22 abril 2015

La parejita

Ya es oficial: Bebé-chan va a tener un hermanito. Con O. De niño.
Todo el mundo se pone muy contento cuando lo digo.
-¡Qué bien! -dicen-. ¡La parejita!
Yo al principio no entendía nada:
Parejita sería si fueran dos niñas, ¿no?
Un par de niñas. Una pareja. La parejita.
Una niña y un niño, en cambio, no son una parejita, salvo, quizá en el antiguo Egipto y en Juego de Tronos, ¿no?
Pero la gente no paraba de decírmelo con muchísima alegría, así que yo no paraba de darle vueltas al tema porque oye, yo fe en la estupidez humana tengo muchísima, pero tampoco hay que pasarse.
En serio, ¿por qué es tan importante tener la parejita?

Aquí mis teorías:

Porque así si estás en la calle y a los dos les da gana de hacer pipí a la vez, mamá puede acompañar a la niña al baño de las niñas y papá al niño al baño de los niños y nadie se estresa.

Porque hay personas que creen que hay juguetes de niña y juguetes de niño, y al tener un niño y una niña te ganas el derecho a tener de los dos.

Porque convivir con el sexo opuesto te ayuda a comprenderlo, apreciarlo y respetarlo y reduce el riesgo de crecer con prejuicios.

Y mi favorita:
Porque así si hay un Apocalipsis Nuclear™ y son los únicos supervivientes tendrán que procrear entre ellos y surgirá una nueva civilización basada únicamente en los genes de ZaraJota y los míos.
Para ser sincera, la parte del incesto me da un poco de asquito, pero luego me acuerdo de la parte de Dominar el Mundo™ y se me pasa.

Quise poner a prueba mis teorías, así que al siguiente que me soltó eso de "¡qué bien, la parejita!", le pregunté:
-¿Qué bien por qué?
-Bueno, mujer -me contestó-: así tienes uno de cada.
Aaaaah...
Así que era eso...
¡Resulta que son coleccionables!




Pd. ¡Hazte con todos!

09 abril 2015

Ejercicio moderado

Esta semana santa estábamos dudando entre irnos a la playa o quedarnos en casa poniendo orden a nuestras vidas, cuando mi suegra dijo que venía a visitarnos y la cuestión quedó resuelta.
-Decidido: ¡a la playa!
Pero ZaraJota no estaba de acuerdo.
-¡No podemos irnos justo cuando viene mi madre!
-Pues no entiendo por qué.
Lo entendí después: la suegra se presentó en casa con una mona.
La mona de pascua es una ideaca catalana que consiste básicamente en chocolate: en la versión más sencilla es simplemente una figurita de chocolate, y en la versión mi suegra era un bizcocho recubierto de chocolate que servía de base a una casita de chocolate cubierta de mariquitas de chocolate. También llevaba una Peppa Pig, pero era de plástico. Sí, lo comprobé.
Cuando la vi miré a mi suegra con cara de "estoy a dieta y os odio a todos".
-Ha sido idea de tu cuñada -dijo.
Así que le mandé un mensaje a mi cuñada en plan "estoy a dieta y os odio a todos".
"¿No te gusta?", contestó ella, "¡lleva chocolate y marihuana!"
Y yo:
"..."
"¡Jajaja! ¡Mariquitas! ¡Lleva mariquitas! ¡El corrector! ¡Jajaja!"
En fin.
Ya que estábamos en Madrid y hacía un tiempo estupendo decidimos aprovechar y Disfrutar del Aire Libre.
Así que un día nos fuimos a Madrid Río y alquilamos una de esas bicis-carrito para cuatro personas porque siempre me ha parecido muy divertido.
Una hora más tarde seguía pareciéndome muy divertido; lo que ya no me parecía era adecuado para una mujer embarazada, sobre todo porque en el carrito, que vacío ya pesaba, iban cuatro personas (y un feto) y solo pedaleaban dos (una de ellas portando un feto), y porque hacía mucho calor, y porque de pronto todo el p*t* Madrid Río parecía estar cuesta arriba, y porque la gente que iba en otros carritos parecía deslizarse grácilmente y sin esfuerzo, mientras que ZaraJota y yo gemíamos y sudábamos como dos ballenas jugando al parchís, pero sin el gustirrinín.
Yo pensaba que iba a ponerme de parto de un momento a otro, pero no me puse, y eso me animó muchísimo.
-¿Qué hacemos ahora?
Mi suegra parecía preocupada.
-¿Seguro que deberías estar haciendo esfuerzos?
-¡Claro! El médico dice que puedo hacer "ejercicio moderado".
Sea lo que sea eso.
Así que en los días siguientes visitamos el Jardín Botánico, recorrimos el Retiro enterito, subimos y bajamos por el Rastro en hora punta y (esto ya sin mi suegra) jugamos repetidamente al parchís.
Y para rematar, cada vez que nos topábamos con un parque infantil, Bebé-chan me decía:
-¡ARA MAMÁ!
Y a mí me hacía mucha gracia y me subía en lo que ella dijera, ya fuera columpio, balancín o tobogán.

Ay.

El lunes estaba un poco como que me moría y tal.

Pensé que era síndrome postvacacional o algo y me fui a trabajar, pero por la tarde estaba peor y me fui a urgencias, porque hacía mucho tiempo que no iba y me debían estar echando de menos.
-Y bien -dijo el médico-, ¿has hecho algo fuera de lo normal estos días?
Me lo tuve que pensar un rato, porque la palabra "normal" siempre me desorienta un poco.
-Bueeeeno... -dije al final-. Mi suegra ha venido a visitarnos y he estado tomando marihuana.
Así, en plan resumido.