porque no sabes cuándo te puedes quedar tres horas encerrada en un ascensor, y a ver en qué te entretienes tanto rato".
19 marzo 2009
Día del padre 2009
Hoy es el día del padre...
Por última vez, ¿del padre de quién?
Y en algunos casos, de la madre.
Pero sólo si se llaman Josefa, Josefina, Pepa o similares.
El día del padre mola porque es fiesta.
¡¡¡Bieeeeeeeeeeeen!!!
Y también mola porque el día de antes oyes a todo el mundo comentar "mañana me voy a comer con mis padres", y por una vez todo el mundo se siente integrado y tiene algo de lo que hablar con todo el mundo.
Incluso yo, aunque como tengo una familia desestructurada y no hay manera de que coincidan los horarios no nos queda más remedio que juntarnos para desayunar.
Uuuuummmmmmmm... tortitas...
Este año no podía ser menos. La verdad es que nos ha resultado muy difícil conseguir encajar los horarios y encontrar un sitio que nos guste a todos y que nos venga bien, pero ha merecido la pena el esfuerzo porque sabemos que a mi padre le hace ilusión reunirnos a todos.
Después de ponernos todos de acuerdo nos decidimos a comunicárselo.
-Bueno, el día del padre nos vamos todos a desayunar, ¿no?
-Eh... estoooooo... yo es que tengo que irme a... trabajar. A Barcelona. Sí. Eso. Barcelona. ¿Hay algo que quede más lejos de Barcelona y que sea creíble como lugar de destino?
Pobre papá, que mala suerte tiene: siempre le surge algo que hacer cuando se reúne la familia.
Feliz día, padre.
Por última vez, ¿del padre de quién?
Y en algunos casos, de la madre.
Pero sólo si se llaman Josefa, Josefina, Pepa o similares.
El día del padre mola porque es fiesta.
¡¡¡Bieeeeeeeeeeeen!!!
Y también mola porque el día de antes oyes a todo el mundo comentar "mañana me voy a comer con mis padres", y por una vez todo el mundo se siente integrado y tiene algo de lo que hablar con todo el mundo.
Incluso yo, aunque como tengo una familia desestructurada y no hay manera de que coincidan los horarios no nos queda más remedio que juntarnos para desayunar.
Uuuuummmmmmmm... tortitas...
Este año no podía ser menos. La verdad es que nos ha resultado muy difícil conseguir encajar los horarios y encontrar un sitio que nos guste a todos y que nos venga bien, pero ha merecido la pena el esfuerzo porque sabemos que a mi padre le hace ilusión reunirnos a todos.
Después de ponernos todos de acuerdo nos decidimos a comunicárselo.
-Bueno, el día del padre nos vamos todos a desayunar, ¿no?
-Eh... estoooooo... yo es que tengo que irme a... trabajar. A Barcelona. Sí. Eso. Barcelona. ¿Hay algo que quede más lejos de Barcelona y que sea creíble como lugar de destino?
Pobre papá, que mala suerte tiene: siempre le surge algo que hacer cuando se reúne la familia.
Feliz día, padre.
16 marzo 2009
No hay nada como estar en casa
Hemos llegado a uno de esos tristes momentos para la economía mundial en el que es más barato pagar una hipoteca que pagar un alquiler.
De verdad que sí.
Si a eso le sumamos que la propietaria del piso en el que vivimos no lo incluyó en la declaración de la renta y que casi nos metemos en un lío por intentar desgravárnoslo, que no tiene seguro porque considera que las reparaciones de cualquier tipo corren por nuestra cuenta, que nos cortan el agua aproximadamente una vez por semana, y que queremos perpetuarnos y no tenemos sitio, es sorprendente que hayamos llegado a la conclusión de que lo mejor que podemos hacer es comprarnos un piso.
Pero que sea bonito. Y no muy caro.
Primero he buscado por internet, y cuando he visto alguno interesante he ido a verlo.
Y que conste que "interesante" no siempre es un adjetivo que exprese una cualidad positiva, y que cuando digo "verlo" habría que añadir después "para creerlo".
El primero que visité necesitaba, según el señor de la agencia, "una manita de pintura". Sin embargo a mí me hizo mucha ilusión verlo, ¡no sabía que Cuéntame se rodaba en una casa de verdad! Lo que no entiendo es que quieran venderla, pero supongo que a la serie no le debe quedar mucho.
