30 octubre 2011

Halloween 2011

31/10/2010
-Lorz, lo que has escrito de la bruja no tiene final.
-Ya lo sé, lo quiero continuar el año que viene.
-¿Me vas a tener un año sin saber cómo sigue? Jo, cuéntamelo.
-No puedo, no tengo ni idea.
-¿Y qué vas a hacer?
-Bueno, tengo un año para pensarlo, ya se me ocurrirá algo.

30/10/2011
-Lorz, mañana es Halloween.
-¡¡¡ME C*G*NL*P*T*!!!
-No tienes ni idea de cómo seguir, ¿verdad?
-Bueno, algo se me ocurrirá.



En el capítulo anterior...
La vieja y malvada bruja se hace pasar por una vieja y malvada bruja de mentira para conseguir un plano que necesita para sus malvados planes de vieja y malvada bruja de verdad.

La bruja corrió por el bosque con el Libro Secreto apretado contra el pecho para protegerlo de cualquier peligro que se pudiera presentar. Las uñas largas y amarillas de sus pies dejaban pequeñas marcas en el suelo cada vez que se hundían en la tierra húmeda, dejando tras de sí un rastro de pequeños paréntesis a medida que avanzaba.
Al entrar en la cabaña cerró la puerta detrás de sí. Sin apenas pensarlo, se quitó de la cara los restos de los desgraciados insectos que había atropellado en su carrera. En otras circunstancias los habría recogido con mimo para preparar un escabeche o saltearlos con un poco de ajo; esa noche, en cambio, tenía cosas más urgentes que hacer. Encendió un par de velas, y después, descontenta con el resultado, encendió todas las que tenía, y también la chimenea, y empujó su maltrecha mesa de tres patas al punto más iluminado de la estancia. Con dedos templorosos abrió el Libro Secreto y se encorvó sobre él para estudiarlo.
Falso, sin duda. Deliciosa y maravillosamente falso. La Arcana lo había fabricado ella misma, con la hoja de un cuaderno, tinta de colores y purpurina. Muchísima purpurina. La vieja y malvada bruja se había preguntado muchas veces de dónde habría sacado la Arcana tantísima purpurina: parecía como su hubiera metido un hada en el molinillo del café y le hubiera sacado el juguillo a base de bien.
La bruja se permitió a sí misma una sonrisa. No era una sonrisa bonita, ni agradable. De hecho, un observador ajeno podría haber pensado que, más que una sonrisa, la bruja estaba sufriendo un retortijón. La falta de práctica es lo que tiene. Ajena a lo que otras hipotéticas personas pudieran hipotéticamente pensar, la vieja y malvada bruja disfrutó de su sonrisa unos tres segundos antes de recolocar sus músculos faciales en el rictus que le era habitual.
Llevaba meses buscando todos los ingredientes que necesitaba para la Muy Terrible Pócima de la Horrendidad Inmunda; varios de esos meses los había desperdiciado buscando un cuerno de unicornio que, finalmente, resultó ser un nombre metafórico para las zanahorias. Después de eso, no había tardado en comprender que los ojos de rana eran pasas, los sesos de mosca eran pasas, y los riñones de murciélago eran pasas. También. A estas alturas la bruja estaba de los nombres metafóricos hasta el piticlín, metafóricamente hablando. Es decir, la vieja y malvada bruja no tenía piticlín, aunque llevaba tanto tiempo sin darse un baño que es posible que lo tuviera y no lo recordara.
Otros ingredientes habían resultado ser menos metafóricos. El "brillo de la luna sobre la charca de las ranas en una tarde de verano" había sido difícil de conseguir. La "doncellez robada de la princesa" la había acabado sustituyendo por un poco de canela en rama después de darla por imposible. Las "lágrimas de un político honrado" habían requerido de toda su inventiva: inscribió a una cabra para las elecciones del pueblo, y después la puso a pelar cebollas hasta tener lágrimas suficientes.
Y ahora, el último ingrediente: "las cenizas de las fantasías robadas de una anciana ingenua".
La vieja y malvada bruja cogió el Libro Secreto, lo arrugó entre sus manos y lo arrojó a la chimenea.
Viéndolo arder supo que estaba a punto de conseguirlo.

Continuará....





-Pero Lorz, ¿te das cuenta de que el año que viene tendrás el mismo problema?
-No importa, falta muchísimo para el año que viene.

