28 abril 2014

Antes muerta que sencilla IV

Sí, este el post que subí por error la semana parada. 
¿O quizá no?

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La mortaja es el regalo de estas navidades.

Como decía, el tanatorio tenía estas salitas con un cristal: a un lado del cristal están los vivos, tomando café malísimo en los sofás más incómodos que ha concebido el hombre, y al otro el difunto, rodeado de flores. Muchas, muchas flores: en ramo, en corona, en algo parecido a un cesto... y todas ellas con banda tipo miss España, solo que en vez de miss España ponía el nombre de los oferentes (¿esa palabra existe?).
BISNIETOS, ponía una.
-Jajaja, que nombre tan feo -dije-. Desde luego, mira que hay padres crueles...
-Lo de BISNIETOS va por vosotros.
-Ah.
TATARANIETOS, ponía otra.
-De parte de los tataranietos -me dijeron, sin que preguntara ni nada.
Es lo malo de la familia: que te conocen y ya te ven venir.
Pero había bandas que no se leían, y eso que mi familia, aplastando la nariz contra el cristal, ponía empeño.
-Esa es la del grupo -decían.
Mi bisabuela era "del grupo". Gran parte de mi familia "es del grupo". Nunca he sabido lo que significa pero, dado que ninguno sabemos tocar ningún instrumento y la mayoría cantamos de puñetera pena, la única teoría razonable que se me ocurre es que pertenezcamos al IRA.
Sí, tendríais que oír las teorías no razonables. Son lo más.
-Y esa corona es de los primos.
Lo cual es lo mismo que no decir nada, porque mi familia llama "primos" tanto a los primos hermanos como a los primos segundos, terceros o incluso gente que no tienes muy claro como clasificar.
Por ejemplo: tengo una "prima" cuyo abuelo paterno era hermano de mi abuelo y cuya abuela paterna era hermana de mi bisabuela (pero no la madre de mi abuelo, sino su suegra).
Ser de pueblo es lo que tiene.
-¿Y esa?
-No sé, ¿veis lo que pone?
-Parece que pone no sé qué RDO.
-¿LERDO? -propuse, por ayudar.
-Será IZQUIERDO.
-¿Conocemos algún Izquierdo?
-¿O a algún Lerdo? -insistí, por si acaso.
-No, no conocemos ningún Izquierdo.
-Pues pone Izquierdo.
-Que no.
-Que sí.
-Bueno, pues ya lo veremos cuando la saquen.
-Ooooo... podemos entrar ahí.
Que quede claro: la idea no fue mía. De hecho, fui la primera en oponerse.
-¡No podemos entrar ahí!
-¿Por qué? ¿Te da cosa?
-¡No es que me dé cosa, es que está mal!
-Mujer, que más dará... Además, sería solo un momentito.
-No es que vayamos a hacerlo.
-No, no.
-Pero si lo hiciéramos no pasaría nada.
-No, no.
-Es solo por ver qué poner en la cinta.
-Sí, sí.
Llegado a ese punto me fui a buscar un café. Cuando mi madre y sus hermanas entran en bucle es como oír a un dragón de cuatro cabezas interpretando una canción de Pimpinela, a grito pelao y sin escuchar a los demás.
Cuando volví casi se me cae el café del susto: a este lado del cristal la salita estaba desierta. Al otro, entre el ataúd, las coronas de flores y demás, estaba mi familia al completo.
Mi madre empezó a hacerme gestos para que me acercara, y eso hice: a los  no-muertos hay que respetarlos.
Y cuando estuve más cerca, vi que se ponía las manos en la boca para hacer de altavoz.
-¡PONE IZQUIERDO!
Estupendo: pues que vayan preparando otra porque creo que de esta me da un infarto.


Y para aquellos que ya leyeron el post cuando saltó la semana pasada, un bonus track.

Mi familia no tardó en salir.
-Jajaja, ¡la cara que has puesto!
-Me lo puedo imaginar: como si me fuera  a dar una infarto.
-¡Sí! ¿Cómo lo has sabido?
-¡PORQUE CASI ME DA UN INFARTO!
-Mi hija hay que ver lo que exagerada que es.
-Espero que al menos hayáis disfrutado la experiencia.
-Uy, no nada -dijo mi madre-. ¡Tienen el aire acondicionado puesto! ¿Te lo puedes creer? ¡Ahí dentro te mueres de frío!
Claro. Por eso los usuarios ya vienen muertos de casa.


Continuará...






