23 febrero 2013

Las mamás son la leche

Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos mamás.
Winston Lorzill


Bebé-chan ya va a la guardería. 
Y se la sopla. 
Bebé-chan es una niña feliz y le da lo mismo estar en casa, con los abuelos, tirada de cualquier manera en un banco del Vips (verídico) o en la blanca superficie de la luna... mientras no tenga hambre o frío y pueda ver lo que pasa alrededor. 
Para mí la adaptación ha sido un poco más difícil. 
Elegir la guardería ya fue un trauma, porque por más que leía y llamaba y preguntaba me seguía faltando información.
-¡Si tienes hasta el árbol genealógico de las cuidadoras! -me decía ZaraJota™- ¿Qué más necesitas?
-Jo, no sé, que me digan si van a maltratar a la niña.
-¡Eso no te lo van a decir en un folleto!
-Pues no entiendo por qué, sería mucho más cómodo para todos.
-Vamos a ver, Lorz... Si en la publicidad de la guardería pusiera "maltrato individualizado" o "expertos en pederastia" nadie llevaría a sus hijos.
-No sé, no sé... ¡hay gente para todo!
Aparte de la seguridad de Bebé-chan, lo que más me preocupaba de la guardería era tener que socializar con otras mamás.
En general no soy una persona sociable (aunque comparada con ZaraJota™ soy Miss Abrazos Gratis, ¿eh?), y si a alguien se lo he parecido alguna vez es porque he hecho un curso de Habilidades Sociales.
De hecho, lo que más me gusta de Madrid es que puedes salir a la calle y no tienes que hablar con nadie... a no ser que tengas un bebé.
Porque cuando tienes un bebé, gente a la que no conoces de nada siente la imperiosa necesidad de hablar contigo cuando te la cruzas por la calle. La mayoría se limitan a decir "que niño más guapo" o te preguntan qué edad tiene. Y luego está la pequeña minoría.
Aparentemente, existe una pequeña minoría de seres humanos que cree que tener un hijo ya te convierte en un experto en crianza, y que cree que su deber, no, su obligación es ir aleccionando a los demás por la calle.
Mi primera experiencia con este colectivo de madres aleccionantas fue en el hospital, con las enfermeras.
-Le das teta cada vez que lo pida -dijo la primera.
-Aunque no te lo pida, le das teta cada tres horas-dijo la segunda-, y la dejas ahí hasta que la suelte.
-Le das teta diez minutos cada tres horas -dijo la tercera-, y si con eso se queda con hambre ya espabilará en la próxima toma.
Cuando el pediatra vino al día siguiente me dijo que la niña había perdido más peso del normal.
-¿Cómo le estás dando de comer? -preguntó.
-Pues verá, como las enfermeras no se ponían de acuerdo, al final le he comprado una pizza y le he dicho "mira bonita, cuando tengas hambre te la calientas en el microondas", y no debe tener mucha hambre, porque de momento la pizza ni mirarla.
Cuando Bebé-chan tenía un mes o así, íbamos las dos en el autobús, balanceándonos de un lado a otro a toda velocidad, cuando se nos acercó una viej...anciana.
"Viene a ofrecerme el asiento", pensé, y le sonreí y todo.
Pues no, no quería cederme el asiento, porque lo que me dijo fue:
-Vergüenza te tenía que dar sacar a una niña tan pequeña a la calle.
-Tengo que llevarla al pediatra.
-¡Qué pediatra ni qué pediatra! ¡En mis tiempos no había tanto pediatra y tanta tontería como ahora!
En sus tiempos cuando una viej... anciana se rompía la cadera se quedaba inválida para siempre y se tenía que quedar en su casa.
Por desgracia, no podemos volver a esos felices tiempos.
En otra ocasión, también en el autobús, Bebé-chan se puso a llorar.
-Tiene hambre -dijo una viej... anciana.
-Tiene sueño -dijo otra.
-Tiene frío -dijo otra.
Lo que tiene son tres viej... ancianas gritándole a un palmo de la cara, más bien.
Y así todo.
Con las otras mamás es peor.
Científicos de todo el mundo han demostrado que las mamás son los animales más competitivos de la naturaleza, sólo superados por las abuelas, que a fin de cuentas no dejan de ser mamás al cuadrado.
Para comprobarlo no tenéis más que acercaros una tarde a su hábitat natural, el parque, y escuchar alguna de las conversaciones.
-Mi Yosua se comió ayer un plátano- dice una de las madres congregadas.
-Pues mi Nazan dos -contesta la otra.
-Pues mi Kevin tres -remata la última.
Que te dan ganas de preguntarles qué hacen perdiendo el tiempo en el parque, con la pasta que se podrían sacar alquilándolos a un seminario.
Curiosamente la competitividad se aplica a lo bueno y a lo malo.
-Mi Yosua tiene mocos.
-Pues mi Nazan tiene gripe.
-Pues mi Kevin tiene ébola, y acaba de estornudarle encima al tuyo.
Y así todo.
Mi último descubrimiento es la relación matemática directa entre la competitividad de la madre y la fealdad del hijo.
-Que grande está tu niña -me dijo una un día-. Eso es porque le das teta.
No le dije nada, porque la leche materna no es precisamente desnatada.
Y al día siguiente:
-Que ojos tan azules tiene tu niña. Eso es porque le das teta.
Infeliz de mí, pensando que era por las leyes de Mendel.
Y al otro:
-Que espabilada está tu niña. Eso es porque le das teta.
La teta de la sabiduría, así la voy a llamar.
Al final hubo un día que no me pude contener.
-Que guapa está tu niña -empezó-. Eso es porque le das teta.
Entonces miré a la mamá. Miré al niño. Volví a mirar a la mamá, y le dije:
-Tú al tuyo le das leche artificial, ¿no?
-Sí, ¿cómo lo has sabido?
Ahora es cuando se lo explico y me parte la cara.