23 octubre 2011

Superprofesional

Todo se acaba en esta vida, especialmente los contratos temporales.
Al mío le quedan dos telediarios, y ya he empezado a buscar otro trabajo. Las últimas semanas se han publicado muchas ofertas. Todas ellas tienen en común ofrecer unas condiciones que harían palidecer de vergüenza a un empresario industrial de principios del siglo XIX, pero eso es secundario. ¿No queríamos trabajo? Pues hay trabajo. Si queríamos un trabajo digno lo teníamos que haber especificado antes.
Entre estas nuevas ofertas se está poniendo de moda añadir al final "abstenerse candidatos que hayan estado en paro más de un año". No tengo palabras para describir la catadura moral del individuo que haya tenido eesta ocurrencia, pero puedo suponer que lo próximo será pedir el certificado de penales, el de buena conducta y el de cristiano viejo.
Algunas de estas ofertas llevan semanas renovándose. Señores de recursos humanos, no sé cómo decir esto suavemente: si en un país con cuatro millones (tirando en corto) de parados tardas más de una semana en encontrar un candidato adecuado, pueden estar pasando dos cosas: que estás pidiendo un imposible, o que lo que ofreces es tan deleznable que ni estando al borde de la miseria merece la pena trabajar ahí.
Entre tanta porquería laboral, encontré algo que merecía la pena, eché el curriculum y me llamaron para hacer una entrevista.
He hecho millones de entrevistas, he estado a ambos lados de la mesa, y tengo tan claro lo que hay que hacer que a veces me sorprendo detectando fallos en mi entrevistador. Por supuesto, no se lo digo: soy una profesional de las entrevistas y sospecho que eso me dejaría fuera del proceso de selección de inmediato.
Para mí, lo más importante en una entrevista es la imagen.
Primero, porque los seres humanos somos idiotas y nos dejamos llevar por la apariencia exterior.
Segundo, porque si vas de cualquier manera a una entrevista da la impresión de que no pones interés.
Y tercero, lo más importante: porque cuando me arreglo y me veo guapa me siento más segura de mí misma, y es más fácil que el resto de la entrevista salga rodado.
Lógicamente, la imagen depende del tipo de trabajo. Presentarse en traje a una entrevista para un burguer quizá sea un poco demasiado. Presentarse en bermudas y chanclas a una entrevista para administrativo es de no querer que te cojan.
Ante la duda, mi técnica es: pantalón oscuro y camisa clara (a fin de cuentas, la camisa es lo que van a ver durante la entrevista), tonos neutros y algún complemento discreto pero mono para que te recuerden, especialmente si el entrevistador es una chica.
Pero además hay que tener en cuenta otros detalles.
Por ejemplo, siempre me quito el reloj para evitar sentir la tentación de mirarlo, porque da la sensación de desinterés. Bueno, y porque es un poco cantoso:

También intento no ponerme mi pulsera más favorita del mundo mundial. Hace bastante ruido y es un poco infantil. No queremos que descubran mi síndrome de Peter Pan, por lo menos, hasta que haya firmado el contrato.




Me quito la alianza. Indispensable. Una mujer joven casada es una mujer que PUEDE TENER HIJOS. Una mujer joven casada hace plantearse al entrevistador que sería mejor contratar un hombre, a ser posible castrado.


Para esta entrevista en concreto me puse un vestido liso de color marrón (¡tonos neutros!), medias sin brillo (importante), zapatos de tacón moderado, discretos, una colgante en los mismos tonos que el vestido, y un bolso cuadrado, negro, aburrido pero profesional. >
Antes de llegar a la entrevista, me limpié las manos con una toayita húmeda (manos sudadas=nervios=malo). Cuando entré a la entrevista, le lancé a la entrevistadora una mano derecha seca y perfumada, y apreté la suya como me han enseñado a hacer.
Me senté sin cruzar las piernas, la espalda recta, sonrisa moderada.
Super madura.
Super profesional.
Super tranquila.
-Bienvenida, Lorz -me dijo la entrevistadora-. Antes de nada, ¿te importaría que le haga una fotocopia a tu DNI?
-Claro que no.
Cogí mi bolso, lo abrí, saqué el monedero...


Mierda...






Pd. Sorprendentemente, me llamaron para una segunda entrevista. Para la tercera no. Jo.


