30 diciembre 2005

Cava catalán

-Señorita, este cava, ¿de dónde es?
¡Qué bien, adivinanzas! Eh... ¡Plátano! No, espera, ¡Esteban!
-A ver... Catalán, claro.
-¿Y no lo tienen de otro sitio?
-Sí, creo que hay uno... este.
Le saco un cava extremeño que está haciendo furor estas navidades.
-Es que yo lo quería de la misma marca.
-De la misma marca -digo.
-Sí.
-Que sea de la misma marca, pero que no sea catalán -repito, por si he entendido mal.
-Sí. ¿No hay?
-Je, je-je-je, je... No.
-¿Y como es eso?
Pues porque si la marca es catalana... Olvídalo.
-No nos queda, pero puede llevarse este, está bueno.
-Es que es catalán y los catalanes están destruyendo España.
Deben haber empezado por Almería, porque lo que es en Madrid yo no he notado nada. Es decir, nada aparte de Gallardón.
Eso sí, lo de Buenafuente debería ser delito ecológico, por lo menos.
-Ah...
Bueno, no se me ocurría nada que decir. Me estaba imaginando a cientos de catalanes marchando sobre el desierto de Almería al son de Els Segadors, y se me ponían los pelos de punta.
Jo, teniendo a Serrat y a Estopa ya podían marchar al son de otra cosa, digo yo.
-Hay que hacerles boicot -me dice el señor todo decidido, y yo le digo que sí, aunque no entiendo nada.
¿Qué tiene que ver el cava extremeño con la defensa de España? ¿Es que las botellas son más duras?
Media hora después un cliente llega sonriendo hasta la caja.
-Un señor acaba de comprar un cava riojano siguiendo mi consejo -le dice a su mujer mientras ella empaqueta-. Se van a enterar esos cabrones -sentencia.
Pero a ver: ¿qué daño le han hecho los riojanos a nadie? ¿Es que también están destruyendo España?

A este paso en España nos vamos a quedar los madrileños solos.
Eso sí, el saludo oficial será "qué pasa nen".

28 diciembre 2005

28 de diciembre

Iba a colgar algo hoy, pero como era una historia extremadamente rocambolesca y es 28 de diciembre nadie me iba a creer.
Jo.
Y cuando digo "jo", no es un "jo" de contrariedad, sino un sutil homenaje a Holden Caulfield.

26 diciembre 2005

El pulpo

-Señorita, ¿tienen pulpo?
-Sí, en la pescadería.
-No, en la pescadería dicen que no tienen.
-Entonces no hay.
-¿No tendrán en otra parte?
Ahora que lo pienso, sí, tengo uno... Ah, no, me lo he dejado en el otro bolso...
-Quizá en congelados.
-Es que yo lo quería fresco.
Pues está de suerte, señora, el congelado está fresquísimo... a menos 5 grados, diría yo.
-Pues no, fresco no hay.
-¿Está segura?
De lo único de lo que estoy segura es de que usted sería una mortífaga estupenda.
-Bueno, eso es lo que le ha dicho el pescadero, ¿no?
Ahí estuve hábil, mandando balones fuera.
-O sea que no hay pulpo.
Brillante, la señora.
-No.
-Y, ¿cómo es eso?
-¿Qué tengo que decir para que me deje en paz?
-¿Qué?
-Que se habrá acabado.
Bueno, había dos opciones: o nunca hubo o se acabó. Digamos que la cosa estaba en un 50%.
-¿Van a traer más?
-Eh... ¿sí?
-¿Cuándo?
Pensando a toda prisa, pensando a toda prisa...
-Eh... ¿mañana?
-Es que yo lo quería para hoy.
Y yo quería ser cantante, y ya ve usted.

23 diciembre 2005

Navidad V

Cada año, por navidad, a mi padre le regalaban un pavo.

Vivo.