El segundo era bonito. Creo.
-No te preocupes por la zona: la comisaría está a menos de cincuenta metros -me dijo el señor de la agencia, y yo, que hasta ese momento no me había preocupado, no sé por qué pero me empecé a preocupar.
La preocupación fue a mayores cuando vi, justo en mitad del felpudo de la entrada, el cadáver aún fresco de una cucaracha de aproximadamente diez kilos de peso.
El señor de la agencia saltó por encima sin inmutarse, y yo le seguí, pero bastante inmutada.
-El baño está reformado -empezó a explicarme-. La cocina necesita algún arreglo. El salón es pequeño, pero hace el apaño. Dos dormitorios. La terraza... Bueno, yo de ti le pondría rejas. Y a las ventanas. Aunque no tienes que preocuparte por nada, la comisaría está a menos de cincuenta metros. ¿Tienes alguna pregunta?
-Sí, ¿soy la única que ha visto la cucaracha?
-Bueno, es posible que haya algún bicho, pero nada que deba preocuparte.
-Lo sé: la comisaría está a menos de cincuenta metros.
Cuando llamé para el tercero me explicaron que le hacían falta "algunas reformas".
Al llegar me di cuenta de que mi concepto de "alguna" no es exactamente el mismo que el de los agentes inmobiliarios.
-Perdona, tendrás que entrar de lado, es que la puerta no abre del todo.
-Ni del todo ni la mitad, oiga.
-El propietario anterior empezó a reformar pero no terminó.
-Ah, eso explica los agujeros aleatorios de las paredes.
-Todos los dormitorios tienen ventanas.
-Eh... sí, pero dan al salón. Y no estoy muy segura de que un agujero se pueda llamar una ventana.
-Será mejor que pasemos al baño. Está bastante bien. Es una pena que no puedas verlo porque esta parte de la casa no tiene electricidad.
-Casi me alegro, de verdad.
-Y la cocina. Necesita una limpieza. El propietario anterior fue depositando aquí los cascotes de la reforma.
-¿Se refiere a los trozos de pared que fue arrancando a martillazos?
-Y los muebles, la basura, el gato muer...
-Vale, vale, me hago una idea.
Pero el peor piso, sin duda, fue el último que hemos visto.
Esta vez, en vez de ir yo sola, me llevé a ZaraJota™ y a mi madre.
-Vaya, cuántos habéis venido -nos dijo el agente-. Será mejor que yo me quede fuera, porque si no no vamos a caber.
Sin duda un comienzo prometedor.
De verdad que sí.
Si a eso le sumamos que la propietaria del piso en el que vivimos no lo incluyó en la declaración de la renta y que casi nos metemos en un lío por intentar desgravárnoslo, que no tiene seguro porque considera que las reparaciones de cualquier tipo corren por nuestra cuenta, que nos cortan el agua aproximadamente una vez por semana, y que queremos perpetuarnos y no tenemos sitio, es sorprendente que hayamos llegado a la conclusión de que lo mejor que podemos hacer es comprarnos un piso.
Pero que sea bonito. Y no muy caro.
Primero he buscado por internet, y cuando he visto alguno interesante he ido a verlo.
Y que conste que "interesante" no siempre es un adjetivo que exprese una cualidad positiva, y que cuando digo "verlo" habría que añadir después "para creerlo".
El primero que visité necesitaba, según el señor de la agencia, "una manita de pintura". Sin embargo a mí me hizo mucha ilusión verlo, ¡no sabía que Cuéntame se rodaba en una casa de verdad! Lo que no entiendo es que quieran venderla, pero supongo que a la serie no le debe quedar mucho.
El segundo era bonito. Creo.
-No te preocupes por la zona: la comisaría está a menos de cincuenta metros -me dijo el señor de la agencia, y yo, que hasta ese momento no me había preocupado, no sé por qué pero me empecé a preocupar.
La preocupación fue a mayores cuando vi, justo en mitad del felpudo de la entrada, el cadáver aún fresco de una cucaracha de aproximadamente diez kilos de peso.
El señor de la agencia saltó por encima sin inmutarse, y yo le seguí, pero bastante inmutada.