24 abril 2014

Antes muerta que sencilla III

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Si desea leer su post ahora haberlo solicitado hace quince días. Coño.

Después de recorrer cuatrocientos cincuenta y cuatro kilómetros llegamos al pueblo para descubrir que todavía teníamos que hacer unos pocos más porque:
La abuela se había muerto en un pueblo, al que llamaremos Pueblo A.
El tanatorio estaba en el Pueblo B.
Para la misa había que volver al pueblo A.
Después de la misa había que ir al crematorio del Pueblo C.
Y finalmente las cenizas debían ser depositadas en el cementerio del Pueblo A.
Un trajín; que más que un ataúd aquello parecía un comando itinerante.
Cuando llegamos al tanatorio nos encontramos a toda la familia allí, en una de esas salitas que tiene una pared de cristal para que puedas ver al muerto. Solo que no se podía ver el muerto, porque el ataúd estaba cerrado.
Menos mal.
Cuando se murió mi abuelo dejaron el ataúd abierto y lo pasamos muy mal porque le habían puesto una mortaja de raso con volantitos, que el pobre parecía un lolailo, y cada vez que lo veíamos nos daba la risa floja, y entre eso y que nos enviaron un cura de esos que.
No saben leer.
De corrido.
Y cada final.
De línea.
Hace un punto y a.
Parte.
pues teníamos un cachondeo que no era propio.
Parecía que en el entierro de la bisabuela no había peligro de choteo, pero de todas formas, como soy de lo que no hay, tuve que preguntar:
-No, no hay mortaja -me contestaron.
-¡NO ME JODAS QUE VA EN PLAN COMANDO! ¡NO ME EXTRAÑA QUE LO HAYAN CERRADO!
-¿En plan comando?
-¿Cómo?
-En pelota picá dentro del ataúd.
-No, no, la han amortajado en una sábana.
-Anda ya. ¿No tenía una mortaja?
Mi bisabuela era una persona alegre y optimista de la vida que tenía preparada su mortaja aproximadamente desde el minuto en que nació. Por si acaso. Y se lo había dicho a todo el mundo, que la tenía y dónde la guardaba. Por si acaso también.
-Sí, tenía una mortaja muy bonita pero la regaló.
Como decía, mi bisabuela era una persona alegre y optimista de la vida... y hacía unos regalos de cumpleaños muy raros.

Continuará...

21 abril 2014

Antes muerta que sencilla II

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La muerta no era ahí.

Por entonces yo trabajaba en una de esas empresas en las que haces aproximadamente unas cincuenta horas extra al día que nadie te paga ni devuelve ni agradece pero si un día llegas tarde o faltas tienes que llevar un justificante y además te descuentan del sueldo un 10% por cada hora de ausencia.
La única forma razonable de poder faltar dos días sin tener que acabar pagando yo a la empresa era pedir esos días como vacaciones.Por eso cuando la tía nos dijo que la bisabuela esta-vez-sí-de-verdad se había muerto fui a hablar con recursos humanos.
-Hola, quiero cogerme dos días.
-Lorz, sabes perfectamente que no se pueden coger días sueltos, solo semanas completas.
-Pero si tenemos treinta días de vacaciones y solo nos podemos coger semanas completas siempre nos van a sobrar dos días que no nos podremos coger, ¿no? ¿Qué pasa con esos dos días?
-...
-Esta bien, quiero la semana completa.
-Muy bien, ¿desde cuándo?
-Desde mañana.
-Lorz, las vacaciones hay que pedirlas con quince días de antelación.
-¡Pero es que no puedo avisar con quince días de antelación! ¡Mi bisabuela se ha muerto hoy, y el entierro es mañana!
-Claaaro, y ahora me dirás que se ha muerto así, de pronto.
-Bueno, tanto como así de pronto, no. Era una señora mayor, llevaba por lo menos diez años en proceso.
-¡LO QUE YO DECÍA!
-Pero...
-Que no.
No conseguí que me dieran los días, pero de todas maneras a la mañana siguiente en vez de ir a trabajar me fui al pueblo. Cuando estaba más o menos por Despeñaperros llamé a mi jefa.
-Hola, que hoy no voy porque tengo que ir al entierro de mi bisabuela.
-Ay, pobre, vaya, lo siento mucho.
-¿Me puedo coger dos días?
-Claro, claro, lo que haga falta mujer. No tenías ni que haber llamado. Tú no te preocupes por nada.
Y así fue como ese mes no cobré.

Continuará...