Nos lo traían unos días antes y el pavo se quedaba en el patio, comiéndose las plantas.
-Bueno, así no tendré que echarle perejil -decía mi madre, que es una optimista de la vida.
Cuando se acababan las plantas el pavo empezaba a mirar al gato con ojillos golosos.
-Bueno, así no tendré que ponerle relleno -decía mi madre, con menos entusiasmo.
Cuando quedaba claro que o nos comíamos al pavo o nos comía él, mi padre se decidía a matarlo.
Bien.
Digamos que mi padre no es precisamente el tipo de persona que mata bichos. Es decir, si hay que matar al pavo, se mata, pero sin hacerle daño, y con tan poca motivación la cosa no podía prosperar. La ejecución siempre llegaba a un punto muerto: el pavo decapitado corriendo los 100 metros/patio con la sangre saliendo a chorro por el cuello.
-Ya parará cuando se desangre -decía mi padre, que a veces también es un optimista de la vida, pero el pavo seguía dando vueltas al patio hasta que venía la vecina y lo remataba.

Retrato robot del pavo mutante, antes de perder la cabeza.
Ji, ji; ¿lo pillas? Perder la cabeza. Ji, ji-ji-ji, ji.
Creo que lo que me he comido no era una peladilla.


Gracias a esta tradición navideña aprendí las tres lecciones más importantes de la vida:
1. Que si quieres criar un pavo de carreras lo mejor es alimentarlo con geranios.
2. Que para matar la cena lo mejor es usar una maza, una estaca y una ristra de ajos ("Bueno, así no tendré que ponerle ajos", diría mi madre, la optimista de la vida).
3. Que los percebes son mucho más sanos. Para empezar no tienen patas y no pueden correr. Y vete tú a saber dónde tienen el cuello.

Ahora que soy mayor me doy cuenta de que el donante no nos regalaba el pavo: se deshacía de él.

Jo.

Podía deshacerse de unos percebes.
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2-1-2006:
Mi padre dice que algunos años tuvimos correteando por el patio hasta dos pavos. Jo. Yo creía que era uno, y se teletransportaba.

21 diciembre 2005

Navidad IV

En navidad todas las empresas hacen una fiesta. ¡Qué original!
La fiesta de la empresa sólo sirve para que te des cuenta de que trabajas con un montón de impresentables, pero no queda más remedio que ir, por eso de la confraternización entre compañeros y todo lo demás.

De entrada, el primer problema es que sin el uniforme no conozco a nadie. De pronto un tío me da dos besos y me quedo mirando como una idiota.
-No tienes ni idea de quién soy, ¿verdad? -me dice, y me doy cuenta de que él si me debe conocer, porque me tiene calada. Jo. Soy tan despistada que una vez se me acercó Hermano Mediano por la calle y salí corriendo porque pensé que era un atracador.
-No.
-¡Soy el carnicero!
Caramba. ¡El carnicero tiene un cuerpo! Yo creía que debajo de la bata blanca no había nada, como los dementores ...

El otro problema es que el alcohol es gratis.
Y esto es un problema por que... a la gente la da por hacer cosas raras cuando bebe. Por ejemplo, se ponen cariñosos. Muy cariñosos.
Para las dos de la mañana mis amigas estaban, um... confraternizando con el frutero, el charcutero y el carnicero, respectivamente, y yo estaba bailando sola en medio.
Grave error.
Se ve que algunos hombres consideran sola sinónimo de desesperada.
Así que hay estaba yo, dando saltos como una loca, y de pronto me encuentro una mano en el culo. Vaya. Estoy segura de que no es mía, porque lleva un tío pegado al otro extremo.
-¿Perdona? -le digo, con la remota esperanza de que retire la mano y se la meta donde le quepa.
-¡Baila conmigo, morena!
Vamos a ver:
Primero, ¿desde cuándo Estopa se baila agarrao?
Y segundo, ¿morena? ¿Yo? Pero... este tío, ¿dónde tiene los ojos?

En mis bufas.

Jo.

18 diciembre 2005

King Kong

Peter Jackson es un genio.