16 octubre 2011

Lentejas

Le dije a Hermano Pequeño que por su santo le iba a regalar un vale para ir a una clase de cocina pero no me ha dado tiempo a ir a comprarlo. Mejor que mejor: si lo piensas detenidamente, ¿no es mucho mejor que te enseñe a cocinar tu dulce hermanita?
Y vamos a empezar, por razones puramente sentimentales, con las lentejas.
Las he odiado toda la vida.
Mi madre hacía lentejas todos los lunes. Entiendo que planificar las comidas de toda la semana es un rollo, madre, pero ¿TODOS LOS P*T*S LUNES? Con el tiempo, las lentejas me acabaron sabiendo a lunes y, por si eso no fuera poco, me sentaban horrorosamente mal: era acabar de comerlas y me iba por la patilla. Hay gente que cuando tiene problemas para ir al baño come ciruelas o toma zumo de naranja en ayunas: a mí me basta con comer las lentejas de mi madre. Las conchas codan me hacen el mismo efecto. Todavía no he descubierto porqué: en cuanto lo descubra pienso patentarlo.
Años más tarde, cuando empecé a cocinar lentejas por mí misma, descubrí que el efecto patilla no lo provocaban las lentejas, sino el laurel que mi madre le echa en cantidades industriales.
¿Llevarán laurel las conchas codan?
Eliminado el efecto patilla, empecé a cocinar lentejas cualquier día, y dejaron de saberme a lunes. Ahora las lentejas me gustan mucho, lo bastante como para hacerlas incluso (madre, tápate los oidos) en domingo.

Vamos a ello.

Para dos personas necesitas:
- Medio vaso de lentejas.
- Un cuarto de cebolla.
- Un tomate.
- Medio pimiento.
- Un diente de ajo.
- Morcilla y chorizo.
- Patatas.
- Zanahorias.
- Aceite, sal, pimentón.

La ventaja de esta receta es que la mitad de los ingredientes los puedes conseguir gratis poniéndole ojitos a tu madre: el aceite de sus olivitos, el chorizo y la morcilla del pueblo, el pimentón de la Vera. Si le echas mucho morro también puedes coger de su nevera el resto de los ingredientes, pero intenta que no te pillen.

Lo primero de todo es llenar un vaso con lentejas hasta la mitad y después llenarlo de agua. Tu madre las pone en remojo el día de antes. O lo intenta. La mayor parte de las veces se le olvida: por eso algunas veces la has oído levantarse de de madrugada y correr a la cocina gritando “¡las lentejas! ¡que se me han olvidado las lentejas!”. Yo las pongo el mismo día, generalmente cuando voy a la cocina a desayunar, aunque después de un par de lapsus ya he descubierto que con una hora antes te sobra. Las lentejas absorben el agua y crecen hasta llenar todo el vaso.

Pelamos el diente de ajo y picar la cebolla, el tomate y el pimiento en trocitos pequeños.
Cuando picas cebolla, por lo general, los ojos te van a llorar. Hay un truco infalible para evitarlo: que lo haga otra persona mientras tú te vas a otra habitación a ver la tele.

Lorzconsejo: si te quedas en la misma habitación, el truco no funciona.

Cuando lo tengas picado, cubres el fondo de una olla con aceite y lo pones a calentar.

Lorzconsejo: en algunas recetas te dirán “fuego medio”, “fuego alto”. Como ya nos conocemos, lo vamos a hacer todo con el fuego al mínimo. Por si acaso. Estudia atentamente los dibujos de los botones de tu cocina antes de empezar.

Para saber si el aceite está caliente, lo más eficaz es meter un dedo.
¡ES BROMA! ¡ES BROMA!
Sabes que el aceite está caliente porque parece más líquido y transparente.
Y sin haberlo planeado, me ha salido un pareado.

Una vez que el aceite esté caliente echamos el diente de ajo, la cebolla, el tomate y el pimiento, tapamos la olla y dejamos que se haga bien, removiendo de vez en cuando. Ten en cuenta que para remover tendrás que levantar la tapa.

Lorzconsejo: no remuevas con el dedo. Especialmente si lo has usado antes para comprobar la temperatura del aceite.

Cuando la cebolla esté transparente y el pimiento tenga un color verde apagado el sofrito estará listo.