15 abril 2014

Antes muerta que sencilla I

La culpa de todo la tiene la declaración de la renta.
¿El cambio climático? La renta.
¿El mal en el mundo? La renta.
¿Los calcetines arrugaos? La renta.
¿Que las tostadas siempre caigan por el lado de la mantequilla? La renta.
Y todo así.
Hace unos días intentaba ver mi borrador de la declaración de la renta (¿lo veis?) y como siempre me faltaba un dato (¡maldita casilla 620!) y me puse a revolver entre mis papeles como una loca y entre las muchísimas cosas que aparecieron (como, por ejemplo, unos trescientos partes de urgencias, todos míos) me encontré... un flashback:





Hace seis años mi familia en pleno acudió a un entierro, en concreto, el de mi bisabuela.
La experiencia fue tan... interesante que nada más montarme en el autobús de vuelta empecé a escribir, en el mismo billete, (y luego en el de mis hermanos) todo lo que había pasado. Después, como siempre que se trata de mi familia, le pedí permiso a mi madre para subirlo a internet.
Mi madre fue muy comprensiva:
-Ni hablar.
Y luego me e ofreció una explicación razonable: 
-Porque lo digo yo y punto.
Parecía pensar que alguien podría ofenderse (?), que lo que había escrito era irreverente (?) irrespetuoso (?) y que no tenía ninguna gracia (?):
-¡Como todo lo que escribo! -le dije.
Al final conseguí convencerla.
-¡Que he dicho que no y es que no!
Casi. 
Así fue como mis papelitos acabaron en una caja con todas las cosas que tendría que tirar pero nunca me atrevo... hasta ahora.
Porque este año se habrían cumplido 100 del nacimiento de mi bisabuela, que además justo este año habría conocido a tres bisnietas más (y en los últimos dos años, dos tataranietos más, de un total de cuatro) y porque si alguien se pica es que ajos come. 
Además, como ahora soy madre, yo también puedo decirlo: 
Y porque lo digo yo y punto.  



Mi bisabuela era de esas personas que están toda la vida muy malas, muy malas, muy malas... y que viven sin mayor contratiempo hasta pasados los noventa años.
En honor a la verdad, la bisabuela se murió un par de veces cuando ya estaba en los ochenta, pero siempre pudieron reanimarla y se recuperó. De hecho, durante una época, la tía que se ocupaba de ella nos llamaba periódicamente para decirnos que "el médico dice que le quedan veinticuatro horas". Entonces la familia, que por aquella época vivía desperdigada por varios países, reservaba vuelos, desempolvaba trajes, pedía días en el trabajo y, cuando estaba a punto de salir, la tía volvía a llamar para decir que había sido una falsa alarma.
-Que la han reanimado.
-¿Y qué hace ahora?
-Pues nada, aquí está, comiendo.
La cosa llegó a ser tan frecuente que mi por entonces novio acabó rebelándose:
-Mira, a mí avísame cuando esté muerta-muerta, que esto es un no parar.
En 2008 (la bisabuela había nacido en 1914, haced la cuenta) parecía que esta vez sí que de verdad el final estaba cerca.
La bisabuela vivía en un pueblo pequeño, y la noticia corrió rápidamente.
-Se está muriendo...
No es que yo lo viera en ese caso en concreto, pero lo he visto en un montón: mi madre subía a la plaza del mercado ("de abastos", lo llamaban) con todos los críos a rastras, y se le acercaba la cotilla de turno:
-Se está muriendo Fulanita.
Lo decía en voz bajita, como si fuera un secreto, pero a la vez con un regocijo que daba gusto verla. Es que en los pueblos la gente se aburre mucho, y morirse será una mierda, pero no deja de ser una novedad.
Total, que mi bisabuela estaba en trance de morirse otra vez y todas las cotillas del pueblo estaban en trance de encontrarse en la plaza para anunciárselo unas a otras en voz bajita cuando de pronto empezaron a tocar a muerto.
"Tocar a muerto" podría ser una tómbola en la que se rifaran cadáveres, pero no lo es (lo he preguntado), si no que es una forma peculiar de hacer sonar las campanas de la iglesia para que todo el pueblo se entere de que se ha muerto alguien.
¿Y quién se ha muerto?
Pues Fulanita, que esta mañana he subido a la plaza y me han dicho que estaba a punto.
¿Lo veis? Lo tienen todo pensado.
Las cotillas del pueblo se apresuraron a ir a dar el pésame a casa de mi tía, lo cual tiene mucho mérito, porque mi tía vive en lo más alto de la cuesta más empinada del pueblo; y eso es mucho decir porque, según ZaraJota™ el dichoso pueblo "solo tiene cuestas, y todas son para arriba".
Cuando llegaron a la cumbre, llamaron a la puerta de mi tía, que salió a abrirle rauda y veloz.
Más o menos.
Mi tía, es más corredora de fondo que sprinter.
-¿Es aquí la muerta? -le preguntaron.
En el pueblo es que son así: una delicadeza, una diplomacia, un tacto...
-No, todavía no.
Mi tía es que es una optimista de la vida.
-Anda que no, si están tocando a muerto.
-Sí, pero es por Menganito.
-No me digas. ¿Y hemos subido aquí para nada?
Desde luego es que la gente no tiene consideración ni para morirse.