Si algún día ruedan mi biopic espero que lo diriga él, aunque las probabilidades son pocas porque estoy en contra de los biopics. Es decir, las películas sirven para que sepas qué quieres ser de mayor. A mí hoy me ha dado por ser un mono gigante zoófilo, y eso es normal. Pero, ¿dónde se ha visto a nadie salir del cine gritando "mamá, mamá, quiero ser Lutero"? Rebelde. Genio. Liberador. ¡Parece el anuncio de una colonia!
Lo único malo que le veo a eso de ser mono gigante zoófilo es que solo hay uno, claro, y eso reduce mucho su vida íntima. Estaba pensando en eso (y en que tenía ganas de ir al baño) cuando unas filas más abajo se encendió una luz azul: la pantalla de un móvil. Jo. ¿Es que la gente no sabe que en el cine hay que apagar el móvil? Se ve que no. No contento con eso el engendro (de ahora en adelante, Movilerdo) se puso a sacar fotos a la pantalla con el móvil. Ya hay que ser idiota, como si no estuvieran todas en internet.
Empecé a rebullirme en el asiento mientras el tío seguía haciendo fotos.
-Voy a tirarle una gominola -le dije a Hermano Pequeño.
Pero no me atrevía. ¿Y si le daba a otro? ¿Y si se cabreaba? ¿Y si se me acababan las gominolas? Así que hice eso que siempre dicen que hay que hacer: me levanté ("perdone, ¿me deja pasar? perdone"), salí de la sala y se lo dije al acomodador, pero para cuando vino el Movilerdo había apagado el móvil para que no le pillaran.
Mierda.
Volví a mi asiento ("perdone, ¿me deja pasar? perdone") rezongando. Me senté. Cogí las gominolas...
-¿Vas a tirársela? -preguntó Hermano Pequeño.
-No puedo... Está con un niño.
Sí, tenía un rehén, y yo no podía arriesgarme a hacerle daño.
Entonces el Movilerdo sacó el móvil e hizo otra foto.
¡Zas! Toma gominola roja.
-¿Le has dado?
Así es mi puntería: una vez me partí con un martillo la uña del dedo que no estaba sujetando el clavo que era mi objetivo. De forma que no, no le había dado.
-Casi -mentí, por conservar una cierta dignidad.
-Tira otra.
-No.
Es que me quedaban pocas.
-Vale.
Entonces Hermano Pequeño hizo algo que pasará a los anales de la historia. Se levantó ("perdone, ¿me deja pasar? perdone"), fue hasta Movilerdo, se inclinó, le dijo algo, el tipo apagó el móvil, y Hermano Pequeño volvió ("perdone, ¿me deja pasar? perdone") a su asiento.
-¿Qué pasa? ¿Qué le has dicho?
-"Perdone, señor, disculpe, o apaga el móvil o llamo a la policía".
-¿Y qué te ha dicho?
-Nada, me he ido antes de que reaccionara.
Para que luego digan que no nos parecemos.

16 diciembre 2005

Calcetín

Mi última composición poética:



Calcetín disparejo
Gira en el lavadora
Buscando un amiguito
Para hacerse una bola




Lo que opina la crítica:

"¿Qué debo hacer para cambiar de apellido?"
Hermano Pequeño
·
"Una mierda, una mierda"
Hermano Mediano
·
"Qué tontos son mis hijos"
Madre
·
"Lo mejor que he escrito, después de aquel haiku sobre el cólico mañanero* que hizo llorar a mi familia"
Lorzagirl

Y el final feliz:











*
El día empieza
Cólico mañanero
Tú me despiertas

14 diciembre 2005

Héroes urbanos

Nunca le he dicho, pero Hermano Pequeño trabaja en un Pizzaleches.
No es de los que van en moto, como Mot. Se entera mi madre de que su niño está dando vueltas en moto por la noche, con lo peligroso que es, y le hincha a collejas de la preocupación.
Hermano Pequeño está en la tienda. Lo llaman tienda porque llamarlo restaurante sería publicidad engañosa. El pobre suda como un pollo, tanto que cuando sale puedes estrujar el pizzapolo y hacer un charco (como Pizzaleches se entere reclama el charco y lo vende como sopa, seguro). A veces reparte por la zona, a pie, pobrecito mío, de noche y por esas calles de mala muerte. La mía, por ejemplo.
Una vez un tío le atracó y le quitó el dinero, el móvil y las pizzas, así que Hermano Pequeño se tuvo que volver a la tienda con un mal rato que para qué.
Debía ir por su tercer calmante cuando unos chicos entraron en la tienda.
Al parecer habían visto el atraco, habían corrido detrás del caco, le habían quitado el botín y ahora venían a devolverle sus cosas a Hermano Pequeño.
-Toma: tu dinero, tus pizzas, tu móvil y tu tabaco -le dijeron.
Hermano Pequeño se quedó de pasta boniato.
-Si yo no fumo...
Los héroes urbanos se miraron uno al otro con cara de ups, que nos hemos pasao...
-Pues ahora sí.
La verdad es que casi me daba pena el atracador, que después del disgusto no iba ni a poder fumarse un piti.



Que se joda, que se joda, y que le den por culo.

12 diciembre 2005

Navidad III

El belén sufre el mismo proceso que el árbol.
Lo pongo, no lo pongo, lo pongo... Cuando éramos pequeños íbamos al campo y volvíamos a casa con musgo, ramitas y barro, mucho barro, y montábamos un belén enorme. Ahora ponemos un belén chiquito, pero no importa, porque el gato se sube y remueve la arena y tira las figuritas y al final hay belén por todo el piso, así que podría decirse que tenemos el único belén expansivo del mundo. Y un gato super jodón, pero eso es otra historia.
Como todos los belenes, eso sí, tiene problemas con la apreciación del tamaño. El gallo es ligeramente más alto que los camellos, el castillo de Herodes cabe dentro del portal, y la mula es tan grande como el buey, y lo mira con ojillos viciosos. Mi madre dice que así se consigue perspectiva. Por lo que he podido deducir la perspectiva consiste en que mis hermanos y yo nos reímos hasta que mi madre nos encolleja y salimos zumbando.


El gallo inicia el ritual de apareamiento con el cerdo.

A mi madre le encanta el belén; es una artistaza y con cuatro ramas, celo y un poco de arena hace maravillas, y entonces se da cuenta de que no ha puesto las luces y tiene que quitarlo todo, poner las luces y volver a colocarlo todo encima, todo esto mientras el resto de la familia "colabora", que en este contexto quiere decir "se burla cruelmente de sus esfuerzos porque saben de antemano que lo de las luces no tiene remedio". Porque a ver, ¿dónde se ha visto que haya una luz roja en mitad del pesebre? ¿Por qué la castañera tiene un aura verde, que parece que vaya a volver a su planeta de un momento a otro? Y sobre todo, ¿quién decidió que las luces del belén debían ser intermitentes? ¿Tan malo era el suministro eléctrico en época romana?

El pato gigante se agazapa tras un meño, esperando que la lavandera se despiste para saltar sobre su yugular. Que le den, que hubiera salido a lavar de día, caramba. Al fondo, un milagro navideño: el cielo fosforescente se arruga.

Volviendo al tema, el problema, al final, siempre es el ángel.
El papelón que hace el pobre, en pleno desierto, encaramado a un abeto, con una pancarta en latín y vestido de moñas. No me extraña que los pastores le miren. Y eso que los pobres ya están curados de espanto, a fin de cuentas llevan a pastorear a las ovejas de noche y al desierto, con la cantidad de hierba que hay alrededor del pueblo.
El caso es que el ángel no para de caerse. Miedo escénico, por lo que se ve.
El primer día confías en que mantenga el equilibrio entre las ramas del abeto que ha surgido milagrosamente en mitad del desierto.
Y se cae.
El segundo día lo atas con un cordel.
Y se cae.
El tercer día pones un poco de pegamento en la base.
Y se cae.
El cuarto día le pones celo.
Y se cae.
Para cuando llega el 24 de diciembre el ángel es una bola de cinta americana que rodea el árbol.
Y el árbol se cae.
Ya sabía yo que un abeto no podía durar mucho en el desierto.