14 febrero 2013

La jungla del culo

-Jo, que pena -me dijo un día ZaraJota™.
-¿Qué pasa?
-Nada, que me han mandado un mail para el pase de prensa de La Jungla de Cristal 5 (lo del culo).
-¿Y te da pena por eso? Pues sí que debe ser mala.
-No, me da pena porque no puedo ir.
-¿Y yo?
-No, tú tampoco... Es el día 14 por la mañana.
-Jo... Espera, sí es por la mañana sí que puedo. Me da tiempo a dejar a Bebé-chan en la guardería y volver.
-¿Quieres que te apunte?
-Jo, no sé. Es que ir sola me da pereza.
-Ya.
-Podías pedirte el día en el trabajo y venir conmigo.
-¿QUÉ? Lorz, no puedo pedirme el día para ir a ver La Jungla de Cristal 5 (lo del culo)...
-¡Por supuesto que no! Te lo pides para llevar a Bebé-chan en la guardería .... y para matar el tiempo hasta que sea hora de recogerla.
-Que no.
-Venga, va... Sería como una cita... el día de San Valentín, tú y yo solitos, el cine, una peli romántica...
-¿Romántica? ¿La Jungla?
-Bueno, es más romántica que las m**rd*s que me llevas a ver habitualmente.
-Que no, Lorz, que no.
-¡Pues como no vengas conmigo me enfado y no respiro!
Y así fue como Hermano Pequeño acabó solo en el pase de prensa de la película.
-Recuérdale -me dijo ZaraJota™- que luego tiene que escribir una reseña, que siempre dice que sí que sí, y en el momento de la verdad es que no, que no.
-No te preocupes, ya la escribo yo.
-¡Si no vas a ver la película!
-No pasa nada, Hermano Pequeño la ve y luego me la cuenta. No sería la primera vez*.
-No nos volverán a invitar, ya verás...
Esta mañana Hermano Pequeño me ha mandado un whatsapp para avisarme de que ya había terminado.
"Vale", le he contestado, "dime algo de la película para que escriba la reseña".
La respuesta no se ha hecho esperar:
"Las malas llevan escote".
Muy bien, muy bien... si la reseña fuera para Interviu.