Es muy importante saber hacer bien esta parte porque la mayoría de los platos tradicionales que nos parecen tan complicados no son más que un sofrito al que se le han añadido más cosas. Por ejemplo, si a este sofrito le añades un bote de tomate triturado, pimienta, orégano y sal tienes salsa para macarrones como la que hace tu madre.

A continuación le echamos el chorizo y la morcilla. Si decides echarlos enteros, ten en cuenta que hay que pincharlos un poco para que no exploten. En mi caso la morcilla siempre explota. No sé porqué. Miles de científicos del mundo se han interesado por el tema sin encontrar respuesta. Supongo que hay cosas que el ser humano no está preparado para comprender.

Tapamos la olla y lo dejamos unos minutos para que suelten grasilla. Después añadimos un vaso de agua y la pastilla de avecrem. Hay muchos tipos de pastillas de avecrem: algunas ni siquiera son de la marca avecrem. Para las lentejas me gusta usar una de verduras o de carne. Nunca uses una de pescado.

Lorzconsejo: hay que quitarte el envoltorio a la pastilla de avecrem antes de echarla a la olla.

Pela la patata y córtala en dados. Ten en cuenta que si los dados son muy grandes tardarán mucho en cocerse y si son muy pequeños se desharán.

Pela o raspa la zanahoria, quita el ombliguito del principio y córtala en rodajas. A no ser, claro, que tu cobaya se haya comido la última zanahoria, en una muestra más de su total falta de respeto y consideración hacia los sentimientos de los demás.

Cuando el mejunje que tenemos al fuego haga blup-blup añadimos las patatas, la zanahoria y a nuestras amigas las lentejas.

Lorzconsejo: Sólo las lentejas. Retira el agua sobrante y el vaso antes.

Echamos un poco de sal y pimentón. Mejor poco que mucho, siempre podemos corregir después.
Tapamos la olla y la dejamos a fuego lento haciendo blup-blup. De vez en cuando removemos un poco, porque las c*br*n*s de las lentejas tienen tendencia a pegarse, y no entre sí, que sería lo más normal, sino al fondo de la olla.
Jijiji, rima con p*ll*.

El tiempo de cocción depende mucho de la cocina. Por lo general, no suelo necesitar más de media hora, pero antes tenía un fogón eléctrico y tenía que empezar tres días antes.
Deja que se vayan haciendo a fuego lento, removiendo de vez en cuando y añadiendo agua si ves que se empiezan a convertir en cemento marrón.
Sabrás cuando han terminado de hacerse porque tu cocina empezará a oler rico-rico y las lentejas estarán blanditas.

Lorzconsejo: para saber si las lentejas están blandas hay que probarlas. Y probarlas consiste en comer una cucharada de lentejas, NO en aplastarlas contra la encimera, aunque admito que así también es posible comprobar si están blandas.







Bueno, pues estas son las instrucciones, pero para cocinar realmente bien necesitas algo más, el Lorconsejo definitivo:
Nadie nace sabiendo, nadie aprende sin ayuda y para hacer algo bien hay que hacerlo mal muchas veces.
Miramos a nuestras madres y pensamos que no merece la pena aprender a cocinar porque nunca lo haremos tan bien como ellas... porque no estábamos presentes mientras aprendían, y no vimos todas las veces que tuvieron que tuvieron que repetir las croquetas hasta que les salieron tan bien como cuando vas a casa los domingos.
Y si nuestras madres pudieron, ¿por qué no lo vamos a poder hacer nosotros?
Todo es cuestión de intentarlo.
Ensayo y error, nene.
Y sí, cada vez que te equivoques y le prendas fuego a las cortinas de la cocina toda tu familia se va a reir de ti (yo la primera, MUA-JA-JA).
Piensa que el único que rompe los platos es el que los friega, es decir, que si te has equivocado, es porque lo has intentado, y de eso va la vida, ¿no? de intentar mejorar un poco casa día.



Ups, me he vuelto a pasar de seria... ¡rápido, que alguien cuente un chiste de pollos!


Pd: hoy es el cumpleaños de mi mamá.