10 diciembre 2005

Navidad II

Todos los años la misma historia.
-Este año no pongo el árbol -dice mi madre.
-Vale -respondemos a coro Hermano Pequeño, Hermano Mediano y yo.
-Es que ocupa mucho -insiste.
Todas las madres hacen lo mismo. Ya le has dado la razón, pero nada, insisten e insisten hasta que ellas mismas se dan la razón.
-Vale.
-Y suelta hojas -lo que suelta es plástico verde, pero bueno.
-Vale.
-Y el gato se las come y hace caca verde.
-Vale.
-Y coge polvo, y papá se congestiona.
Congestionarse es poco. Se le pone la nariz como un pimiento y en las escasas ocasiones en las que alcanza a respirar hace más ruido que Darth Vader en pleno ataque de asma. Sin embargo, obsérvese que como argumento figura en cuarto lugar.
-Vale.
-Y las bolas están en el altillo, pero no me acuerdo en qué caja, y habría que sacarlas todas.
-Vale.
-¿Me estais escuchando?
-Vale.

Una hora después...
-Definitivamente, no voy a poner el árbol.
La concurrencia intercambia miradas de pánico.
-Vale.
-No nos queda ni un enchufe para las lucecitas.
-Vale.
-A no ser que pongamos el ordenador en el enchufe de la tele, la tele en el del ordenador, y alquilemos un generador para la lámpara.
-Vale.
-De todas formas, tampoco tenemos lucecitas.
-Vale.
-Y no las pienso comprar. Luego se funden enseguida.
-Vale.
-Y el gato las muerde y se le riza el pelo.
-Vale.
-No me estais escuchando, ¿verdad?
-Vale.

Dos horas después...
-Además, ¿para qué?
-Vale.
-Es decir, en una casa grande, todavía, pero aquí...
-Vale.
-Es que no hay sitio.
-Vale.
-Imposible. Tendríamos que quitar la lámpara, mover el sofá, tirar el muro...
-Vale.
-No piendo hacerlo. Estoy harta.
-Vale.
-Mis hijos son tontos.
-Vale.

Tres horas después...
-A ver, ¿es que nadie va a ayudarme a poner el árbol?

Para qué vamos a discutir.

06 diciembre 2005

Nastyman, el pequeño y paliza

Este post está dedicado a Nastyman, el pequeño y paliza.



Nastyman, perpetrando.

¿Por qué, oh, por qué de todos los frikifans del mundo me tuvo que tocar a mí este?
¿Es que no hay más blogs en el planeta?
¿Es que no tiene nada mejor que hacer?
Y la respuesta es no.

05 diciembre 2005

Civilization IV

-¡Me he comprado el Civilization IV!
Así es Hermano Pequeño: cualquier cosilla le hace feliz.
-¿Locualo?
-Es un juego de estrategia en el que creas tu propio imperio.
Una lucecita diminuta brilla en mi cerebro.
-¡El juego de las casitas!
-No ese es el Sims -que listillo, el niño.
-¡El Sims no, el juego de las casitas! Uno en el que pones casitas y luego granjas y luego caminos y cuando ya lo tienes todo arde hasta los cimientos.
-Vale, es ese.
Bien. Me encanta el juego de las casitas. Sobre todo porque cuando están empezando a encabronarte con tu pueblo ("tenemos hambre", "faltan colegios"...), ¡ellos mismos se mueren de peste y puedes empezar de nuevo!
Así que toda emocionada me puse a jugar al Civilization IV.

Definitivamente, este no es el juego de las casitas que yo conocía.