-El baño está reformado -empezó a explicarme-. La cocina necesita algún arreglo. El salón es pequeño, pero hace el apaño. Dos dormitorios. La terraza... Bueno, yo de ti le pondría rejas. Y a las ventanas. Aunque no tienes que preocuparte por nada, la comisaría está a menos de cincuenta metros. ¿Tienes alguna pregunta?
-Sí, ¿soy la única que ha visto la cucaracha?
-Bueno, es posible que haya algún bicho, pero nada que deba preocuparte.
-Lo sé: la comisaría está a menos de cincuenta metros.
Cuando llamé para el tercero me explicaron que le hacían falta "algunas reformas".
Al llegar me di cuenta de que mi concepto de "alguna" no es exactamente el mismo que el de los agentes inmobiliarios.
-Perdona, tendrás que entrar de lado, es que la puerta no abre del todo.
-Ni del todo ni la mitad, oiga.
-El propietario anterior empezó a reformar pero no terminó.
-Ah, eso explica los agujeros aleatorios de las paredes.
-Todos los dormitorios tienen ventanas.
-Eh... sí, pero dan al salón. Y no estoy muy segura de que un agujero se pueda llamar una ventana.
-Será mejor que pasemos al baño. Está bastante bien. Es una pena que no puedas verlo porque esta parte de la casa no tiene electricidad.
-Casi me alegro, de verdad.
-Y la cocina. Necesita una limpieza. El propietario anterior fue depositando aquí los cascotes de la reforma.
-¿Se refiere a los trozos de pared que fue arrancando a martillazos?
-Y los muebles, la basura, el gato muer...
-Vale, vale, me hago una idea.
Pero el peor piso, sin duda, fue el último que hemos visto.
Esta vez, en vez de ir yo sola, me llevé a ZaraJota™ y a mi madre.
-Vaya, cuántos habéis venido -nos dijo el agente-. Será mejor que yo me quede fuera, porque si no no vamos a caber.
Sin duda un comienzo prometedor.
11 marzo 2009
Guochmen
El último mes ha sido el infierno en la tierra.
Horas extra, madrugones, llegar tarde a casa, noches en las que dormía poco más de tres o cuatro horas, comer cualquier porquería de pie porque no tenía tiempo para sentarme y ZaraJota™ convertido en la mancha borrosa que veo justo antes de quedarme dormida, y justo después de despertarme para salir zumbando hacia alguna parte.
Pero ya se acabó.
Y para celebrarlo me fui con ZaraJota™, Hermano Mediano y Hermano Pequeño al cine, a ver Los Mirahombres.
Antes de nada, ZaraJota™ quiso asegurarse de que estaba preparada para la experiencia.
-¿Seguro que has leído el cómic?
-¡Por supuesto que sí!
-¿Y te acuerdas de que va?
-La duda ofende, ¿sabes?
La verdad es que de lo único que me acordaba es de que salía un tipo que llevaba un calcetín manchado tapándole la cara, pero me apetecía mucho ir al cine, y además no quería que ZaraJota™ sacara el cómic y se diera cuenta de que he borrado todas las manchas con tippex.
Queda mucho más limpito y mono, dónde va a parar.
No tenía ni idea de lo que me esperaba hasta que no llegamos a la cola de las palomitas.
-Espero que haya mejorado el estilo desde 300 -dijo alguno de mis acompañantes.
-¿Quién?
-El director. Es el mismo.
-¡¡¡¡%&$*Ç^@#~€!!!
-No te pongas así, Lorz. ¡Si siempre dices que 300 es tu comedia favorita!
-¡Hasta que me explicaste que no es una comedia!
-A lo mejor me equivocaba.
-Y además, ¡todavía no me has explicado la adivinanza! Si no es su látigo lo que temen, ¿que es, eh?
-Eh... a lo mejor lo explican en esta.
-Pues mira, si eso ya lo me lo cuentas tú, porque lo que es yo no entro.
-No seas boba. Ya tenemos las entradas.
-Me da igual.
-Hemos hecho una hora de cola.
-No me importa.
-No tienes nada mejor que hacer.
-¡¡¡PERO TENGO PRINCIPIOS!!!
-Te compro gominolas.
-Hecho.