Continuará...

05 abril 2014

El cambio de hora

La semana pasada cambiaron la hora.
Otra vez.
Se ve que no les gustaba la que había.
Cuando me desperté el domingo por la mañana lo primero que hice fui mirar la pantalla del móvil.
9:00
-Anda, mira, ZaraJota™, hemos dormido hasta las diez de la mañana, como si fuéramos jóvenes de la vida salvaje.
-Déjame en paz.
Pobre ZaraJota™, que mal le sienta dormir hasta tarde.
Luego me fui al Ipad...
9:00
Al ordenador...
9:00
Y finamente a mi reloj de pulsera.
13:30
Bueno, mi reloj nunca volvió a ser el mismo después de que Bebé-chan lo usara de mordedor durante un par de días. Se ver que no era waterproof.
-Que fuerte -le dije a ZaraJota™- ¡se ha cambiado de hora todo solo!
-Lorz -me contestó-. Las nueve de la mañana de hoy son las ocho de la mañana de ayer así que perdona si no comparto tu entusiasmo.
-¿Que qué?
-¡QUE ME DEJES DORMIR!
Pobre ZaraJota™, que mal le sienta el cambio de hora.
La cuestión es que yo me equivocaba: no todo se había cambiado de hora solo.
Había algo que se había resistido tenazmente, pero no nos dimos cuenta hasta la hora de dormir...

22:00, una hora menos en Bebé-chan
-Bebé-chan, ¿vamos a dormir?
-NO.
-Es hora de dormir.
-NO.
-Bueeeeeno, cinco minutitos más y te vas a la cama.
-NO.

22:30, una hora menos en Bebé-chan
Meto a Bebé-chan en la cama, me tumbo a su lado y empiezo a hacerle mimitos.
Se está calentito y a gusto, así las dos pegaditas.
Creo que voy a cerrar un ojo un momento...

22:35, una hora menos en Bebé-chan
-¿Te has dormido? -pregunta ZaraJota™.
-¿Eh? ¿Qué? No, no. Lo tengo todo controlado.
-Entonces supongo que es normal que Bebé-chan se haya quitado el pijama y esté corriendo por toda la casa en pelota picada mientra grita y agita los bracitos.
-Mierda...
-No te preocupes, ya se cansará.

23:00, una hora menos en Bebé-chan
-¡PATATA! ¡PATATA! ¡PATATA! ¡PATATA!
-Pues no se cansa, no.

23:30, una hora menos en Bebé-chan
-Bebé-chan, papá y mamá se van a la cama.
-¡PATATA!
-¿Quieres venir con nosotros?
-NO.

0:00, una hora menos en Bebé-chan
-¡VEN... A... DORMIR!
-¡PATATA!
-¡TE LLEVARÉ A RASTRAAAAS!
-Lorz, ya la estás llevando a rastras. Llevas llevándola a rastras media hora. Y no es que no avances, es que te estás alejando.
-¿Tú de parte de quién estás!

0:30, una hora menos en Bebé-chan.
En la cama.
-¡PATATA! ¡PATATA! ¡PATATA!
-Bebé-chan, es muy tarde. Tienes que dormirte.
-NO.
-Muy bien, no te duermas si no quieres, pero papá y mamá tienen que dormir.
-¿Tí?
-Porque mañana madrugan y tienen que ir a trabajar.
-¿PAPAMAMA? OOOOOOOOH...
-ZaraJota™, creo que por fin lo ha entendido.
-¡TIIIII!
PATA, PATAATA
PATA, PATAAA
PATA, PATAAATA
PATA, PATAAA
-¿Nos estás cantando una nana para que nos durmamos?
-¡Tiiiiiii!
Las hay que no pillan las indirectas.