Nada más empezar, lo único que tenía era a tres tíos con palos en un círculo azul. Como no sabía qué hacer con ellos le dí al botón de automatizar, y se pasaron el resto del tiempo bandeando por ahí.

Entonces empezó a salirme un mensajito: "Para pasar turno pulse intro".
Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Basta.

Luego había una ciudad, que se pasaba el rato investigando y mandándome mensajitos...
-Que ya hemos acabado, oye, ¿qué investigamos ahora?
-Lo que os de la gana, leche, a mi dejarme en paz que todavía estoy buscando las casitas.

Cuando llevaban un rato investigando me salieron tres colonos en un círculo azul. Los mandé al bosque y nada. Los mandé al prado y nada. Los mandé entre los árboles y nada. Al final decidí que no servían para nada y los abandoné en la frontera (una raya azul), por si eran de ese tipo de colonos que hacen una escalera con palos y saltan la valla y se convierten en el problema de otro.

Luego empezaron a salirme mensajes de jefes de otros imperios. "Saludos... bla, bla, bla... me gustaría ver tu cabeza clavada en una pica". ¿Qué? En una pica. Todos me decían lo mismo. Estaba supermosqueada con el tema.
Entonces llegó Hermano Pequeño y me explicó que eso era lo que yo les estaba diciendo a ellos... Bien, no pasa nada. Ahora tenía a Hermano Pequeño para ayudarme.
-En este juego aprenderás...
-Intro, intro, intro...
-La sutil ciencia y el arte exacto...
-Intro, intro, intro...
-De la política. Voy a...
-Intro, intro, intro...
-Enseñarte a embotellar...
-Intro, intro, intro...
-La fama, preparar la gloria...
-Intro, intro, intro...
-Hasta detener... ¿Quieres dejar de darle al puto intro?
-No. Voy la primera.
A la mierda el sutil arte de la política.


PD: El juego de las casitas era el Caesar III. Hermano Pequeño lo ha rescatado del baúl de los recuerdos y lo ha instalado en mi ordenador porque dice que verme jugar al Civilization IV le produce ardor de estómago. También dice que si vuelve a verme darle al puto intro se encargará personalmente de que a mí me dé ardor de apuntes.
Jo.
Qué borde.

03 diciembre 2005

Los ppancartistas

Como es sábado y hace bueno he pensado que podía irme de compras a Preciados toda la mañana.
Mala idea.
Se ve que había alguna movida del PP en la Puerta del Sol; había un montón de viej... ancianos con banderitas moviéndose al ritmo de la musiquita trompetera: ta-ta, ta-tá, ta-ta-ta ta-tá. Peligrosísimo: se cae uno, y doscientas fracturas de cadera por el efecto dominó. Yo estaba flipando. ¡Si el aniversario de la muerte de Franco fue hace dos semanas!
He intentado dar un rodeo por la plaza de Pontejos, pero una chica me ha asaltado en una esquina.
-¿Quieres lotería de el partido?
-¿De qué partido?
Jo, la cara que ha puesto. He tenido que abandonar mi atajo y meterme de lleno en la masa; casi una hora, de Carretas a Preciados, porque de vez en cuando alguien gritaba "viva España" y me daban espasmos en el brazo derecho.
Jo.
Además me empujaban por todas partes, las viej.. ancianas, frágiles ellas. Y un viej... anciano me estaba "empujando" de cintura para abajo, el muy guarro.
-¡Luego direis que somos cinco o seis! -se puso a gritar una señora de pronto.
-Cinco o seis no, señora. Es uno, pero me está poniendo el culo tonto...







PD:
Dicen que han llenado la Puerta del Sol. Un sábado de diciembre y con buen tiempo. La mitad estábamos de compras... Desde luego yo lo estaba, así que cuando den las cifras oficiales hay que quitarle uno.
Es que esto de convocar manifas al lado de un centro comercial es un poco problemático. ¿Por qué nunca convocan manifas en el Pozo del Tío Raimundo? Con lo bien comunicado que está, y el espacio que hay. Se iba a poner aquello de bote en bote.