Horas extra, madrugones, llegar tarde a casa, noches en las que dormía poco más de tres o cuatro horas, comer cualquier porquería de pie porque no tenía tiempo para sentarme y ZaraJota™ convertido en la mancha borrosa que veo justo antes de quedarme dormida, y justo después de despertarme para salir zumbando hacia alguna parte.
Pero ya se acabó.
Y para celebrarlo me fui con ZaraJota™, Hermano Mediano y Hermano Pequeño al cine, a ver Los Mirahombres.
Antes de nada, ZaraJota™ quiso asegurarse de que estaba preparada para la experiencia.
-¿Seguro que has leído el cómic?
-¡Por supuesto que sí!
-¿Y te acuerdas de que va?
-La duda ofende, ¿sabes?
La verdad es que de lo único que me acordaba es de que salía un tipo que llevaba un calcetín manchado tapándole la cara, pero me apetecía mucho ir al cine, y además no quería que ZaraJota™ sacara el cómic y se diera cuenta de que he borrado todas las manchas con tippex.
Queda mucho más limpito y mono, dónde va a parar.
No tenía ni idea de lo que me esperaba hasta que no llegamos a la cola de las palomitas.
-Espero que haya mejorado el estilo desde 300 -dijo alguno de mis acompañantes.
-¿Quién?
-El director. Es el mismo.
-¡¡¡¡%&$*Ç^@#~€!!!
-No te pongas así, Lorz. ¡Si siempre dices que 300 es tu comedia favorita!
-¡Hasta que me explicaste que no es una comedia!
-A lo mejor me equivocaba.
-Y además, ¡todavía no me has explicado la adivinanza! Si no es su látigo lo que temen, ¿que es, eh?
-Eh... a lo mejor lo explican en esta.
-Pues mira, si eso ya lo me lo cuentas tú, porque lo que es yo no entro.
-No seas boba. Ya tenemos las entradas.
-Me da igual.
-Hemos hecho una hora de cola.
-No me importa.
-No tienes nada mejor que hacer.
-¡¡¡PERO TENGO PRINCIPIOS!!!
-Te compro gominolas.
-Hecho.
07 marzo 2009
Busy little bee
Creo que esta es la última semana de estrés.
Bueno: no lo creo.
O se acaba el estrés o me acabo yo.
Que ya voy teniendo una edad y no estoy para estos trotes, oyes.
El lunes me dejé el tupper en casa y de camino a la rehabilitación paré en una tienda de barrio de las de toda la vida para comprar un bocadillo.
Como en todas las tiendas de barrio de las de toda la vida, atendía en el mostrador un señor regordete y tirando a calvo, con un delantal de rayas verdes y negras, que me hizo el bocadillo narrado.
-¿Un bocadillo? Espera un momento chata que te corto el embutido... una loncha, dos lonchas... así, recién cortadito y finito, que es como está bueno... te corto el pan... ¿te lo envuelvo? Claro que sí, te lo envuelvo... Toma. Verás que rico. Para chuparse los dedos, maja.-¿Cuánto es?
-Tres escaños.
Ya está, pensé. Ya me han vuelto a cambiar la unidad monetaria y me han pillado con el monedero lleno de euros (es un decir) como una imbécil.
-¿Tres qué?
-Escaños. Es que tal y como está ahora la cosa, si junto unos cuantos podría ser lehendakari.
Me he estado informando y ahora sé las elecciones vascas no funcionan así, pero en aquel momento no estaba muy segura, y no me atreví a llevarle la contraria.
-¿Le puedo pagar con euros? Es que no llevo ningún escaño encima.
-Ya, todo el mundo me dice lo mismo.Jo, pues que alivio.
El martes trabajé 14 horas.
Prefiero no profundizar en el tema, que me pongo muy nerviosa.
El miércoles llegué a la estación justo a tiempo para oir por megafonía que el servicio estaba experimentanto retrasos de entre 15 y 30 minutos.
La verdad es que podían concretar más, porque si son 15 me espero y si son 30 me voy a tomar un café.
Con leche.
Y un donut.
Pero como no concretan me quedé esperando, y el tren llegó en 15 minutos, y yo pensé jo, menos mal que no me he ido a tomar el café. A partir de ahí los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez:
-Me subí en el tren.
-Se cerraron las puertas.
-Empezó a oler a quemado.