Editado 16/10/2011 10:25
Aunque parezca mentira, me pongo colorada cuando me miras.
No, no era eso.
Aunque parezca mentira, hay gente que no sabe lo que es una
concha codan.
Las conchas codan son dos bizcochos planos y redondos unidos por una capa de chocolate. Es como si alguien hubiera visto las
galletas príncipe y hubiera dicho "dos galletas con chocolate enmedio, que buena idea, pero yo lo voy a hacer con tortas que lo de las galletitas es como para nenazas".
Las conchas codan son un clásico de la infancia, como los
phoskitos o el bollycao pero con menos glamour porque no traen pegatinas.
Digamos que el bollycao era lo que te podías comprar cuando elegías tú, y la concha codan es lo que te compraba tu abuela. Están igual de ricas, pero te estropean la imagen en el recreo.

09 octubre 2011

Twitter es el mal

Twitter es el mal, escribí en la plantilla html de blogger, y algo debí hacer mal porque la entrada se publicó ella sola.
M**rd*.
Creo que es una especie de aviso kármico para que no escriba este post.
"Te vas a meter en un lío", me decía el universo.
"Eso dices siempre, y luego no es para tanto", le contestaba yo.
Y el universo suspiraba.
Ahora que lo pienso, igual no fuera el universo. Igual era yo. He tenido un poco de fiebre estos días y es posible que haya estado oyendo voces.
Todo empezó porque a ZaraJota™ le dio por ver una serie que se llama Flequillos al límite.
SI HAS VISTO LA TERCERA TEMPORADA ARRASTRA EL CURSOR POR EL ESPACIO EN BLANCO PARA LEER EL SIGUIENTE PÁRRAFO.
Flequillos al límite es una serie muy confusa y me ha costado ententerla, pero después de tres temporadas puede decir que va de dos hermanas gemelas que se ponen hasta el culo de LSD y se zumban al mismo tío. También sale una vaca.
A ZaraJota™ le gusta mucho. La serie, no la vaca. Aunque puede que la serie le guste por la vaca.
Creo que me estoy liando.
YA ESTÁ, YA PUEDES SEGUIR LEYENDO. O PUEDES IRTE A VER FLEQUILLOS AL LÍMITE Y DESPUÉS VOLVER. NO SÉ, HAZ LO QUE QUIERAS, QUE LUEGO ME DICEN QUE SOY UNA MANDONA.
La cuestión es que ZaraJota™ comentó en twitter que estábamos viendo la serie y Toayita le dijo que ella también, y que iba más o menos por el mismo capítulo.
-Toayita también está viendo esto -me dijo un día ZaraJota™.
-¡Sabía que ese bulto tan raro esa una cámara espía!
-Ese bulto es el interruptor de la luz, y Toayita está viendo la serie en su casa.
-Ah, vale.
-Va más a menos por el mismo capítulo que nosotros.
-Vale.
-Lorz, no podemos dejar que nos gane.
-¿QUÉ?
-Tenemos que acabar la serie antes que ella.
-¿Por qué?
-NO QUIERO QUE ME GANE Y PUNTO, ¿VALE?
Parecía que ZaraJota™ se tomaba aquello en serio. Y tan en serio. Durante las últimas semanas no hemos hecho otra cosa que ver Flequillos al límite. Había días que estaba tan cansada que me dormía en el sofá, pero ZaraJota™ volvía a despertarme y me obligaba a ver capítulo tras capítulo hasta que mis retinas se desprendían y tenía que recogerlas e ir al médico a que me las volviera a pegar. Esta semana la Seguridad Social no ha ganado para superglú.
-Odio a Toayita -le dije un día a una compañera de trabajo después de explicarle la situación.
-No he entendido muy bien tu problema, pero sospecho que Toayita no ha hecho nada malo. El que no está siendo razonable es ZaraJota™.
La gente normal no entiende nuestros corazones frikis, pensé. No se lo dije, porque la gente normal tampoco entiende nuestros cerebros frikis. Mejor dicho, la gente normal no entiende ningún órgano friki, así, en general.
El viernes, ZaraJota™ anunció que podríamos acabar la serie este fin de semana.
-Voy a ponerlo en Twitter para que Toayita agonice envuelta en el dolor de la derrota -me dijo.
Al rato volvió, todo triste y mustio (amoinat, dice él).
-Toayita no va a ver Flequillos al límite este fin de semana.
-Bien, ¿no? Hemos ganado matemáticamente.
-Dice que se va a dedicar todo el fin de semana al sexo loco y desenfrenado.
-Ah, bien por ella.
-Lorz, NO PODEMOS DEJAR QUE NOS GANE.
Jijiji, gracias, Toayita.