*Bonus track:
Hace unos años estaba mi abuelo rodeado de sus cinco nietos.
Como era un hombre generoso, echó la mano a la cartera, sacó un billete de 10 euros y con aire de gran satisfacción nos dijo:
-Tomad, para que os vayáis al cine.
Se veía tan contento que nadie se atrevió a decirle que con 10€ nos daba, con suerte, para una entrada y media. Cogimos el billete y le dimos las gracias muy educadamente, mientras pensábamos para nuestros adentros si el abuelo estaba chocho o qué.
-¿Qué hacemos? -pregunté.
-Muy fácil -dijo Hermano Mediano-:yo voy al cine y luego os lo cuento.
Más tarde, el abuelo fue a echar mano a su cartera y se encontró un billete de 50 €.
-Anda c*ñ*... -se dijo-. Si el de 50 está aquí, ¿qué le he dado yo a mis nietos?
Una anécdota, abuelo, una anécdota.

09 febrero 2013

El panda del acoso sexual

La culpa de todo la tiene mi suegra. Mejor dicho, la culpa de todo la tiene el salto generacional entre mi suegra y yo.
Me explico:
Desde el principio de los tiempos los padres orgullosos han hecho fotos a sus bebés, y las fotos de los bebés han evolucionado para reflejar los gustos de cada época. 
Por ejemplo, cuando mis padres nacieron la moda era hacer las fotos así:
Este es mi padre. Le hicieron la foto en pelota picá para que la familia que vivía lejos viera "lo hermoso que estaba". Mira tú que bien: tráfico postal de fotos de niños en bolas. Para que veáis que ya está todo inventado.
Dentro de lo que cabe, mi padre fue muy afortunado. Mi tía lo tuvo peor.
-Tu tía era tan fea -me explicó mi abuela-, que no le hicimos foto hasta que tuvo dos años, y sólo porque nos la hizo un feriante y nos la tuvimos que quedar.
Hace poco mi tía confesó que, por motivos que no alcanzamos a comprender, siempre ha tenido complejo de fea.
-Pues no entiendo por qué -contestó mi abuela-, bien guapa que eres ahora.
Eso, abuela, arréglalo...

Pasaron los años, pasaron las modas.
Cuando yo nací, aparentemente, la moda era hacer fotos a los niños así:


Esta soy yo en lo que llamo estilo "niño en ataúd". Para mi gusto a la foto le falta un ramito de crisantemos, unas velitas rojas o una figurita de la Virgen, que así queda todo como muy pobre. 
Cuando el niño en cuestión, o sea, yo, crecía un poquito, se pasaba al estilo "niño en colcha":
Esta soy yo practicando para hacerme bailarina de striptis en Eurovegas. 
La colcha era obligatoria y aparentemente se la iban prestando uno a otros, porque el 90% de los niños de la época tienen foto en colcha y con diferentes cantidades de ropa.
Como mi padre, yo también fui muy afortunada. 
Primero porque mis fotos estilo "niño en colcha" son con ropa. 
Segundo, porque otros niños lo tuvieron peor. Por ejemplo:
No sé qué me inquieta más, si la cara de "ven aquí que te voy a dar con tó lo gordo" que tiene el oso, la cara de acojone que tiene ZaraJota™, o el ambiente de Panda del Acoso Sexual que tiene la foto en general. 

Creo que mi suegra habría admitido fotos de Bebé-chan de cualquier estilo: niña en bolas, niña en ataúd, niña en colcha, niña con Panda del Acoso Sexual...
Por desgracia, se tiene que conformar con las fotos que yo le mando, que suelen ser de este estilo:
Yo a esto lo llamo estilo "a internet no se suben fotos de bebés que hay mucho guarro suelto". 
Estas fotos no tienen mucho éxito con mi suegra. 
-¿Has visto la foto que te ha mandado Lorz? -le pregunta ZaraJota™ cuando la llama por teléfono. 
-Sí, sí...
-¿No te ha gustado?
-Hombre, no es eso... es que no se le ve la cara. No el cuerpo. Ni nada.
-Tanto como nada... se le ve una mano. 
-Ya.
Debe ser por eso que cuando el hermano de  ZaraJota™ vio a Bebé-chan por primera vez le faltó tiempo para sacar la cámara.
-Voy a hacerle una foto de verdad, no como esas m**rd*s que nos mandáis. 
Todavía le estoy dando vueltas a qué habrá intentado decir con eso. 