-Se abrieron las puertas.
-Avisaron por megafonía que debíamos abandonar el tren.
-Los pasajeros abandonamos el tren con un mosqueo de dimensiones ciclópeas (sea lo que sea eso).
-Obserbamos con gran interés el humo que salía del primer vagón.
-Avisaron por megafonía que el tren no iba a continuar su recorrido.
Eso me pasa por no comerme el donut, seguro.
El jueves llamé a la autoescuela para que me dijeran el horario de las clases de la semana que viene y me comentaron que me iban a cambiar de profesor.
-Jo, ¿por qué? Si me gusta el que tengo.
-Pero tú a él n... Es que se ha mudado. A Camboya.
No sé qué tendrá Camboya, pero es el segundo profesor que se va allí desde que estoy en la autoescuela
Por fin llegó el viernes.
Promesas de paz, alegría y felicidad.
Y entonces llamó mi madre.
-Oye pedorrilla, que vamos a quedar con toda la familia este fin de semana. Vienes, ¿no?
Cagada la hemos Lorz, cagada la hemos.
Bueno: no lo creo.
O se acaba el estrés o me acabo yo.
Que ya voy teniendo una edad y no estoy para estos trotes, oyes.
El lunes me dejé el tupper en casa y de camino a la rehabilitación paré en una tienda de barrio de las de toda la vida para comprar un bocadillo.
Como en todas las tiendas de barrio de las de toda la vida, atendía en el mostrador un señor regordete y tirando a calvo, con un delantal de rayas verdes y negras, que me hizo el bocadillo narrado.
-¿Un bocadillo? Espera un momento chata que te corto el embutido... una loncha, dos lonchas... así, recién cortadito y finito, que es como está bueno... te corto el pan... ¿te lo envuelvo? Claro que sí, te lo envuelvo... Toma. Verás que rico. Para chuparse los dedos, maja.-¿Cuánto es?
-Tres escaños.
Ya está, pensé. Ya me han vuelto a cambiar la unidad monetaria y me han pillado con el monedero lleno de euros (es un decir) como una imbécil.
-¿Tres qué?
-Escaños. Es que tal y como está ahora la cosa, si junto unos cuantos podría ser lehendakari.
Me he estado informando y ahora sé las elecciones vascas no funcionan así, pero en aquel momento no estaba muy segura, y no me atreví a llevarle la contraria.
-¿Le puedo pagar con euros? Es que no llevo ningún escaño encima.
-Ya, todo el mundo me dice lo mismo.Jo, pues que alivio.
El martes trabajé 14 horas.
Prefiero no profundizar en el tema, que me pongo muy nerviosa.
El miércoles llegué a la estación justo a tiempo para oir por megafonía que el servicio estaba experimentanto retrasos de entre 15 y 30 minutos.
La verdad es que podían concretar más, porque si son 15 me espero y si son 30 me voy a tomar un café.
Con leche.
Y un donut.
Pero como no concretan me quedé esperando, y el tren llegó en 15 minutos, y yo pensé jo, menos mal que no me he ido a tomar el café. A partir de ahí los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez:
-Me subí en el tren.
-Se cerraron las puertas.
-Empezó a oler a quemado.
-Se abrieron las puertas.
-Avisaron por megafonía que debíamos abandonar el tren.
-Los pasajeros abandonamos el tren con un mosqueo de dimensiones ciclópeas (sea lo que sea eso).
-Obserbamos con gran interés el humo que salía del primer vagón.
-Avisaron por megafonía que el tren no iba a continuar su recorrido.
Eso me pasa por no comerme el donut, seguro.
El jueves llamé a la autoescuela para que me dijeran el horario de las clases de la semana que viene y me comentaron que me iban a cambiar de profesor.
-Jo, ¿por qué? Si me gusta el que tengo.
-Pero tú a él n... Es que se ha mudado. A Camboya.
No sé qué tendrá Camboya, pero es el segundo profesor que se va allí desde que estoy en la autoescuela
Por fin llegó el viernes.
Promesas de paz, alegría y felicidad.
Y entonces llamó mi madre.
-Oye pedorrilla, que vamos a quedar con toda la familia este fin de semana. Vienes, ¿no?
Cagada la hemos Lorz, cagada la hemos.