02 octubre 2011

El gótico nefrítico

El año pasado, como estaba en paro y no tenía nada que hacer (JA!) me apunté a primero de Historia del Arte. A todas las asignaturas, así, a huevo. Y a inglés. Y a un curso.
Y claro, cuando más empantanada estaba con actividades, me salió trabajo. No un trabajo de jornada intensiva, que es lo que estaba buscando, sino uno de todo-el-día-en-la-oficina-y-de-noche-no-pero-sólo-porque-la-luz-está-muy-cara.
Viendo que no llegaba a todo, hice una lista de todas mis actividades:
-Trabajar.
-Arte.
-Inglés.
-Blog.
-Intimar con ZaraJota™.
-Criar a una cobaya.
-Limpieza de la casa.
ZaraJota™ vino al rescate y se ofreció voluntario para hacer las cosas de casa y ser madre soltera de la cobaya, a cambio de que no anulara nuestras actividades íntimas, por las que sospecho que tiene un interés oculto.
Me quedé con cuatro cosas que no quería dejar a ninguna costa:
-No podía dejar el trabajo, por lo del dinero y eso.
-No quería dejar arte, porque me gusta mucho.
-No quería dejar inglés, porque el inglés es importante. Para ver series, claro.
-No quería dejar el blog, por pura cabezonería. Es decir, los blogs ya no están de moda, ¿no? Debería dejarlo languidecer poco a poco o rematarlo o ignorarlo y dedicarme a echar pestes de mi etapa como bloguera en twitter, que es lo que se lleva ahora.
Después de muchas cábalas, decidí reducir lo único que era reducible: limité el blog a "cuando tuviera tiempo" (léase "nunca") y en vez de presentarme a todas las asignaturas de arte me presenté sólo a tres: una en febrero, otra en junio y otra en septiembre.
En septiembre tocaba presentarme a Arte Gótico. La pregunta estrella fue la Alhambra de Granada, que como todo el mundo sabe es el máximo exponente del Gótico preclásico perpendicular en España. O algo así. Como no tenía ni idea, lo que hice es poner todo lo que sé de la mezquita de Córdoba cambiando los nombres.
Desde que llegué a Madrid he hecho esto en cada exámen en el que me han preguntado algo sobre arte andalusí, con excelentes resultados. A veces sospecho que en general los profesores de arte no tienen ni idea de arte musulmán, y que sólo meten estos temas para ser políticamente correctos.
Bien, semanas más tarde entré en la página web y me encontré con que tenía un cero patatero.
-¡No puede ser! -grité.
-¿Has vuelto confundir la nevera con el cuarto de baño? -preguntó ZaraJota™
-No, tengo un cero en Gótico.
-Imposible.
-Claro, ¡lo hice superbien!
-... No, imposible porque siempre ponen al menos un uno para que no sea tan humillante.
-Ah.
-Espera, déjame ver... Aquí no pone nada del Gótico, pone que tienes un cero en Geografía.
-¡Sí yo no me he presentado a Geografía!
-Míralo tú misma.



- H*st** p*t*...
En aquel momento se me ocurrieron tres hipótesis:
1. El día del exámen volví a confundir los lacasitos con la buscapina, fui al exámen más colgada que las casas de Cuenca y me metí en el exámen que no era.
Ahora que lo pienso, no puede ser, porque me dejaron llevarme a casa la hoja de las preguntas, que es sin ninguna duda la del Gótico, y además escribí en cada hoja el nombre de la asignatura.
2. Yo me presenté a Gótico, pero la Lorz de un mundo paralelo se presentó a Geografía, y debido a un fallo en el tejido esencial del universo se ha producido una interferencia entre ambos mundos, haciendo que yo vea su examen y ella vea el mío.
Nota mental: tengo que dejar de ver Fringe. Y Doctor Who. Y The Event. Sobre todo, The Event.

Sólo quedaba una opción lógica:
3. La tecnología de la UNED ha avanzado tanto que ya sabe que cuando me presente a Geografía el curso que viene voy a suspender, y han decidido ahorrar tiempo y dinero notificándome el suspenso ya.
-Me parece -dijo ZaraJota™ -que el profesor se ha confundido de nombre cuando ha grabado tu nota.
Ah, no, si vamos a proponer teorías absurdas yo no juego.