Bien, pues hace unos días llevé a Bebé-chan al fotógrafo para hacerle fotos de carnet. El fotógrafo la sentó en un taburete y le hizo una foto de carnet tan bonita que me animé a pedirle que le hiciera otra de estudio.
-¿Cómo la quieres?
-No sé, así mismo, sentadita. 
Antes de que me diera cuenta, el fotógrafo había sacado un trozo de seda y había colocado a la niña boca abajo, tal que así. 
Mi opinión sobre Anne Geddes y su obra es que tarde o temprano Garzón la acabará trincando por crímenes contra la humanidad y la dignidad de la infancia. Mientras tanto cruzo los dedos para mantenerme lo más alejada de ella que pueda. 
-No, así no... -le dije al fotógrafo-. Yo quiero algo más, no sé, natural.
-¿Así?
¿Esto es natural? 
¿Por qué?
¿Porque lleva una planta?

-No, más natural. 
-¿Así?
Tres plantas son más que una, eso es innegable.
Ahora, que la foto de tres niños en macetas sea más natural que la de un niño en maceta es más discutible. Digamos que la naturalidad no se mide en cantidad sino en calidad. 
-Más natural -le repetí. y luego añadí, para dejarlo claro-: sin plantas. 
-Entendido. Natural y sin plantas... 
 
... un oso. ¿Qué te parece?
Pues me parece que mi suegra va a recibir otra foto de mano, eso me parece. .

02 febrero 2013

Los pelos del desagüe comen rabos

Se me cae el pelo más que a una Barbi de todo a cien.
El médico dice que es porque la lactancia "coge lo mejor de lo que comes para dárselo a la niña".
-Que lista. Se queda ella todo chocolate y los perritos de IKEA y las galletas integrales mercadona para mí, ¿eh? -le dije al médico.
-Eh... no, no es así como funciona exactamente, Lorz...
-Claro, claro, encima ponte de su parte.
El médico me mandó vitaminas, pero la verdad es que no me hacen nada.
-Si no te las tomas no pueden hacerte efecto -dijo el médico, cuando volví a consulta.
-Claro, claro, siempre es todo culpa mía.
La caída de pelo llegó a ser tan grave que cada vez que me duchaba atascaba el desagüe de la bañera.
-Como esto siga así voy a empezar a venderlo para hacer pelucas -me dijo ZaraJota™ después de hacer un desatasco casero por enésima vez.
Y me dio mucha lástima. Por mi pelo, no por ZaraJota™.
-Pues me lo corto -le dije.
Una mañana dejé a Bebé-chan con su abuelo y me fui a la peluquería.
-Quiero que me cortes el pelo a lo bestia -le dije a la peluquera.
-¿A lo bestia cómo? ¿Con un hacha?
-Eh... No, que me lo cortes muy corto.
-¿Cómo lo quieres?
-Me da igual, siempre que me dejes tapadas las orejitas para que no se me enfríen y que sea fácil de peinar.
En media hora la peluquera me había hecho esto.

-¿Te gusta? -me preguntó.
-¡ME ENCANTA!
-Te queda muy bien.
-Creo que te quiero...
-¿Te importaría que te hiciéramos una foto para nuestra página web?
-No.
Total, con este aspecto de estrella de hollywood adolescente no me va a conocer ni mi madre, como si me queréis hacer una foto del culo, pensé.
-Pues espera un momento que te vamos a hacer unos retoquillos -me dijeron-, para que no salgas con brillos y tal.
-Vale.
Antes de que terminara de decirlo saltaron sobre mí dos de las chicas, una con una plancha del pelo y otra con una paleta de pinturas.
Una hora más tarde, gracias a los retoquillos, estaba así:

(Por cierto, si todavía no habéis visto Reefer Madness ya estáis tardando).

Que no está del todo mal, lo que pasa es que yo me dejé llevar por el pánico y me vi así:


-¡Estás ideal! -me dijo la peluquera.
Sí, para chupar rabos, añadí para mis adentros.
-¡Tu marido va a estar encantado! -añadió.
Bueno, eso depende de quién sea el rabo que chupe.